"El marrón es uno de los colores más característicos de la naturaleza. El verde también, o incluso se podría decir que más.

El primero es algo sencillo. No es que fuese que destaque mucho, e incluso hay gente que lo llega a detestar. En general porque no destacaba, no era llamativo, no era especial como algunas personas consideraban.

El segundo, en cambio, sí que es especial e interesante. Quizás por la claridad que en todo momento presentaba. Porque transmite una sensación agradable que a las personas les encanta. ¿Por qué? Seguramente que nadie sabría afirmar a ciencia cierta la razón de ello, pero así es.

Por esa razón, los ojos verdes son mucho más queridos que los marrones.

Sin embargo, al final, a la gente le agrada la mezcla de los dos. Aquel lugar donde el marrón conjuntase con el verde sería la muestra de la perfección. Sería como la certeza y seguridad de que la vida proseguía. El día que uno de esos dos colores desaparezca, todo caería como aquel dominó, donde a cada pieza caída, las demás la seguían al mismo ritmo, sin detenerse.

Así que, siempre se deseaba un enfrentamiento entre el marrón y el verde. Uno fuerte que podría llegar a parecer desconcertante, y a la vez, frágil y delicado. Dos colores. Un mismo final."

Kurt se quedó pensativo ante esas palabras escritas en su cuaderno. La verdad es que le había gustado el resultado de aquello, y decidió cerrarlo con esa suavidad característica de él. Se quedó observando como sus compañeros proseguían por su camino con el fin de llegar a sus respectivas clases.

Le gustaba observar y percatarse de los detalles. Era algo que le hacía darse cuenta de las verdades de las que otros no parecían ser conscientes.

Pero lo que más le gustaba observar era el encuentro que ocurría entre los ojos verdes de la famosa Quinn Fabray y los marrones de la diva Rachel Berry.