A/N: ¡Ahoy, marineros sedientos de leer nuevas propuestas! Este fic no estaba en mis planes originalmente, ¿me creerían si les digo que este fic me salió por accidente? Pero no me pude resistir a escribirlo y aquí está. No es propiamente una creación original, es una adaptación (voy a ser más clara), inspirado en varios libros que me motivaron mucho: La trilogía de Breaking Coding escrita por Julie Kenner (El código Givenchy, La clave es Manolos y La paradoja de Prada), así como también en El Marido Perfecto por Lisa Gardner, sinceramente no creo que sepan de esos libros a no ser que viva en Estados Unidos o en España o sepa en hablar en inglés. Yo me leí El Esposo Perfecto y me estoy leyendo actualmente El Código Givenchy. Pero mi iniciativa por escribir este fic fue en honor a un abandonado fic en inglés igualmente basado en los libros de Julie Kenner del fandom de Duelo Xiaolin, por desgracia no tuvo final y de nada les servirá leerlo porque mi fic es completamente independiente de esa historia, a la que escribo a la comunidad de fans de Duelo/Crónicas Xiaolin en español con fines de diversión para invitarlos a conocer a estos grandes libros. No sé por qué razón, sin embargo, me imagino todos los escenarios teñidos de azul. Este fic ha sido escrito de una fan para fans y en el reparto principal contamos con las participaciones extraordinarias de Raimundo y Kimiko. El antagonista, sólo les adelanto que es muy espeluznante. Y un secundario que podría servir de un antihéroe. Esta entrega nos dispensa suspense y acción al por mayor. Y también preparé su banda sonora: Decode por Paramore, What I've done? por Linkin Park, Gimme more por Britney Spears, Dance with the devil por Breaking Benjamin, Awake and alive por Skillet, Animal I have become por Three Days Grace, The Wolf por The Fray y Beating Heart por Ellie Goulding (una melodía romántica dedicada a la pareja protagonista, retomada de una hermosa película súper recomendable). Desde Lie To Me, nos llega otro gran fic de suspense, pero no olviden que ante todo, es una historia de amor (con una dosis de acción mezclada con thriller) para el disfrute de chicos como chicas. Una vez hechas las aclaratorias y dado el crédito que corresponde. No es cosa rara si les digo que es un fic AU, para que lo tengan en cuenta. Espero que les guste el capítulo.

ADVERTENCIA: El presente fic no es apto para aquellos que sufren de corazón a no ser que quieran sumergirse en un mar de intensas emociones. Aquí NADIE es bruto, no es en contra de los personajes tontos, pero en el fic lo que menos se necesitan son idiotas, todos los personajes tienen una inteligencia superior brillante que nos bajaría un poco la autoestima si nos ponemos a su lado. Eso sí, no me hago responsable si te traumas leyendo el fic :)


Contrarreloj

El juego más peligroso de todos empieza

Doble vida

La primera vez que la miró, simplemente lo sabía. Memorizó su sonrisa blanca y reluciente; sus cabellos negros tupidos, lacios y largos; su piel nívea; sus labios carnosos; las líneas de su preciosa figura delgada y menuda y sus profundos ojos azules debajo de la rizada y larga capa de pestañas negras. Es perfecta, se dijo a sí mismo. Él investigó todo sobre ella. Sabía que procedía de una familia respetada y de buenos valores en Tokio, con una tendencia a morir pacíficamente a excepción de su bisabuelo que había muerto por inhalación de humo a los setenta y cinco años. Bueno, se cumplían cuatro generaciones desde el funcionamiento de la famosa empresa Electrónica Tohomiko en el que la pequeña familia vivía sus años sin viajar a más de cuatro cuadras de su lugar de nacimiento. Él había gastado dos tardes para aprender todo lo que necesitaba saber. Su madre falleció cuando ella apenas era una niña. Mientras que su padre atravesaba la flor de su madurez: El encanecimiento del cabello, la mandíbula ovalada y la cintura redonda, son síntomas de los que no podía ocultar la amable sonrisa, de quien se paseaba por la gran empresa como un emperador en su dominio. Nadie le dijo como vivir su vida, nadie se metía en sus asuntos ni nadie le explicó cómo criar a sus dos hermosas hijas en ausencia de la madre, ellas son: Tomoko y Kimiko, respectivamente.

La menor, Kimiko, es la más bella y su consentida. O su "atrapa insectos", como el padre le decía cariñosamente. Ahora ella compartía una pequeña residencia alquilada con su mejor amiga y compañera en la universidad, costó trabajo convencerlo de permitirle mudarse a una ciudad, pero no fue misión imposible. Allí estaba ella otra vez, caminando de regreso a su edificio. Nunca llegaba más allá de las diez de la noche. La ventana de su sala proyecta hacia el cuarto de dormir de la chica. Estaba a obscuras y apenas veía bien, pero no quería cerrar las persianas ni prender la luz porque lo notaría. Esperó pacientemente que entrara a la habitación y encendiera la lámpara.

-Enséñame lo que puedes hacer, nena… –la cámara está en modo de grabar. La sostuvo a la altura de sus ojos y ella dejó el bolso en la cama. Comenzó a desvestirse.

Traía sus zapatillas deportivas colgando de sus finos dedos, abrió el closet y las puso abajo. Se desabrochó de su cinturón, desprendiéndose de sus jeans y sacó por encima de su cabeza la camisa; quedando en ropa de lencería negra con encajes. Sonrió y amplió la pantalla para obtener una mejor vista. Se dio la vuelta y sacó de un cajón un camisón rosado. Antes que pudiera volver a vestirse, le tomó una foto. ¡El flash! Olvidó apagarlo. Kimiko se volteó. Él se recostó de la pared y permaneció inmóvil. Se encogió de hombros y se vistió. Echó una mirada al material grabado y a la foto. No había tenido una foto de ella mirando a la cámara o al menos no directamente. Siempre era de espaldas o con la cabeza agachada, pero nunca con un ángulo que captara sus brillantes ojos azules, ésta ocuparía un lugar especial en su colección...

Unos días después

Las manecillas del reloj apuntan a las tres cincuenta y ocho de la tarde, dos minutos enteros para que se termine la clase, la aguja del segundero va rotando alrededor de los números, se oye el tictac a corta distancia. Kimiko daba golpecitos en la cabeza del bolígrafo contra la mesa del pupitre y su mano se apoya en su semblante, sosteniendo el peso con el codo. En el tercer puesto de la primera fila, escuchaba atentamente a la Srta. Briggs. No era su clase preferida, pero si quería obtener su postgrado en maestría cada palabra cuenta. Ciertamente la Srta. Briggs era de aquellos profesores que tenían una voz soporífera y baja, era bastante difícil escucharla en espacios abiertos y bulliciosos, aprendió que el truco estaba en sentarse adelante y tomar dictado de sus palabras, si lo mencionaba dos veces es porque debía de ser importante y aparecería en su examen. Lo descubrió hace un par de años. Era relativamente fácil aprobar. Y si la clase quizá se estaba poniendo aburrida, probaba mantenerse despierta escribiendo, jugando con el bolígrafo o dibujar corazones en la parte trasera de su cuaderno y si nadie estaba prestando atención, podía voltear hacia la ventana y distraerse observando a través. El cielo era azul celeste y totalmente despejado, las aves vadean las nubes y rompe la estela. Por debajo las colinas verdes. El valle entero se extendía como si fuera una jungla, interminables campos moteados con puntos débiles de los edificios rojos, blancos y negros.

Más abajo está a la vista el campus de la más grande e importante universidad estatal de CosmosXiaolin, once facultades, más de setenta mil estudiantes, seis mil profesores. Es casi el equivalente de la Universidad de Harvard de los Estados Unidos, al menos para Kimiko. Aspiró el aroma de pino picante, el de hierba fresca cortada y las compañías lácteas lejanas. Los estudiantes pasean los alrededores charlando y riendo, otros están sentados en círculos en el césped, unos acuden a la cafetería y algunos estudian en grupo. Pensó en sus años en la universidad, hace poco más de cuatro años llegó a esta ciudad después de conseguir una beca por culminar exitosamente sus estudios en secundaria y ahora estaba aquí a comienzos de su primer año como una estudiante graduada de suma cum laude. Echó por el rabillo del ojo una mirada al reloj colgado arriba del pizarrón y comprobó que faltan cincuenta y ocho segundos. Las probabilidades de morir de aburrimiento circulan en un diez por ciento, lo siento, soy una rara de las matemáticas. Sonó el timbren y la Srta. Briggs se interrumpió a sí misma, continuarían en la próxima semana. Ella pegó un salto, levantándose, guardó su cuaderno y demás útiles en su mochila Prada. Todos los alumnos fueron saliendo.

Su padre apartó una habitación para su hija en una residencia para universitarios mientras su hija menor gestionaba sus estudios. Allí fue cuando conoció a su compañera de cuarto, Keiko Izumi: Una tímida, pero simpática chica, amante del medio ambiente; quien también probaba su suerte siendo independiente. Se hicieron amigas y entre las dos juntaron dinero para comprar un apartamento alquilado, lejos de los fisgones, un lugar suyo donde podían ser ellas mismas. Han estado viviendo ahí un par de años. Aunque las chicas no estudiaran juntas, ambas son bastante unidas. Kimiko no conocía a nadie en que pudiera confiar tanto como Keiko. Con escasa diferencia el parecido entre ellas era bastante, la misma altura, el color de pelo, la piel pálida, incluso tenían en común los rasgos japoneses y a pesar de ser diferentes en carácter, eran inseparables.

Keiko tenía un trabajo tomando la orden detrás de un mostrador de comida rápida, un poco extraño para la carrera que estudiaba. Mientras que su amiga tiene un empleo nocturno, y debido a la constante movilidad entre su casa y el trabajo, necesitaba un transporte. Estuvo desplazándose por metro el primer año hasta que ahorró lo suficiente para adquirir una vieja motocicleta usada* y con ayuda de un amigo mecánico consiguió que le hicieran los ajustes necesarios para dejarla como nueva. Después de su familia y la ropa de marca, ella amaba esa motocicleta. Kimiko se encontró con Keiko minutos más tarde de salir de clases frente la cafetería y se acercó. La facultad de ciencias no está tan separada de la suya.

-Quiero un yogur de fresa, por favor –susurró la chica deslizando el dinero en la barra, uno de los chicos que manejaba el puesto lo cogió deprisa y se apartó.

-Hola Kei, –dejó su morral en la barra y sacó su cartera del pequeño cierre, luego lo guindó en su hombro- ¿cómo estuvo la clase de hoy?

-Tediosa, fue igual que ver reposiciones de La anatomía de Grey o el Dr. House ¿y la tuya?

-Igual –contestó unos segundos de chequear el efectivo en su cartera, tenía suficiente para comprar un café. Genial. El joven entregó una botella de plástico envuelta en una etiqueta rosada.

-¡Muchas gracias! –exclamó Keiko con una sonrisa dulce.

-¿Me das un café con chocolate? –el mozo tomó el dinero delicadamente. Apenas se dio la vuelta, ella se volvió hacia Keiko. Ésta había destapado su yogur y comenzado a beber.

-Mi jefa me dio el día libre, así que estuve pensando que podríamos hacer algo divertido las dos, ¿tienes algo que hacermás tarde? Había planificado que podíamos tener nuestra noche de chicas finalmente: palomitas, películas románticas, pasarelas de modas, juegos, cuentos de terror y una pelea de almohadas, ¿te atreves?

-Oh lo siento, Kim, la idea suena entretenida, pero hoy no puedo.

-¿Reservaste planes para este viernes por la noche en los que no incluyes a tu mejor amiga, ah?

-Yo no diría planes, sino rollos del trabajo. El gerente me convenció cubrir el turno de uno de los trabajadores que estaba de permiso justamente hoy y acepté a cambio de dinero, pues que no me dijiste nada, no me opuse. No te dije porque pensé que estarías en tu empleo. En verdad lo siento.

-Aquí está su café con chocolate señorita –las interrumpió el mozo, dirigiéndole una sonrisa amable a la clienta. Ella asintió y asió su bebida, revolvió el contenido con la pajita. Acto seguido, le obsequió bolsitas de azúcar y servilletas. Keiko se rió entre dientes, pero cubrió su boca con su mano. Ambas chicas se alejaron del establecimiento; en la primera papelera, la protagonista desechó la pajita y dio sorbitos al café. Está caliente, pero muy delicioso.

-Creo que le gustas a ese chico, siempre te obsequia algo sin que tú lo pidas a diferencia de otras chicas, inclusive de mí. No es que esté celosa, pero es muy lindo.

-No es mi tipo –cabeceó Kimiko casi al instante antes de beber un trago más largo.

-No sabrás si no le das una oportunidad. Además, vele el lado positivo, recibirás café gratis.

-Olvídate de esa fantasía, Kei, sufrí una ruptura reciente y no me apetece revivirlo –espetó, dio su último trago y botó el vaso desechable. Es posible que no volviera a ver otra papelera adelante a donde se dirigían- ¿entonces se irreversible que te quedes trabajando esta noche?

-Sí, en verdad lo siento mucho Kim. Te prometo que el próximo viernes, tendremos nuestra actividad de chicas.

-Está bien, no lo lamentes que me estás haciendo sentir culpable. Encontraré algo que hacer sola mientras tanto –Kimiko voltea hacia ella su mochila y saca su casco para motociclista.

Ahora las chicas estaban cruzando el estacionamiento de la universidad, es bastante amplio, seguro y gris. Una motocicleta roja está aparcada a unos metros de distancia de su posición actual. Kimiko aprovechó lavarla en estos últimos días, cada vez que la luz del sol rebotaba en ella resplandecía en reflejos y parpadeos. Keiko retrocede unos pasos hacia atrás.

-Bueno, tu trabajo está algo lejos de acá y si quieres impresionar a tu jefe, sé puntual. Yo no tengo problemas si te hago una segunda, ¿te llevo?

-Eres muy amable, Kim, pero recordé que tengo mi boleto estudiantil y la próxima estación está a una cuadra al sur. ¿No te molestas?

-Claro que no, somos amigas –ella montó sobre la motocicleta y se colocó el casco encima de su cabeza mientras la veía- lo entiendo, entonces nos vemos pronto.

Encerró los dedos entorno al clutch, dio un golpe al pedal y giró el manillar derecho. Relajó la mano poco a poco y antes de despegar, Kimiko le gritó su amiga:

-¡Oye Kei!

-¿Sí?

-Tienes bigotes de yogur y eso no es muy atractivo en una chica –advirtió. Las mejillas de su amiga se tiñeron de rojo y tocó su rostro. Kimiko asintió con la cabeza y puso la moto en marcha, arrastrándola a velocidad moderada.

La heroína estaba consciente que la ecológica Keiko prefería irse a pie que montarse en la moto. En su definición, eran máquinas ruidosas, enemigas del sano ambiente (y en secreto, le aterrorizaba viajar en moto). Pero jamás le refutaría aquello en la cara ni lo denominaría acto de cobardía, respetaba la decisión de Keiko. Una vez que salió del estacionamiento, se dirigió a la autopista. Los edificios, las personas, los autos corrían de lado a lado. La ráfaga de viento aplastaba su rostro y azotaba su cabello. Debajo de Kimiko, la moto ronroneaba a gusto. Adoraba la sensación de velocidad, la adrenalina era un cosquilleo que sacudía todo su cuerpo y le recordaba que estaba viva. Cuando sacaba a pasear su motocicleta, sentía que todo lo demás desaparecía a su alrededor y se fusionaba consigo misma. Lastimosamente el edificio en que las amigas vivían no tenía estacionamiento en contraste con la universidad y la joven tenía que estacionarse en frente de la residencia de ladrillos rojo. El cabello dejó de golpear su espalda una vez que llegó al punto final y se lo quitó. Kimiko sacudió la cabeza, cepilla la melena con una mano y se desmonta del vehículo. Abre el primer cierre y guarda el casco en su mochila. Miró el reloj de su muñeca derecha, ¡un récord! Trece minutos.

Sacó las llaves e ingresa como si nada. Halló el edificio tan poco iluminado como siempre, el olor de la humedad proviene del colmo de las bolsas de basura persistentes en el depósito y las paredes grises verdosas (moho tal vez), eran supuestamente blancas. Kimiko presionó los botones del ascensor, espera paciente a que baje. Su apartamento está en el tercer piso. A causa de que esto es CosmosXiaolin y los delincuentes moran por doquier, la puerta del apartamento de las chicas tiene dos cerrojos y una cerradura de pestillo en el picaporte.

Se abren las puertas y entra. El viaje en ascensor fue breve, salió a su encuentro con el piso. Una fina capa de mugre cubría la ventana en contraposición de las tres puertas. La suya era la del medio. El apartamento es poco espacioso, pero confortable. Keiko qué es amante del orden. Kimiko qué tiene buen gusto en la decoración. Mantienen la rutina de intercambiar quehaceres para que el espacio en el que convivían estuviera impecable. Guardó su casco y vació su mochila, luego de eso se quitó los zapatos y caminó descalza. Lo bueno de estar en casa. Aun tenía apegadas las manías de Japón, es costumbre que en casa dejar los zapatos al pie de la puerta y ponerse pantuflas, andar en medias o sin nada que cubra los pies. Repasó que es posible que estuviera dormida sin que Keiko hubiera llegado, son casi las cinco de la tarde, ¿qué podía hacer? Kimiko pensó que no sería mala idea adelantar su tesis sobre la derivación y las características principales de los códigos y sistemas cifrados por los países que prevalecen en tiempos de guerra. Un título demasiado largo quizá. Sin embargo, se dijo a sí misma que esta sería una noche de descanso y descartó la idea. Mañana podía trabajar en ella sin falta. Ayer compró rosetas en el supermercado, podría freír sus palomitas y verse una película, examinó la programación de cable y exploró las películas en los canales que ofrecían entre las siete y diez de la noche. Aburrido, aburrido, aburrido... ya había visto una y otra vez las comedias románticas de hoy, hay una de acción, pero leyó los comentarios en internet (es muy mala) y el resto son de terror sobrenatural. Arrugó la nariz. Kimiko odiaba las películas de miedo, las fiestas sorpresas y los viernes aburridos por la noche.

-Definitivamente hoy no es mí día de suerte –gruñó para sus adentros, mordiéndose el labio inferior.

Pensó en descolgar el teléfono y llamar a otro amigo, invitarlo a casa o a salir. Pero la única persona que podría estar desocupada una noche como hoy, no estaba en casa o al menos, no contestaba el teléfono. Recibió un mensaje de la contestadora y creyó que se trataba de él, fue una tonta cuando se puso hablar con la contestadora los primeros segundos, cómo él no respondió y continuó hablando sin pausas, supo que no era. Okey más nadie está disponible esta noche. Agarró las primeras cuatro revistas de una pila y ojeó las páginas rápidamente hasta llegar a la sección de crucigramas. Los había llenado el domingo pasado, al igual que los test y otras actividades. También había leído la sección de chisme y de moda. A no ser que tomara un bolígrafo negro y se pusiera a dibujar trazos de bigotes, cachos o aureolas de ángel a las personas que sirvieron de portada en las revistas; no había algo más interesante que hacer. Hacia las siete de la noche, Kimiko encendió el estéreo y escogió una música a todo volumen mientras se daba una ducha fría. Cuando se estaba vistiendo oyó el rugido de su estómago impaciente por comida. Eso quiere decir que es hora de la cena. Se acordó de que hay conservas del otro día en el refrigerador, qué bien porque ella no tenía ánimos para cocinar. Las sacaría y las calentaría en el microondas. Cuando vivía en la residencia para universitarios, no tenía que preocuparse por esas cosas hasta que se mudó al apartamento en compañía de su amiga. Keiko es vegetariana debido a su amor por los animales, lástima que Kimiko no compartía su dieta y si quería comer carne tuvo que aprender a cocinar de mala gana. Aunque es recomendable comer comida casera, a Kimiko le gustaba salir a comer en restaurantes u ordenar por catálogos. Escuchó un pitido del microondas entretanto se servía un vaso de jugo y sacó la comida precocinada del microondas.

El apartamento contaba con una barra y unos taburetes para sentarse, además del comedor: una mesa de madera circular (cuando el vendedor les mostró a las chicas por primera vez la habitación, ella lo comparó con la mesa del Rey Arturo) con un juego de sillas. La bandeja ofrecía ensalada de zanahoria cortadas en rodajas y papas al vapor, carne mechada y tajadas para completar. En cuarenta y cinco minutos serán las ocho. Supuestamente debía estar en el trabajo. Le habían dado la noche libre por un excelente servicio, bueno, no importaba si decidía no tomarse la noche libre... no le haría mal bailar un poco y ganar dinero extra. Si quería seguir viviendo en ese apartamento, tenía que pagar el dinero de la renta. Kimiko no es de las que le guste ocultar cosas, era muy sincera y abierta con sus allegados, pero temía que a Keiko le diera por un ataque de pánico en contra de su trabajo nocturno así que le dijo que servía como camarera en un pub. Nada cercano a la realidad pues que, antes de salir de su cuarto, guardaba en su bolso las prendas que usaba en su trabajo (que no eran un delantal con el nombre del pub precisamente). Una vez que terminó, arrojó la bandeja desechable y se cepilló los dientes, lavándose y haciendo gárgaras con enjuague bucal para conservar un aliento fresco. Escupió el enjuague en el lavamanos. Y luego de comprobar que estaba lista (las llaves, la ropa, el celular, el PDA, pastillas de menta, el aerosol de pimienta pues que nunca se sabe, maquillaje...), salió del apartamento con casco a la mano y montó la moto. A lo lejos se vislumbraba una motocicleta roja correr por el pavimento.

O al menos eso refería el retrovisor de su automóvil. La laptop zumbaba sobre su regazo, tenía una pestaña abierta de un documento de Microsoft Word, el cual fácilmente podría pasar por una hoja de vida: Nombre, dirección, teléfono (el de casa y el de celular), títulos académicos, aficiones y una foto. El sol acariciaba el hermoso cabello de la chica de la foto, el cual brillaba como el ébano incluso en la pantalla del ordenador y la muchacha que acaba de salir encajaba con las descripciones. Menuda y una postura aplomada, sus radiantes ojos azules miran directamente a la cámara y sus labios carnosos curvan una sonrisa en plenitud de alegría y confianza. La chica es hermosa y joven, no hay duda, del tipo de Young. Debió haber sido un buen día cuando le tomaron esa foto, el diploma de graduación en sus manos lo confirma. Se centró en el nombre en la parte superior de la página: Kimiko Tohomiko. Se frotó las sienes, parece que la jaqueca regresa con toda fuerza. Para Kimiko Tohomiko los buenos tiempos habían acabado.

-Eres la siguiente, Kimiko –susurró-. Que Jesucristo se apiade de tu alma –y aceleró...

Kimiko estacionó la moto en una discoteca. Pisó el pedal. Hay mucha clientela esta noche, contó varios coches desde la cuadra vecina. En las noches en que la disco está atestada pasa volando el tiempo. Se despojó de su casco y entró en la puerta que tiene un letrero que reza: SÓLO PERSONAL AUTORIZADO. Afortunadamente no tenía que hacerle frente al gorila que cuida la entrada de la disco. No desacertó con sus sospechas, esta noche habría propina de sobra sin excusa. Kimiko cruzó el umbral y atravesó el calor achicharrante de la multitud en la discoteca. En algunos puntos del local hay hielo seco (todo es parte del espectáculo) y el aire acondicionado está a su máxima capacidad, luces de todos los colores, servicio a la mesa, seguridad, DJ y las reinas de la pista. Siempre hay fiesta hasta el amanecer, venta de licor, música y el entretenimiento que ofrece la casa. Kimiko mantenía una buena relación con su patrona: La Srta. Kaila*, no podía asegurar que ese fuera su verdadero nombre, pero se ha portado amable y accesible con ella desde su primer día de trabajo. Aparentemente, la chica era la más joven de sus empleadas, una de las más bellas y la favorita.

-¡Hey, Kim aquí! –exclamó el DJ haciéndole unas señas. Kimiko se acercó, pero mantuvo su distancia con las cornetas. Él porque tiene sus audífonos para protegerse. La música era alta y apreciaba muchos sus tímpanos para reventarlos.

-¡¿Cómo estás, Jack?! –gritó Kimiko. Su voz se deshacía en las notas de Rain over me.

-¡Muy bien, gracias! –respondió vociferando- ¡creí que estabas en tu día libre! ¡¿qué pasó?! ¡¿la jefa te dio de baja?! –gritó él a su vez. A Kimiko le costaba como Jack podía oírla con el escándalo masivo o sin ello, sólo le había entendido porque leyó sus labios.

-¡NO ES ESO! ¡SI NO QUE ME ABURRÍ EN CASA! –rugió- ¡¿SABES DÓNDE ESTÁ LA JEFA?! –Kimiko no seguiría forzado sus cuerdas vocales por su culpa.

Jack ladeó la cabeza, señalando hacia unas mesas donde ella estaba hablando supervisando el lugar con mirada de águila. Asintió con la cabeza.

-¡GRACIAS!

-De nada, Kim.

Conoció a Jack en su primera noche de trabajo. Eran contemporáneos en edad y compartían muchos intereses en común desde la música hasta la tecnología. En una descripción, Jack es hábil. Y muy listo. Le gusta cotillear y sabe cómo conseguir que los demás cotilleen, habla sin que se den cuenta que les va sacando la lengua (a la pobre de Kim le sucedió). Lleva y trae habladurías con absoluto descaro. Un maestro de la traición y la duplicidad pero es una espina en el costado tenerlo como enemigo. Si no tiene un rumor que regar, lo inventa para entretenimiento de sí mismo. Y como es el encargado de la música y que el escenario brille técnicamente, tiene en su poder la habilidad de incrementar o apagar el sex-appeal de las bailarinas exóticas que trabajan ahí. Si una no tiene una buena relación con Jack o tuvieron un altercado por más minúsculo que sea, le corta la canción o la pone más lenta, buscando un modo de estropearle el show. Incluso es capaz de apagar la iluminación y dejarla fuera de foco. En cambio, si es del agrado de Jack (o le gusta) las ilumina oportunamente con uno que otro foco. ¿Cómo es la relación entre él y la protagonista? Bastante buena y ha sido una bendición... Kimiko le ha comentado a su jefa que: detrás de cada bailarina se esconde un Jack. Kaila, cuando era más joven, era también bailarina hasta que abrió su propio club y si bien no lo aparenta, es estricta con sus empleados. Ésta se sorprendió de ver a Kimiko.

-¡Señorita Tohomiko! ¿qué está haciendo aquí? Le había dado la noche libre, ¿qué ocurre?

-Nada, simplemente que no me apetece descansar hoy y vine a trabajar, ¿no le molesta o sí?

-Está bien, si esa es tu decisión. Ve al vestuario y vístete.

-¡Okey, muchas gracias!

Fue corriendo a arreglarse para su número de esta noche. Por suerte no tenía que pelear por un puesto, la jefa asignó a cada una de sus bailarinas "un lugar". Sé lo que están pensando ¿qué diablos hace una prestigiosa estudiante de postgrado trabajando en un indecoroso club nocturno como bailarina? Yo no sería la persona más indicada para responderla, es mejor que sea la misma Kimiko. En unos minutos estaba preparada: Una culote negra, una camisa blanca con un escote sensual en los senos y botones al frente sin mangas, un chaleco de lentejuelas dorado, unos guantes negros sin dedos, botas de tacón aguja y sombrero del mismo color con un cinturón café de cuero de adorno. Salió a lucir sus atributos, ella subió a una plataforma. Su compañero de baile era un tubo y aunque él no supiera muchos pasos de baile, era perfecto para la chica y poco a poco fue reuniendo espectadores a medida que iba "desmelenándose" y exhibiéndose en la pista justo cuando rueda una nueva canción. El DJ había puesto Gimme More de Britney Spears. Perfecto, pensó. Esa canción tenía uno de los títulos más de perra que había escuchado, pero no existe ninguna canción de la princesa del pop que no sea aclamada por los fans, los críticos y nunca sea bailada. No sería la más movida, sin embargo, es una de las más sensuales y se ajusta a movimientos lentos y suaves para "excitar", permitiéndole bailar con el tubo. Como Kim (el nombre como se había dado a conocer) era menuda le era fácil envolver su cuerpo alrededor del tubo e inclinarse hacia atrás. Admitía que cuando hacía eso, parecía que estuviera practicando la danza del vientre.

Envuelta de galanterías y la atención de algunos caballeros, gracias al oportuno de Jack que la dotó de un haz de luz blanca. Kimiko percibió que atrapó la atención de un chico especial que acababa de entrar a la disco y se dirigía directo hacia su sitio: Un moreno alto con un tenue bronceado, ancho de espaldas y torso, cejas pobladas (quizá las más gruesas que haya visto), pelo castaño obscuro brillante y despeinado, con mandíbula de estrella de cine, sus ojos verdes eran dulces con una mirada aguda y arrebatadora de aliento. De lo que la chica podía estar segura es que no aparentaba tener mucho más que ella, él era un hombre joven irresistiblemente apuesto. No sabía qué tanto, pero rara vez entraba un cliente que llamaba su atención y afortunadamente el sentimiento es mutuo. Bueno, dos de sus ex novios los conoció en el trabajo y no es por nada, pero ellos eran lindos.

Aun así había algo en él que lo hacía atractivo un no sé qué, no sabía si lo sentía ella nada más, pero fue incapaz de apartar su mirada un buen tiempo. Sin embargo, había algo en sus ojos que despertó su instinto y sin ningún motivo, la asustaron a muerte. Casi olvida que estaba bailando y pierde el equilibrio. Al final de la canción, ella le sonrió y le guiñó un ojo. Jack pasó a poner Poker Face de Lady Gaga. El hombre respondió con una sonrisa que no encajaba con sus ojos fieros, de todos modos ella se la devolvió. Él estuvo durante toda la noche, observándola detenidamente. No era una mirada lasciva (ellas las conocía) ni ardía el deseo en sus ojos, tampoco era cálido o tierno. Sólo le inspiraba un miedo terrible del que habría que alejarse.

Eran las nueve y media cuando Kim decidió bajarse del escenario y descansar, y el hombre misterioso-apuesto no se fue del club todavía. Mientras estuviera en la discoteca, sabía que estaría a salvo. Kimiko se cambió de ropa y recibió unos halagos de sus compañeras. Eso es lo bueno de trabajar aquí, hasta ahora no conocía a nadie con quien se la llevara mal. Todas respetan el trabajo de la otra.

-Gran espectáculo, Kim.

-Gracias, tú también lo hiciste bien. Por cierto, tengo que hacerte una pregunta... ¿no has visto de casualidad a un hombre joven moreno alto y atractivo, pero que también resulta un poco misterioso?

-Si estamos hablando del chico que te comía con la vista. Sí. Era bastante apuesto, yo quise invitarlo a tomar una copa conmigo para hablar, pero él no quiso... creo que sólo tiene ojos para ti –respondió otra.

-Oh –se rió nerviosa.

Pero cuando preguntó si no había notado algo raro en él. Ninguna pareció reparar el miedo y la desconfianza que sentía Kimiko. Tal vez porque no las miraba como a ella, pero estaba segura de lo que vio y no era ninguna loca. Necesito un trago, pensó. Luego de salir vestida se acercó a la barra de bebidas y llamó al barman.

-Un Bloody Mary sin vodka –pidió ella. Era su coctel favorito. Kimiko levantó una mirada y arqueó una ceja, los ojos de este barman son color miel con una tonalidad perturbadora y algo siniestra, su mandíbula es cuadrada, musculoso, los cabellos de un negro brillantísimo. Le regaló una encantadora sonrisa que permitió divisar unos deslumbrantes dientes blancos y a su vez, ella apartó los flequillos que caen en su frente- oh, ¿eres nuevo?

-Así es señorita. Comencé a trabajar el día de hoy, ya le traigo su bebida –asintió educado.

Arrimó su bolso y sacó su cartera. Tenía suficiente para pagar. Okey. Alguien se sentó a su derecha.

-Hola –saludó una voz, se volteó. Era uno de los chicos que la estaba viendo bailar. A veces cuando impresionaba demasiado a uno de sus espectadores, estos se acercaban al final. Así fue como conoció a sus ex, no se sorprendía.

-Hola –dijo.

-Te vi bailar, estuviste grandiosa –Kimiko asintió. El barman le entregó su copa, cuando iba a pagar. El muchacho sacó su cartera y la detuvo.

-No, por favor, permítame. Lo pagaré yo.

-No debes.

-Pero quiero hacerlo.

Ella sabía de memoria los típicos actos de flirteo para conquistar o impresionar a una chica, le permitió hacerlo (¿qué? Es Bloody Mary sin vodka gratis). Con todo, no quería alimentar sus esperanzas. No es de las chicas que duermen con chicos que conoce en su bar a primera vista. Se acaba de acordar de sus ex de inmediato.

-Gracias. Eres muy amable.

-No hay de qué... ¿y cómo te llamas?

Kimiko iba a responder cuando otra voz masculina detrás interviene.

-¿Kimiko Tohomiko? –miró por encima de su hombro. ¡Es el hombre misterioso!

-¿Cómo?

-¿Es usted la señorita Tohomiko? –vaciló y se mordió el labio. No todos los días conoces a personas que saben tu nombre completo. Los libros siempre describen hombres peligrosos y oscuros, ahora podía comprender el significado de esas palabras plenamente.

-Sí, soy yo, ¿y cuál es su nombre?

-Tengo un mensaje para usted –le respondió omitiendo la pregunta. Miró a su acompañante. Quería hablar a solas con la chica, pero el saber su nombre aumentó su miedo hacia él. Pese su voz era aterciopelada y dulce.

-Lo que tenga que decir, puede ser aquí. Allá hace más ruido.

-De acuerdo –asintió cerrando los ojos, rindiéndose- vengo a advertirle que está en un grave peligro, de vida o muerte. No tengo mucho tiempo, pero tiene que ver conmigo enseguida. Vamos, deja eso, (podría estar envenenado) y vente –el moreno misterioso arrojó al piso la copa de vidrio, haciéndose añicos en su más mínimo contacto e intentó coger su mano para llevársela. Kimiko se rehusó inmediatamente.

-¡¿Pero qué ha hecho?! ¡esa copa es carísima! ¡tendrá que pagarla! –exclamó escandalizado el barman. Al otro no le interesó la copa ni un poco, es más, ni siquiera le hizo caso.

-¡Mi bebida! ¡¿con qué derecho se atreve...?! No pienso ir a ningún lado con usted si no me dice de qué está hablando –dijo con aplomo.

-Prometo explicárselo detalladamente en el camino. Sin embargo, me tiene que acompañar ahora fuera de este lugar y cualquier otro, debo llevarla a uno donde esté a salvo –apartó la mano cuando volvía a agarrarla. Kimiko sacudió la cabeza.

-¡¿Está loco?! ¡le dije que no quiero irme a ningún sitio, menos si es alguien quien apenas conozco!

-Sé que suena extraño y entiendo si está nerviosa, pero tiene que hacerme caso ¿no aprecia su vida? –preguntó con voz furiosa sin perder la calma. Ella arqueó una ceja. La mano del otro chico encerró su hombro aun cuando no alzó los hombros.

-No pierdas tu tiempo con este tipo. Vámonos.

Él se la llevó lejos del hombre misterio. Sus ojos verdes resplandecían de frialdad. Kimiko no había terminado de asimilar sus palabras, pero decidió que no tenía importancia. No hay restricciones contra los locos en la discoteca. Maldita sea, ese hombre terminó de estropear lo que pudo haber sido un día divertido, puso los ojos en blanco.

Entretanto, un taxi se detiene en la residencia de las amigas. Keiko abre la portezuela y sale uniformada: Una braga negra debajo de una camisa roja, un gorro escarlata con el emblema del trabajo, zapatos de goma. Está oscuro y hace frío, la única luz a distancia es el faro en la esquina de la cuadra. Las calles están solitarias a esta hora y temió venirse caminando, así que pagó al conductor y subió las escaleras. Encendió la luz cuando llegó al apartamento y arrojó la gorra al perchero.

-¡Kimi, ya estoy en casa! ¡me dejaron salir temprano! ¡¿dónde estás?! –preguntó. Su amiga acostumbra dormir con la puerta cerrada y las luces están apagadas, ¿estuvo esperándola en la noche o quería jugarle una broma? La chica se soltó el cabello, liberándola de su cola de caballo- ¡¿Kim?! –escudriñó con la mirada, descubrió la bandeja desechable en la papelera. Vaciló y puso una mueca- ah ya entendí, ¿quieres jugarme una broma? No vas a asustarme. No caeré esta vez... ¡Kim, puedes salir!

Entró a su cuarto. Vacío. Estaba hecha la cama, el closet cerrado, no hay notas en la cocina y todo está en perfecto orden. ¿Pero dónde está Kimiko?

-¿Amiga?

-No hay testigos.

La luz del cuarto se apagó. Keiko puso los ojos desorbitados, su aliento se congeló y se dio la media vuelta, sus ojos se encontraron con otro par y exhaló un grito de auxilio. Cruzó la puerta como una fecha e intentó salir corriendo, empero fue más rápido, la atrapó y aunque luchara por soltarse, por su vida. La apretó contra su cuerpo. La hoja afilada rasgó la parte frontal de su cuello, en la arteria, despidiendo un chorro de sangre que exterminó la vida de la chica que yace ahora en el suelo...

...Esta historia continuará...


*Una moto roja... Normalmente siempre pongo a Kim sin vehículos, Dios sabe por qué pero esta es una propuesta con una chica más osada (por exigencias del propio fic, sin embargo, no se me vayan a creer que Kimiko es una especie de prostituta o algo peor, porque sigue siendo la misma y la Virgen María sigue siendo la misma aunque tenga el nombre de Guadalupe o Rosa Mística) y le obsequié una bonita moto roja. Sólo los que vieron el final de Xiaolin Chronicles como los franceses o leyeron spoliers como yo sabrán por qué le di una moto roja.

*Kaila, personaje de Xiaolin Chronicles: La princesa Kaila y la montaña de mil capas, redirigido del episodio diez. No me lo inventé.


A/N: ¡FELICÍTENME! No pregunten y háganlo, estoy de agasajos, regalos y de tortas y velitas.

...Jesucristo bendito...

Impactante final cierra el primer capítulo de mi nueva propuesta. Apuesto que sólo se me ocurrió a mí. El título del capítulo hace alusión a la doble vida de Kim, quien es la protagonista de nuestra historia: Una destacada e inteligente estudiante de postgrado, quien es la bella hija de un acaudalado empresario, y oculta un secreto, por las noches se gana la vida como bailarina en un antro (forma vulgar y alternativa de llamar a los clubs nocturnos, bares, discotecas... donde los concurrentes pueden bailar, socializar, beber alcohol y en general teniendo el entretenimiento como objetivo) quién sabe por qué. Sí, sé que merezco que me demanden, me pongan en tela de juicio, me condenen a cadena perpetua por corromper la imagen virginal de Kim, quien practica el pole dance y el table dance. Hasta ahora siempre la he puesto inmaculada (como la primera faceta), por decirlo de alguna manera; sin embargo, me lanzo a un nuevo juego con una Kimiko más atrevida y sensual para romper la rutina de las protagonistas típicas de las historias a la que estamos acostumbrados. Pero no deja de ser ella misma. Le comenté mi idea a la actriz y a ella le encantó. Luego en las demás historias podemos retomar su efigie casta y si nunca pudieron imaginar a Kim como bailarina exótica porque se trastornó. Oye amigo, no sobrevivirá a lo que queda del fic. Vaya acudir con su loquero más cercano. Debía estar inspirada en las heroínas de las historias que mencioné anteriormente al igual que los otros personajes: Melanie Prescott, Jennifer Crane, Devi Taylor y Theresa Williams. Pero no, la personalidad de Kimiko se hizo acorde a "su tema": Gimme more de Britney Spears. Señores, déjeme decirles algo: La mujer nerd ya no se viste con calcetines hasta la rodilla, camisetas de lana con cuello de tortuga, faldas extra largas, zapatillas negras, moños altos, anteojos grandes y pecas. Son tan normales como cualquiera. Qué término feo para describir a alguien que debería ser admirado por su intelecto. El fic requería una protagonista que reuniera estas cualidades (inteligente, hermosa, pero al mismo tiempo arriesgada y valiente, con un espíritu fuerte y rebelde, que no se deja vencer por las adversidades ni nadie, para nada casta...), por ende, Kimiko es así. Ojo, esto no simboliza los deseos íntimos de la señorita AliceXS de querer ser una bailarina... ¿yo? Nada de eso.

Nombres de personajes de la serie han aparecido: Jack, Kaila, Toshiro, Tomoko y la propia Keiko. Tanto el inicio como el final de este capítulo resultaron escalofriantes. ¿Alguna idea de quién es el acosador y la persona que estuvo en el apartamento de las japonesas? No, más importante aún, ¿quién rayos es ese hombre atractivo y misterioso? ¿de qué peligro creen ustedes que prevenía a Kim? Hombre, más obvia no pueden ser las respuestas. Todavía no sé que más me asustó. El final donde lo que creo que es pasó o el lema del fic: El juego más peligroso de todos empieza. Dios mío. Pronto conoceremos a más personajes e iremos entendiendo el fic. Mientras tanto hacedme llegar vuestras opiniones a través de un review: ¿qué impresión te ha dejado el fic? ¿te atreverías a seguir leyendo aun después de la primera muestra? ¿cuáles son tus inquietudes? ¿te gustaría saber qué es lo que pasará? ¿qué te parece hasta ahora esta Kimiko rebelde/inteligente? Sólo les puedo adelantar que sabrán más de este fic en la semana de arriba (porque la semana que viene actualizo el final de Hurricane): Alguien te mira. Vamos señores, de esta manera me estarían envolviendo un regalito y me alegrarían mi día especial, ¿sí? :3 ¡Nos leemos en otro capítulo, Latinoamérica!