"¿Mamá?" La interpelada levantó la vista de las hojas que tenía en la mano para mirar inquisitivamente a su hijo de 10 años. Lo observó revolverse nervioso, hasta que clavó los ojos en los de ella y espetó: "¿Qué significa tortillera?"
Regina Mills, profesora de historia y geografía, divorciada, de 41 años, casi se traga la lengua del sobresalto que le causó la terminología tan cruda, tan… extraña a su hijo. Tratando de parecer aplomada, inclinó la cabeza levemente hacia un costado y le preguntó con suavidad.
"¿De dónde sacaste esa palabra?"
"¿Es mala, verdad?" Insistió el chico sin largar prenda.
Regina eligió cuidadosamente las palabras que iba a decir a continuación; no tenía ninguna intención de educar a un homófobo.
"La palabra tiene una connotación…" Lo vio fruncir el entrecejo. "Connotación es que una palabra o cosa, se asocia con otra cosa o significado; en este caso, la palabra tortillera tiene una connotación negativa porque las personas que la usan tienen como intención insultar, herir."
El chico asintió levemente y bajó la mirada pensativamente al libro que tenía en las manos.
"¿Henry, a quién escuchaste decir eso?" Regina se hacía una idea de quién, pero quería estar segura antes de arrancarle la lengua al infeliz de su exmarido.
El chico levanto la vista hacia su madre dejando caer los hombros, como si llevara un peso inmenso sobre ellos.
"Papá se la dijo a Emma." Susurró.
La primera reacción de la mujer fue de una muy breve y mezquina satisfacción; la segunda y predominante, de sorpresa. Si había algo que Regina Mills no sabía hacer era olvidar una afrenta y, Emma Swan, se había ganado a pulso el primer puesto en la lista de 'indeseables' al acostarse con su exmarido, cuando aún no era su ex, claro. Le importaba tres pitos que a esa altura el matrimonio estuviera acabado desde hacía varios años, en su opinión, la muy cualquiera le había robado algo que era suyo y no importaba si ella lo quería o no. Era suyo y punto.
"¿Qué significa?" Insistió Henry.
Regina se sacó los lentes, cerró las patillas con cuidado y los dejó sobre los papeles que tenía delante suyo, se tomó todo el tiempo que pudo mientras pensaba qué decir y cómo decirlo. Consideró que lo mejor era no pensar en la robamaridos, así evitaba filtrar negatividad a su respuesta.
"Mmm… tortillera es una mujer homosexual, aunque la palabra se usa de modo despectivo. Para insultar." Le aclaró al ver la confusión en el rostro de su hijo."Así que si lo que quisieras hacer es preguntarle a una mujer si es homosexual, lo adecuado es usar la palabra lesbiana."
Henry frunció los labios pensativamente. "¿Y por qué papá le diría eso a Emma? Ella es bisexual." Vio cómo se agrandaban los ojos de su madre y procedió a explicar, creyendo que la sorpresa se debía a la palabra en sí y no al descubrimiento sobre la sexualidad de su enemiga. "Papá se la dijo la otra vez cuando estaban discutiendo y Emma le dijo que a ella no le gustaban las etiquetas, pero si quería usar una con ella que le dijera bisexual." Explicó de corrido como si tuviera miedo de olvidarse alguna palabra. Tomó aire y preguntó. "Qué es una etiqueta?" Regina suspiró aliviada. "¿Y qué es ser bisexual?" El alivio se esfumó. A pesar de ser docente, Regina no estaba acostumbrada a este tipo de preguntas ya que sus estudiantes, por lo general, no la elegían a ella como confidente. Acababa de darse cuenta que iba a tener que averiguar sobre el tema.
La mujer rotó los hombros de adelante hacia atrás. "Una etiqueta es un papel o algo similar que le ponés a una cosa para decir qué es, qué tiene o para dar otra información. Así que etiquetar a una persona es como querer decirle qué es… meterla en un casillero que pasa a ser como una especie de prisión, ¿entendés?
Henry sacó el labio inferior hacia afuera y asintió. "Creo que sí, ¿como cuando a Grace le dicen loca porque su papá es loco?"
"No, como si a Grace le dijeran que es lesbiana porque le gusta jugar al fútbol."
"¡Ahhh!" El chico inclinó la cabeza levemente hacia un costado. "¿Y bisexual?"
Mierda. Regina le sonrió resignada. "Es una persona que puede sentirse atraída por un hombre o por una mujer." Henry frunció el ceño. "Enamorarse." Aclaró.
Henry desvió la mirada hacia la mesa y susurró. "Papá me dijo maricón." No preguntó qué significaba, no era necesario.
Una furia fría la invadió. Iba a arrancarle el corazón con su propia mano a ese hijo de punta. Lo iba a destruir sin piedad. Pero antes de que pudiera abrir la boca su hijo continuó. "Papá volvió del trabajo y me vio leyendo, me sacó el libro de las manos y lo tiró lejos." Los ojos se le llenaron de lágrimas de dolor por el daño causado a su adorado libro de cuentos. "Me gritó que deje de ser tan maricón y que vaya a jugar al fútbol con los demás hombres en vez de pasármela leyendo cuentos de hadas." Regina abrió la boca, pero Henry se le volvió a adelantar. "Emma estaba en la pieza, pero vino corriendo y le dijo que me no me hablara así, que no sea idiota. Papá le dijo que ya era suficiente con que la bruja de su ex criara a un maricón, que ella no se metiera porque no era mi mamá y que él no iba a dejar que otra lesbiana desviara a su hijo."
Lo voy a hacer sufrir, cuando termine con él va a quedar llorando como un bebé de pecho con cólicos. "Corazón…"
"Emma le dijo que se fuera a "dormir la mona" y que me dejara tranquilo, pero papá se enojó más y empezó a tirar cosas." Era evidente que el niño necesitaba sacar de su pecho todo lo que había ocurrido. "Emma me dijo que vaya a buscar mis cosas y me trajo a casa." Regina no pudo evitar sentir un ramalazo de culpa por las cosas que le había dicho a la mujer cuando apareció con su hijo de improvisto. "¿Mamá, qué mona tiene que hacer dormir papá?"
A pesar de la furia causada por la situación que vivió su hijo, Regina no pudo evitar reír ante la pregunta. "Es una expresión Henry, significa que vaya a dormir para que se le pase… mmm… la borrachera."
Henry asintió pensativo. "¿Mamá?"
Oh, por Dios, ¿y ahora qué? "¿Sí, mi amor?"
"¿Vemos una película?"
Regina sonrió aliviada. "¡Seguro! Elegí la que quieras y prepara todo mientras guardo estos exámenes, ¿sí?"
"¡Yupi!" Gritó el chico mientras salía corriendo hacia el living.
Regina pensó en decirle que no corra dentro de la casa, pero decidió dejarlo pasar por esta vez.
Dos horas más tarde, con Henry ya en la cama y la casa en orden, Regina sacó una lata de Miller del freezer y la llevó al living para relajarse mientras pensaba qué hacer con su exmarido. Era evidente que no era seguro dejar a su hijo en manos de ese animal, el lunes a primera hora iba a llamar a su abogada para que le dijera que opciones tenía.
Ella sabía que un juez no le sacaría el derecho de visita a su ex a menos que algo muy grave ocurriera y, lo cierto, era que Regina tampoco estaba muy segura de si eso era lo más conveniente para Henry, después de todo, el infeliz era el padre. Y ni hablar de que el chico tenía sólo 10 años, ¿a qué edad un juez escucha lo que tenga que decir un niño? Por otro lado, Henry no había dicho que no quisiera ver más a su papá, aunque ella sabía lo dolido que estaba por las palabras que le dirigiera el bueno para nada.
La cara de Emma Swan se le apareció en la mente como una propaganda indeseada de esas que saltan cuando una está navegando en internet. Regina volvió a sentir un ramalazo de culpa al recordar lo ocurrido más temprano ese día….
Regina estaba recostada a lo largo del sofá con un e-reader delante de su nariz disfrutando de la tranquila tarde de sábado, poniéndose al día con la lectura que abandonaba los días de semana a causa de su trabajo como docente. A todo aquel que dijera que una maestra o profesora sólo trabajaba durante las horas de clases debería ampollársele la lengua completamente y también podría secársele y caérsele.
De domingos a lunes, Regina dedicaba casi todas sus horas libres a preparar las clases buscando material de libros, manuales, e internet; imprimía copias para repartir entre los adolescentes, corregía exámenes y trabajos prácticos. Sólo dejaba de trabajar para dedicarle tiempo a su hijo, cocinar y limpiar la casa. Y lo peor era que la mujer sabía que si le quedaba ese tiempo y no estaba mal económicamente era por la ayuda de su padre, por más que le hiriera el orgullo y su 'título' de mujer independiente y trabajadora. No quería ni pensar en las pobres mujeres que no tenía ayuda a su disposición.
Dejando escapar un suspiro, se forzó a apartar la mente de cualquier preocupación para concentrarse en lo que estaba leyendo. 'Mierda, voy a tener que leer el capítulo de nuevo, ¡no me acuerdo nada de lo que leí hasta ahora!' Regina hizo una mueca. 'Bueno, ya que estoy, bien puedo ir a prepararme unos mates, así no tengo que volver a cortar…'
La mujer estaba a mitad de camino hacia la cocina cuando la sobresaltó el timbre seguido del ruido de la puerta al abrirse y a continuación, una voz sospechosamente parecida a la de Henry gritó: "¡Hola ma, ya llegué!"
Regina se giró para enfrentar el hueco del hall de entrada justo cuando apareció su hijo con las mejillas rosadas y una sonrisa. "¿Henry, qué...?" Empezó a preguntar, preocupada.
"Voy a mi pieza a leer." La interrumpió el chico mientras pasaba corriendo a su lado apretando contra su pecho su adorado 'Las mil y una noches'.
Frunciendo el ceño, Regina dio los pasos necesarios que le faltaban para llegar al hall y clavó la vista en la mujer que esperaba en la puerta de su casa. Emma Swan daba la impresión de querer estar en cualquier otro lugar que no fuera ese, pasaba el peso del cuerpo de un pie a otro con las manos metidas dentro de los bolsillos traseros del jean azul. Un pensamiento fugaz cruzó por la cabeza de Regina, '¿Cómo era posible que le entraran las manos en los bolsillos con lo ajustado que le iba el vaquero?' Interiormente horrorizada, decidió desquitarse con la responsable de todo.
"¿Qué se supone que significa esto, señorita Swan?" La rubia le clavó la mirada sobresaltada con los ojos como platos. Azules. Sus ojos ese día eran azules. Regina apretó los dientes ante lo dispersa que estaba su mente. "¿Y bien?"
"Mmm… sí… bueno…"
"¿Acaso no sabe hablar como una persona? Tal vez debió pensarlo mejor antes de dejar la escuela para dedicarse a ser una cualquiera, ¿no? Allí uno aprende a usar la boca para formar oraciones completas y coherentes, pero bueno, supongo que el uso que usted le da le sirvió para obtener determinadas cosas también, ¿no?" Ante el insulto velado, vio que su enemiga se tensaba clavando en ella una mirada dura, enfurecida. "Henry me comentó que hace poco la ascendieron en su trabajo…" La mujer parada en la puerta de su casa aspiró con fuerza y palideció.
Emma enderezó la espalda y apretó los dientes. "Siempre es un placer verte, Regina." Le dijo con sarcasmo, sabía cuánto odiaba su rival que la llamara por su nombre de pila como si fueran amigas. "Tal vez, si vos hubieras usado la boca para algo más que para escupir veneno, tu marido no te habría engañado, ¿no?" Le dijo sonriendo tirante. Regina dio un paso hacia ella dispuesta a arrancarle esa sonrisa satisfecha de la cara, pero Emma volvió a hablar. "Killian está… indispuesto, así que no vi motivo para que el chico estuviera en casa si el padre no iba a poder prestarle atención." Sin esperar una respuesta de parte de Regina, dio la vuelta y se fue.
Regina se inclinó hacia adelante, apoyó los codos en las rodillas y se tapó la cara con las manos. Emma Swan había defendido a su hijo del hijo de puta de su exmarido, lo había llevado al lugar donde sabía que nadie se atrevería a hacerle daño y ella le había pagado el favor insultándola. Claro está que, cada vez que ambas se encontraban a una distancia lo suficientemente corta como para oírse, Regina no dejaba de decirle a Emma lo que pensaba de ella. Y, por si aún no se dieron cuenta, no era nada bonito.
Suspirando, la mujer se acomodó un mechón de cabello ondulado detrás de la oreja y se estiró para tomar el vaso y darle un largo trago a su cerveza. Se le contraía el estómago de sólo pensar en tener que disculparse con esa arrastrada, pero si bien era cierto que cuando quería - la mayoría de las veces - era una perra fría y rencorosa, también era justa. Y Emma Swan había rescatado a su hijo.
Regina dejó el vaso nuevamente sobre el posa-vaso que estaba sobre la mesita ratona y se dejó caer nuevamente sobre el respaldo del sofá. "¡Carajo! ¡Mierda!" Murmuró con sentimiento.
El timbre la tomó completamente por sorpresa. Miró el reloj que llevaba en la muñeca izquierda y frunció el ceño al ver que era casi la una de la madrugada. A esa hora, seguro que quien se encontrara al otro lado de la puerta no tendría nada bueno que decir, Regina se acercó con rapidez no exenta de cierta reticencia - sí, nadie está deseoso de recibir malas noticias - apoyó la mano en el picaporte y, tras ordenarle mentalmente a sus pulsaciones que bajasen el ritmo, abrió la puerta de un tirón lista para enfrentarse a lo que fuere.
No estaba preparada para esto.
No. Nada la hubiera preparado para esto.
Los ojos se le agrandaron por la sorpresa y la mandíbula se le aflojó, dejándola con la boca abierta como una idiota.
Rompiendo la oscuridad de la noche, Emma Swan ocupaba el vano de la puerta, estaba temblando de frío, asustada y, ¿ensangrentada? Regina sintió como si le dieran un puñetazo en el estómago. La rubia levantó la vista del suelo y intentó focalizar los ojos en su némesis. Regina notó en seguida la mirada perdida, las pupilas dilatadas. Estaba… Estaba drogada. La mujer tenía la ropa hecha jirones, la camisa apenas si le cubría los pechos y el jean había perdido el botón. En la frente tenía un corte profundo y sangrante que le cubría la mitad de la cara de sangre, además tenía el labio partido, un ojo que empezaba a ponérsele negro y las manos ensangrentadas y lastimadas también. Parecía como si la hubieran atacado. Regina sintió cómo el frío le trepó por la columna.
Emma logró centrar la vista en Regina, se bamboleó como si estuviera a punto de desmayarse y murmuró: "No sabía a dónde más ir…"
Regina dejó escapar un gritito mezcla de alarma y sorpresa cuando la mujer que más había odiado en los últimos cinco años cayó inconsciente en sus brazos.
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PROMPT
The hero shows up at the villain's doorstep one night. They´re shivering, bleeding, scared. There's also a slightly dazed look in their eyes - they were drugged. They look like they were assaulted.
Looking up at the villain, swaying slightly as they're close to passing out, they mumble "Didin't know where else to go…" then collapse into the villain's arms.
Una noche, la heroína se presenta en la puerta de la villana. Está temblando, sangrando, asustada. También puede verse que tiene la mirada algo perdida, está drogada. Parecía haber sido agredida.
Levantando la mirada hacia la villana, con el cuerpo meciéndose de un lado a otro como si estuviera a punto de perder el conocimiento, murmuró: "No sabía a dónde más ir..." y se desmayó en los brazos de la villana.
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