• Fandom: Axis Powers Hetalia.
• Titulo: Lealtad y prioridad.
• Claim:
Estados Unidos/Reino Unido.
• Resumen: Hay que tener las lealtades y prioridades en orden, ¿no lo crees?
• Advertencias: Ninguna.
• Notas: La historia no está basada en un evento espécifico, sino más bien en mi ligera incomodida con ver que Arthur siempre sacrifica todo por ver bien a Alfred.
• Disclamer: Hetalia pertenece a Himaruya, el resto a mí.



"En una guerra, el aliado menos confiable siempre será Reino Unido; en las borracheras de pub, será tu mejor aliado."

Austria había dicho lo primero, Prusia había completado lo segundo, y Estados Unidos no lo había creído hasta que tuvo que vivirlo crudamente, duramente. Y aún así se le hacía bizarro, como un mal sueño del que despertaría en poco tiempo.

Lo recordaba bien, aquel día había llegado especialmente temprano al trabajo, su Jefe le había llamado con urgencia, así que Estados Unidos había obedecido sin hacer muchas preguntas, sólo por el tono con que había sido exigida su presencia.

Su Jefe, en silencio mortal, le extendió una carpeta cerrada, tenía el ceño fruncido. Cuando Alfred terminó de leerla, su rostro se había ensombrecido, ¿cómo podía ser aquello cierto? Pensó en si era el "día de los tontos", pero no.

—¿Por qué? —preguntó, poniéndose serio.

—Pensé que tú podrías tener la respuesta, ¿no eres tan cercano a Reino Unido? —su Jefe le había dicho, mirándolo ceñudo. Estados Unidos no respondió, indignado. No había sido informado de nada.

Y ahora, días después, ahí estaba frente al representante del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte y su Primer Ministro. Arthur, ese hijo de puta, estaba con un rostro tranquilo y apacible, mientras su Primer Ministro informaba que, pese a no desear romper esa "valiosa" alianza, no podían continuar aquella guerra sin sentido. Las palabras exactas habían sido: "Nuestro país ha hablado, nuestra gente no lo aceptará más, no podemos ignorarlo simplemente. Lo siento, de verdad, pero es toda nuestra participación."

Y Alfred apretaba los labios firmemente, y sus puños estaban blanquecinos. No porque estuviera solo en aquella guerra, no porque su mejor aliado se hubiera ido. Definitivamente, no estaba molesto, ni indignado por eso.

—¿No tienes nada que decirme, Arthur? —le dijo, apenas se quedaron solos, y los tranquilos ojos azules de Alfred se clavaron en sus opuestos verdes, esperando ver al menos una pisca de remordimiento. No encontró nada, estaban más claros que nunca.

—El pueblo ha hablado, ¿Qué más quieres oír? —le dijo, con voz calmada y casi burlona, o al menos eso pensó Alfred—. No hay más gloria ni ganancias, sólo muerte. No lo quieren, no puedo negarme a esas voces —Arthur había sonreído brillantemente. Por supuesto que no podía negarse, y tampoco quería hacerlo—. Además, Estados Unidos, ¿no eres la Gran Potencia Mundial? Puedes hacerlo solo, después de todo, tú lo iniciaste, podrás terminarlo.

"Por supuesto" pensó Estados Unidos, con molestia que no evitó exteriorizar. Él podía hacerlo solo, no había problema alguno, simplemente no quería hacerlo. Y prefirió convencerse de que Arthur se iba porque ya no era la potencia que fue, aquella autoafirmación le dejaba un mejor sabor de boca: "Arthur se había vuelto débil, pobre y no podía costearse la guerra". Ese era el verdadero motivo de su rápida retirada, y no que realmente lo hubiera dejado de lado.

Igualmente, y contra su voluntad, aquella frase dicha por Austria y Prusia siglos atrás seguía grabada en su subconsciente: Reino Unido era su mejor aliado, pero tal vez, no sería el más confiable.

Lo último que Arthur dijo antes de marcharse se lo había confirmado: "Hay que tener las prioridades y lealtades en orden, ¿no es así?"