Disclaimer: Naruto le pertenece a Masashi Kishimoto. Di no al plagio.
Bienvenidos a mi primer ShikaHina.
Advertencia: Lemon y pareja crack. No apto para menores de edad.
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Mendokuse
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Parte 1 de 10
De flores y dolores
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La guerra ninja había terminado hace tres meses, pero el dolor de la pérdida de los seres queridos, estaba más latente que nunca. Kurenai lo entendía mejor que nadie el vacío que deja la muerte de un ser amado, por el eso quería ayudar a sobrellevar el periodo de luto por el que estaba atravesando la que alguna vez fue su joven alumna, Hinata.
Era la primera vez, desde que la reconstrucción de la aldea ninja terminó, que lograba sacarla de la gran mansión Hyuuga. El pretexto fue que necesitaba ayuda para realizar las compras de su hogar, así que la citó a la tres de la tarde en la entrada de la zona comercial de la aldea. Hinata llegó puntual y sin ningún rastro de molestia, aún cuando Kurenai sabía que su blanca piel se debía al encierro que se impuso así misma como una penitencia por la muerte de Neji.
— ¿Y has hablado con Naruto últimamente? — Preguntó la mayor.
— No, realmente no creo que sea necesario. — Respondió Hinata con pocos ánimos.
— ¿Por qué? Él dijo que podías contar con él para cualquier cosa.
La chica desvió la mirada.
— Lo dijo porque se sentía mal por la muerte de Neji... No quiero causarle molestias a nadie.
Kurenai suspiró.
— No puedes seguir deprimiéndote, sé que es difícil y que ahora no me creerás, pero te aseguro que el dolor se hará más llevadero, al punto de que podrás continuar con tu vida. — Y comenzó a llenar su canasta de frutas y verduras. — Lo que necesitas es salir un poco más de nuevo.
Hinata no dijo nada mientras Kurenai seguía con las compras. Tal vez estaba siendo egoísta, sabía mejor que nadie todo lo que sufrió su sensei cuando murió Asuma Sarutobi, la tristeza que la rodeó cuando su pequeña Mirai nació y tuvo que defenderla del clan que la reclamaba como miembro suyo para alejarla de su madre.
— Supongo que al final de cuentas si he estado causando molestias a mi hermana y ti, sensei.
Kurenai sonrió.
— Yo no lo llamaría molestias, para eso está la familia — Y le dedicó una gran sonrisa a la chica.— ¿Cómo le está yendo a Hanabi en su entrenamiento especial?
— Le ha ido muy bien, ya terminamos la parte ceremonial, ahora solamente está tomando clases con el abuelo sobre la historia del clan. — El orgullo fue notorio en sus palabras.
— Me alegro de que les vaya bien. — Pagó sus compras en el mostrador del local y marcharon de regreso a casa de Kurenai.
El camino fue más ameno, estar con la mujer de ojos rojos siempre lograba reconfortar el corazón de la joven kunoichi.
— ¿Dónde está Mirai-chan? — Preguntó la chica al ver que la pequeña no estaba en la casa con su niñera.
— Hoy fue el día libre de Chiaki-chan, así que quiso ir a visitar a Shikamaru y la dejé un rato con él. Creo que no deben tardar.
— Entiendo... — Murmuró Hinata.
Las dos mujeres continuaron en silencio cocinando, de alguna forma eso le dio un poco de paz a Hinata, pues le gustaba mucho cocinar pero en la mansión su padre no se lo permitía, decía que a pesar de ya no ser la heredera, seguía siendo parte de la rama principal y que no debía molestarse en preparar nada. Pero ella no estaba de acuerdo con ello, por lo que cuando no estaba su padre, solía ayudar a las personas que daban mantenimiento a la mansión y dar algunas clases a los niños del Bouke que no asistían a la academia.
Se propuso a ser el puente de comunicación entre Hanabi y la rama secundaria, de manera que la convivencia en el clan pudiera ser cada vez mejor. En eso ocupaba últimamente su tiempo, puesto que casi no habían habido misiones para ella y la mayoría de los chunnin.
Cuando terminaron de cocinar, Hinata se sorprendió de las grandes cantidades de comida que hubo frente a ellas.
— Etto... creo que es demasiado — Y se sonrojó. — Corté y guisé todas las cosas de la canasta... lo siento...
Kurenai se rió.
— Te veías muy concentrada. Y no te preocupes, en realidad me has ayudado mucho porque sí pensaba preparar estas porciones. — Respondió y comenzó a sacar unas cajas de bentō. — Pensaba darle un poco de comida a Shikamaru, últimamente se le ve muy delgado.
— ¿Le sucedió algo?
— La guerra, lo mismo que a todos... supongo. — Entonces Hinata recordó que ella no había sido la única que había perdido a un ser amado. El padre de Shikamaru había fallecido también en el campo de batalla.
— Shikaku-san... —
— Hai, además, hace unas semanas falleció Yoshino-san por una enfermedad del corazón y tampoco se encuentra tan bien...
Volvieron a sumirse en el silencio.
Y en mucho tiempo Hinata se dio cuenta de que había pasado mucho tiempo tras los muros de su clan. Sabía que Shino estaba estudiando para se profesor de la academia y que Kiba estaba en una misión diplomática en Iwagakure porque ellos mismos se lo informaron hace unos días, pero fuera de eso no sabía que había sucedido con sus demás colegas ninja.
— Lo siento... — Murmuró Hinata pero Kurenai la escuchó.
— ¿Por qué?
— He estado mucho tiempo lamentando la muerte de mi nii-san que no me di cuenta que mis compañeros también están pasando por malos ratos.
Kurenai terminó de envolver los tres grandes bentō y miró a su alumna.
— Está bien que lleves a cabo tu duelo, solo no te quedes para siempre en la seguridad que te dan los muros de tu clan, eres joven y tienes mucho por vivir. — Y acarició su cabello.
Hinata sonrió y se sintió mucho mejor. Kurenai-sensei sabía como ayudarla.
De pronto unos golpes en la puerta llamaron la atención de ellas. Kurenai se dio prisa en abrir y un par de manitas sujetaron sus piernas.
— ¡Mamá! Shika-oniisan dice que cada día soy más alta.
— Eso es cierto — Y su madre la besó en la frente. — Pasa, Shikamaru.
— Solo la vengo a dejar, creo que quedé exhausto. — Respondió con una ligera sonrisa.
— Bueno, entonces solo déjame darte algo.
La mujer de cabellera negra entró de prisa a la cocina y llevó hasta la entrada las tres grandes cajas con comida.
— Hinata y yo tuvimos una tarde de chicas y creo que preparamos demasiado, sería genial que pudieras ayudarnos con esto — Le entregó las cajas al chico, quien las observó muy sorprendido.
— Es demasiado también para mi.
— Bueno, si dejas que se enfríen y los metes al congelador, podrían durarte bastante días.
Shikamaru suspiró derrotado, sabía que negarse no era una opción, a menos que quisiera quedarse a discutir, pero vamos, él era un perezoso de primera así que optó por el camino fácil.
— De acuerdo, muchas gracias — Pero cuando intentaó darse la vuelta con los tres bentō apilados, estuvo a punto de tirar uno, pero justo a tiempo Kurenai alcanzó a atraparlo. — Creo que es mucho como para llevar en las manos — Murmuró el chico y Kurenai asintió un poco desanimada.
Fue entonces que Hinata comprendió que Kurenai intentaba hacer con Shikamaru lo mismo que con ella, intentaba animarlo y ayudarlo a superar su duelo. Así que Hinata decidió que era hora de que tratara de ayudar a alguien más.
— Ettoo... yo podría acompañarte con una caja, así todo llegaría a salvo. — Comentó con una pequeña sonrisa.
El rostro de Kurenai se encendió con alegría, la Hinata amable que tanto amaba acababa de regresar.
— No es necesario... — Respondió Shikamaru.
— ¿Acaso quieres hacer dos vueltas hasta tu casa? — Preguntó la mujer, sabiendo de antemano que el chico se gobernaba por la ley del mínimo esfuerzo.
— Tsk... supongo que no me caería mal un poco de ayuda. — Terminó aceptando.
Hinata se despidió de la pequeña Mirai y de su madre, pues dijo que el clan Nara le quedaba de camino a su casa. Sujetó una de las cajas y marchó tras del moreno.
Iban caminando en silencio a través de la aldea. Hinata quería conversar de algo o decir algo agradable a su compañero, pero al parecer él no estaba interesado en escucharla, ya que no reaccionaba a nada de lo que ella decía.
— Umm... el clima ha sido agradable últimamente... — Fue su último intento, pero al no recibir respuesta, decidió que haría lo que mejor se le daba: guardar silencio.
Pronto llegaron al portón del clan Nara, Hinata nunca había entrado pero le pareció un sitio acogedor, lleno de flores por doquier. Caminaban sobre un sendero de piedras que conducía a la casa principal del lugar cuando de pronto una voz llamó al chico.
— Shikamaru-sama — El aludido volteó e hizo un reverencia al hombre. Hinata lo imitó aunque nunca antes había visto a esa persona.
Se trataba de un miembro de consejo del clan Nara.
— Buenas tardes. — Saludó Shikamaru e hizo una breve reverencia.
— Solo quería informarte que la ceremonia se ha adelantado, en cinco días se hará. Esperamos con ansias el día. — Hizo una reverencia y se marchó.
La chica no entendía nada pero el rostro compungido del Nara le dijo que era algo malo.
— ¿Sucede algo? — Preguntó ella con voz queda cuando llegaron a su casa.
— Son cosas del clan.— Respondió cortantemente mientras colocaba las cajas en el suelo para abrir la puerta.
— Bueno, por lo menos me respondió ésta vez — Pensó ella mientras entraba tras de él.
La casa estaba descuidada y llena de polvo y olía un poco a humedad, lo que decía que no había abierto las ventanas en muchos días.
— Deja la caja en la mesa, yo me encargo de congelarla después.
La joven asintió e hizo lo que le indicó el chico y así fue como notó que había en el suelo unos pedazos de tazas rotas. Así que se agachó y comenzó a recoger los pedazos para evitar que con la poca iluminación dentro de la casa se fuera a cortar alguien.
Se tomó su tiempo, iba colocandolos uno a uno sobre un pañuelo que siempre traía consigo. El pañuelo era blanco, con la imagen de un petirrojo y dos 'H' bordadas en un esquina con hilo violeta.
Cuando terminó, se puso de pie y buscó con la mirada al chico, quien se encontraba comiendo de uno de los bentō.
— Recogí esto, alguien podría pisarlo en cualquier momento. — Mostró los trozos de cerámica.
— No era necesario, de cualquier forma mañana habrán más. — Respondió con aburrimiento.
Hinata dejó el pañuelo en la mesa.
— Son tazas de ceremonia de té... Shikamaru-kun, ¿Van a nombrarte líder de tu clan? — La fecha que mencionó el hombre que vieron hace un rato, Shikamaru era el heredero de su clan y las tazas tan particulares en ese estado...
— Siempre supe que eras una chica muy lista.
— Estuve ayudando a mi hermana a prepararse para su ceremonia de nombramiento. Imagino que todos los clanes tienen rituales parecidos.
— Un poco, pero es bastante problemático lidiar con la ceremonia del té. En general me las arreglo bastante bien leyendo los pergaminos del clan.
Shikamaru se recargó en la silla y cerró los ojos con fuerza. Hinata observó su tez pálida y ojerosa.
— Por eso Shikamaru-kun está tan estresado.
— Siento si he sido un poco cortante, es solo que no tengo mucha paciencia últimamente. — Pasó una mano por su cara, en un vano intento de no sentirse tan agobiado.
Hinata se quedó en silencio. Parecía que Shikamaru lo estaba pasando bastante mal y a decir verdad ella no tenía algo pendiente que hacer ese día más que regresar a su casa a leer y pensar en la culpa que sentía por la muerte de su primo. Miró la casa y pensó que el chico no conseguía completar la ceremonia porque necesitaba estar calmado y en un ambiente mejor.
— Si quieres puedo ayudarte con la ceremonia. He estado ensayando mucho y seguro puedo apoyarte.
Él abrió los ojos y la miró de pie del otro lado de la mesa. Suponía que Hinata no sería escandalosa como Ino y que como antigua heredera, sabría la manera correcta de hacerlo, sonaba a una buena idea.
— Apreciaría mucho tu ayuda. Al parecer solo tengo cuatro días. — Recostó su cabeza sobre la mesa.
— Entonces vendré mañana temprano a las 10, ¿Está bien?
— Sí, solo toca y te abriré.
El silencio los envolvió, Hinata no sabía qué decir o si era necesario hacer algo más, así que se marchó en silencio, dejando al chico solo en el lugar que alguna vez fue su hogar.
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Día 1.
— Shikamaru-kun debe agitar con un poco menos de fuerza. — Decía la chica. Estaban sentados en el dojo de la casa del Nara, de rodillas frente a frente, mientras una pequeña mesa de madera los separaba.
— Pero no tan lento que queden grumos... — Murmuró él con fastidio. — No puedo. — Y dejó a un lado la taza que servía para mezclar el té ligero.
— Lo haré de nuevo para que veas mis movimientos, no desesperes o se agriará el té.
Shikamaru alzó una ceja ante el intento de chiste por parte de la joven.
El día anterior creyó que sería una buena idea que la chica de ojos perla lo ayudara, pero al contrario, se sentía más estúpido cuando ella le mostraba cómo se hacían las cosas y él no conseguía emular sus movimientos. Pero no solo lo desesperaba eso. Cuando llegó más temprano, apareció vestida con un sobrio kimono gris, una canasta de flores y un juego de té de vidrio transparente.
— Es para que puedas ver los cambios que sufre el té mientras lo preparas — Fue la respuesta que ella le dio cuando le dijo que usaría ese juego de té.
Todo hubiera estado bien hasta ese punto, sino fuera porque ella le pidió que primero limpiaran el dojo y que después de eso, él fuera a colocarse un Hakama, una especie de pantalón amplio que en la antigüedad utilizaban los samurai y que hoy en día era parte de la vestimenta ceremonial de los hombres.
Sí, sabía que el día de la ceremonia tendría que hacerlo, pero en esos momentos se sentía demasiado estúpido como para pensar en otra cosa.
Mientras ella volvía a preparar la mezcla de té, Shikamaru recordó las flores.
— ¿Para qué son? — Preguntó con una mezcla de cansancio y curiosidad.
Hinata sonrió y aquello le causó un pequeño molestar al chico.
— Son para hacer Ikebana.
— Esa es una habilidad que se le enseña a las niñas en la academia. — Sin querer fue un poco hostil al decir eso, pero la sonrisa en el rostro de ella no desapareció.
— Para que una ceremonia de té sea lo más auténtica posible, tú como el anfitrión debes de tener conocimientos sobre los diferentes tipos de té, sobre la ropa, la caligrafía, el Ikebana, la cerámica o el material del que estén echos tus utensilios, debes saber qué inciensos usar en qué época del año y otras cosas. — Era la primera vez que Shikamaru la escuchaba hablar sin tartamudear y de manera tan larga y tendida. — Pero es imposible que domines todas esas cosas en cinco días — De pronto se sonrojó. — A mi aún me faltan muchas cosas por aprender y llevo haciendo ceremonias desde que tengo memoria.
— Entonces si es imposible... de nada sirve intentarlo... — Dijo con molestia, de verdad preferiría dormir en vez de estar ahí.
— Yo me haré cargo del resto, Shikamaru-kun solo debe encargarse del té. Traje las flores solo para saber si coinciden con la flora que hay en los terrenos Nara y saber cómo pediré que sean los arreglos para el día especial.
Excelente, ahora Shikamaru se sentía más estúpido por no conseguir hacer bien la única cosa que debía hacer.
Estaba acostumbrado a que lo llamaran genio y que todo saliera de acuerdo a sus planes, pero desde la muerte de su padre las cosas solo se habían estado saliendo de control y eso lo tenía abrumado. No había pedido ayuda antes porque sí, antes que nada estaba su orgullo. Shikamaru Nara sabía que tenía un gran orgullo a pesar de su apariencia desfachada y simple.
Si iba con Ino y le pedía ayuda, ella no se negaría, pero se lo recordaría por el resto de su vida y la verdad no tenía ánimos para andar lidiando con eso. Chouji no era una opción porque estaba igual o más perdido que él, pero su amigo no tenía prisa en aprender estas cosas, sus padres seguían vivos y poco a poco lo irían introduciendo al liderazgo de su clan. Tal vez estaba un poco celoso de su mejor amigo y por eso tampoco había acudido a él.
Pensó en hablar con Kurenai-sensei, pero justo ahora venían a adelantar la fecha de su ceremonia de asignación. Ya se sabía la historia de su clan, tenía un alto dominio del jutsu del clan y hace poco Rokudaime-sama le había ofrecido el puesto de consejero de Hokage, todo iba bien en ese aspecto. Solo no sabía cómo hacer la ceremonia de té que formaliza su nombramiento. Y por eso estaba ahí, vistiendo un hakama y tratando de entender cómo le hacían las pequeñas manos de Hinata para hacer que el té oliera tan bien.
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Día 2.
No había conseguido dormir nada. El estrés de su nombramiento y las pesadillas que aún tenía sobre la muerte de sus padres lo tenían en vilo.
Cuando llegó la chica con su ropa habitual pero con una yukata en una mano y más flores en la otra, supo que algo malo se avecinaba.
Y así fue.
— No puedes llevar a cabo la ceremonia porque no tienes paz interior. — Hinata lo miró.
— No me había percatado — Respondió aburrido. — ¿Qué sugieres?
— Que limpiemos la casa. — Sonrió. — Si logramos cambiar las malas vibras que la suciedad y el polvo traen consigo, quizás puedas lograrlo.
— No — Respondió sin pensar. — No tengo tiempo que perder en eso.
— Entonces por lo menos yo limpiaré la sala, mientras Shikamaru-kun intenta preparar el té ligero.
No le gustó la idea pero aceptó. Si estuviera de ánimos sin duda hubiera limpiado antes, pero no tenía ganas de hacer nada, solo estar tirado en el césped viendo las nubes pasar. A veces pasaba por su cabeza el hecho de que tal vez estaba deprimido y por eso se había vuelto tan huraño, pero pensaba que se merecía ese descanso. No es como si echara su vida por la borda por unos meses de no hacer nada.
Mientras intentaba mezclar el té, observó a la chica ir de un lado a otro limpiando el suelo, desempolvando los muebles y abriendo las ventanas de la sala. La sala no era tan grande como la de la mansión Hyuuga, por lo que terminó pronto.
— ¿Dónde podría cambiarme? — Preguntó cuando estuvo lista para continuar con las lecciones de té.
— Sí quieres aquí, iré a la cocina por algo de comer. — Se puso de pie tratando de no pisar la tela de su hakama.
— Hai — Respondió ella mientras el chico cerraba la puerta corrediza. Ni loco dejaría que la Hyuuga y su obsesión por la limpieza vieran el estado del resto de la casa.
Llegó hasta el refrigerador y sacó comida de una de las cajas que le dio Kurenai. Sonrió un poco. Al parecer la mujer de ojos rojos estaba preocupada por él y se lo agradecía.
Se sentó y comió en silencio. Después de un rato, creyó que ya había pasado suficiente tiempo para que Hinata se hubiera cambiado, por lo que se dirigió al dojo. Antes de abrir pudo apreciar la silueta de la chica a través del papel que cubría la puerta corrediza. Al parecer se tomó menos tiempo del pensado, porque se notaba que ella estaba desnuda. Podía ver sus generosos pechos moverse al unísono con cada movimiento que ella hacía. Ella estaba de perfil y su sombra dejaba todo y nada a la imaginación.
De pronto el corazón de él comenzó a desbocarse. Como maestro de las sombras, se sorprendió apreciando por primera vez la sensualidad de una figura negra. Detalló como ella alzaba sus brazos para tomar su cabello y comenzar a amarrarlo en una coleta alta. Su cuello fino, su pequeña nariz y esos labios que al parecer estaban entreabiertos como pidiendo un poco de atención.
Observó cada movimiento que hizo, la gracia con la que se colocó la yukata y las vueltas que le dio al obi para ocultar sus grandes senos. De pronto un dolor en su entrepierna lo despertó del letargo en el que estaba sumido y se movió de regreso a la cocina.
Se echó agua fría en el rostro para tratar de apaciguar sus demonios internos.
— ¿Shikamaru-kun? — La dulce voz de ella hizo acto de presencia en la cocina.
— ¿Estás lista?
— Hai.
— Voy — Fue lo único que se le ocurrió decir.
Ella asintió y regresó al dojo, sin saber el caos que había en el cuerpo de chico.
Se sentaron igual que el día anterior, pero esta vez el Nara intentaba no ver a la chica para nada.
— Shikamaru-kun, por favor ponga atención al movimiento de mis manos, debe batir de manera firme y cuando esté seguro de que no quedan grumos ni pedazos de hierbas, debe vaciarlo al pocillo, donde debe hervir por cincuenta segundos... — Pero Shikamaru ya no la escuchaba. Cuando le pidió que viera sus manos, irremediablemente dirigió sus ojos a su cuello, el cual seguía libre, pues su cabello continuaba amarrado.
Por primera vez dio gracias de estar usando un Hakama, pues de esa manera no sería evidente que cierto individuo buscaba hacerse notar.
— Genial, ahora debo añadir un distractor más a mi mente, como si no me la pasara todo el tiempo pensando... — Pensó con cansancio.
— Solo cincuenta segundos... — Exclamó Hinata y con ello alertó al Nara de que su mezcla se estaba derramando.
— ¡No puedo! Prefiero mil veces idear un plan de batalla que hacer té, es demasiado problemático. — Explotó el Nara.
Hinata lo observó en silencio y suspiró.
— Podemos seguir mañana. — Respondió de manera dócil. — Traeré unos pergaminos de caligrafía que puede colgar en el sitio de la ceremonia y también la comida que servirás con el té.
Se puso de pie y comenzó a recoger los utensilios.
— ¿Por qué haces esto? — Preguntó Shikamaru — Ni mis amigos soportan estar a mi alrededor cuando estoy así de estresado, ¿Por qué te esfuerzas?
— Porque eres un amigo, y necesitas ayuda — Respondió, "Y yo necesito ocuparme para no culparme con lo sucedido con Nii-san" pensó.
— No debes ser tan gentil Hinata, deberías tener más carácter como Ino o Sakura.
Ups. Golpe bajo.
— Es cierto. — Respondió de manera seca, tomó su ropa, la guardó en una bolsa y se dispuso a marcharse de aquel lugar, pero entonces él la sujetó de la mano, deteniéndola, pero ella no volteó a verlo.
— Lo siento, no debí decir eso — Él mejor que nadie sabía lo dañinas que eran las comparaciones. Ella siguió sin verlo y tampoco respondió nada. — Soy un idiota, pero por favor, dí algo.
Ella exhaló.
— S-solo olvídalo... — Y retomó el camino a la salida, pero entonces él habló.
— Pero sabes, alguien podría abusar de ti, no seas tan amable con todos. — Contempló su cuello y antes de que pudiera razonarlo, estiró su mano para tocarla. — Pero agradezco que me ayudes con esto.
— ¿Qué...? — Ella sintió cómo él acariciaba con su pulgar un contorno de su cuello, aquello causó que su cuerpo se estremeciera.
— Supongo que es una suerte para mi que seas tan amable. ¿Vendrás mañana?— Retiró su mando un poco confundido pero tratando de disimular lo ocurrido.
Ella asintió sin saber qué más decir. Shikamaru se hizo a un lado y le permitió salir, así que cuando ella ya se hubo marchado, encontró que su corazón estaba latiendo muy acelerado.
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Día 3.
A la mañana siguiente, llegó Hinata muy sonrojada y con un par de pergaminos, iba vistiendo una yukata verde.
— Buenos días — Saludó de manera seca cuando el Nara le abrió la puerta.
— Pasa... — Pensó en que debía disculparse por haberse acercado más de la cuenta el día de ayer, pero la verdad es que su noche fue igual de mala que las anteriores, además de que solo le quedaba ese día y otro más para hacer bien ese ridículo ritual.
— Hoy vamos a practicar toda la ceremonia, paso por paso porque ya te los sabes, es cosa de práctica. Ayer el té estaba mucho mejor que el primer día, el único problema fue que hirvió más tiempo del necesario y se derramó.
Él no respondió pero Hinata notó que no estaba usando su Hakama.
— Shikamaru-kun, es necesario usar la vestimenta correcta.
— Ayer se ensució y lo lavé para que esté listo para el gran día — Lo último lo dijo con un poco de sarcasmo.
Ella suspiró.
— Shikamaru-kun, alto. — Dijo Hinata antes de que entraran al dojo. — No consigues preparar el té de manera adecuada porque no tienes ni la experiencia ni paz. Las ojeras de tus ojos ya casi se comparan con las que tenía Kazekage-sama en los exámenes Chunnin. — Tomó su manga no sin bastante pena.— Vamos al patio, quizás ver un poco las nubes te ayude un poco.
Quiso negarse y decirle que tenía poco tiempo, pero el roce de su mano lo estremeció igual que el día anterior, por lo que se dejó arrastrar en silencio al patio de su casa.
Ella se dejó caer en el verde césped y él se quedó de pie a su lado.
— Se siente mucha paz en este lugar.— Parecía que el patio era el único lugar bien conservado de la casa.
— Mis padres pasaron mucho tiempo aquí, supuse que cortar el césped sería adecuado.
Ella sonrió, de pronto todos los nervios que le ocasionó su cercanía el día anterior se habían ido.
— Mamá también dejó un jardín, el cual cuido todos los días.
— Siento si fui muy brusco ayer, no estoy en mi mejor momento, sin duda alguna.
— Lo sé. Es difícil pero no imposible... — Y le hizo una seña para que se sentara a su lado, cosa que él hizo. — Necesitas dejar tu mente en blanco, una vez que lo logres, podrás sentir la calma que provee el té caliente. Entonces podrás transmitir la hospitalidad que quieres brindar a tus invitados, o en el caso de tu ceremonia, si lo haces con calma podrás demostrarles el respeto que sientes por las tradiciones de tu clan y por los miembros de tu consejo.
Shikamaru parpadeó, no había visto de ese modo la ceremonia, creía que era solo otro ritual ancestral pero de alguna forma vino a su mente cuando su padre le dijo que aún le faltaba crecer pero que tenía lo necesario para ser un buen sucesor suyo, que con el tiempo adquiriría la madurez de un líder. Inesperadamente las manos de ella hicieron un pequeño gesto en su regazo, como invitándolo a recostar su cabeza ahí.
— Quizás dormitar un poco te pueda ayudar. — Fue lo único que dijo ella mientras desviaba su mirada un poco avergonzada. Aquello se le antojó tierno, por lo que decidió aceptar su oferta.
Se recostó en su regazo y pudo ver directamente el cielo azul. Mientras el tiempo pasaba y sentía una suave caricia en su cabello, logró dormir un poco y cuando despertó por el canto de una aves, decidió no moverse y se quedó ensimismado viendo las nubes pasar. También miró desde su posición a la Hyuuga dormitar un poco, mientras una ligera briza alborotaba sus suaves cabellos negros pero con destellos azules.
Entonces él pensó que no era justo que tuviera que llevar solo sobre sus hombros cargas tan pesadas como el ser líder de un clan... ¿Por qué no podía dejar eso en manos de otra persona tal como lo hizo Hinata? Ella se veía tan apacible y confiada, parecía inmune a los estragos que causó la guerra. Seguía siendo amable y gentil...
La falta de sueño a veces nos lleva a cometer locuras y Shikamaru lo comprendió ese día. Tiempo después sabría que ese momento fue el punto clave en que todo en su vida se volvió más complicado de lo que deseó alguna vez.
— Hinata... — La llamó suavemente mientras alzaba una mano para tocar su rostro. — Hinata...
Ella abrió los ojos y se sonrojó ante la cercanía que había entre sus rostros.
— Lo siento... No debí quedarme dormida — Ese día estaba particularmente cansada porque la noche anterior se la había pasado entrenando con su hermana para que tuviera tiempo de estudiar con su padre en el día.
— Está bien... Solo quería decirte que me siento listo... — Se levantó y comenzó a sacudir sus pantalones. — Pude dormir un poco.
— Creo que podrías descansar más si terminas la ceremonia del té y lo bebes caliente. — Dijo imitándolo y poniéndose de pie y caminando tras de él hacía el dojo.
Llegaron al dojo donde estaban puestos todos sus utensilios y retomaron el ritual. Ella sonrió contenta al ver la concentración reflejada en el rostro de Shikamaru, al parecer había conseguido tranquilizar un poco su mente y estaba removiendo de forma tranquila la mezcla de té ligero. Observó la manera en que lo puso a hervir, y que cuando estuvo listo, lo tomó con cuidado de no quemarse.
— Ahora, cuando lo sirvas, gíralo tres veces y dámelo... — Decía la joven pero al parecer la taza estaba demasiado llena, por lo que al momento de girarlo, se derramó, quemando las manos del chico.
— Tsk — Soltó la taza ante el calor del líquido, dejándola caer, aunque por suerte no se rompió. Se sentía muy frustrado.
Hinata adivinó su sentir, así que se dio prisa en actuar.
— Ya casi lo logras, solamente sirve un poco menos. — Sugirió ella mientras tomaba un pañuelo blanco que estaba guardado en su yukata y se ponía de pie para acercarse a él.
— No lo creo... — Murmuró mientras sentía el suave tacto de las manos de ella sostener sus dedos un poco sensibles por el té caliente, entonces su corazón volvió a latir fuertemente mientras su mente volvía a sumirse en la indecisión.
— Todo saldrá bien — Dijo ella, — Yo creo en Shikamaru-kun.
Eso fue suficiente para que el caos que lo inundaba se volcara hacía ella, más precisamente en sus labios.
— ¿Su-sucede algo? — Tartamudeó ante el creciente nerviosismo que la cercanía con Shikamaru le ocasionaba.
Entonces él se acercó y la besó. Fue un beso torpe, porque Shikamaru jamás había hecho aquello y mucho menos ella, quien se quedó congelada de la impresión.
— De-detente — Hinata lo empujó lo suficiente para poderlo ver a los ojos. — ¿Por qué lo haces?
Pero no recibió ninguna respuesta, porque el chico se dio cuenta del error que había cometido dejándose llevar, pero con solo pensar que ella estaba ahí sólo por él aún cuando él mismo había tratado de alejarla igual que a todo el mundo, decidió que sería egoísta. Siempre regía su vida con forme a la lógica pero estaba tan cansado que deseó por una vez ser un chico normal y dejar que sus instintos tomaran el control.
Hinata tembló ante la cercanía que había entre ellos, trató de alejarlo pero estaba en una mala posición, si tan solo pudiera empujarlo quedaría libre, pero antes de que pudiera hacer algo, los ojos negros se clavaron en los perla de ella y entonces comprendió que él se sentía solo y confundido... igual que ella.
Así que rompió la tensión de sus brazos y cerró los ojos, gestos que él tomó como su permiso y la volvió a besar, encontrando una respuesta en sus labios, torpe y temblorosa, pero hambrienta de también saciar el vacío que sentía en su vida, por lo menos durante un momento.
Shikamaru la acostó en el piso de madera del dojo y comenzó a desatar los nudos del obi, mientras sus labios besaban el delicioso cuello que había vislumbrado el día anterior. Las manos de ella tampoco estuvieron quietas, arañaba la espalda de él, como en búsqueda de un sitio firme del cual sostenerse.
Cuando por fin pudo desatar la yukata, quedó embelesado con la suave piel que encontró solo cubierta por su ropa interior. Hinata se sonrojó y trato de cubrir su desnudez, pero él solo atinó a quitarse su playera y regresar a besar y lamer cada rincón de ese cuerpo tan bien desarrollado.
Los gemidos se empezaron a escuchar y entre tantas sensaciones, ella le ayudó a quitarse la playera y a desatar su pantalón, mostrando que estaba casi listo para entrar en cualquier momento.
— Yo... — Intentó decir ella, pero él la calló con un beso, mientras comenzaba a acariciarla para que la primera vez de ambos fuera lo menos dolorosa posible.
Los nervios de ella se incrementaban a cada segundo, conforme sentía que entraba, apretaba más el abrazo en el que tenía al moreno y contuvo la respiración esperando algo que no conocía y que no volvería a sentir. En cuando sintió que se rompía con un 'click' la barrera que detenía el avance del miembro de Shikamaru, dejó escapar una lágrima pero no dijo nada. No estaba siendo nada placentero como oyó que decían unas mujeres en las aguas termales.
Le gustaba cuando besaba su senos, cuando acariciaba su espalda y la tocaba en lugares que nunca nadie lo había hecho, pero la penetración le había dolido, y cada estocada ardía sin disminuir ni un poco. Por el contrario, Shikamaru tenía la mente en blanco, la sensación de estrechez era nueva y el calor que había en ella lo sobrecogía. Se sentía atrapada, pues él estaba completamente sobre ella, pero aunque hubiera podido moverse, no habría logrado mucho, porque sentía dolor en una nueva parte de su cuerpo del que nunca había sido consciente.
— Voy a venirme — Escuchó que decía él, y luego de varias estocadas salió de su interior y derramó su semilla a un lado, en el piso.
Ambos jadearon, él por el cansancio de llevar todo el ritmo y ella por todo lo que trató de aguantar. Fue recién entonces que la mente del chico comenzó a trabajar y se dio cuenta de lo que había hecho. De alguna manera la había usado para satisfacerse así mismo, sabiendo que ella era gentil y que era casi imposible que se negara a tener relaciones sexuales con él. La había coaccionado aún cuando sabía que probablemente ella nunca había hecho eso antes. Había querido desquitar con ella todos los demonios que lo atormentaban por dentro.
— ¿Estás bien? — Lo mínimo que podía hacer era ver que estuviera bien.
Ella se quedó en su lugar, calmando su respiración y tratando de taparse con la tela de su yukata.
— Eso creo... fue muy raro.
Shikamaru suspiró de alivio, al parecer estaba bien.
— Voy a limpiar esto. — Murmuró él y ella se sonrojó al verlo caminar desnudo en busca de papel.
Se dio prisa en limpiar el semen y la sangre del piso. Después le ofreció un poco de papel para que se limpiara.
— ¿Puedo pasar a tu baño?
— Claro, la primera puerta a la izquierda en el pasillo.
Y se marchó con toda su ropa en manos. Estaba muy sorprendido con la actitud de ella. Creyó que lloraría o le reclamaría algo, pero en cambio estaba serena e intentaba sonreír.
Cuando regresó, ambos se encontraron totalmente vestidos y sin que ninguno de los dos dijera nada, llevaron a cabo la tan ansiada ceremonia de té, para después despedirse sin decir nada y con una breve reverencia.
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Día 4.
Al día siguiente Shikamaru no esperaba que Hinata regresara a ayudarle, en primer lugar porque el día anterior había conseguido completar la ceremonia y en segundo lugar por lo sucedido entre los dos.
Tan solo de acordarse un escalofrío lo recorrió por completo, había sido muy estimulante y sin duda había conseguido calmarlo al punto de que pudo hacer bien cada paso en la preparación del té. Ella tenía la razón cuando le dijo que no podía lograrlo por que le faltaba tranquilizarse.
Se levantó de la cama y bajo a calentar un poco de comida. Mientras terminaba de desayunar, un par de suaves golpes se dejaron escuchar desde la puerta. Sorprendido abrió y frente a él vio a Hinata vistiendo una bonita yukata de color azul cielo y traía consigo una gran canasta.
— Hola — Saludó con un enorme sonrojó adornando su rostro.
— Hey — Saludó y se quedó parado en su lugar.
— Traje la comida que debes servir mañana. Los pergaminos con caligrafía se quedaron ayer en el dojo y le pedí a Ino-chan los arreglos de ikebana, así que los traerá hoy en la noche.
Shikamaru se sorprendió de que Hinata hubiera arreglado todos los detalles de su ceremonia de nombramiento, supuso que si su madre siguiera con vida, quizás ella hubiera sido quien se hubiera hecho cargo de todo ello. Tal vez ser gentil era una fortaleza en vez de una debilidad en ella.
Algo se removió en su pecho, hacía mucho tiempo que nadie se preocupaba por él de esa manera tan inesperada e íntima.
En cambio, Hinata supo que hizo mal en ir, se dijo que debió enviar las cosas con Ino-chan, pues Shikamaru se veía incómodo y no la invitaba a pasar. Siendo honesta, ella misma se preguntaba qué hacía ahí.
— Bueno — Le puso la canasta en sus manos — Te deseo mucha suerte mañana, Shikamaru-kun, serás un buen líder para tu clan.— Le dijo sinceramente y retrocedió con toda la intención de marcharse, pero cuando dio la media vuelta la mano de él la detuvo.
— No creí que vendrías hoy — Dijo sin soltarla. El sonrojó de ella aumentó y bajó la mirada.
— Tampoco sabía si venir, pero no podía dejar solo a Shikamaru-kun, mañana será un día muy importante.
El chico sonrió.
— En realidad gracias a ti he podido descansar un poco mejor— Se apartó de la puerta para dejarla pasar.— Supongo que ella no es tan problemática — Pensó mientras aspiraba el suave perfume floral que quedaba a su paso.
Y en cuanto cerró la puerta, la atrapó entre sus brazos y se entregaron de nuevo, pero esta vez en la cama de él.
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Cuando terminaron exhaustos, quedaron acostados boca arriba, jadeando y tratando de recuperar el aliento.
— Hay algo que me estoy preguntando... — Dijo mientras cubría el cuerpo de ambos con las sábanas azules de su cama. — ¿Estas bien con esto? ¿Estás molesta conmigo?
Su característica mente curiosa estaba regresando lentamente.
— Yo no estoy molesta — La observó jugar con sus dedos, seguían acostados pero sin tocarse.— Fue algo inesperado, pero... sabía que podía confiar en Shikamaru-kun — Dijo suavemente.
— Pero quiero decir, a ti te gusta alguien más...
Ella desvió la mirada.
— En ese momento... yo realmente quería hacerlo y solo quiero pensar en eso — Fue la respuesta de ella, el chico sonrió.
— Creo que lo hemos hecho mejor hoy, ¿No es así?
El eterno sonrojo de ella se exacerbó.
— Hai, el dolor disminuyó y fue... — No sabía qué palabra usar sin ocasionarse un desmayo de la vergüenza.
— ¿Placentero? — Preguntó con diversión al ver que aún no podía superar su timidez.
Ella asintió y Shikamaru decidió no presionarla más. Se dio la media vuelta, la atrapó en un abrazo y se acurrucó en ella y se dispuso a dormir.
Su corazón latió desbocado, todas las sensaciones que estaba descubriendo junto al genio Nara eran intensas y hasta cierto punto contradictorias con la educación que recibió en su hogar. Pero es que durante la guerra, fue la primera vez que se encontró pensando en su vida y en todas las cosas que le hubieran gustado hacer. La muerte siempre acechando el camino de los ninjas, el constante sentimiento de soledad y los cambios hormonales de la juventud la hicieron pensar por primera vez en que deseaba que su primera relación sexual fuera con Naruto, al punto de que llegó a fantasear con ello.
Posteriormente sucedió la muerte de su amado primo y de alguna forma se sentía culpable de ello y avergonzada con Naruto, por no haber sido lo suficientemente fuerte para protegerlo las dos veces que lo intentó. Así que cuando regresaron a la aldea, lo evitó a toda costa y consecuentemente terminó encerrándose en los territorios de su clan si el Hokage no la llamaba.
Pero el día anterior, verse reflejada en los ojos del moreno le recordaron esos deseos descubiertos en las fauses de la muerte y pensó que tal vez, si se trataba de Shikamaru-kun, las cosas serían simples.
Así que a pesar de que sabía que probablemente esa aventura la iba a meter en problemas en el futuro, el calor que emanaba el cuerpo de Shikamaru era lo suficientemente acogedor como para que valiera la pena. Ya no se sentía sola.
Durmieron un par de horas y después de otro encuentro (porque una vez superada la primera vez, son más fáciles las demás) se dieron una ducha por separado, y finalmente se dirigieron al dojo para preparar los detalles del día de mañana.
Shikamaru releía un viejo pergamino mientras Hinata guardaba su juego de té transparente, cuando de pronto la puerta de la casa de abrió de golpe.
— ¡Maldito holgazán! — La voz enérgica de Ino se dejó escuchar por todos lados.
— Tsk — El chico dejó a un lado el pergamino para ver a la rubia llegar bufando hasta el dojo.
— ¿Nunca se te ocurrió contarle a tus mejores amigos que mañana era tu nombramiento como líder de clan? ¿Crees que puedo conseguir un kimono adecuado de un día a otro? — Detrás de ella llegó un agitado Chouji, quien se dobló para tratar de recuperar el aliento.
— Lo siento, fue muy repentino y estaba bastante ocupado — Se defendió el moreno.
La rubia lo fulminó con la mirada.
— Debiste decirnos, podríamos haberte ayudado. — Puso una mano en su cadera y con la otra lo señaló acusadoramente. — Podrás ser un genio, pero eres muy torpe con las manos, seguro no has terminado todo lo que necesitas para mañana...
Shikamaru cerró los ojos con un poco de fastidio.
— Precisamente quería evitar este escándalo, ya no soy un niño, Ino. — Shikamaru se masajeó las sienes. — Y sobre el nombramiento, ahora solo estoy repasando unos pergaminos, el resto está listo.
La molestia de Ino dio paso a la incredulidad... ¿Su flojo amigo tenía todo listo?
— Hola, Hinata — Dijo Chouji cuando por fin respiró con normalidad.
Ino volteó a todos lados buscando a la nombrada y sorprendiéndose de verla en una esquina del dojo con un juego de té en las manos. Era sumamente raro ver a la Yamanaka quedarse sin palabras, como sucedió justo en ese momento.
— Hola — Saludó con un ligero sonrojo.
— Ella me ayudó con algunas cosas — Dijo tratando de evitar que Ino, con su inquisidora mirada, descubriera lo que había pasado entre ellos dos. Lo último que necesitaba era que toda la aldea se enterara. Él mejor que nadie sabía lo mucho que le gustaban los chismes a su mejor amiga.— Sobre todo para hacer la ceremonia del té.
Los ojos de la rubia se iluminaron.
— Realmente necesitabas que alguien muy paciente como Hinata te ayudara, Shikamaru — Asintió Chouji y Shikamaru sonrió de lado, sabía que su amigo no se molestaría con él como lo haría Ino.
— Hinata-chan — Ino se dirigió hasta Hinata y la sujetó de las manos. — ¿Podrías ayudarme a mi también? Dicen que hacer la ceremonia del té hace que las chicas se vean femeninas y delicadas.
Hinata asintió sin decir nada más. Estaba muy nerviosa de que la encontraran a solas con el Nara... ¿Y si los descubrían?
— Entonces si ya tienes todo listo, podríamos ir a cenar — Sugirió Chouji con una gran sonrisa.
— Suena a un buen plan. — Tomó los pergaminos para cerrarlos bien y colocarlos en una caja.
— ¿Vienes, Hinata-chan?— Preguntó Chouji, mientras intentaba que Ino la dejara respirar.
— Etto... creo que es tarde, debo ir a casa. — Murmuró con prisa.
— Vamos, sería lindo que hubieran más chicas. — Insistió la rubia. Hinata miró a Shikamaru y este se encogió de hombros, pero al ver que Ino no se rendía, terminó aceptando.
Fueron a cenar carne BBQ en el restaurante favorito del equipo 10 y pasaron una noche tranquila, Ino regañando a Shikamaru y Chouji conversando con Hinata.
Cuando salieron, Hinata se despidió y marchó a casa, mientras Ino fue por los arreglos de Ikebana y quedó de llevarlos a la casa del moreno.
Los dos chicos del equipo 10 iban caminando, hasta que llegaron al sendero que separaba el camino de regreso a sus casas.
— Shikamaru — Llamó el castaño a su amigo, quien iba entretenido viendo las estrellas del cielo. — Eres mi amigo y por eso te diré esto: sé que eres muy listo — Shikamaru lo miró con curiosidad, era raro escucharlo hablar con tanta seriedad y sin tocar sus frituras — Así que espero que sepas lo que estás haciendo y no te metas en problemas.
— ¿De qué hablas?
— Creo que Ino no se dio cuenta, estaba muy enojada como para notarlo. Pero yo si lo noté, ambos olían al mismo shampoo.
El Nara no necesitó de más palabras para saber lo que su amigo había descubierto.
— ¿Y si digo que ambos nos caímos en el estanque de mi casa, lo creerías?
Chouji torció el gesto.
— No soy tonto.
— Lo sé, lo sé... perdón. — Se rascó la nuca. — Esto es problemático, pero ¿Podrías guardar el secreto?
— Lo haré, pero ten más cuidado con Ino, se enojaría mucho contigo porque creería que estás jugando con los sentimientos de Hinata y Temari.
Un escalofrío lo recorrió por completo.
— Ella me bateó amigo, me dijo que su prioridad era regresar a Suna para ayudar a su hermano y nos dimos un tiempo, así que no pienso que esté traicionándola o algo así.
Chouji lo miró fijamente.
— Hinata-chan es una chica muy perceptiva, sería bueno que dejes claros los términos de su relación, claro, a menos de que te enamores de ella. — Shikamaru frunció el ceño, pero antes de que pudiera hacer algo, su amigo alzó la mano. — Lo que digo es que no es bueno jugar con tus propios sentimientos.
— Tengo las cosas claras, pero tienes razón, hablaré con Hinata para no lastimarla.
El Akimichi sonrió y dio una palmada en la espalda de su amigo.
— Quién diría que el más flojo de nosotros sería el primero — Comenzó a reír y con ello elevó el ánimo de su amigo. — Mañana será un gran día. Estaré en primera fila para verte.
— Gracias, será problemático, pero estoy listo...
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Continuará
¡Gracias por leer!
Un agradecimiento infinito a Nakasu Malakiel, quién se toma el tiempo para betear este fic. Sin duda es parte esencial de esta historia y va dedicado para ti el primer capítulo.
Por cierto, puede que el fic suba a clasificación M en los próximos capítulos, por lo que recomiendo que sigan la historia, pues los fics M no salen en la configuración predeterminada de búsqueda, bueno, pero eso aún está en veremos.
¿Un review? Pueden decir si les gustó o no, quejas, sugerencias, reclamaciones, maldiciones imperdonables o flores, todo se acepta :)
Espero que les guste a todos éste fic y los invito a seguirme y enterarse de todas las novedades de mis historias en tiempo real a través de mi página Tamashitsumo en Facebook. Comparto contenido de distintos temas, recomiendo fics y podemos estar en contacto directo.
¡Saludos!
Jueves 13 de julio del 2017
