Este fanfic participaba en el reto "crossovers" del foro "I am SHERlocked"
Crossover: Sherlock/The mortal instrumensts.
Disclaimer: Ningun termino ni personaje me pertenece. Si esto fue creado es gracias a Sir Artur Conan Doyle, la BBC y Cassandra Clare. Yo nada más me divierto con esto.
NOTAS: Este fic está completamente libre de Spoilers. Para leer no hace falta haber leído los libros de The Mortal Instrumenst (Cazadores de Sombras) Eso si, hay algunas palabras que si necesitarían explicación, así que, dejare las definiciones al final de este capítulo.
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CITY OF DEMONS
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Capítulo 1: Demons.
Nieve pálida danzaba al viento cubriendo de blanco las banquetas de Londres; atestadas a esa hora de la noche de gente que se movía cubierta hasta la coronilla con gruesas capas de ropa y con las manos enguantadas aferradas en torno a la calidez de grandes vasos de café humeante; luchando contra el fuerte viento gélido mientras que el hielo crujía bajo sus pies como pequeñas ramas.
Alejado y en la oscuridad de un callejón silencioso y poco concurrido; con la espalda completamente recta apretada contra una pared de ladrillos anaranjados, un hombre se ocultaba entre las sombras.
Una fina nubecilla de vapor se le escapaba de entre sus delgados labios entreabiertos y flotaba frente a sus ojos a cada respiración acompasada.
Los musculos del cuello del nephilim se mantenian en completa tensión y la sangre cálida latía furiosa a travez de sus venas, resonaba en sus oídos y hacia palpitar sus sienes. Mientras que sus dedos -los finos y largos dedos de un violinista- ,congelados por el frío de la noche, aferraban con firmeza la empuñadura labrada de un cuchillo serafín.
La gelida brisa nocturna agito con suavidad unos mechones de cabello negro y rizado que caían sobre los ojos del guerrero como una cortina que se pegaba a su frente con costras de barro y sangre seca y en silencio, los ojos multicolores expectantes y carentes de toda expresión viajaron entre la oscuridad con la cautela de un predador esperando el peligro…
Escucho el crujir de la basura en una esquina y se sobresalto. Giro el rostro bruscamente a su izquierda, pero no vio más que un par de ojitos negros y brillantes como dos gotitas de aceite que lo miraban con curiosidad desde un montón de cartones, envolturas y comida en descomposición.
No bajo la guardia.
Aspiro profundamente y olfateo cuidadosamente el aire que condensaba los olores comunes que inundaron su nariz, pero también ese otro aroma que estaba esperando: olor a podredumbre, azufre, sangre y muerte.
Olor a demonio.
Su corazón se acelero aun más con la adrenalina presente y sus nudillos palidecieron por la presión al tiempo en que mejoraba el agarre sobre la empuñadura del cuchillo.
Elevo su rostro al oscuro cielo nocturno y finos copos de nieve cayeron sobre su cara y se enredaron en sus pestañas; entonces observo las escasas estrellas que se percibían entre las nubes y la escarcha; nunca antes le habían parecido tan brillantes.
-Cazador de sombras- bramó una áspera y gutural voz a su espalda incitándolo a la batalla.
Él sonrió en respuesta, no pudo evitarlo.
Lamió la fría nieve de sus labios y coloco el cuchillo serafín a la altura de sus ojos.
-Arathiel- murmuro y el adamas en su mano ronroneo al ser nombrado y comenzó a arder con un intenso fuego azul que ilumino el rostro de su adversario...
Era un demonio menor, un Oni cubierto por escamas que presentaban una coloración ligeramente verdosa. Tenía una boca amplia e inundada de afilados colmillos amarillentos que goteaban baba-o incluso, tal vez, veneno- sobre el piso de cemento del callejón formando un pequeño charco nauseabundo a los pies del nephil. Un par de cuernos le sobresalían en la frente moteada de coágulos de sangre roja que no podía pertenecer más que a un cazador de sombras. Y una furia ciega brillaba en los opacos ojos oscuros y carentes de toda alma…
Un siseo y la pálida lengua bífida del demonio salió de las profundidades de la boca oscura para lamer de lo que bien podrían haber sido labios, la sangre fresca que los teñía de un rojo que al nephil se le antojo repulsivo.
-El pelirrojo era delicioso- se mofó tirando hacia los pies del cazador de sombras un anillo que repiqueteo contra la piedra.Y no hizo falta que éste mirara para saber que se trataba del anillo de los Holmes: un aro de plata con un cráneo tallado, el mismo que hacia tan solo unas horas había visto en la mano de su hermano-El otro, el de cabellos plateados, no lo era tanto. Seguro tu sangre, tu piel y tus huesos saben mejor…
Él nephilim no respondió, pero sintió a su cuerpo traicionarle. Sus ojos se abrieron un poco más y un grito pugno por salir de su garganta. Lo ahogo y en cambio escucho un gruñido áspero y enfurecido que broto entre sus dientes firmemente apretados.
En respuesta ante el desliz del guerrero, el demonio esbozo lo que bien podía ser una sonrisa burlona y claramente complacida.
Y el Nephilim se maldijo en silencio por haberle dado el placer de verle furioso.
-Voy a arrancarte el corazón, pequeño cazador de sombras.
-Según varias fuentes, carezco de uno.- respondió y a partir de ese momento todo pareció ir un poco más lento.
Se dio impulso con el brazo y el cuchillo serafín dibujo un arco y corto el aire antes de caer de lleno en el rostro del demonio y al instante, un parpadeo de sorpresa se percibió en los ojos de este cuando la hoja de los ángeles se hundió en su piel escamosa y una lluvia de fuego azul comenzó a abrasarlo.
Un chillido desgarrador manó de esa boca con colmillos y un torrente de icor negro broto humeante y fétido sobre la mano que sostenía el cuchillo; el pelinegro la retiro al instante, sintiendo el dolor que el icor de demonio le había provocado al tocar su piel, quemando como ácido.
Apretó su mandíbula para ahogar un grito y mientras la sangre cálida le hacia cosquillas escurriéndole pegajosa por el lado izquierdo de su rostro -ahí donde las zarpas del demonio habían rasguñado como instinto en respuesta del primer ataque.- se hecho atrás al ver las garras del demonio incluso antes de que estas se acercaran lo suficiente, esquivándolas.
Era fácil deducir los movimientos de su oponente además de que había luchado con ellos desde que tenía memoria.
Adelanto una vez más el cuchillo y la afilada hoja se hundió hasta la empuñadura en el cuerpo del demonio. Lo retiro y el sonido borboteante lo acompaño en seguida.
Esta vez el demonio no se inmuto, se abalanzo contra el cazador de sombras y con un golpe seco le arrebato el chuchillo serafín tirándolo al suelo con un repiqueteo, dejándolo fuera del alcance de sus manos.
Esta vez, las garras se fueron directamente a su abdomen, hundiéndose a través de la ropa en la suave piel pálida del guerrero. Grito y su visión comenzó a empañarse y a oscurecerse en los bordes. Meneo la cabeza y agito su cabello ahora mojado de sudor.
El demonio lo golpeo una vez más y lo empujo de nuevo contra la pared donde los bordes irregulares del granito se enterraron en su espalda a pesar del grueso abrigo -ahora desgarrado y manchado con sangre e icor de demonio- que lo cubría.
Apenas consiente y con las manos temblorosas deslizo sus dedos al interior del bolsillo de abrigo y los cerró en torno al mango de un látigo de electrum que subió enredándose en su muñeca.
Retiro la mano.
El látigo cortó el aire con un siseo y se enrollo al rededor del cuello de su adversario, dio un tirón y el sonido seco de los huesos al romperse retumbo en sus oídos.
El peso muerto del demonio- ahora con la cabeza inclinada en un ángulo poco natural- cayó sobre su cuerpo. Lo aparto sin ceremonias y se sentó un instante para curar sus heridas.
Extrajo su estela, se quito el abrigo y comenzó a grabar sobre su piel una estela se calentó en su mano mientras las líneas oscuras brotaban de la punta y se adherían a su antebrazo resaltando en su piel blanca. El efecto fue inmediato, la runa de curación hizo su trabajo apenas estuvo terminada.
Recogió el cuchillo serafín ahora apagado y se hecho al bolsillo el anillo de su hermano. Le dio una última mirada al demonio tendido sobre la nieve manchada y que no tardaría en esfumarse. Y como si nada hubiera pasado, salió del callejón y se levanto con elegancia el cuello pegajoso de su abrigo.
Nadie volteo a mirarlo gracias a las runas de glamour que su hermano y el parabatai de su hermano le habían grabado antes de salir del 221B, cuando la señal demoníaca se había incrementado.
Dio un giro en la esquina y hubiera seguido su camino de no ser por algo interesante y completamente inesperado.
Un mundano se paró en seco ante su presencia y lo miro de pies a cabeza con la boca abierta, deteniendo su mirada largo tiempo en las manchas de sangre e icor. Dejó caer la bolsa de papel marrón que estaba sosteniendo en los brazos y el cartón de leche se rompió al tocar el piso regándose en un charco sobre la nieve.
Unas cuantas personas lo miraron con el ceño fruncido y murmuraron al pasar; pero él los ignoro, él solo siguió viéndolo al nephil con los ojos abiertos como platos pero sin mostrar ni una sola gota de terror.
Y ahí a la luz de una farola, el cazador de sombras lo inspecciono también, con curiosidad.
Era rubio y de ojos azules que lo incitaban a sonreír, de baja estatura pero fornido y de buena complexión. Medico. Militar a juzgar por el corte de cabello y su postura. El tono de su piel cambiaba a partir de las mangas de su jersey: Afganistán o quizá Irak. Herido en combate.
No tenia nada en especial si se restaba el hecho de que él lo estaba viendo a pesar de las runas de glamour y que no parecía sorprendido a pesar de que era obvio que nadie más que él era capaz de verlo.
Un mundano con la visión habría dicho de no ser por una pequeña cicatriz blanca a unos diez centímetros por debajo del lóbulo de la oreja derecha. Una cicatriz que solo una runa desvanecida podía haber hecho.
El no era un mundano, el era un cazador de sombras aunque muy probablemente él no lo supiera.
Abrió la boca para preguntar pero la cerro de golpe al ver terror en esos ojos azules que ahora miraban por encima de su hombro.
-Sherlock Holmes- canturreo una voz rozando su oído mientras que unos dedos con garras aprisionaban su garganta con la fuerza suficiente para hacer que perdiera el aliento.- Seré bien recompensado por esto…
Las mejillas del nephilim se tornaron rojas en su intento por respirar. Lucho contra los dedos y rasguño las manos pero nada hizo que estas aflojaran su agarre.
Chispas de colores danzaron frente a sus ojos empañando su visión al tiempo en que esta se oscurecía.
Estaba a punto de perder el conocimiento cuando de pronto se encontró en el suelo, con la fría nieve debajo de su mejilla.
Comenzó a toser con violencia y degusto un poco el sabor de la sangre dentro de su boca. Se irguió sobre los codos he intento mirar a través de la bruma que empañaba sus ojos.
Y entonces lo vio. El hombre de cabellos rubios; de pie frente a un demonio mayor, blandía sin elegancia un cuchillo serafín apagado.
Sherlock gimió y se puso en pie tambaleante. Busco dentro de sus bolsillos y se dio cuenta de que su cuchillo estaba en las manos del otro hombre.
-Gabriel- grito no muy seguro de que él entendiera. Su garganta ardiendo protesto, pero valió la pena. Miro al hombre mover los labios al tiempo en que el cuchillo en su mano se iluminaba, la luz de los ángeles cegó al demonio dándole tiempo a él de dar un golpe final.
Con un agudo chillido, el demonio se esfumo dejando detrás de sí un rastro de cenizas. Nunca nadie había acabado tan rápido con un demonio mayor y sin embargo él lo había logrado…
Cuando Sherlock llego hasta él, las piernas del medico cedieron haciéndolo caer sobre las cenizas que teñían la nieve de negro. Dos minutos después, perdió el conocimiento.
-¡Sherlock!- la voz llego hasta sus oídos desde un lugar que parecía muy lejano. Se sentía cansado y sobre todo adolorido.
Se dejo caer junto al otro hombre y con toda la ternura que hasta ese momento no creía poseer, retiro de su frente un mechón de cabello suave y se dedico a inspeccionar su estado, mientras que su hermano y su parabatai tardaban en llegar hasta él. Ambos, con magulladuras visibles a pesar de las runas de curación, con la ropa manchada y hecha jirones. -¿Quién es él?- Sherlock se encogió de hombros y elevando un gesto al aire, el nephilim de cabellos entrecanos le resto importancia al hombre rubio. -Eran demasiados. Muchos más de los que creíamos.-continuo con voz cansada.
-¡Por el Ángel! Siempre me alegro de tenerte cerca para señalar lo evidente, Gerard–Sherlock bufó con exasperación.
-Greg- corrigió su hermano mayor con una sonrisa forzada.- Por cierto hermanito, me parece que tú ya has librado tu batalla y no ha salido del todo bien, pareces... cansado.
Sherlock no respondió, no le daría esa satisfacción.
-¿Qué es esto, Mycroft?- cuestiono el moreno con el ceño fruncido, mirando incrédulo la carta sobre el escritorio entre papeles, libros y demás cosas de su hermano mayor.
La tinta aun estaba fresca en el sobre, resaltando en negro las pulcras letras del Inquisidor. El sello de cera roja con el simbolo de la clave estaba roto… el pergamino del interior ya había sido leído.
-Es un cazador de sombras, Sherlock. Pertenece a la Clave. Será llevado a Idris y será juzgado. El Inquisidor decidirá que es lo que pasara con él.
-¿Cúando?
-En dos días.
Sherlock asintió, aturdido. Se paso una mano por el cabello mojado y se marcho, no sin antes dejar sobre la mesa el anillo de plata que hacia unas horas el demonio Oni le había tirado.
Mycroft lo tomo y lo inspecciono largo tiempo. Creía que lo había perdido cuando el icor de demonio lo había deslizado de su dedo anular.
Se encogió de hombros. Y regreso a su trabajo, quizá más tarde iría a buscar a Greg, su parabatai, a la sala de entrenamiento.
Cuando John abrió los ojos y miro a su alrededor, ni siquiera se sobresalto.
Estaba solo, en medio de una habitación oscura, pequeña, gris y escasamente amueblada con un sillón, una mesita de noche con algunos objetos encima y una silla donde estaba la mayor parte de su ropa: desgarrada, mojada y sucia.
El frío bañaba su cuerpo a pesar de las sabanas que lo cubrían y el lado izquierdo de su rostro ardía. Todo su cuerpo se sentía adolorido y además, no hacía falta que llevara sus manos hacia un costado para saber que tenía vendas, ahí donde su piel ardía y escocia.
Giro el cuello hacia la derecha y observo incrédulo los números digitales rojos y luminosos que resaltaban en la oscuridad: 3:00 A.M. Dudaba mucho que alguien estuviera despierto a esa hora... si es que había alguien.
Se desesperezo y extendió el brazo hacia la mesita de noche haciéndose un feo rasguño con el marco de una fotografía vieja del dueño del lugar donde se encontraba. Arrugo levemente la nariz y jaló el cordón metálico de la lámpara iluminando la habitación con la luz amarilla del foco. Llevo su mano derecha a su cara y palpo su mejilla izquierda; se sentía inflamada y no dudaba que si se veía en un espejo encontraría un moratón.
Froto sus ojos para alejar el sueño y no logrando evitar ahogar su curiosidad tomo el marco, quito la capa gris de polvo que lo cubría y sonrió.
Era una bonita escena donde se mostraba un hermoso cielo azul y sin nubes donde decenas de aves volaban con las alas extendidas; sobre la blanca e imponente casa, de tres pisos, con balcones y ventanales altos donde los rayos del sol se reflejaban. Y rodeándola, flores blancas como la nieve, decenas de arboles y pinos de hojas verdes y brillantes; y pastos largos crecían llegandole a las rodillas a un niño de ojos imposibles y cabellos negros y rizados; de aproximadamente 5 años que reía vestido de pirata, abrazado al cuello de un cachorro un poco más grande que él, de pelaje rojizo y de ojitos negros y adorables que miraban al niño mientras que su lengua le lamia la cara.
Dejo el marco donde estaba y se quito las sabanas de encima. Movió su cuerpo al borde de la cama, extendió las piernas y la sensación de frío se incremento cuando las plantas de sus pies tocaron el suelo. No pudo evitar un estremecimiento.
Cruzo la habitación, ropa limpia lo esperaba al otro lado de una puerta que daba a un cuarto de baño.
Lo agradeció en silencio, no le vendría mal una ducha. Se sentía sucio, las muestras de la batalla aún estaban en su cuerpo, sudor, sangre, cenizas e icor oscuro de ¿demonio?.
Se llevo los índices a ambos lados de su rostro y froto sus sienes, no quería pensar en ello en esos momentos.
Deslizo sus pantalones junto con la ropa interior por sus muslos, la dejo atrás sobre un pequeño tapete y con mucho cuidado, quito la venda que abrazaba su torso. Sus labios dejaron escapar un gemido cuando miro los tres cortes inflamados, sangrantes y palpitantes; que marcaban su piel.
Los recorrió con la punta de los dedos y el dolor se esparció por todo su cuerpo como un escalofrió.
Abrió la llave del agua caliente y dejo que esta corriera por su cuerpo desnudo deshaciéndose de la sensación de frio y de las costras de sangre seca. Lavo su cabello y masajeó con la punta de sus dedos los músculos tensos del cuello mientras que el agua que se iba por la coladera adquiría un tono escarlata.
Interrumpió el flujo del agua cuando se sintió limpio y se secó con una toalla blanco marfil que colgaba de una percha junto al lavamanos.
Se vistió cuidando la piel herida. La ropa le iba un poco grande pero estaba bien, la tela era suave y olía a jabón.
Cuando salió de la habitación, el frio golpeo su cuerpo como un millón de agujas de hielo, se cruzo de brazos y comenzó a caminar por los extensos corredores que se abrían ante él.
La luz pálida y azul de extrañas piedras lisas con grabados, iluminaba su camino brillando desde soportes adheridos a las paredes.
Pasillos, escaleras, giros y puertas que daban hacia habitaciones sumidas en la penumbra, fueron lo único que encontró por largo tiempo mientras el silencio lo abrumaba y su estomago se encogía cada vez que la madera crujía bajo sus pies.
Aferro sus manos a la tela de sus pantalones y casi grito cuando el silencio fue roto a lo lejos por el sonido suave de un violín.
Su corazón latió con fuerza dentro de su pecho pero se calmo conforme sus pasos lo acercaban hacia aquel sonido dulce que se le antojaba como la brisa, o como una tormenta. Sonidos dulces arrancados con maestría de un violín evocando en su mente imágenes que nunca creyó haber visto: bracos, flores, lluvia, olas, ríos y mil y una cosas más.
Era lo más bello y extraño que había escuchado, tan dulce como el caramelo, suave como la cera derretida y cálida como una flama; pero también era filosa como un cuchillo, salada como las lagrimas y fría como un cubo de hielo. Una melodía alegre que a la vez parecía triste. Parecía una risa y a la vez un lamento.
Sin darse cuenta, pronto se encontró corriendo por los pasillos, sus pies tropezaron con una alfombra pero ni siquiera hizo caso. Descendió por unas escaleras saltando los escalones de dos en dos y corrió hasta llegar a un amplio vestíbulo.
El techo era alto y una lámpara de araña colgaba agitándose en el centro reflejando en el cristal la luz pálida de esas extrañas piedras que ya había visto; y en las paredes tapizadas en madera, cuadros con pinturas se aferraban a ellas con clavos.
Pero todo eso carecía de importancia teniendo en el centro lo más bello que él había visto hasta ese momento: Tallado en mármol la figura de un ángel emergiendo de un lago, erguido con toda su magnificencia. Un ángel en toda la fuerza de su esplendor…
Runas doradas recorrían todo el cuerpo desde los hombros hasta el torso desnudo.
Las alas de piedra estaban extendidas, imponentes, doradas y luminosas devolviendo la luz con bellos destellos de diversos tonos de dorado.
Los cabellos parecían agitarse como hebras de plata y oro. El hermoso rostro parecía severo pero eso no lo hacia ver menos magnifico.
Los pies delgados descansaban sobre una plataforma y los brazos se elevaban a los lados; uno sosteniendo una copa delicada y el otro una espada larga y de apariencia peligrosa. Los ojos completamente dorados parecían estar mirándolo y de pronto, se sintió completamente desnudo.
Aparto la mirada y siguió su camino.
Cuando llego al último pasillo, uno alfombrado y con una última puerta al final, la música ya no se escuchaba lejana, era clara y penetraba en sus oídos con suavidad haciendo que se estremeciera con cada nota.
Casi sin pensar, avanzo hasta la puerta y la abrió, ansioso por ver al dueño de esos dedos que arrancaban esa deliciosa música.
Al otro lado, un hombre alto tocaba recostado en un sillón de cuero.
El violín descansaba sobre su hombro izquierdo, debajo de su barbilla, mientras que los finos dedos se movían ejerciendo total control sobre el arco, produciendo esos sonidos que lo habían cautivado.
Era un hombre joven, de cabellos negros y rizados que se agitaban con cada movimiento del arco. Las mangas arremangadas de su camisa color vino dejaba ver los brazos desnudos cubiertos con tatuajes, runas en trazos oscuros resaltando en la piel imposiblemente pálida. Era el mismo hombre que había visto unas cuantas horas atrás, con la única diferencia de que toda la sangre y suciedad habían desaparecido por completo dejándolo apreciar mejor su rostro, que era de rasgos finos y parecía relajado mientras que su antebrazo se movía hacia delante y atrás. Tenía los ojos cerrados en total concentración, las largas pestañas aleteaban acariciando sus pómulos afilados y los delgados labios se encontraban apretados en una fina línea. Sin darse cuenta, pronto se encontró imaginando como seria saborearlos y deseo rozarlos para comprobar si eran tan cálidos y suaves como parecían...
-John H. Watson- saludo con una sonrisa, sin dejar de tocar y sin abrir aun los ojos. Su voz era profunda y le dio escalofríos.
-¿C-como s-sabes...- balbuceo y desvió su mirada hacia los dedos finos que se movían con elegancia entre las cuerdas. Un movimiento exquisito que hacia que las notas salieran del violín.
-La identificación en tu billetera- respondió mientras que el movimiento del arco se volvía más rápido y el sonido se intensificaba.
-¿En donde estamos? ¿Por que estoy aquí y que era eso...?- cuestiono evitando pensar demasiado en lo que había ocurrido. Aun sentía escalofríos.
El sonido del violín se apago de golpe y los ojos del nephilim se abrieron y lo miraron. Por un momento John dejo de respirar, sintió como su cuerpo se tensaba, como todo el aire escapaba de sus pulmones y como, sin poder evitarlo, un ligero rubor subía por sus mejillas. Eran sin duda, unos ojos impresionantes, tanto, que a John le pareció estar mirando dentro de una galaxia tan extraña como la música él tocaba: cálidos y a la vez fríos; inexpresivos pero que curiosamente parecían intentar transmitir mil y un sentimientos.
-Estamos en el instituto de Londres, en el 221B de la calle Baker. Y, ¿Por que esta aquí? Se desmayo. Lo traje aquí por que era un lugar seguro. La ultima pregunta -carraspeo- me parece imposible creer que no lo sabe, eso era un... Demonio.
-No lo entiendo... ¿Como es que puedo ver todo eso?
-Usted es un Nephilim. Un cazador de sombras. La sangre del ángel recorre sus venas al igual que en las mías.
Esto es más un experimento que otra cosa. Y… ¿Queda cómo One-Shot? Para el reto creo que sí, aunque está un poco inconcluso. Denme un tiempo y si les gustó creo que habrá un poco más. Faltaron muchas cosas de explicar: La runa de John ¿Por qué supo cómo utilizar el cuchillo serafín? ¿Por qué no sabe de los cazadores de sombras? El juicio en Idris… y como esto es Sherlock faltaron los asesinatos y Moriarty.
Por otro lado, no hubo mucho Slash y lo extrañe un poco, pero no quería precipitar las cosas. Si lo alargo un poco más, hay más Johnlock y también Mystrade; aunque aquí Gerard coff, coff, digo Greg y Mycroft sean Parabatai (Para los cazadores es "ilegal" enamorarte de tu parbatai) Pero ¡Bah! Hay maneras, aunque no muy alentadoras *suspenso*
En fin, gracias por leer… y como prometí, aquí algunas definiciones:
*Nephilim/Cazador de Sombras:Semi ángel cuyo destino es matar demonios. Se preparan desde pequeños y reciben sus primeras runas (que son marcas en la piel, con propiedades mágicas hechas por una "estela") Su país es Idris y están gobernados por un Consul y un Inquisidor; basándose en el libro Gris donde están establecidas sus reglas.}
*Adamas:El adamas es el metal celestial regalado por el Ángel Raziel (creador de los Nephilim)a los cazadores de sombras para su aprovechamiento. Se utiliza para la fabricación de estelas y cuchillos serafines.
*Cuchillo serafín:Cuchillos hechos de Adamas. Los cuchillos serafín o cuchillos de ángel son, cuando están desactivados, tubos opacos con bordes desafilados. Para ser utilizados, cada uno le coloca el nombre de cualquier ángel.
*Iratze: Runa de curación.
*Parabatai:Par de guerreros que luchan juntos, es alguien a quien le confiarías tu vida, llegando a ser como un hermano de sangre. Comparten la fuerza mutuamente, además, una runa hecha por tu parabatai es más fuerte que otra hecha por otro nephilim.
*Mundano:Nombre que los nephilims le dan a los humanos (sin nada de "magia") Hay algunos mundanos que poseen la visión: Pueden ver el mundo de las sombras.
Ahora sí, con esto es suficiente para el primer capítulo (Creo XD) Si me animo y sigo escribiendo iré explicando poco a poco más cosas, John también debe aprender XD
