Ahí estaba.
Desde hacía años la observaba.
Desde hacía mucho tiempo era la dueña de cada uno de los latidos de mi corazón.
Sin ella saberlo.
Sin siquiera imaginar lo que yo sentía por ella.
Años y años llevábamos en el mismo colegio.
Y ahora en el instituto también.
La amaba.
Un amor en total silencio.
Ella…
En silencio.
I
Por NaYmCo.
Una persona única para mí.
La conocía sin conocerla.
La miraba sin mirarla.
Siempre la encontraba perdida en sus pensamientos. ¿Quién será la persona en la que piensa? Muchas veces me preguntaba cómo podría llamar su atención. Llevábamos prácticamente toda la vida coincidiendo. Sin embargo, ella nunca me había mirado una sola vez. La persona más popular del instituto. Ya no sólo por sus notas, o por ser buena en los deportes.
Sino por su belleza.
Todos los chicos iban tras ella.
Moría de celos con sólo verla hablar con alguno de ellos.
Siempre llegaba alguien y le decía que tenía que hablar un momento.
Salían de clase y se iban al patio.
Yo la observaba.
Conocía todos y cada uno de sus gestos.
Sabía hasta cuando les decía que no.
Pero lo que no sabía era el porqué.
¿Por qué aquella pelirroja tan popular jamás decía que sí a alguno de sus pretendientes?
Yo… que lo sabía todo de ella.
Lo que hacía y los horarios que tenia.
Yo… que la contemplaba siempre desde la lejanía.
Deseando tener valor para acercarme y decirle aunque fuera un simple 'Hola'. Pero jamás me atreví. Sólo el pensar que posaría sus ojos en mí, me hacia morir de nervios. Y otra vez más, se negaba a salir con alguien. De nuevo entraba en clase y yo desviaba la mirada.
Sí.
Hacía como si no me importara.
Pero el peso de mi pecho gritaba lo contrario. Hasta el punto de desearla en total silencio. Era dueña de mis sueños. Controlaba por completo mi vida. No. Diréis que estoy obsesionada. Pero no. Ciertamente lo parece. No es así. Yo a ella la amo. Desde hace tanto tiempo. Perdí la cuenta de la cantidad de años. Siempre me pareció un ángel que venía a rescatarme.
Sólo que ella siguió de largo.
Vi el día que llegó al colegio.
Esa niña pelirroja con mirada brillante y alegre. No tardó en hacer amistades. Se integró por completo en solo unos días. Y desde entonces comenzó a hacerse popular. Pero el peor día de mi vida fue ese mismo en el que vivía. Ese día cuando otro chico se acercó a ella.
Y esta vez sonrió de un modo distinto.
No puede ser.
No.
Sus gestos en el patio cambiaron.
Hasta la pude ver sonrojada.
Él era Yuuno Scrya.
También el chico más popular del instituto.
Y fue entonces cuando me quebré.
Me rompí por dentro.
Cuando ella le dijo que sí.
Bajé la mirada triste deseando llorar.
Deseando desaparecer.
No podía ser. Me repetía constantemente.
Fate, deberías haberlo imaginado. Ella es demasiado popular para estar mucho tiempo sola. ¿Qué esperabas? ¿Acaso creías que serias tú la elegida? Deja de soñar de una vez. Piensa claramente. Tú eres una chica. Y ella también lo es.
Deja de creer que podías tener una maldita oportunidad.
No la tienes.
Lo peor de ese día no fue que ella le aceptara. Fue justo toparme con ellos más adelante. Y comprobar que mi corazón moría en ese momento. Fui después de la hora de gimnasia a devolverle la llave al profesor. Siempre me tocó a mí abrir y cerrar el gimnasio. Este se encontraba en la parte trasera del edificio.
Al fondo.
En una esquina.
Allí estaban.
Él.
Ella.
Se besaban.
Mi mente me jugó una mala pasada.
Mi mundo se volvió un infierno.
Perdida en mares de fuego.
De dolor.
De ira.
Me había partido en miles de pedazos.
Mi mirada.
Mis ojos.
No contuvieron mas lagrimas.
Y ellas hicieron presencia.
De lo que sentía en mi interior.
Me volví desde entonces más fría.
Más y más.
Y así pasaban mis días. Dependiendo de lo que sentía por ella. Matando mi corazón a cada segundo. Al verla junto a él. Mi dolor se extendía por todo mí ser. Cegando hasta mis sentidos.
Era tanto lo que la amaba, que muchas veces creía volverme loca. Mi peor pesadilla. Ésa que se escondía en lo más profundo de mi alma. Se estaba cumpliendo.
Se podría considerar que yo era una chica feliz, o al menos a los ojos de los demás. Después del instituto, llegaba a mi casa.
Mi rutina.
Soltar la cartera sobre la cama.
Cambiarme de ropa.
Seguir sintiendo esa presión dentro de mi pecho.
Sonreír falsamente a mi madre. Aunque ella me conocía bien y sabía que desde siempre algo me ocurría
Algo que jamás conté.
Supongo que no querría indagar demasiado. Ya que yo realmente no era su verdadera hija.
Por desgracia aprendí lo que era el dolor y la soledad desde muy pequeña.
Mi verdadera madre jamás me quiso, y a mi querida hermana no la llegué a conocer. Ésta falleció antes de yo nacer.
Finalmente mi madre también despareció para jamás volver. Y en ese momento me prometí no sentir nada más por nadie.
No me encariñaría con ninguna persona.
No dejaría que me conocieran.
No permitiría que de nuevo tuviera que perder a alguien amado.
Qué ironía.
Ahora me doy cuenta de que esas cosas son inevitables.
Al poco de quedarme totalmente sola, apareció la que ahora es mi madre.
Lindy-san siempre fue todo lo contrario a mi madre biológica.
Al ser adoptada por ella, no sólo gané a alguien realmente importante, también a un hermano, Chrono.
Ambos me han cuidado desde que yo tenía nueve años. Desde que entré en primaria. Pero pese a todo eso, hay partes de mí que aún no puedo contar. Mi corazón no está preparado para resistir el recuerdo de ese dolor nuevamente. Así que hice lo mejor que pude. Esconderlo en lo más profundo y construir una coraza.
Pero por muy gruesa que fuera.
Ella entró.
No sé cómo.
Ni por qué.
Solo sé que entró. Se coló dentro de mí, dando calor y dulzura.
Todo mentira.
Todo falso.
Ella jamás me pudo dar eso, ni tan siquiera me conocía.
Pero podía seguir viviendo solo con verla.
Y ahora… ahora ya no puedo.
Esta punzada dentro de mi corazón me está matando.
Y así seguía con mis días rutinarios.
Sentarme en una butaca cerca de la barra y ver a mi madre preparando té, era algo que me aliviaba.
"Fate-chan… dentro de poco será tu cumpleaños, ¿qué quiere mi preciosa hija?" me preguntó mi madre con una sonrisa, al tiempo que me pasaba una taza de té.
"Oh… realmente no deseo nada, mamá."
Miré aquel líquido humeante y tomé la taza entre mis manos.
"Así que, ¿ni siquiera recordabas que dentro de unos días cumples 17 años?"
Me miraba curiosa. Cierto, se me había olvidado que cumpliría años.
"Bueno…"
Desvié la mirada intentando disimular el descuido de no recordar ni en el día que vivía.
Para mis todos eran iguales. No distinguía nada diferente entre ellos.
"Creo que ya sé que te regalare." dijo mientras puso un dedo en su barbilla. La miré y no pude evitar sonreír.
Aunque triste, no podía evitar sonreírle. Ella siempre me demostró lo que era el amor. Y por ello le estaré eternamente agradecida.
"Fate, ¿vas a pasar hoy por la biblioteca del centro?"
Ése era mi hermano, él estudiaba en la universidad. Casi siempre que yo iba al centro, me pedía de algún libro. Era buen estudiante. Yo supongo que también lo era.
"Sí, claro, ¿quieres algún libro en especial?"
Me acarició la cabeza.
"Bueno, quiero que me entregues éste."
Me dio un libro raro, con la cubierta negra.
"Claro… en un rato iré."
Volvió a acariciarme la cabeza a modo de agradecimiento.
Y ya está. Mi relación con ellos no era mala, pero yo últimamente estaba muy distante. Aunque intentaba que no se notara demasiado.
Me puse la chaqueta.
Negra.
Siempre o casi siempre iba de negro.
Aquel día el negro definía mis sentimientos.
Oscuros.
Ocultos.
Distantes.
Fríos.
Bajé por las escaleras y cogí mi bicicleta. La biblioteca no estaba lejos. Y además, en primavera, se podía disfrutar de los cerezos en flor.
Era lo que más me gustó siempre desde que llegue a Japón. Ese árbol. Era hermoso.
Sus hojas iban desplegándose a mí alrededor, mientras yo pasaba por un parque.
Quería verlo más de cerca, así que me paré allí mismo.
Quedé prendaba de aquella belleza. Necesitaba evadir mi mente, al menos unos minutos, de tanta presión que sentía mi corazón.
Su nombre estaba grabado en mis palabras.
Lo pronunciaba en silencio.
Todo mi ser la llamaba constantemente.
Tal vez por ello sentí que estaba allí.
Tal vez por eso la vi allí.
Quedé sorprendida. ¿Qué hacía ella ahí?
Sí, era un parque, pero era el más desértico de todo el barrio. Nadie solía ir allí.
Pese a que era un lugar hermoso, era solitario, aún intento adivinar el porqué.
Ella hacía algo parecido a mí. Admiraba las sakuras de aquellos árboles desprenderse y caer lentamente al suelo.
Estaba sola y parecía pensativa.
O podría ser algo así como… ¿preocupada?
Bajé mi cabeza. Me planteaba si estaría bien hablarle. Pero no tenía ni una sola excusa para ello.
Me había quedado en blanco.
Miré aquel libro negro que mi hermano me había dado.
Era un libro de poesías. Yo ya lo había leído. Muchas de esas poesías las sabía de memoria. No sé por qué me quedé pensando en algo así, en un momento como ése.
"Hola… tú estás en mi instituto ¿verdad?"
Levanté la cabeza y justo la tenía frente a mí. Jamás la había visto tan de cerca. Era simplemente hermosa.
Sus ojos, azules como el más precioso mar. Llenos de chispitas de luz.
Su pelo cobrizo ondeaba con la brisa.
Aún llevaba el uniforme del instituto.
Tenía las manos a la espalda y me observaba curiosa.
No me venía ninguna palabra en ese momento. Había quedado perpleja. Y mi alma me jugó una mala pasada. Latía demasiado fuerte. Y sentía mis mejillas arder.
"Ho… Hola… Etto… s… sí, creo que sí."
Su voz, no podría describir lo dulce que era.
Mis manos temblaban y mi corazón cada vez iba más rápido.
"Harlaown ¿verdad?"
No pensé jamás que ella supiera mi nombre, y menos mi apellido.
"S…sí y tú Takamachi."
Jamás me atrevería a llamarla de otro modo que no fuera su apellido. Eso sólo pasaba dentro de mí ser. Sólo dentro de piel, que ahora, respiraba su aroma.
"Ese libro que llevas en la bici es de poesías ¿verdad?"
Lo tomé en mis manos un momento.
"Sí… yo… bu… bueno, iba a la biblioteca."
Acaricié la cubierta. Sentía los nervios dentro de mí. No sólo era la primera vez que la veía de cerca. Además era la primera vez que le hablaba.
"Este parque es hermoso, no sé por qué nadie viene aquí."
Miraba a ambos lados, mientras sonreía.
"Oh… yo también me lo he preguntado mucho."
Y la melodía de su risa hizo aparición.
Mi triste y pobre corazón se colapsó. Hasta mis pensamientos. Todo en mí dejó de funcionar, al tiempo que yo observaba como reía.
"Así que tú también vienes mucho por aquí… Yo es la primera vez que vengo."
Dejé nuevamente el libro en la bolsa.
"Vivo cerca de aquí, por eso lo conozco."
Me miró como si hubiera dicho algo extraño.
"Vaya, pues casi somos vecinas, qué coincidencia."
No. No era coincidencia, simplemente me empeñé en vivir allí. O así le insistí a mi madre cuando quisimos cambiar de casa.
"S… sí…"
De nuevo un sonrojo subió a mis mejillas.
"Pues Harlaown, ha sido un gusto conocerte. Después de tantos años y acabo conociéndote aquí, ¿no es curioso?"
Un momento.
¿Ella sabía de mi existencia?
"Yo… ¿tú sabías quien era yo?"
La sorpresa me invadió por unos momentos.
"Claro que sí, alguien como tú es difícil de olvidar."
¿Qué me estaba queriendo decir?
"¿Alguien como yo?"
Me sonrió cálidamente y creí morir de felicidad.
"Sí, aunque no lo creas, siempre llamaste mi atención… pero jamás de atreví a decirte nada. Parecía que siempre querías estar sola. Por eso nunca te hablé."
Sí, era cierto, había estado mucho tiempo intentando evitar a todo el mundo. No quería que nadie se me acercara.
"Sí… parece que lo conseguí bien… "
Bajé la cabeza pronunciando esas palabras.
"Me alegra de que por fin me decidiera a hablarte."
La miré y ella nuevamente me regaló otra de sus preciosas miradas.
"Y… ¿cómo es que estás aquí? Creía que alguien como tú, estaba siempre haciendo cosas…"
Tomó mi mano y me puse muy roja. No podía ser. Su mano era demasiado cálida.
"Sí, normalmente es así. ¿puedo ir a la biblioteca contigo?"
Parpadeé varias veces con los ojos muy abiertos.
"S… sí cl… claro…"
Mi boca empezaba a fallarme, las palabras se atropellaban por salir.
Me bajé de la bicicleta y anduvimos un trecho hasta nuestro destino.
Ella todo el tiempo hablaba sin parar. Era extraño, parecía que no hubiera hablado así con nadie. Yo como siempre me mantenía en silencio, solo disfrutaba de cada segundo a su lado.
Dejé la bicicleta en el lugar apropiado y entramos a la biblioteca.
"Me gustaría buscar un libro interesante." me susurró poniéndome más nerviosa.
"U… um" simplemente afirmé. De nuevo el calor de su mano se apropio de una de las mías, llevándome a algún lugar entre aquellos estantes llenos de historias e información.
La hice parar para adentrarnos en uno de los pasillos. Buscaba algo que a lo mejor le podría gustar.
Alcé mi mano a uno de los estantes altos y cogí un libro.
"Ésta podría gustarte…"
Sonreí lo mejor que sabia mientras me fijaba como lo miraba.
"¿De qué trata?" preguntó curiosa.
"Es una historia un poco trágica, es algo que pasó mientras ocurría una guerra."
Sus ojos se iluminaron en ese instante. Había dado en el clavo. No sabía el porqué, pero estaba segura de que le gustaría. Además era de mis libros favoritos. Lo había leído mil veces.
"Lo leeré, y te diré lo que me pareció, te lo prometo."
Mi corazón, que hasta ese momento no había dejado de latir fuertemente, comenzó a palpitar su nombre… Nanoha… Nanoha…Nanoha…
"Es…estoy segura de que te gus…gustará."
Rió por lo bajo.
"Harlaown es muy tímida."
Levanté una ceja mientras la miraba.
"Puedes llamarme por mi no... nombre si quieres."
Me sonrojé nuevamente, su voz conteniendo las letras de mi nombre tenía que ser hermoso.
"De acuerdo… gracias por este libro Fate-chan."
Ahí estaba, mi nombre saliendo de sus labios. Cerré los ojos disfrutando de cada tono al pronunciarlo.
"D… de nada…Takamachi."
Disimulaba mirando más libros.
"Llámame sólo Nanoha."
Mis dedos, que iban indicándome los títulos, pararon en seco. Podría decir su nombre, podría decirlo definitivamente en voz alta.
"Nano…ha…"
Afirmó con su cabeza.
"Nanoha…"
Me gustaba como sonaba en mi voz. Era más hermoso aun.
"Así es, me gusta como Fate-chan dice mi nombre."
Más colores llegaron sin avisar a mis mejillas. Y cómo me traicionaba mi corazón. Más que mi cabeza que lo veía todo de modo frío. Ella tiene novio, jamás se fijaría en ti, me decía. Detestaba aquellos pensamientos. No los soportaba y se notó en mi cara.
"¿Ocurre algo, Fate-chan?"
Negué con la cabeza, intentando aparentar que no pasaba nada.
Pero sí qué pasaba.
Recordé como besaba a aquel chico tan popular.
Es lógico Fate, son los populares del instituto.
Finalmente nos despedimos nuevamente en aquel parque. Mi tristeza hizo mella en mí. Verla alejándose entre flores de cerezo podría ser algo muy romántico. Había un motivo por el cual yo sentí que aquello no volvería a pasar.
Aunque me prometió que me diría que le pareció el libro, yo no quería volver a hablar con ella.
Me hacia sufrir tener esperanza.
No quería ser su amiga.
Sólo quería seguir permaneciendo en la distancia.
Y mi corazón dejó de latir nuevamente.
Sentía cierta felicidad dentro de mí que quería borrar al instante.
No. Me decía. No quiero sentir esto.
No quiero esperanzas, maldita sea.
Agarraba mi pecho adolorido.
Apretaba mis puños.
No.
Más dolor.
No.
No quería soportarlo más.
Me negaba rotundamente a aguantar más sufrimiento en mi pecho.
Mi alma se esparcía amargamente a mí alrededor.
Se deshacía como el agua entre mis dedos.
Moría a cada paso que ella daba alejándose de mí.
No podía.
No lo podía soportar.
No quería más.
No.
Me hundí al percatarme de que ella jamás podría estar conmigo.
Me desplomé al darme cuenta de todo lo que ella significaba para mí.
No podría dejar de amarla nunca.
Y sólo podía vivir entre sueños.
Imaginando que un día me dijera que siente lo mismo.
Fate, eres tonta.
De nuevo mi cabeza hizo aparición. Sí, mi cabeza siempre alerta de lo que mi corazón gritaba tan poderosamente. Hasta controlar al cien por cien mis actos. No quería sentirme feliz porque acabaría condenándome sola. Y en la distancia, y oculta me encontraba mejor.
Más protegida.
De ella.
De mí.
No quería sentir que se me iba el cuerpo cada vez que se me acercara, no quería que eso volviera a suceder. Tomé entonces una decisión.
En el caso de que ella volviera a hablarme, yo simplemente la ignoraría aunque mi alma se rompiera.
De nuevo perdida.
Otra vez ese sentimiento de felicidad golpeaba mi pecho imaginando su sonrisa.
Maldita sea Fate, no.
Ella está con ese chico y se la ve feliz. Cuando los vi juntos esa tarde besándose, se les veía felices.
Y cuánto había tardado en aparecer.
Aquellas tibias lágrimas bajaban por mi rostro.
No. No quiero llorar más.
Recordé entonces cuántas miles de noches pasé ahogada en llanto. Abrazada fuertemente a mi almohada y escondiendo mi rostro en ella. Todo para no hacer ruido. Todo para no preocupar a mi familia. Era lo último que quería. Moría de dolor por dentro a cada instante de mi vida. Cuando ella entró en mi corazón sin permiso. Ahí perdí el significado de la felicidad. Eso no está hecho para mí, me repetí otra vez. Otra más de las tantas veces que me lo decía mi cabeza.
Felicidad.
Me pregunto cómo sería sentir eso.
Llenando tú alma y tú ser.
Fate, olvídalo. No es para ti, simplemente.
Moví pesadamente mi bicicleta. Mañana de nuevo otro día en la que recibiría mil flechas a mi corazón. Unas más acertadas que otras. Pero igualmente dolorosas.
Ya en mi casa, me senté en mi mesa de estudio. Todos los días hacia igual. Pero esta vez me di cuenta de algo. No podía abrir un solo libro. Casi ni podía respirar, sentía mi sangre parada y mi corazón como una piedra. Moría simplemente con cada segundo que pasaba en soledad.
Cómo dolía.
Me dejé caer sobre la mesa. Más lagrimas. Acompañaban los quejidos de mi ser. Llamaba de nuevo a esa chica de pelo cobrizo. Cómo puede cambiar tu vida en tan sólo unos segundos. Si no me hubiera parado a mirar los cerezos, ella jamás me hubiera hablado.
Nunca.
Estaba segura de que tenía que haber sido así. Y esa alegría dentro de mí, esa esperanza de nuevo. Juraría miles de cosas que no quería aceptar. Ella siempre fue tan importante para mí, sin que lo supiera. Oculta en la oscuridad.
En la distancia, ahora…
Mi rutina cambiaba.
Y al día siguiente. Todo igual. Mis pensamientos se agolpaban al verla entrar en clase. Sólo volví una vez más a desviar mi mirada, agotada de verla en sueños.
Sentí que me observaba, pero yo no quise imitarla en ningún momento.
Frío.
Sentía mi alma congelada.
Él entró y se puso a hablar con ella. La pareja perfecta, decían tras de mi algunas chicas de mi clase. Sólo miré el cielo por los ventanales. Pensativa, deseaba volar y alejarme.
Desaparecer entre las nubes. No estar allí. No sentir aquel dolor.
Olvidar.
Era eso o nada. Y la misma nada se apoderaba de mí. Mi cuerpo la extrañaba sin haberla disfrutado nunca. Mis manos acompañaban mi cara, sirviéndome de apoyo. Desganada. Desgraciada. Así me sentía. Pero sobretodo, perdida. ¿Qué debía hacer? No podía seguir de esa manera. Desde lo más profundo de mi corazón deseaba ser una persona normal.
Pero no era cierto.
Mentira.
De nuevo mi cabeza me lo repetía.
La clase dio comienzo y yo me empecé a evadir de allí. Sin darme cuenta comencé a escribir cosas sin sentido en mi libreta. Finalmente formé otra más de tantas historias que yo solía escribir y publicar en un foro. Imagino que era el único modo que conocía de poder desahogarme, cuando el agua llegaba más arriba de mi cuello. Cuando sentía que no podía respirar, escribía.
Cada día escribía algo. Mucha gente me enviaba correos diciéndome lo bien que lo hacía. Pero a mi nada de eso me importaba. Sólo contaba mis penas de un modo distinto.
Las contaba sin contar.
"Fate-chan…"
Levanté mi cabeza. Era hora del almuerzo y yo ni me había enterado. Sólo llenaba aquella libreta de palabras. De letras. De pensamientos dolorosos. La marca de mi corazón y su nombre eran la causa.
"Ho… hola…"
Me había cogido por sorpresa, como la primera vez.
"He estado leyendo ese libro. Es hermoso. Te agradezco que me lo recomendaras."
Seria, la miré un momento.
"No fue nada…"
Ella sonrió y mi corazón parecía que se quería salir, intentando controlarlo me volví a desplomar. Él llegaba por su espalda y cogía su mano. Ella le miró de un modo hermoso.
Sentí celos.
Rabia.
Ojalá a mi me mirara de esa manera.
Estoy perdida.
Perdida.
Cerré mis ojos deseando volver a desaparecer.
"Oh… pe…perdón, tengo algo que hacer. Me alegra que te gustara el libro."
Me levanté rápidamente y salí del aula. Noté a su novio preguntar por mí. Era normal, me había pasado casi toda mi vida intentando pasar desapercibida. Y parece que lo había logrado. Nunca intenté sobresalir más que nadie. Ni llamar demasiado la atención. Si alguien se me acercaba, intentaba hacer lo posible para que se alejara del mismo modo.
No quería tener amistad con nadie.
No quería sufrir la traición.
O el quedarme nuevamente sola.
Prefería vivir eternamente entre la oscuridad y el dolor.
Así era mejor.
Otra vez sentía la pérdida dentro de mí. De nuevo la sensación de vacío y de soledad me llenaba. Era extraño, ¿cómo se puede sentir vacía y a la vez llena de soledad? Pero así me sentía.
Me volvía loca solo al verla.
Demonios.
Subí a la azotea del instituto, con la esperanza de que no hubiera nadie allí. Y así fue. Cansada de mis pensamientos y mis sentimientos, me dejé caer. Quedé sentada en el suelo apoyando la espalda en la pared. Miré mi bento. No tenía hambre. Llevaba mucho tiempo que no comía como debía ser. Mis ojos representaron siempre la tristeza. Hasta mi madre me lo dijo un día.
'Fate-chan, espero poder aliviar el dolor que se refleja en tus ojos. '
Solo afirmé aquel día. Y después he pasado mi vida intentando fingir que todo va bien. Mi niñez no fue nada fácil. El odio de mi madre y sus maltratos tanto psicológicos como físicos marcaron mi piel y mi alma.
Seguiría el resto de mi vida perseguida por ello.
Bajé la mirada al suelo. ¿Por qué debía amarla? ¿Por qué me enamoré de ella? No era justo. No lo era. Después de tantos años sólo he logrado esto.
Más heridas.
Muchas más.
Aquel día terminó, y yo sólo recogí mi cartera y me dirigí a la salida del instituto. Cambiándome los zapatos en mi taquilla, la vi. Estaba en la entrada, parecía esperar a alguien. Luego vi a su flamante novio llegar y preguntarle algo. Ella negó con la cabeza y él se fue.
Un momento… ¿él se fue? ¿Por qué? ¿No se supone que son pareja? Deberían ir juntos a casa. Aunque no sé donde vive él, ni lo que hace. Sólo sé que es famoso por estar en el club de kendo. Por dios, nunca imaginé que la chica de mis sueños acabaría con Yuuno Scrya.
Del mismo modo termine de colocar mis zapatos y cerré mi taquilla. Me quité la chaqueta, tenia calor y me desabroché el lazo, me estaba ahogando. No sabía si eran nervios por tener que pasar a su lado o qué…
"Fate-chan…"
Escuché mi nombre espaldas a mí. Su bella voz cautivo mi oído.
"…"
Me quedé sin palabras al girar y verla mirándome con esa preciosa sonrisa.
Fate, deja la esperanza de nuevo. No. De nuevo no.
"¿Podemos volver a casa juntas?"
Abrí mis ojos todo lo que daban. Yo que me había pasado el día entero evitándola. Y ahora esto.
"Etto… u... um"
Tapó su boca con la mano y rió por lo bajo.
"Fate-chan es muy mona cuando se pone tímida."
Me sonrojé en décimas de segundo. Me estaba controlando otra vez. No. No quiero ir con ella. No quiero sufrir más.
"Yo… Etto… acabo de re…"
Puso un dedo en mis labios silenciándome y sonrojándome más.
"No me des excusas, sólo quiero hablar un rato contigo. No creo que sea nada malo, ¿verdad?"
Sí, sí que lo era. Para mí era horrible el sentimiento que creaba en mí. Pero finalmente no tuve más opciones y accedí.
Comenzamos a caminar. Me sentía continuamente observada.
"¿Por qué?"
pregunté sin pensar.
"¿Por qué? ¿A qué te refieres?"
Me miró curiosa.
"¿Por qué quieres hablar conmigo?"
Sonrió y puso sus manos a la espalda sujetando su cartera.
"Porque no me gusta ver a Fate-chan sola."
Bajé mi cabeza. Era lo que yo quería, quería estar sola.
"No es necesario, me gusta estar sola."
Su sonrisa se borró.
"No puedo creerme eso. Todos necesitamos amigos."
Paré en seco y la miré a los ojos como jamás pude hacer. Como nunca había hecho. Y qué hermosos eran. Eran preciosos.
"No necesito amistades. Si quisiera las tendría. No busco nada de eso."
Puso su cálida mano sobre la mía. Y me paró el corazón al volverme a sonreír.
"Creo que a Fate-chan le pasó algo doloroso y por ese motivo quiere estar sola."
Pero… ¿de dónde salía con eso ahora?
"Eso no es de tu incumbencia, Nanoha. Y ahora perdona, tengo prisa."
Intenté esquivarla, pero sujetó más fuerte mi mano, frenando mi huida.
"El libro que me recomendaste, me dijiste que era tu favorito ¿cierto?"
¿Y ahora que tenía que ver ese libro? Su mirada me estaba asesinando el alma sin compasión.
"Sí, lo es."
Su mano acarició la mía.
"Creo que es tu favorito porque te sientes identificada con él."
Sí, era cierto. Pero no era algo que fuera a admitir. Así que sonreí falsamente.
"No. Te equivocas. No me siento identificada. Yo jamás me he enamorado de nadie."
Mentirosa Fate. Eres una mentirosa.
"Comprendo… te quería preguntar algo…"
Por primera vez sentí sus ojos tristes acariciar los míos. Intentaba mantenerle la mirada, pero resultaba muy difícil.
"Pregunta, Nanoha."
Su mano dejó un vacío en la mía. El frío de nuevo se apodero de mí.
"Estuviste toda la mañana escribiendo algo ¿verdad? Creo que te gusta hacerlo, deberías publicar lo que escribes. Hay un foro en internet. Se llama foro de escritores. Seguro que ahí puedes expresar lo que sientes, Fate-chan."
¿De qué iba esto? ¿Ella sabe la existencia de ese lugar?
"No sé de qué me hablas, yo no he estado escribiendo. Siempre hago resúmenes de lo que estudio. Por eso me verías escribiendo."
Un momento, ¿eso quiere decir que me estuvo mirando? ¿Por qué lo haría?
"Bueno, lo siento, creía que te gustaba escribir. Lo digo porque la gente que lee mucho a veces les gusta escribir. Pensé que te seria de ayuda."
Demonios, ¿Qué era lo que quería?
"Pues te equivocaste. No escribo. No me gusta."
Mentirosa. Fate mentirosa otra vez. Deja de ser así.
No, no puedo evitar ser así.
Pero la amas.
Pero no quiero esperanzas.
Pero la necesitas, quieres luchar por ella.
Pero no quiero sufrir.
Demonios.
"Entiendo. Tal vez nos podríamos dar los correos y hablar por mensajes instantáneos."
¿Por MSN? Si, así se llamaba el famoso programa, donde ponías el correo de alguien y podías pasar horas escribiéndote con esa persona.
"¿Tú… ti…tienes internet? "
Borra esa sonrisa Fate. No debes pensar que ella te hará feliz.
Cierto. La borraré. Pero me es imposible.
"Fate-chan tiene una preciosa sonrisa."
No. Demonios mis mejillas me están quemando.
"De acuerdo, te daré el correo."
Fate, aun así, no deberías. Te hará daño.
No quiero que me haga daño.
Pero lo hará. No deberías aceptar.
Cállate ya…
Mi expresión cambió a molesta.
"Esta noche conéctate y hablamos. Yo me despido aquí, debo coger otro camino."
Me quedé blanca. Me dio un papel con su correo, ni tan siquiera me dio tiempo a darle las gracias. Parecía tener mucha prisa.
Fue más que curioso. Aquel papel tenía su correo, pero en ningún momento la vi apuntarlo. ¿Es posible que ella tuviera esa intención desde un principio? Y si era así ¿por qué? ¿Qué era lo que buscaba en mí? ¿Realmente creía que yo la iba a querer como amiga? No, eso no era posible. Yo no la podría querer como amiga.
Yo la amaba.
Malditas esperanzas.
De nuevo hundida mientras la veía en la lejanía.
Agache mi cabeza más que apenada y me dirigí a mi casa. Al entrar no había nadie. A veces pasaba. Mi madre estaba ocupada últimamente en su trabajo y no podía estar todo lo que quisiera en casa. Por otro lado mi hermano también con la universidad se le veía poco.
Una nota en la encimera de la cocina, ponía que mi madre no vendría hasta dentro de unos días. Otro congreso. Si. Mi madre era una ejecutiva bastante buena, o eso decían. Dedicada a su trabajo. Así que ya era bastante normal que pasara algunos días fuera.
No se para que me pregunto qué quería para mi cumpleaños, si en realidad ni podría estar. Dentro de dos días seria y ella seguiría en ese congreso.
Mejor.
No quería ninguna fiesta estúpida como el año pasado. Malditos deseos que me hacen pedir antes de apagar las velas. Total, para que le pido nada, jamás se cumplirá.
Sonreí pesadamente mientras me dejaba caer en la silla de mi escritorio. Mire nuevamente aquel papel con el correo de Nanoha.
Demonios.
Sino la agregaba pensara que no me importa y resulta que es todo lo contrario. Pero no quería más ilusiones en mi vida. No quería caer en un nuevo infierno.
Éste con un nombre propio.
Conectando MSN…
Nombre de usuario: Testarossa_F
Contraseña: *********
Conectando…
Bienvenido/a a MSN.
Añadir amistad: Takamachi_N
Añadiendo…
Nueva amistad añadida : )
Takamachi_N está conectada. ^_^
Maldición.
Sin duda tenía prisa para conectarse. Ya me agregó y ahora debo hablar con ella.
No quiero.
Mis posibilidades de que ella sienta lo que yo son de…
Cero por ciento Fate. Parece que aún no te has enterado ¿verdad?
¡Cállate!
Pero es la verdad y lo sabes.
No quiero escucharte más.
No estás loca. Sólo soy tu conciencia que te habla. Últimamente más alto de lo que tus latidos de corazón se escuchan.
No es cierto.
Pero ella jamás podrá amarte.
Eso lo sé...
No estés triste, no es nuevo lo que ya sabes.
También lo sé, pero esta maldita esperanza…
Bórrala.
No puedo, no sé cómo hacerlo.
Sí que puedes.
No. No puedo, por dios déjalo ya…
Nanoha dice:
¡Hola! Fate-chan.
Fate dice:
Hola Nanoha.
Nanoha dice:
Me alegra que me agregaras.
Fate dice:
Te dije que lo haría ¿no?
Nanoha dice:
Sí, pero no parecías muy convencida.
Fate dice:
Bueno pues ya te añadí ¿contenta?
Nanoha dice:
Mou, Fate-chan, la primera vez que hablamos eras muy amable, ¿qué te pasa conmigo ahora?
Fate dice:
No me pasa nada, sólo es que parece que quisieras leer mis pensamientos.
Nanoha dice:
No es cierto. Pero siempre te veo sola y no quiero que siga siendo así.
Fate dice:
¿Quién te dijo que yo quería estar con alguien?
Nanoha dice:
No me lo dijo nadie, pero todos necesitamos siempre el apoyo de un amigo, ya te lo dije antes.
Fate dice:
Te diré lo mismo de antes. No quiero tener amistades. Y no quiero seguir con este tema. Ni sé porque me he conectado.
Nanoha dice:
Está bien, tranquila. Nyahaha. Yo quería saber si era verdad que no escribías ninguna historia.
Fate dice:
No sé de qué me hablas.
Nanoha dice:
Lo siento, quiero que me perdones de antemano. Pero cuando me acerqué a ti hoy, no pude evitar leer algo que escribiste.
Fate dice:
¿Y ahora qué eres, espía? Deja de perseguirme.
Nanoha dice:
Nyahaha pero no te enfades por favor, fue sin querer. Y lo que leí me pareció triste, aunque hermoso sin duda. Por eso te comenté lo del foro.
Fate dice:
No quiero publicar nada, ¿por qué te preocupas tanto por mí, eh? No me conoces, llevamos años en la misma clase y jamás me miraste. ¿Qué es lo que pasa ahora? ¿Por qué tanto interés en mí?
Nanoha dice:
Tranquila. Me preocupo porque creo que estás perdida, por algún motivo que evidentemente desconozco. Y tú piensas que jamás me fije en ti y no es cierto. Sólo que pasaron tantos años y jamás supe cómo acercarme a ti. Hasta el otro día. Me pareció buena oportunidad. Y a tu última pregunta, quiero ser tu amiga, pese a que tú digas que no te hace falta.
Fate dice:
No hay modo alguno de hacerte cambiar de opinión ¿verdad? Eres muy cabezota.
Nanoha dice:
Lo sé, nyahaha, pero Fate-chan es una obstinada.
Fate dice:
¡Yo no soy obstinada!
¿Desea realmente cerrar la sesión?
Sí.
Cerrando…
Sesión cerrada.
Te lo dije.
¡Cállate!
Te haría daño. Te lo dije.
Déjame en paz.
No puedo. Soy importante para ti. Soy la que te dice qué está bien y qué está mal. Ella jamás te amará, quítate esas ideas de la cabeza Fate.
¡Ya lo sé, y ahora cállate!
Todo era horrible. Demonios, ahora se empeñaba en ser mi amiga. Años viéndome y ahora justo ahora quiere ser mi amiga.
Bajé mi cabeza con la mirada perdida. Mis lágrimas volvían a ahogarme. Quería morir. Ese dolor no lo soportaba.
Puse la mano en mi pecho. Ya deja de lastimarme, maldito corazón.
Qué amargo es saber cuánto la amo y rendirme sin más.
¿Y qué te pensabas? ¿Qué se iba a enamorar de ti?
No. Eso ya lo sabía. No hace falta que lo menciones. Cada vez que lo haces me rompes el alma.
¿Qué alma? ¿Te refieres a esa masa horrible y negra que llevas dentro?
Sí. Sea como sea es mía. Y me la estas rompiendo.
Te equivocas, lo único que pasa es que se vuelve más negra.
No. Me levanté bruscamente de la silla y me puse a caminar por toda la casa.
Llegué a la cocina.
Necesitaba agua. Cogí un vaso con mi mano.
Descarga tu rabia.
Déjame en paz.
Eres una inútil.
Cállate.
Eres una desgraciada.
¡Cállate!
Empecé a temblar de la rabia.
Me dolía el alma.
El corazón.
Una rabia interna colmó todo mi ser.
Mis ojos aún llenos de lágrimas.
Y el vaso se rompía en mil pedazos.
Los cristales clavándose en mi mano.
Sentía como penetraban en mi piel.
Cegándome en dolor.
Miré la palma llena de fragmentos de aquel vaso. Tenía varios cortes que se veían profundos. Algunos de esos pedazos estaban clavados y el dolor se hizo insoportable.
Grité al retirar esos cristales bruscamente.
La sangre goteaba.
Bañaba mi mano entera.
Mis ojos abiertos.
Los cerré.
Qué sensación de alivio.
Sí, tu corazón no duele.
Mi corazón no duele.
Miraba como aquel mar rojo seguía saliendo rápidamente.
Demonios.
¿Y ahora qué voy a hacer?
Véndate la mano.
Sí, será lo mejor.
Debo buscar gasas y vendas.
Fui al baño. Mi madre siempre tuvo un botiquín.
Allí saqué lo necesario para curarme. Pero me dolía muchísimo.
Puse la mano bajo el grifo del agua.
Maldición, aquello no tenia buena pinta. Pero sería mejor no decir nada.
No dirás nada.
No diré nada.
Cállate.
Me callaré.
Cállate.
Ya lo sé. ¡Cállate!
Duele. Pero no duele tanto como mi interior.
Sangre.
Sí. Me había lastimado la mano. Se podían ver claramente unos cortes muy profundos que volvían a llenarse de ese líquido rojo al instante.
Demonios, esto duele de verdad.
Pero me daba igual. Cualquier dolor físico era mejor que el interno.
Según iba pasando la tarde, mi mano se iba inflamando cada vez más. La hemorragia había parado aunque las vendas estaban manchadas y debía volver a cambiármelas... Al volver a mirar la herida se veía bastante fea. Me sentía tremendamente mal. Pero no iba a preocupar a nadie. No de ese modo. No lo haría. Decidí callarme todo.
Menos a mi madre.
No se lo digas.
No se lo diré. Pero cómo lo disimulo.
Simplemente no la enseñes cuando estés delante de ella. No la querrás preocupar ¿verdad?
No. Eso no. No la quiero preocupar más. Ya tiene muchas cosas en la cabeza. Lo que le faltaba era una hija tan horrible e inútil como yo.
Ahí te doy la razón. Eres una inútil.
Esconderé esto entonces a todo el mundo. Pero ¿qué haré en el instituto? No puedo disimular algo así ¿no?
Sí que puedes, no tienes de que preocuparte, nadie se fija nunca en ti. Es lo que te has buscado siempre ¿no? Que nadie sepa quién eres.
La mano hinchada. Los cortes no eran nada agradable de ver. Más gasas y vendas. No lo podía tocar siquiera. Dolía mucho, pero me distraía de lo que sentía en mi corazón. Y eso de algún modo me aliviaba.
Me terminé de poner la venda, aunque sabía que aquello no me haría nada. Pero al menos pararía la hemorragia que volvía a salir.
Lo mejor sería ocultar algo así.
Los días siguientes, nadie notó nada. Nadie me preguntó siquiera porque llevaba aquella venda. Y en mi casa mi madre aún estaría una semana más fuera. Mi hermano casi no se pasaba, sólo a dormir. Estuve todo el tiempo evitando a Nanoha, pero parecía que ella iba a seguir insistiendo.
Pero mi mano…
Iba a peor. Últimamente me mareaba mucho. Y cuando cambiaba las vendas su aspecto también empeoraba. Tenía fiebre casi constantemente. El dolor era tan insoportable que a veces no me podía mover.
Apenas probaba bocado.
Sentía nauseas.
Y los calmantes que tomaba no me hacían nada. A cada rato iba a la farmacia a pedir algo más fuerte. Pero casi todo era igual para mí.
Me estaba volviendo loca.
Si, estás loca. Un día no podrás levantarte de la cama y te pudrirás en ella.
¡Cállate!
La peor vez fue jugando al baloncesto en clase. Cogí el balón con la mano sin percatarme, creí que me desmayaría del dolor. Y comenzó a sangrar de nuevo, manchando los vendajes.
Me empecé a marear y mi visión era borrosa.
Tuve que parar en seco.
Me había quedado blanca y noté la mirada de Nanoha sobre mí.
Me observaba desde la grada.
Yo me había agachado apoyando mi mano izquierda en la rodilla y la otra, para disimular, la dejé escondida. No quería que nadie viera cómo aquellas vendas blancas tomaban un color rojo. Mi respiración era entrecortada y la maldita fiebre me tenía agotada.
No me iba a desmayar allí. No podía. Sino descubrirían lo de mi mano y entonces preocuparía a todo el mundo.
La profesora se acercó a mí preocupada.
"Harlaown, ¿te encuentras bien?"
Se agachó para mirar mi cara.
"S…sí, estoy bien."
No, no estás bien. El dolor y el malestar es a peor y las pastillas que tomas no te quitan del todo la fiebre. Últimamente las tomas casi a cada hora y aun así no se pasa.
Me miré disimuladamente la mano. Parpadeé varias veces para intentar enfocar lo que veía. La profesora me seguía hablando pero yo no escuchaba nada.
Todo comenzó a darme vueltas, y al ponerme recta me tambaleé un poco. Sonreí no sé cómo. Y le dije que necesitaba ir al baño.
Duele.
Maldita mano, el dolor era más que insoportable.
Dolor.
Parecía que se me desgarraba.
Dolor.
Si mi madre lo ve podría matarme por no decírselo.
Dolor.
Llegué al baño casi agarrándome a las paredes.
Dolor.
¡Cállate maldita sea!
Me lavé la cara como pude. Mi fiebre no bajaba, normalmente las pastillas me la bajaban un poco, pero ya llevaba dos días y no lograba quitarla.
Sonreí irónicamente.
"Debería ir al… medico…" murmuré.
Una figura en la puerta llamó mi atención. Me sentía como si hubiera bebido alcohol.
Después de eso… mi cuerpo no aguantó más…
Y sentí como esa figura corría a cogerme.
Me había mareado tanto que había perdido el equilibrio.
No te desmayes.
Eso intento.
No te desmayes.
No quiero.
No te desmayes.
Soy fuerte, no me pasará.
"Fate-chan… ¿qué te está pasando?"
Abrí mis ojos y distinguí a Nanoha sosteniéndome.
"Nanoha… oh…na… nada, es sol… sólo que comí algo que me sentaría mal."
Pasó los dedos por mi frente.
No.
Ya estaba perdida.
"Dios mío Fate-chan, tienes mucha fiebre."
Maldita sea. Me incorporé como pude. Y aparté su mano bruscamente.
"No… déjame en paz. No me toques…"
Dios, qué dolor. No sabía qué me dolía más. Moría por ella… podría morir nada más mirándola. Para mí sería la muerte más dulce.
"Fate-chan por favor, esto no es sólo que te sentó algo mal. Y llevo estos días intentando saber qué te ocurre en la mano. Tu fiebre es muy alta. Vayamos a la enfermería."
Cerré y apreté fuertemente los ojos.
"¡NO! ¡DÉJAME EN PAZ!"
No quería nada de ella.
No.
No.
No…
Salí corriendo ni sé cómo.
Corría…
Corría…
Corría…
Sólo quería escapar…
Sólo… deseaba…
Escapar…
N/A: ¿Y qué locura es esta? Me diréis. Bueno, pues otra de mis locuras. No sé como salió este fic. No lo preguntéis. Sólo escuchaba a Nana Mizuki y empecé a escribir y cuando me di cuenta llevaba 27 páginas. Que claro, escritas de este modo parece mucho, pero no llega a las 7000 palabras. Y bueno, finalmente espero que entendáis lo que quiero decir con este fic. Espero que sí. Un saludo y hasta el próximo capi. Ah, tranquilos no se me olvida ni 7 días, ni historias cortas. Seguiré mucho tiempo aquí así que hay mucho tiempo para seguir escribiendo. ^^
