Esa sensación magnánima que sientes cuando subes al escenario y cientos de destellos resplandecientes dan directo en tu rostro.
—¡10 minutos Seragaki! —llama una voz femenina desde afuera del camarín.
En estos momentos, podría estar en todos lados. Si. Cualquier lado, a excepción del Stadium Jail de Kyoto. Incluso en casa, viendo alguna película de terror, o navegando en alguna pagina por la internet. Aceptaría la remota idea de escuchar una de mis canciones favoritas. Claro, porque sería reticente declarar que escucho mis propias composiciones. Sin embargo, aquí estoy. Sentado frente a un espejo en la penumbra de mi camarín, pretendiendo ser quien realmente no soy. O quizás, lo soy.
Sly...
—Ven y haz tu trabajo —mencionó Aoba. Su diestra sujetaba la empuñadura de un abre cartas. La punta, daba directo a su yugular. A la infinita indiferencia que sus ojos ámbar reflejaban, cualquiera hubiera asumido un intento de suicidio. Pero no lo era. Y estaba lejos de serlo. Tan solo un poco de provocación— te noto más agresivo de lo normal, Aoba —sonrió de forma maliciosa. El objeto fue dejado en el escritorio. Era el, quien ha venido a tomar el control de la situación— ¿Luego que será? ¿Una bazooka en mi cabeza?
—¡Aoba! —interrumpía Koujaku. Su vestimenta poco ortodoxa dejaba entrever que ya estaba listo para subir al escenario—no podemos empezar sin ti ¿Estás listo? —las palabras fueron arrancadas de su garganta el ver al peliazul delante de él. Claro que estaba listo.
—Hora del show, perra.
El Stadium Jail no da abasto a la magnitud de asistentes de esa noche, y es que hoy, da su gira nacional el grupo de J-rock [ Rock melódico] más grande de todo Japón.
—¡Evol! ¡Evol! ¡Evol! —vocifera la multitud. Las masas se exaltan de solo notar como las luces se encienden.
La muchedumbre se aglutina en las entradas del recinto, aclamando a la remota peripecia de entrar y ver el espectáculo. Los integrantes suben al escenario, y pareciera que una onda de euforia estallara en alaridos. Las jóvenes muchachas braman por los artistas, levantando pancartas con dedicatorias pretenciosas, linternas de neon y una que otra forma vuela por los aires.
—¡Sly! —clama una.
—¡Koujaku te amo! —aúlla otra.
—¡Kyagh! Ren! —chillan otras.
—¡Mizuki!
Y ya para cuando las luces se encienden por completo, una cabellera azulada prende el ambiente, incinerando cualquier clase de sonido, que no sea su voz.
—¡Es hora de tocar las estrellas! —vocifera Sly. Su diestra es alzada, y la música comienza.
No es fácil ser la estrella de una Boy Band. Y ciertamente, comienza a aburrirme.
Penthouse, 3:21 AM.
—¡Hey, hey! ¡Miren esto! —llamó Koujaku. Su coil había grabado una chica subiendo su polera— mierda, que buenos senos —comentó en tono travieso. Aunque claro, ya comenzaba a sangrar por la nariz [?].
—Demonios Koujaku, no empieces —bufó Mizuki, entregándole un pañuelo— límpiate eso.
—¡Tsk! Que aguafiestas —protestó el guitarrista.
—Es la segunda vez que me tiran conejos —mencionó Ren sobre el sofá. Tenía una pila de peluches por todos lados.
—No sé como duermes con esas cosas por las noches —bromeó Koujaku.
—Yo solo recibo descuentos por internet —rascó su cabeza el pelirrojo.
—De hecho, ya tengo mis favoritos —aclaró el baterista, extrayendo unos de su mochila— este oso panda es de Okinawa —sacó otro— y este pony es de Osaka —y otro[?]— este venia con un corazón, pero creo que se despegó. Ah...uno de los mejores conciertos que hemos dado
—Cierto, cierto. Yokohama —mencionó el bajista, Mizuki.
—Creí que el mejor había sido en Tokio —Koujaku se tiró al sofá. Aun tenía un tapón en su nariz.
La puerta del baño se abrió, y Aoba salió de el con una expresión sombría en el rostro. Fue directo a la barra y se sirvió un trago de agua con hielo. Todos guardaron silencio al verle. No era como si tuvieran miedo, mas bien, estaban preocupados. Últimamente el desempeño del ojilino pasaba por ser uno de los mejores. El Seragaki se desplomo en el sofá y cruzo una pierna por sobre la otra. Bebió el liquido. Suspiró.
—¿Te sientes mejor? —examinó Koujaku con preocupación.
—Ah. Eso creo —respondió el vocalista con dejo de duda. Su mirada estaba perdida en los pequeños cubos que flotaban en el cristal. El calor, había quebrajado uno— el baño me ha sentado bien. Ya no tengo dolor de cabeza.
—Últimamente sufres muchos dolores de cabeza —mencionó el ojiverde, haciendo hincapié a lo ocurrido en conciertos pasados— ¿Recuerdas lo que paso en Hokaido?
—No podría olvidarlo —aseguró el Seragaki.
Minutos de silencio asaltaron la velada. Parecía ser un problema sin solución. Y aunque todos supieran la verdad detrás de Sly, probablemente mencionar que aquel cambio de personalidades fuera el inconveniente, sería lo mismo que suicidarse. Sin vocalista, no hay banda.
La complicidad, interrumpía la escena. Como si todos los integrantes controlaran un secreto a voces difícil de ignorar. ¿Por que harían algo así? Quizás, porque cada uno de ellos, había experimentado algo distinto con Sly.
—Quizás —murmuró Aoba— debería retirar-...
—¡Chicos! —interrumpió Haga-san[?]. Si, el es el manager de la banda— ¡Hoy estuvieron más que increíbles ahí arriba! —vociferó con júbilo. Seguro esta drogado[?]— ¡Ahhh! ¡Mizukiiii! —corrió a él, tomando de sus manos— ¡Esos zapatos que te pusiste hoy, le daremos mas énfasis al rojo la próxima vez! ¡Y Koujaku! Tus dedos parecían bailar en las cuerdas —rió con fuerza— ¡Ren! Te he conseguido las baquetas que tanto me pediste —las sacó de su bolso. Parecían tener brillo alrededor [?].
—Haga-san. Eran las que vi el otro día por la web. Muchas gracias —agradeció el azabache, reverenciando levemente.
—Y para Aoba-kun... —sonrió con morbosidad[?].
—Voy a retirarme —declaró el peliazul.
—¡Aoba! —se levantó Koujaku. Fue como si le hubiesen puesto un cactus en el culo, porque su ceño se frunció con creces.
—¡Vaya! Esta haciendo calor aquí —ignoró, abriendo las ventanas el hombre.
—Dije que voy a retirarme —concretó el Seragaki, levantándose de su lugar. Su mirada se paseó por todos los integrantes del lugar haciendo amago de indiferencia. Todos callaron, incluso Haga-san. Y es que Aoba ya llevaba 6 años con la banda. Si, buenos recuerdos y todo lo demás, pero sus agotados orbes ciertamente ya no daban mas esa noche. Mizuki también gesticuló con molestia— sé lo que me van a decir, pero en serio...yo ya no sirvo para esto.
—Decir que no sirves para algo, es la excusa perfecta del cobarde —refutó Koujaku.
—Lo dices como si jamás lo hubiese intentado —frunció el entrecejo en respuesta.
—No lo suficiente —desmintió el azabache. Fue una mirada fulminante.
Nadie parecía oponerse a la idea.
—¿Qué les pasa? —reclamó Aoba— ¿Creen que no me importa la banda? ¡Ustedes son mi vida! —la indiferencia era lo que más le dolía—Son como mi familia. La única que nunca tuve. ¿Cómo pueden pensar que hago esto por un motivo egoísta? He dedicado mis días a esta banda y lo saben.
Minutos de silencio.
—Son increíbles —rió Aoba con sarcasmo— ¿En verdad...?
—Aoba —expresó Ren— si tú te vas de la banda. Yo también.
—¿Por qué? —el Seragaki estaba atónito ante la declaración de su amigo— ¿Por qué tendrías que retirarte tu? Pueden buscar a otro vocalista. No soy indispensable.
—No. Es cierto. No lo eres —aclaró el baterista— pero somos una familia ¿No? Tu mismo lo has dicho. Y una familia siempre se mantiene unida. Aoba —el azabache tocó sus hombros con una mirada llena de calidez— tu eres mi amigo.
—Ren... —las palabras de su compañero habían calado hondo en el. Como si eso no fuese suficiente, tanto Mizuki como Koujaku terminarían convencidos de lo mismo.
—Bueno. No queda de otra —se encogió de hombros el bermejo— ¿Cuando nos vamos? —rió.
—Ren ya lo dijo —rascó su nuca el guitarrista— sin ti, jamás seria lo mismo. De todas formas estaba pensando en retirarme algún día —bromeó.
—Bueno, bueno...pero ustedes toman decisiones a la ligera y no consultan —Haga-san ya estaba sacando humito[?]— se calman o los calmo —inserte meme de "vamo a calmarno"—y es que ciertamente no era como si pudieran elegir todos disolver la banda así como así— parece ser, que no se han dado cuenta del tipo de repercusión que tendrá esta noticia. Millones de fans. Perdidas cuantitativas. No sé si podamos soportar esta baja
Ciertamente estaba en lo correcto, y los integrantes comenzaban a cuestionarse en silencio si realmente valía la pena la disolución, hasta que...
—No tenemos que separarnos de esa forma —sugirió Aoba— propongo que lo hagamos como las grandes bandas. Ya saben, dando una última gira
—¿Una última gira? —parpadeó Mizuki.
—Sí. Algo mucho más grande que las otras —agregó el peliazul— Ya nos conocen en todo Japón ¿No es así? ¿Por qué no pensamos en grande? Podríamos ir mas allá para que nos conozcan
—Ciertamente... —examinó Ren— retirarse cuando estás en la cima de todo, no es retirarse...
—¿Hablas acaso de una gira mundial? —consultó Koujaku. La idea comenzaba a agradarle.
—Una última gira para despedirse de todos —comentó Haga-san, gesticulando una mueca pensativa— me parece una excelente idea. Más adeptos. Más conocidos. Como ha dicho Ren, no es lo mismo retirarse estando en la cúspide de tu carrera, que retirarte. Me agrada —observó a los chicos con ánimo— ¿Que dicen? ¿Se animan?
—Yo me apunto —asintió el ojiverde.
Y no basto mucho para que los demás se animaran a la idea. Una gira mundial. Conocer otros países, otra cultura, otra clase de fans. Y ya para cuando la idea estaba lista, Haga-san apareció, con un nuevo contrato.
—Adivinen que —sonrió— ¡Nos vamos a Alemania!
—¡¿De verdad?! ¡¿Tan rápido?! —se animó Koujaku. Los demás integrantes se sumaron a su júbilo. Ninguno de ellos había salido de Japón antes. La emoción era colosal.
—Así es —asintió el hombre mayor— he conseguido un contrato con una productora alemana. El evento será en Berlín. Al parecer, tenemos una gran cantidad de fans en ese país Europeo. ¡Así que recojan sus cosas!...nos vamos a Alemania.
Quien lo hubiese visto o dicho. En poco menos de dos semanas, ya nos encontrábamos en Alemania. Aquí el idioma no es el gran desafío, si no el frio. Y mierda que hace frio.
Nos alojamos en un hotel llamado Lebon, en plena plaza principal de Branden. Haga-san insistió demasiado en el hecho de tener las mejores habitaciones, puesto que según el, éramos una banda de elite. Yo no le creo mucho, pero bueno Uu.
Las calles se habían repletado de carteles anunciando nuestro show en el monumental de la ciudad. Las fans se aglutinaban para las ruedas de prensa. Ninguno de nosotros manejaba el idioma, por lo que un fiel traductor nos seguía a todas partes. Su nombre era Clear. Y Clear...era algo especial...
—¡Maestro! —reverenció el albino— hoy tiene firma de autógrafos en el salón principal
—No-no me llames maestro —Aoba se sentía incomodo[?].
La comida del restaurant era peculiar. La mayoría de los bocados se basaban en jamón, salchichas y papa. Y si no era un salame gigante, lo eran los dulces. Toda clase y variedades de cosas dulces. Lo suficiente como para agarrar una buena diabetes[?]. Cada quien tenía su club de fans. Koujaku era el guitarrista, y no era extraño ver como las muchachas se enloquecían cuando le escuchaban o veían practicar en el balcón del apartamento.
Ren hubiese esperado que las alemanas le enviaran peluches así como en Japón, sin embargo...
—Me enviaron sus ropas interiores —comentó algo apenado. La mayoría eran colales[?] y algunos de esos tenían comentarios como: Dame un hijo. Cosas que en la isla no se verian[?].
—Las alemanas no pierden el tiempo —bromeó Mizuki. Claro, y es que a el también le habían enviado un par de sostenes firmados.
Para ser nuestra primera gira en el extranjero, no estaba nada de mal.
-0-
En algún lugar de Berlín. 15:32PM:
—Joven amo
—Detén el vehículo —ordenó el rubio.
La pomposa limusina se detuvo a las orillas de un callejón, justo en donde un par de carteles estaban siendo pegados. La puerta se abrió, y los zapatos bien lustrados del muchacho tocaron la acera. Una gélida ventisca removió su abrigo largo, azabache.
E.V.O.L. releyó el cartel, soltando un suspiro humeante de sus labios. El muchacho de cabellera azul había llamado su atención. Esa mirada penetrante...
Sly
—¿Ira señor? —examinó uno de los muchachos que pegaba los carteles— es la primera vez que se presentan aquí, en Alemania. El ojiverde había despabilado sin mayores complicaciones— tenga —le entregó un folleto— es buena música, no se arrepentirá —agregó alejándose.
El germano recibió el panfleto, siendo absorbido nuevamente por la mirada de aquel vocalista. Cierto interés...
—Muchacho —el rubio, mordió la punta de su dedo índice, deslizando el guante que traía puesto para quitarlo y extraer una moneda de su bolsillo. Se la lanzó— buen trabajo.
—¡Muchas gracias! —recibió la moneda, observándole irse— ¡Ah! U-usted es...
Ya se había ido.
Salón de ensayo, 18:40PM.
—Este lugar se parece a Kobe —comentó Ren, quien limpiaba los platillos de la batería— prr...
Los muchachos ensayaban sobre un sombrío escenario. Probando instrumentos, sonidos, luces, etc.
—Nah, nah, esto es como Nagasaki —desmintió Koujaku.
—No cae tanta nieve en Nagasaki —agregó Mizuki— de hecho, en Shibuya cae mas.
—Esto es un refrigerador —aclaró Aoba en un suspiro.
Todos echaron a reír. La wea fome[?]
—¡Chicos! —Haga-san venia corriendo como weon[?]— he conseguido otro contrato con el director de la productora para que vendamos los CDs en Alemania. ¡Ya podemos empezar a grabar!
Todos se alegraron por la noticia. Hacia un par de días que el manager venia mencionando al director. Había conseguido ya muchos permisos y contratos, sin embargo...
—Haga-san... —examinó Aoba con pretensiones de duda— no es que este desconfiando de todo esto, pero...¿Por qué invertirían en nosotros sin conocernos?
—¿Huh? ¿Eso desde cuando te tiene preocupado? —el mayor soltó una carcajada— ¡No estés preocupándote por boberías Aoba-kun! ¡El director es una buena persona! No debemos desaprovechar esta oportunidad.
—S-si...pero...
—¡Vamos, no estén holgazaneando y denme una demostración de lo que presentaremos el viernes! —demandó el jefe, sentándose en un taburete.
—Ya oyeron enanos —bromeó Koujaku— 3...2...1...
La música comenzó a sonar, inundando cada pasillo y rincón del recinto. Haga-san aplaudía como foca con retraso mental, ya que era el único espectador disponible. La voz de Aoba era hipnotizante, incluso para los propios integrantes del grupo. Una nueva canción que sería presentada solo para este recital seria mostrada al público. Canción que el mismo Seragaki había compuesto. Y ya para cuando el ensayo acababa, el propio manager se levantó con euforia.
—¡Son tan hermosos! ;-; —ta shorando[?]
—Ha-Haga-san...Uu —se jueron a la chucha[?].
—Tendré que dejarlos unos momentos, iré por los de programación —salió corriendo el weon[?]
La música se había desvanecido, mas no así, los aplausos de una persona desconocida entre las sombras del recinto. Claro que había captado la atención de todos ahí. Y para cuando finalmente se dejaba ver, parecía tan solo un muchacho de cabellera rubia y ojos verdes, ansiosos por lo que había oído. Su apariencia era muy europea a su vestir, denotando aires de infantilismo.
—Eso estuvo muy bien —felicitó el alemán.
—¿De-de verdad? —murmuró Aoba algo sonrojado.
—Si —rió ladino— para ser una banda de quinta. Mi abuelita toca mejor —se encogió de hombros.
—¡¿Que has dicho?! —Koujaku perdió la calma en dos segundos[?].
—Disculpa, los ensayos son privados —declaró Ren, levantándose de su silla— no puedes estar aquí.
—¿Mhm? ¿Quien dice que no puedo? —bufó— no veo en ninguna parte que diga que es privado.
—Ghg... —gruñó el guitarrista— como se nota que no te enseñaron a respetar los espacios privados.
—Esto no es Japón, musculitos. Es Alemania —agregó en tono burlesco, llevando sus manos a los bolsillos de su pantalón— un país libre.
—Estas siendo muy grosero —expresó el peliazul.
La voz de Aoba parecía haberle provocado nauseas al rubio. Sus miradas se cruzaron por un lapso de segundo inexplicablemente largo. Claramente no parecía estar conforme con la reacción del Seragaki.
—¿En serio? —arqueó una de sus cejas— no sabía que decir la verdad era ser grosero.
—Pues en cualquier país del mundo —comentó Mizuki, haciendo tronar sus dedos— no presentarte y dar tu nombre es una falta de respeto.
—Jm... —chasqueó la lengua— puedes llamarme Noiz, si quieres. Me da igual.
—¡Jah! Que nombre tan ridículo —se burló el azabache.
—Al igual que tu cabello —se burló Noiz.
—¡Bueno ya esta! —Koujaku se había arremangado la ropa [?] ya iba bajándose del escenario— ¡Te voy a partir esa expresión de engreído que tienes!
—¡Hey, Koujaku! —le tuvieron que sujetar entre 2[?]— ¡Cálmate! ¡Solo esta fastidiando!
La Coil de Noiz había comenzado a sonar.
—Otro día nos divertiremos mas —expresó a modo de despido— Nos veremos pronto...Seragaki Aoba
—¿Yo...? —ese último comentario le había helado la espalda. ¿Como conocía su nombre real? Todo el mundo le conocía como Sly, su nombre artístico. Y tampoco era como si esa personalidad tan callada saliese en todos lados. El peliazul tragó saliva, completamente ido por aquella presencia. Si. Fue terrorífico [?].
—¡Chicos! He vuelto —parpadeó Haga-san— ¿Huh? ¿Ha pasado algo?
—Tsk...no es nada —se acomodaba las ropas el azabache— solo un mocoso que vino a joder.
—Nhm... ¡Mah! —alzó un pequeño trozo de papel. Era más bien una invitación— solo quería informarles que he acordado una cena con el director de la productora, mañana en la disquera. Así que espero duerman bien hoy y descansen lo suficiente. Los quiero en optimas condiciones —sonrió.
Estaban todos medios sulfurados [?] así que nadie pescó al anciano. Ahq.
Habitación de hotel, 1:04AM.
Aoba se encontraba sentado cerca del gran ventanal, observando como la nieve caía y bañaba la ciudad con una majestuosa capa blanca. Sus piernas permanecían recogidas, mientras que sus brazos rodeaban parte de ellas en un abrazo suave. No podía dejar de pensar en aquellas palabras dichas por el muchacho de la tarde.
—Nos veremos pronto, Seragaki Aoba.
—Uhg.. —negó con la cabeza— que miedo me dio eso... —la imagen se repetía una y otra vez en su mente, perpetuando la perfecta forma en la que había pronunciado su nombre. De ser así, el muchacho seguramente seria japonés. ¿Y por qué no lo parecía? Ni si quiera sabia como había llegado ahí. Pregunta tras preguntas. Llamaron a su puerta— Huh, adelante —la puerta se abrió— ¿Ren?
—Disculpa —musitó algo nervioso— espero no haber interrumpido un gran pensamiento —comentario que dudaba le hiciera caso, ya que la expresión de Aoba estaba más centrada en su presencia.
—¿Como sabias que no estaba durmiendo?
—No lo sabía. Solo vine a probar suerte —tosió el azabache. A pasos inseguros fue caminando hasta el ojilino, sentándose a su lado. Sus negros orbes recorrieron el ventanal con curioseo, examinando el paisaje. Sonrió— una última gira juntos. Es como un sueño.
—Escucha Ren...
—Sé lo que vas a decirme —le paró— por favor, no lo hagas —su diestra se acomodó en la mejilla del Seragaki con dulzura— no hace falta hacer preguntas de las cuales ya sabes la respuesta.
Fue como si le hubieran arrancado las palabras de la garganta. Aoba había inmortalizado el rostro delineado de su compañero, como una escultura en la penumbra. Hacía tiempo que no estaban solos de esa forma. La mano del vocalista se deslizó a la suya, siendo el dorso de esta la clave de todo contacto. Un sutil destello en la muñeca de su contrario, se encendió como una luz en las sombras. Los dedos del Seragaki se hicieron sensibles al tacto del objeto. Era algo así como una cadena con recuerdos disimulados.
—Yokohama... —alcanzó a musitar Aoba, casi al mismo tiempo que Ren.
—Mi mejor concierto —respondió, quitando su mano de la mejilla contraria— fue un perro. El peluche de un perro azulado con un collar en forma de corazón en el cuello.
—Recuerdo cuando lo lanzaron al escenario y lo tome yo —agregó Aoba con nostalgia. Los buenos recuerdos como banda, siempre permanecerían cristalizados en su mente.
—Si —rió Ren— cielos. Estaba tan nervioso, que no pude recibirlo. Pero ahí estabas tú, para entregármelo —la viva reminiscencia de antaño, dibujaba cierta sonrisa en el joven— el show fue todo un éxito. Luego de él, fuimos a celebrar. Haga-san estaba tan emocionado, que nos pago un gran banquete.
—En mi vida había visto tanta comida —continuó.
—Es cierto —rodó aquellos negros orbes al ventanal— comimos hasta reventarnos. Luego bebimos. Tú tienes realmente mala cabeza para eso
—No te burles —comentó avergonzado el Seragaki.
Un tenue silencio regaló la conversación. Aquel recuerdo.
—Bebiste tanto, que ya no te podías los pies —continuó Ren, esta vez haciendo amago de no incomodar— todos estaban ebrios esa noche —hizo una pausa— así que te tomé de los pies y te cargue hasta tu habitación —hizo otra pausa— en la habitación comenzaste a chillar con que querías ponerte pijama.
—Ren.
—Y te lo puse.
—Ren.
—Te quité la ropa. Prenda por prenda. Hasta que finalmente no tuvieses nada puesto
—Ren...
—Y yo...no... —su mirada había conectado la suya, dando de bruces contra su rostro— no es cierto... —soltó una ligera risa— jamás te puse el pijama —los pómulos del Seragaki se habían encendido. No importaba cuantas veces haya intentado detenerle, no lo había logrado. El baterista frunció el ceño con molestia, soltando un gruñido antes de levantarse. Sus movimientos se hicieron torpes por el piso, desplazándose como si algo le cabreara en verdad— todo pasó tan rápido, y sin embargo, no me arrepentí de nada al despertar. Pero claro, entrar a la siguiente noche y encontrarte con Koukaju en la tina-...
—No era yo —Aoba se levantó de golpe, tratando de explicar con su mirada— no soy yo. ¿Que no lo entiendes? No lo soy.
—¡No me importa! —alzó la voz, tomando los brazos del Seragaki con determinación— eres tu el que parece no entender un carajo —jadeó— no me interesa que clase de cosas haga Sly. Esa noche, esa...bendita noche...no estaba el. Eras tú. Tu...Aoba.
—Cuando el toma posesión de mi cuerpo...
—No me interesa si Sly toma posesión de ti —dilucidó Ren con decisión— ni tampoco que haga con tu cuerpo. Esa noche, eras tú. Yo le hice el amor a Aoba Seragaki, no a Sly. Y es de quien, me enamoré —declaró— y de quien sigo, enamorado.
La respiración del peliazul se había vuelto cada vez más liada que antes. Si bien, Ren estaba expresando sus sentimientos a flor de piel, no era como si Aoba pudiera corresponderlos del todo. Es cierto que en aquella oportunidad, ellos dos habían acabado en una intima unión carnal; sin embargo, tener una personalidad como Sly en su interior; eso jamás le permitiría ser feliz. Su compañero tenia buenos sentimientos, cosa que quizás en ninguna parte encontraría. No iba a lastimarle.
Y tras el silencio de Aoba, el baterista soltó sus brazos, desgranando un suspiro de resignación. Buscar algo más de contacto se veía distante.
—Buenas noches —se despidió el azabache, caminando hacia la puerta. Esta fue abierta.
—Espera —le detuvo el vocalista. Sus ojos estaban escondidos en la lobreguez de su flequillo. La vergüenza le corroía por dentro— n-no te vayas...quédate un poco más.
Ren se había detenido en el marco de la puerta. Pero no sabía aun, que movimiento tomar.
—...es Aoba quien te lo pide... —aclaró.
La puerta fue cerrada. Y en el silencio de la habitación, Aoba abrazó al ojinegro por la espalda. Sus brazos rodearon su cuerpo, mientras que sus manos se desplazaron por su pecho con afecto.
-0-
19:13PM. Empresa discográfica:
—¡¿QUEEEEEEE?! —el grito que pegó Koujaku se escuchó por todos los pasillos de la oficina— ¡¿T-TU ERES EL DIRECTOR?!
—¿Qué pasa? ¿No te gusto? —comentó Noiz. Aunque un Noiz, bastante diferente al que todos habían conocido el día anterior. Esta vez vestía un terno muy elegante.
—¡¿Como mierda me vas a gustar?! ¡Mocoso! —berreó el guitarrista con molestia.
—¡Koujaku! —reclamó Haga-san— ¡Ten un poco de respeto por el director!
—Así es, anciano —sonrió el alemán— ¿No te das cuenta que yo pago tu comida?
—¡Gegh! ¡Solo eres un mocoso cabeza hueca! —protestó— ¡Yo me largo!
—No iras a ningún lado —Haga-san ya había sacado humo de sus orejas y de un solo tirón, lo sentó en el sillón— ¡Quieto!
—Gnh... tch —desvió la mirada completamente denigrado[?].
—Bueno —una gota de sudor bajó por la sien de Aoba— si debo admitir que me sorprendí un poco.
—Ahora entiendo todo —examinó Ren— la razón por la cual estaba en el ensayo.
—Así es. Tenía que ir a ver cómo iba mi inversión —le regresó una mirada algo cabreada a Aoba. Como si realmente no le agradara su presencia, lo cual, claramente intimidó al peliazul. Noiz tomó asiento en su silla y cruzó sus piernas. Bastó con que presionara un solo botón para que Clear entrara a la oficina— ven aquí. Necesito que les traduzcas
—¡Maestro! —reverenció a Aoba— y compañía~
—Tch, que grosero —masculló Koujaku— con razón. Trabajas para el enano.
—Ich horte seine...
—He escuchado... —comenzó a traducir Clear.
—¿Por qué hace esto? Si habla japonés —Mizuki no entendía nada [?].
—Solo quiere cabrearnos —refutó Koujaku, sin si quiera prestarle atención— de seguro está diciendo cosas obscenas.
—Claramente esto es un juego —suspiró Aoba. Y claro que lo hacía, ya que Noiz reía entre cada palabra que decía— Noiz...
—Su nombre es Wilhelm —aclaró el nuevo integrante a la reunión. Era un rubio, casi idéntico a Noiz— y claro que no le gusta que le llamen así —se burló.
—Ya se me quitó el apetito —comentó el director, levantándose de la silla al verle entrar.
—Él es el amo Theodore —explicó Clear— hermano del director.
—Mierda, luego se quejan de que somos todos iguales —rezongo Koujaku.
—No me imagino un mundo donde hayas dos animales como tu —ironizó el rubio mayor.
—¡¿Que has dicho cara de mono?! —otra vez a la pelea[?].
—La cena ya está servida. Por favor, vengan conmigo —expresó Theo.
-0-
—Nunca había cenado tan temprano —murmuró el bermejo, masticando una cosa rara[?].
—Estos dulces están muy ricos —agregó Ren como si nada mas le importara[?].
—Tch...no pienso comer esto —reclamó Koujaku con mala cara— esto es del diablo —igual estaba probando la carne[?].
El lugar estaba repleto. Parecía ser un centro de eventos que el mismo edificio mantenía. Muchos hombres y lo que parecían ser, artistas se encontraban ahí. Chocaban sus copas de vinos o de champagne, otros mas solo reían o comían. Una cantidad importante de hombres de terno se reunían en torno a Noiz. Parecían felicitarle por algo, ya que estrechaban su mano repetidas veces. O de vez en cuando, le daban golpes en su espalda. Aoba seguía intrigado por algo...
—Ptss...hey —llamó a Clear, quien estaba sentado a su lado comiendo como cerdo[?]— ¿Por qué no me habías dicho que Noiz era el director?
—¿Mhn? Creí que usted ya lo sabía maestro —mencionó el albino.
—Se ve un poco joven para ser dueño de todo esto...¿No te parece? —una gotita bajó por su sien.
—Lo es. Tiene solo 20 años
Aoba casi escupió su refresco.
—¿C-como es que alguien de su edad llega a ser dueño de toda una empresa? —parpadeó completamente atónito. Algo no encajaba[?].
—Pues el joven Wilhelm fue un reconocido pianista en sus años mas jóvenes. Se retiró el año pasado —explicó.
—¡Jah! Un pianista —se mofó Koujaku— instrumento de nenas.
—Oh, no. Nada de eso —Clear negó con la cabeza— el realmente es muy hábil con sus dedos. Compuso más de 500 canciones
Koujaku también escupió su refresco[?].
—Anda... —c jue a la ptm[?].
—Aun así —Aoba seguía impresionado— ¿Montar esto el solo?
—Nuestra familia tiene dinero —murmuró una voz familiar a su espalda— si así quieres llamarlo —era Theo, quien se sentaba a su lado— mi padre es dueño de una de las empresas más grandes de Alemania. No sería raro que sus hijos se hicieran cargo de parte de las ganancias ¿No crees joven Aoba? —rió— aunque mi hermano se hizo su fortuna solo. Hay meritos detrás.
—¿Montar esto...el solo...? —redundó el ojilino. Su mirada se había conectado con la de Noiz en un descuido muy torpe. Sus mejillas rápidamente se tornaron rojizas, al presenciar que el ojiverde le regalaba una expresión molesta— pues parece que no le agrado... —desvió la mirada con nerviosismo.
—No seas ingenuo, claro que si le agradas —sonrió— ¿Sabes que es lo mejor de todo? —musitó en su oído— está soltero —eso ultimo, le había provocado un escalofrió bastante incomodo al Seragaki. Theodore se levantó cogiendo solo un vaso con agua y se retiro— mis disculpas, debo atender otros asuntos. Disfruten de la cena.
Ciertamente ese comentario había sido algo espeluznante. ¿Qué quiso decir exactamente con eso?
Una mano se posó en su hombro derecho, logrando que el pobre Aoba se exaltara del susto. Era un mayordomo de la fiesta, quien le pedía estrictamente ir a sentarse con el director y sus invitados. Hubiese rechazado la oferta, de no ser por que Haga-san insistía en que fuese. Era el principal financiador de la gira. ¿Cómo rechazarle?
El Seragaki acabó sentado entre medio de un par de hombres y...el director. Quien no le quitaba los ojos de encima, como si se lo estuviese comiendo con la mirada.
Y si las miradas mataran Uu...
—Las ventas de los discos de Venolla están cada día mas altos —comentó un hombre con júbilo.
—El distrito de Ickfour declaró en la prensa... —habló otro.
Todos parecían hablar y hablar y hablar, no obstante, el rubio no quitaba la insistencia de su mirada. A lo lejos, el peliazul divisaba como sus compañeros de banda se reían y divertían, mientras él, se minimizaba cada vez más en la mesa.
Noiz había separado una copa de sus labios con sutileza.
—Déjenos solos —demandó.
No fue como si alguien refutara su orden. En cuestión, todos volaron de la mesa, dejando a ambos muchachos completamente solos.
Aoba hubiese pensado que Noiz diría algo mas, pero simplemente calló, ordenando que se sirviera el postre en su plato.
—Etto... —rascó su mejilla el ojilino. No quería sonar descortés, pero realmente estaba intrigado por su llamado— ¿Desea hablar de algo conmigo en especial?
—Soy menor que tu, no deberías tratarme de "usted" —aclaró, masticando una aceituna.
Aoba tosió. Seguía sentado en la mesa con el germano y aun no le comentaba nada. Solo comía...
—Wilhelm...
—Noiz —frunció el ceño. Aclaró.
—N-Noiz... —parpadeó muy nervioso— ¿De qué querías hablar conmigo?
—De nada en particular —se encogió de hombros.
—¿De nada...? —el peliazul estaba bastante confundido con su actitud— ¿Entonces para que me has llamado?
—¿No puedo hacerlo? —arqueó una de sus cejas.
—N-no...no me refiero a eso...
—¿No puedes acompañarme a cenar, acaso? —hostigó Noiz.
—Basta, yo no dije es-...
—Entonces no reclames —afirmó.
—Tsk... —chasqueó la lengua. Comenzaba a cabrearse de su actitud tan infantil— Gehg...¿Pero qué...?
—Tu —se detuvo de masticar, dejando a un lado los servicios. Otra vez esa mirada— ¿Quién demonios eres?
—¿Jah...? —y fue como si le hubiese caído una roca en la cabeza. ¿Qué clase de pregunta era esa? — ¿De qué hablas? ¿Esto es una broma?
—No.
—¿Como que no sabes quién soy?
—Es lo que pregunté.
—Sabes quién soy. Me nombraste ayer —aclaró muy embrollado— has financiado mi gira y dices no conocerme —ni él se la creía.
Noiz hiso un mohín en compensación a su frustración. Realmente parecía estar cabreado con su respuesta. Como si eso fuese a ayudar de algo. Desde el interior de su chaqueta negra, extrajo un panfleto del concierto y lo colocó en la mesa. El Seragaki sujetó el pedazo de papel en sus manos, apretando ligeramente la textura con sus dedos pulgares.
Mierda...
—¿Quién eres...? —redundó a la pregunta.
¿Cómo es que se había dado cuenta...?
—No se dé que hablas —murmuró en voz baja. Incluso sus labios habían temblado ligeramente al hablar— soy el vocalista de EVOL. Lo dice la imag-...
—No quieras verme la cara de idiota, Aoba —recalcó en un tono amenazante. La voz del alemán era un poco mas ronca de lo normal— tú no eres el del cartel. Tu...no eres Sly.
Casi en cuestión de segundos, el peliazul se levantó de la silla con las intenciones de huir de ahí. Sin embargo, automáticamente fue detenido por la mano del director, quien apretó su brazo con potestad. Todas las miradas se congelaron en la escena, incluso los integrantes de la banda. El aura se volvió tensa por unos instantes, solo hasta que Noiz soltó su brazo y acomodó los botones de su chaqueta.
—Ven conmigo —ordenó.
—¿A-a donde vamos...?
—A un lugar más privado —explico.
Aoba obedeció cabizbajo. Después de todo, era su carrera la que estaba en juego. No sin antes, regalarle una mirada de auxilio a Ren.
—¿Aoba...?
-0-
Esta vez, se encontraban en una habitación completamente distinta a la anterior. Parecía una librería, llena de estantes antiguos. Una gran chimenea y hasta un piano, adornaban el lugar. Los grandes ventanales dejaban ver la nieve caer en aquella relente noche. A juzgar por la altura, seguramente estaban en el último piso del edificio. Noiz había cerrado con llave, por lo que sería imposible escapar de ahí si quisiera. Si bien, Aoba estaba algo estremecido, no era como si tuviese sospecha de salir lastimado.
El rubio sirvió algo de Whisky en dos vasos y se sentó en el sofá, ofreciéndole asiento a su contrario. Cruzó una pierna sobre la otra y suspiró.
—¿Y bien?
Sabía que no podría huir de su pregunta. No podía ya, ocultarle la verdad al director. Tampoco lo encontraba justo.
—Yo... —tragó algo de saliva. Parecía estar entretenido observando los hielos de su trago. Las palabras no querían fluir del todo— este...no sé por dónde empezar.
—Podrías empezar, por decirme que posición te gusta mas
—...¿eh?
¿En serio me está preguntando esto?
—¿Qué pasa? ¿Nunca has tenido sexo? —se burló, bebiendo un sorbo— coito, copulación, fornicación. Como quieras llamarlo.
—¿E-es necesario hablar de esto? —estaba como un tomate ya, completamente perturbado— n-no tengo por qué responder es-...¡Egh! —pero antes de que terminara de hablar, Noiz ya le había acorralado con todo el peso de su cuerpo, contra el sofá. El vaso cayó a la alfombra, siendo desperdiciado todo el licor— ¡¿Que estas-...?!
—Eres una farsa, Seragaki Aoba —masculló entre dientes, sus labios casi rozando los suyos— pagué por Sly, no por ti.
—¡Ghn!... —le empujó un poco hacia atrás, combatiendo— ¡¿Pagaste?! ¡Hablas como si fueras mi dueño!
—Yo, soy tu dueño. Te compré a un muy buen precio —su nariz rozando la suya. Acarició su sien con el dorso de su mano con sumo cuidado— cada ropa que vistes, cada comida y trago que bebes, cada paso que das, desde que llegaste a Alemania, es gracias a mi.
—¡¿E-estas demente?! —Aoba estaba completamente tocado con su declaración. Lo primero que se le vino a la mente: psicopata. Y si bien, quería empujarle a la mierda, algo en su interior palpitaba con fuerza. Como si su propia voz deseara salir a flote.
—Pagué por Sly...y es lo que me darás.
—¡Sly no existe...! —refutó, siendo interrumpido por un beso profundo en sus labios. La sensación que antes atormentaba su pecho, ahora se incineraba como un fuego voraz, consumiendo sus entrañas. ¿Qué es esta sensación que nubla mi vista? Mis sentidos...cógelo. ¡No! La lucha por intentar separarse de sus labios fue inútil. La húmeda lengua de Noiz ya recorría cada rincón del interior de su cavidad bucal, y Aoba realmente parecía ir doblegándose al estimulo. Cógelo. Tómalo. Es tuyo — n-no quiero... —negó apenas tuvo la oportunidad, ya asfixiado en su propia saliva. Siente lo duro que esta. La mano de Aoba cayó inevitablemente a la entrepiernas del rubio, notando el espoleo genital a flote— s-si...e-s-t-a... — Déjamelo a mí.
El cuerpo de Noiz cayó directo contra el sofá, siendo avasallado de besos; llenos de lujuria por parte el Seragaki. Como si jamás en la vida hubiese hecho eso. El ojiverde le tomó de los muslos y lo sentó sobre las teclas del piano, comiendo su cuello como animal hambriento. El ojilino desgarró los botones de su chaqueta, quitando su camisa con violento deseo.
—Esos ojos... —jadeó Noiz.
Justo lo que quería...
—Hablas mucho —demandó Sly, quitando los pantalones de su contrario— muéstrame lo que tienes —aclaró con picardía, casi estrujando el bulto de Noiz, por sobre el bóxer de este, a lo cual, el alemán respondió con un gruñido doloroso. Eso le había gustado.
Casi sin soportar el fuego de su cuerpo, ambos acabaron completamente desnudos en aquella habitación. Y abriéndose paso en su interior, Noiz dio inicio al incontrolable; casi frenético vaivén de embestidas.
Una infame lagrima rodó por la mejilla de Aoba...
No puedes evitar ser, quien eres...
-0-
11:09PM. La fiesta había terminado y los invitados se retiraban del lugar.
—¿En dónde está Aoba? —examinó Ren muy preocupado. En realidad todos lo estaban. Desde que había desaparecido del banquete que les resultaba sospechoso su no, regreso. No basto mucho más para que el peliazul apareciera de entre los pasillos. Su rostro estaba pálido, compungido y caminaba extraño. Como si le hubiesen golpeado. Se abrazaba a sí mismo, algo tembloroso; sus ojos algo rojizos— ¡Aoba!
—Aoba. ¿Estás bien? ¿Qué te hicieron? —Koujaku ya tenía ganas de masacrar a alguien— si ese niñato rubio te hizo algo malo...
—No tengo nada... —negó con la cabeza, completamente rendido— solo bebí mucho —claro, beber mucho le deja despeinado[?]— estoy muy agotado, quiero regresar al hotel —y sonrió con desgracia.
—El vehículo nos está esperando afuera —expuso Mizuki.
Si bien, Aoba era muy malo para fingir, su silencio sepulcral fue lo más delatador que podría haber expresado durante el trayecto. Apenas se adentraron al apartamento, el peliazul se encerró en su cuarto, dejando llave en la puerta con la excusa de que estaba muy ebrio. Lo primero que hizo, fue quitarse las ropas a duras penas -como si no fuese suficiente no poder sentarse del todo bien- y se metió a la ducha. El agua, aun salía mezclada con los restos de su amante nocturno, cosa que le desagradaba aun mas.
No
Se recostó sobre la cama, abrazándose a sí mismo, incluso con el cabello aun húmedo. Su dedo índice recorrió sus labios con delicadeza, sintiendo aun, el sabor de los besos de Noiz. Sentimientos encontrados invadieron la penumbra de su habitación. Por un lado, se odiaba así mismo, pero por el otro...
—¿Por qué lo niegas? Lo gozaste.
—Lo goce...
—Aun puedo sentirlo dentro de mí.
—Aun puedo sentir su semilla, caer...
—Caliente.
—Sí.
—Su lengua lamiendo mis tetillas.
—Mis tetillas...
—Acéptame de una vez. El deseo...
—El...deseo... —Aoba cerró los ojos.
-0-
—Hermano —murmuró Theodore en la media luz de la chimenea— Aoba-san se ha marchado ya con los otros integrantes de la banda.
Noiz se encontraba sentado en el taburete del piano a medio vestir; su camisa semi abierta, sus cabellos algo despeinados, la mirada clavada en las teclas del instrumento, los labios entreabiertos. No parecía despegarse de lo que en efecto, robaban su sueño.
—Hermano...
—Lo quiero —murmuró el rubio mayor con total impunidad, tan solo girando los ojos a su familiar— lo necesito.
—¿Estás seguro...? —Theodore tragó saliva.
—Quiero a Aoba —declaró.
-0-
Mansión familiar, 13:15 PM. Un montón de hojas cayó al escritorio de un hombre de cabellera rubia, bastante mayor. El padre de Noiz.
—¿Mhm? ¿Qué es esto? —examinó con malos aires.
—Una nueva composición —aclaró Noiz. Se retiró del lugar.
El mayor parecía haber visto un fantasma. ¿Cómo era posible? Hacía más de dos años que Noiz se había retirado de la música. ¿La razón? Perdida de la inspiración. Habían intentado de todo, desde clases de música, hasta baños terapéuticos; tratamiento con pastillas. Y nada de lo que hicieran, podía devolverle la vida a sus melodías. Hasta ese día...
—...es perfecta —mencionó el progenitor, hojeando la partitura— una obra maestra... —trató de detenerle, pero ya se había ido— ¡Wilhelm!
A la salida de la gran casona, el vehículo le aguardaba.
—A dejado de nevar —comentó el rubio, observando las nubes en lo alto.
—¿Señor? —parpadeó el chofer. No era como si el germano se preocupara por el clima[?]
Noiz dejo escapar un suspiro tibio de entre sus labios. Y no era uno de cansancio. Extrajo del interior de su chaqueta aquella propaganda, donde el rostro del Seragaki era le primicia. Su dedo pulgar, masajeo el sector donde su boca se encontraba.
—Inspiración... —y una sonrisa ligera se formó en su rostro.
-0-
Alguien llama a la puerta. Es Koujaku.
—Ahm. ¿Aoba? ¿Estás bien? —se asomó el azabache.
El Seragaki parecía algo ido por el paisaje que reflejaba su ventana. Casi no nota la presencia del guitarrista. Asintió.
—Etto...los muchachos y yo estamos algo preocupados por ti —rascó su nuca— desde que volvimos del banquete en la disquer-..
—No me pasa nada —y sonrió con calidez— todo está bien, Koujaku.
—Esa debe de ser la sonrisa mas hipócrita que he visto en mi vida —suspiró— bueno, no te voy a mentir —agregó, acercándose a su lado— yo estoy más preocupado que los demás —aquellos orbes carmesí, danzaron de un lugar a otro por todo el cuerpo de su compañero. Por alguna razón, se veía más brillante de lo normal. Aoba no hizo comentario alguno respecto a su declaración. El guitarrista tragó algo de saliva— ¿No quieres ir a dar una vuelta? No hemos salido mucho a recorrer la ciudad.
—¿Estás seguro que podemos? —parpadeó con algo de inocencia.
—Ah, ese es el Aoba que conozco —rió— Jyagh...claro que podemos. Haga-san dijo que debemos cubrirnos bien y ya. Anda, arréglate. Te espero en el vestíbulo.
Calles de Berlín, 15:23PM. Ambos caminaban con un café en las manos.
—Haga-san nos dio libre el día de hoy —comentó Koujaku soplando el liquido— ya era hora de un descanso. No sé cuánto tiempo llevamos ensayando. Este frio...
—¿Haga-san nos lo dio? ¿O tu se lo pediste? —examinó Aoba con travesura— creo que más lo segundo. Aun recuerdo cuando recién comenzábamos con la banda, eras el más flojo de los 4.
—Bueno, bueno —rascó su nuca algo incomodo por su declaración— no me gusta que tengas esa imagen de mí, me hace ver como un holgazán.
—Lo eres, pero es de cariño —rió.
—Mis formas de trabajar son diferentes, es todo —Koujaku si admitía ser un flojo culiao[?].
Se sentaron sobre una banca. Al menos había dejado de nevar, más aun, la nieve estaba por lejos desaparecer de la acera. El mayor, mantenía los labios algo apretados de hacía rato, y es que claramente tenía algo atorado en la garganta que quería expresar, todo claro con lo ocurrido la noche anterior. No era que sintiera celos del todo, pero seguía pensando en lo misteriosa que fue la desaparición de ambos. Tanto del director como del vocalista.
—Oye Aoba...
—¿A quién prefieres? —interrumpió el peliazul.
—¿Huh?
—¿A Sly o Aoba? —examinó como si fuese la pregunta más normal de la tierra. Koujaku frunció el ceño con desagrado, su pregunta no le había gustado para nada— aquí vamos de nuevo —suspiró.
—Sabes muy bien cuál es mi posición respecto a eso —explicó, dando contrariedad a su modesta pregunta— no existe Sly o Aoba como individuos, ustedes dos son la misma persona. Sly es tu nombre artístico.
—Koujaku —era Aoba quien fruncía el entrecejo ahora con desazón— me conoces desde que era tan solo un niño. ¿Cómo puedes seguir pensando así? Esto es ridículo.
—Ridículo es pensar que son dos personas distintas —chasqueó la lengua el azabache— claro que te conozco desde pequeño. Y creo ser el único que conoce tu pasado de esa forma, pero el hecho de que reniegues parte de ti, no crea una personalidad distinta —su diestra acabó frotando su muslo para entrar en calor— tu eres el que no lo ve.
—El director lo sabe —declaró Aoba.
Koujaku guardó silencio por unos segundos algo anonadado por la noticia.
—Es la razón por la cual nos retiramos a hablar en privado —mencionó sin preocupación alguna. Tomó un sorbo de su café, observando a la gente pasar— él sabe que Sly y Aoba no son la misma persona.
—Tshh...tonterías. Ese mocoso no sabe nada —refutó el mayor— de seguro ni sabe donde tiene la verga —se bufó con desazón.
—Lo sabe, Koujaku. ¿Para qué demonios mentiría? —chasqueo la lengua— odio cuando te pones así de terco —aguardó silencio antes de reincorporarse— además... —sus pómulos tomaron un tenue color carmesí— si sabe muy bien donde la tiene...
Tal y como lo había imaginado. El azabache apretó sus rodillas con algo de impotencia. Su café, casi no humeaba calor.
—¿Tu y él...?
Aoba asintió.
—No sé por qué no me sorprende —sonrió insatisfecho.
—¿Que insinúas? —arrugó el entrecejo.
—¿Quien fue? —curioseó Koujaku algo rendido— ¿Sly o Aoba?
—¿No habías dicho que no existía Sly? —se mofó el peliazul.
—Ghn...
El Seragaki se levantó del banco y bebiendo un último sorbo, lanzó el vaso de cartón a un basurero.
—Fueron ambos —declaró, alejándose a caminar.
—...
En momentos así, ni si quiera me importó mucho perder de vista a mi compañero. Estaba muy cabreado con sus preguntas. Si Koujaku deseaba seguir engañándose así mismo, sería su condena. No la mía. Caminé sin un rumbo fijo por las calles de Berlín, procurando no dejar entrever mi cabello o mi rostro del todo.
Mis pies me habían llevado a lo que parecía ser una tienda de discos y videojuegos al mismo tiempo.
—¿Morphine? —leyó. En cuestión de segundos, Aoba ya se encontraba dentro de la tienda. Justo detrás de una góndola mediana, estaba su rostro, junto con los integrantes de su banda. Sus discos se estaban vendiendo como pan caliente, algo que realmente le impresiono mucho. Un par de muchachas pasaron por su lado, provocando que el ojilino se escondiera aun mas en sus ropas, no obstante, no fue lo suficiente al momento de chocar con alguien— Itt-...disculpe... —reverenció muy nervioso, intentando huir de ahí[?].
—Vaya...pero miren quien decidió visitar nuestra tienda —comentó un muchacho de cabellera rubia y anteojos negros— Seragaki Aoba...o debería decir... —musitó más bajito— Sly...
Mierda.
—Di-disculpe...debe de estar confundiéndome con alguien más —negó el vocalista— con permiso —volvió a chocar con otra persona, que increíblemente tenía un parecido brutal con la primera, solo que no usaba anteojos.
—¿Te lo han dicho antes, no? El secreto de tu voz —comentó el rubio menor— es la clave de tu éxito. Hipnotizas a cualquiera.
—Ya les he dicho que no se dé quien habl-...
Tarde. Fue arrastrado por ambos hombres hasta detrás del mostrador. No parecían ser malas personas, solo...algo perturbados[?]. Su rostro fue descubierto.
—Tranquilo Aoba-kun, somos tus fans —explicó Virus.
—Así es, Aoba-san ¿No ves que te hicimos una góndola especial para tus CDs? —expresó Trip— amamos tu trabajo.
—Tch...demonios. ¿Cómo es que supieron quien era? —despabiló Aoba— si salgo así afuera...ellas —una gota se deslizó por su sien.
—No te preocupes, tu secreto está a salvo con nosotros —murmuró Trip con seriedad.
—No queremos compartirte con nadie —bromeó Virus.
Ya comenzaba a hacerse algo incomoda la incursión de los gemelitos. Koujaku había caído del cielo cuando entro a la tienda. Venia siguiéndole de hace algunas cuadras atrás. Bastó con una mirada sagaz, para que el peliazul huyera con el mayor de la tienda. Aunque claro, para ambos fans del vocalista, ese encuentro no había sido para nada casual.
—No vas a creer quien visitó nuestra tienda hoy —mencionó Virus en su Coil.
Ya a eso de las 18:00, ambos jóvenes habían regresado al hotel. Se entendía que Aoba, siendo el vocalista de una banda tuviese muchas fans, pero él no solía recibir regalos, ya que odiaba el spam o toda clase de entregas a domicilio, por lo que las tenia prohibidas. No obstante, y a pesar de todas las precauciones tomadas con anterioridad, un extraño paquete envuelto en cinta roja yacía sobre su cama. ¿Cómo llegó ahí? Seguiría siendo un misterio.
Titubeo por unos minutos si abrir o no el extraño embalaje. Podía ser de todo, desde una bomba hasta quien sabe que. Aoba comenzaba a tener sus aprensiones al tema. Para aumentar la tensión de la intriga, todos los integrantes tomaban siesta a esa hora, por lo que una broma estaba lejos de suscitarse.
Su dedo pulgar se paseó por la etiqueta, tirando suavemente de esta hasta que el envoltorio se retirara por completo.
Para su sorpresa, solo se hallo de frente con una tarjeta que contenía un código de 4 dígitos. ¿Para que querría un código de 4 dígitos?
—Sabes lo que significa
[Flashback]
Aoba se vestía sin prisa alguna. La chimenea aun destellaba chispas de la velada. Noiz permanecía pegado a su cuerpo, contorneado por la escarlata del entusiasmo. Sus pequeños ojos obscenos, danzaban a sus movimientos, casi embelesado.
—Eres... —musitó el alemán— muy hermoso.
El Seragaki no decía nada. Sus pómulos permanecían hinchados de la vergüenza. De lo cual, no parecía para nada arrepentido. Apenas si, sus fosas nasales tragaban el aire con destajo.
El director se había levantado de aquella butaca de madera, extrayendo del bolsillo de su chaqueta un pequeño pañuelo de tela blanco. Limpió la comisura de sus labios, borrando cualquier rastro de incauto delator. Las pequeñas gotas de su semilla, caían al suelo como una llovizna, siendo deslizadas por entre las nalgas del peliazul. Nada que no pudiese recordar.
El rubio había quitado la llave de la puerta y con ella, le dejaba libre el camino. Antes de que Aoba saliera por completo de la habitación, el germano musitó en su oído.
—Vas a volver —su tibio aliento extasiado, chocó contra su oído sin premuras— nos volveremos a ver. Aoba.
[Fin Flashback]
No era un simple código. Era la combinación de una habitación. El director quería volverle a ver. No caería en su juego. La tarjeta fue dejada dentro de su velador.
A la mañana siguiente:
—Muy bien chicos —aplaudió Haga-san— una vez más. Desde el principio.
—Haga-san —protestó algo agobiado Mizuki— ¿Es necesario? llevamos toda la mañana ensayando —y no era el único cansado.
—Es necesario —asintió el mayor— ¿Acaso olvidan que día es mañana? Es el concierto. Estamos apenas comenzando y ya se están quejando. Que chicos...
—Sí pero, es que ya no siento mis dedos —agregó Koujaku. Sus dedos dolían por el frio, las cuerdas parecían cercenar sus yemas.
—¡Una vez más! —animó el manager— 3...2...1...
La música comenzó a sonar y los pies de Aoba iniciaron una danza suave por la madera. No llevaba ni un minuto de canción, cuando una sutil desafinación, provocó un sonido agudo en los instrumentos.
—Tú puedes Aoba-san. Concéntrate —alentó Haga-san.
—Yo sé que puedo. Solo necesito concentrarme —pensó el Seragaki, exhalando mucho aire.
—¡Mas! ¡Dame más!
—Ghn... —se quejó entre pautas. Las imágenes de aquella noche, volvían a torturar su concentración.
Los integrantes de la banda, hacían su parte con auras de desconcierto. Ciertamente Aoba no estaba en su mejor día, puesto que hasta llegaba a equivocarse incluso en algunas partes de las letras. Y como si eso no fuese suficiente, el sonido de la puerta principal interrumpía el ensayo. Era Noiz, quien junto con Clear, venía a supervisar el ensayo.
Aoba simplemente, olvidó la letra, callando cualquier clase de sonido. Sus orbes se clavaron en los del germano como si hubiese vaticinado el fin del mundo. Haga-san detuvo el ensayo.
—Así no se puede —reclamó el mayor, negando con la cabeza— nos tomaremos un descanso de 15 minutos.
—Lo-lo siento...chicos —comentó cabizbajo el vocalista. Sus compañeros parecían entenderle. No le meterían presión. Ren acarició su espalda con calidez, negando con la cabeza. "No pasa nada" murmuró— gracias.
Noiz había llamado a todos los integrantes a una reunión para explicarles los últimos pasos. Mañana era el gran día, y había mucho dinero de por medio. Al parecer, estaba siendo demasiado profesional para la ocasión, ya que en ninguno momento le dirigió la palabra directamente a Aoba. Y si lo hacía, eran ordenes cortas, precisas y concisas. ¿A qué demonios estaba jugando el rubio? ¿Ahora resulta que venía a ignorarlo? Fue como si le hubiesen apuñalado por la espalda. Mas bien, por todos los ángulos.
El director había traído a los ejecutivos de producción para que verificaran el sonido, la luz, etc. Y mientras Aoba tomaba el descanso con sus compañeros, la inevitable manera en que sus ojitos ámbar perseguían al Alemán parecía no acabar. La forma en la que hablaba, en la que movía sus brazos, incluso cuando se agachaba a ver los cables. Todo, absolutamente todo pasaba delante de sus ojos con cierto disgusto. El Seragaki apretó su botella de agua.
—Aoba —redundó Ren— ¿Sucede algo? Llevo dos minutos tratando de captar tu atención
—Ah... —despabiló— discúlpame. Es que recordé algo —volteó la vista al azabache— ¿Me decías?
—Te decía, que mañana tendremos que desayunar más temprano de lo habitual-...
Ren hablaba y hablaba y hablaba, pero para Aoba, sus labios parecían subir y bajar sin llegar a nada. Y ya para cuando regresaba la vista a Noiz, este, ya no estaba.
La tarde cae lenta en Berlín y las entradas ya se han agotado. El gran día se acerca. Y no es como si el Seragaki ande muy pendiente del concierto que dará mañana. Mantenía su vista pegada al techo, con la tarjeta entre sus dedos.
—¿Por qué me habrá ignorado? —se cuestionó— ¿Será porque no asistí a su cita? —volvió a pensar en la posibilidad de que estuviese molesto. Pero...¿Qué demonios? Si no eran nada. Ni si quiera novios. El tema comenzaba a cabrearle. No porque se acostara una vez con alguien ya tenía que ser su dueño, eso era ridículo. Dar mas y mas y mas vueltas, no solucionaba su malestar— ¡Que bronca! —se levantó de la cama a punto de tirar la tarjeta. Tocaron su puerta— adelante.
Era Mizuki.
—Aoba, el director nos ha convocado a una reunión. De paso cenaremos con el —anunció— será mejor que te cambies rápido.
—Tch...ese director —masculló entre dientes. Era un mimado.
La premier se celebrara en la disquera con algunos que otros invitados importantes, inversionistas más que nada. Y si bien, parecía una gala en honor a EVOL. Un anuncio importante seria dado en el escenario principal.
—¡Damas y caballeros! —aclamó el joven— ¡Nos complace en anunciar, que nuestro director ha regresado a la academia, con un nuevo single!
La multitud alababa y aplaudía el anuncio como si fuese lo máximo de todos los tiempos. A decir verdad, nunca había escuchado alguna composición de Noiz. No, hasta esa noche, en la que el podio principal se alzaba para dar una demostración de su talento. Vistiendo tan solo un tuxedo blanco, el rubio inicio la melodía a movimientos suaves y tersos por las teclas del piano. Fue como si realmente estuviese escuchando la canción de los dioses.
—Joder, es bueno —examinó Mizuki algo impresionado por la melodía— ¿Ya lo viste Koujaku?
—Tch ¿A quién cojones le importa? —protestó en respuesta.
—Es hermoso... —llegó a musitar Aoba, siendo interrumpido por una presencia familiar a su lado— ¿Theo?
El rubio menor traía consigo una copa de champagne en su mano. Sonreía.
—Puede que pienses que no es la gran cosa —mencionó el germano, haciendo hincapié a la presencia de su hermano sobre todos los asistentes— pero hacia más de dos años, que Wilhelm no componía nada.
—¿Dos años...? —reboso el Seragaki. Ahora entendía por qué Clear había mencionado que se había retirado. ¿Falta de inspiración? Sus ojos rodaron al director con algo de admiración— ¿Que es lo que ha pasado?
Theodore tragó parte del liquido que yacía en su boca y le regaló una sonrisa cálida. Su pregunta sería realmente fascinante de responder:
—Tú. Aoba-san. Eso es lo que ha pasado.
¿Yo? ¿Que tenía que ver yo, con la inspiración de Noiz? Las luces del recinto tomaron parte de la velada y el director se despedía ya de su corta presentación. Era hora del brindis y de la cena.
Infructuoso hubiese sido el intento de Aoba por armar el rompecabezas de ideas. Theodore, el hermano menor de Noiz, declarando algo así como la muerte anunciada de su hermano mayor; definitivamente tu, eres su inspiración. ¿Era producto de lo ocurrido aquella noche?
El golpeteo del cuchillo mantequillero sobre el cristal de una copa antigua, interrumpía las secuelas mentales. El director, se retiraba de la mesa con la excusa de estar ya, muy agotado.
La posibilidad de entablar una conversación con el germano se limitaba ahora. Inconscientemente, Aoba apretó el tenedor que yacía a su derecha, levantándose también.
—Discúlpenme —anunció el ojilino.
—¿A dónde vas? —investigo Ren— servirán el postre.
—Tengo que ir al baño.
Mentira.
Si tan solo Noiz hubiese sido menos prudente en sus acciones, quizás Aoba no hubiese picado en su timo. Pero picó. Y a los pocos minutos de haberse alejado del gran salón, sus ingenuos pies le conducían hasta la oficina del director, en donde antes, ya le había visto entrar. No habían guardias ni mucho menos guardaespaldas en la puerta. Seria fácil escabullirse y exigir explicaciones del porque, su indiscreta actitud frente al Seragaki.
Se detuvo en frente de la puerta, titubeando si realmente deseaba golpearla o no. Su puño tembló, vacilando hacia adelante y hacia atrás. No iba a hacerlo. Regresaría a la mesa.
Tarde fue ya, su resolución, puesto que la puerta ya se había abierto y era el mismo Noiz, quien le recibía.
—Sabía que volverías —decretó el rubio, con una sonrisa ególatra en su rostro.
—Mierda. Ah... —negó Aoba— no sé de que hablas. Solo me perdí. Estaba buscando el baño.
—Has llegado al lugar indicado. Yo tengo baño.
Y de un jalón de brazos, lo tiró hacia dentro, olvidando por completo llavear la puerta.
—¡Noiz! —protestó. Aunque demasiado lento para ser el propio Aoba, ya que el ojiverde le tenía contra su escritorio. Demasiado cerca de su cuerpo. Su diestra formó una separación entre ambos, apoyándose en el pectoral del director— es-espera...no he venido a lo que crees.
—¿No? —dudó Noiz. Su nariz se espaciaba por su cuello, olfateando su aroma— yo diría que sí —jadeó.
—Solo he venido a aclarar —tragó saliva el Seragaki. Sus mejillas completamente rojas— lo que está pasando.
—¿Y que se supone que está pasando? —sus hábiles dedos ya habían desabotonado su chaqueta.
—Esto... —titubeó Aoba, intentando oponer resistencia entre convulsiones— esto. Es un error. Yo solo...
—Hablas mucho —murmuró el rubio, casi arrastrando las palabras. Sus manos le habían sentado sobre el escritorio de forma que sus piernas le impidieran el paso— se que lo extrañas. Puedo olerlo.
—¿O-olerlo? —¿Realmente se podía oler eso? Y pensar que se había dado una ducha antes de venir. Si su piel expelía cierta cantidad de feromonas así... — b-basta...detente —no parecía hacerle caso. Ni si quiera escuchaba. Noiz estaba más concentrado lamiendo sus tetillas por encima de la playera que cualquier otra cosa. Las manos del Seragaki jalaron su nuca hacia atrás, simplemente apartándolo en definitiva— ¡Noiz! —bramó.
Wilhelm soltó un gruñido insatisfecho. Ambas miradas se conectaron mutuamente, aunque la del peliazul estuviese un poco mas ansiosa, producto de una estimulación previa en sus atributos.
—¿Por qué me has ignorado? —indago el vocalista con dejo de inocencia— todo el día...
—No te he ignorado —contestó seco.
—Si lo hiciste.
Noiz chasqueó la lengua, gesticulando un mohín. Se separó un poco de su cuerpo, para ir un pequeño estante de madera y extraer hielo, un vaso y algo de licor. Bebió.
—¿En dónde está Sly? —inquirió el alemán.
—¿Que tiene que ver Sly con mi pregunta?
Tardó unos segundos en contestar.
—Eres muy molesto.
—¡¿Y eso a que viene ahora?! —chilló el Seragaki— ¡¿Por qué demonios me ignoras?!
Noiz mordisqueó el hielo con lentitud. Los sonidos de su boca, provocaban cierto erotismo en su mirada. Fue entonces cuando Aoba captó.
—Sly no va a venir —anunció— si es eso lo que estabas buscando obtener de mi.
En efecto. Era eso lo que el ojiverde deseaba sacar. Provocación. Su interés estaba comenzando a irse por el WC. y es que Aoba no estaba cooperando con sus intenciones.
—Necesito que venga —demandó Noiz.
—No vendrá.
—Ghn... —el vaso de vidrió golpeó con fuerza el escritorio, quedando a solo centímetros de su contrario. No le estaba gustando para nada su juego. Y la razón era muy simple. Aoba había descubierto la razón del porque, le necesitaba. El era su inspiración ahora. Su musa. Fue en una de esas miradas brutales, en las que el germano se sintió menudo y pequeño. Como si el peliazul absorbiera sus fuerzas o vitalidad. Seguramente Theo había intervenido en algo y le había contado su pequeño secreto. Masculló— no me gusta que sepan tanto de mi —le estaba revelando la verdad, mostrando su lado más débil.
—Yo, soy Sly —declaró Aoba, sujetando sus mejillas con ternura— y si realmente lo quieres a él, tendrás que aceptarme a mí también —no iba a permitir que semejante talento se desperdiciara solo por un mal entendido de identidades. Además, era Noiz quien financiaba su gira. Su última gira. Y si llegaba a enamorarse de quien no existía, jamás se lo perdonaría— te ayudaré a componer.
Muy típico de Aoba, querer ayudar y rescatar al mundo. Noiz parpadeó atónito ante su declaración. Quizás lo más sensato hubiese sido brindar por aquella cálida sonrisa que el Seragaki le estaba entregando en aquel momento, mas no era como si los sentimientos tuviesen lugar en su cabeza. No para el fuego que le estaba consumiendo por dentro, lacerando aquellos labios que a gritos, pedían por los suyos.
—Creo que me gusta. Noiz —murmuró Aoba.
—Creo que me gusta. Aoba —murmuró Noiz.
Como si el tiempo realmente hubiese importado en aquel beso. Ni si quiera sus labios tenían la fuerza suficiente para detenerse y dar tregua a la contienda que comía su boca con ferocidad. No hasta que...
—A-Aoba...
Esa voz...
Ambos se separaron de golpe. La puerta se había abierto lo suficiente como para dejarle entrar y presenciar la escena con sus propios ojos; ambos ligeramente adoloridos por la imagen.
—Ren... —musitó Aoba.
