Disclaimer: How to train your Dragon no me pertenece, es propiedad de Cressida Crowell y de Dreamworks, esto lo hago sin fines de lucro.

Aviso: "Este fic participa en el Reto #2 "AU's por doquier" del foro La Academia de Dragones"

Número de Palabras: 1159

Nota de la autora: Es el primer fic que me animo a subir, espero y sea de su agrado. Hay otras cosas que diré al final.


El fantasma de los ojos verdes

Astrid Hofferson tenía una "habilidad" sí entre comillas ella preferiría llamarlo: desgracia, maldición, mala suerte, etc. Pero para las personas al parecer eso era tener una "habilidad", ella podía ver fantasmas desde que nació o al menos desde que tiene memoria, su recuerdo más claro de cuando era una niña y cuando comenzó a ser consciente de su "habilidad" fue en funeral de su tío, tenía como 5 años; recordaba muy bien las palabras de su madre cuando le preguntó ¿por qué estaban todas estas personas en casa de su tío? Y ella simplemente respondió:

—Astrid cariño tío Finn ya no está aquí- obviamente Astrid no sabía a qué se refería porque ella veía a su tío sentado en su sillón —pero mami tío Finn está aquí —hablo la niña su querida madre la vio con pena pensando que a su hija le estaba afectando la muerte de Finn (tonta de su madre), su tío al percatarse de esto solo la vio con tristeza y desde ahí comenzó a ser consciente de su "habilidad".

Desde ese momento Astrid aprendió muchas cosas sobre los fantasmas: Primero la mayoría de los fantasmas lucían como personas normales o como "vivos" (excepto los que habían asesinado de forma brutal y probablemente su familia no había encontrado del cuerpo) y ella aprendió a diferenciarlos de las personas vivas, con el tiempo simplemente la práctica hace al maestro ¿no?. Segundo los fantasmas no hablan (a decir verdad, esto la reconfortaba) ya tenía suficiente con verlos. Tercero los fantasmas son conscientes de que están muertos, y aunque muy pocos lo logran sí pueden pasar al más allá (gracias a los dioses que su tío pudo hacerlo). Cuarto, no debe dejar que los fantasmas sepan que ella puedes verlos o comenzaran a perseguirla y Astrid ha aprendido que no debe inmiscuirse en esos asuntos, los vivos no deberían remover las cosas en el mundo de los muertos porque las cosas NO saldrán bien.

Así que ella con esas reglas esenciales, había otros puntos como "no estar cerca de hospitales, cementerios o iglesias, porque había muchos muertos en esos lugares y era difícil disimular el hecho que vez personas muertas", pero volviendo a los puntos principales Astrid podía tener una vida "normal".

Ella estaba extasiada porque pudo entrar a la universidad que tanto quería, Oxford, a estudiar la carrera de Historia y no solo eso, ¡también consiguió una beca! Tenía una compañera de cuarto bastante pintoresca, su nombre es Ruffnut Thorson; a Astrid le cae bien la chica a pesar de que solo llevaba aproximadamente 2 meses en la universidad y que sus horarios estaban cruzados por lo cual no tenían mucho tiempo de hablar, pero le agradaba.

La universidad le parecía bastante llamativa, ya que pudo ver algunos fantasmas con un aire bastante victoriano y eso le gustaba. Aunque se sentía un poco mal por tener ese tipo de sentimientos, pero vamos; no pueden echarle la culpa es la fantasía de cualquier historiador: los edificios antiguos del lugar y los fantasmas con su ropa antigua la hacían sentir unos cuantos siglos atrás.

Solo había una cosa que a Astrid no le gustaba desde que llego a Oxford. El fantasma de brillantes ojos verdes, curiosos y muy inquietantes, él era tan extraño la primera vez que lo vio ella casi no se da cuenta que era un fantasma hasta que paso a su lado. La última vez que lo vio casi se delata a sí misma y eso solo fue hace un par de días: Ya había oscurecido y la biblioteca estaba por cerrar, tenía tarea sobre la II guerra mundial y quería pasar por el Diario de Ana Frank para su ensayo, y ahí estaba él al final del pasillo por una fracción de segundos estuvo a punto de gritar. Tuvo que reprimir sus instintos empezó a buscar y una vez que lo encontró tomo el libro y se fue como si nada, pero fue tan difícil porque él la miro en todo momento.

No es que Astrid no tenga experiencia en ese tipo de situación, pero ¡joder! ese fantasma le ponía los pelos de puntas y eso solo le había pasado pocas veces; pero él era diferente también la hacía sentir en peligro, como cuando tu cuerpo te dije algo como: "corre, aléjate, vete".

Hoy era viernes y a Astrid le encantaban los viernes, a diferencia de los demás no era por ser fin de semana, a ella le gustaban porque ese día a primera hora le tocaba "Historia de la era vikinga". Salió de su habitación. Ruffnut no estaba se había quedado con su hermano o algo así le había dicho el día anterior y cuando iba a medio andar recuerda que debía entregar el libro que había tomado de la biblioteca, entro a su habitación toma el libro que dejo sobre su cama.

—Hola Astrid —habló una voz a su espalda —ella giro la cabeza tan rápido que pudo haberse desnucado y lo que vio la dejo anonadada, sentando en la cama de Ruffnut era el fantasma de los ojos verdes —así es como te llama la otra chica rubia, ¿verdad?

—¡¿Qué rayos?! Se supone que ustedes los fantasmas no pueden hablar ¿Por qué lo haces?, y ¿cómo sabes mi nombre? —las palabras salieron de su boca antes de si quiera pensarlas maldita sea su impulsividad, no la habían atrapado en años —Ya te dije porque se tu nombre. Sabes me has dejado sorprendido nunca había visto a alguien con tu habilidad tan desarrollada —. Dijo ignorando su pregunta —aquel día en la biblioteca si hubieras salido corriendo o algo parecido como un humano normal, no me habría percatado de tu gran visión —hablo como si ellos fueran los mejores amigos del mundo, pero Astrid no podía quitar su cara de asombro.

—Ah es cierto preguntaste porque puedo hablarte eso es bastante simple —hablo mientras comenzó a encaminarse hacia ella —Yo Hiccup, no soy un fantasma bella Astrid —susurró o más bien ronroneo cuando estuvieron cara a cara.

Carraspeo un poco su garganta de pronto se sentía seca. Ok, el fantasma o lo que sea que él fuera tenía un nombre y con temor preguntó —entonces sino eres un fantasma ¿por qué puedo verte? Y lo más importante ¿qué eres? — el chico de cabello castaño rojizo sonrió de una forma divertida —puedes verme porque a medida que creces tú, tu habilidad también lo hace —mencionó como si fuera lo más obvio. Ok, eso explicaba algunas cosas

— Yo soy un ángel de la muerte —¡Oh maldición! Ya era lo bastante malo ver fantasmas.


Nota final de la autora: Sinceramente no estoy del todo complacida de como quedo, primero no me siento tan cómoda con la narrativa ya que me falta pulirla en mi defensa diré que estoy acostumbrada a escribir en forma de carta o de diario, segundo me hubiera gusta llegar a ser más detallada pero eso daría paso a un long-fic (sí, mi imaginación es muy grande) y por ahora estoy ocupada con otro long-fic en el que estoy trabajando y quiero subir más adelante. Eso era todo, saludos.