Adiós felicidad
Brenda P.D.V
Era una soleada tarde, la verdad es que nunca hizo tan buen tiempo por aquí, seguramente los Dioses nos han bendecido después de todo. Estaba en casa bastante aburrida, todo estaba recogido y limpio, no tenía nada que hacer. Mi hermana tardaba mucho, y me estaba empezando a preocupar.
Mi hermana y yo somos gemelas, pero nos diferenciamos por nuestro color de pelo, ella es castaña oscura y yo castaña clara, y por nuestro carácter, ella es lógica y muy orgullosa, y yo, muy amistosa y compresiva, soy como la madre que siempre nos faltó. La única familia que nos queda es mi hermano y su mujer, Sura, una chica bastante excéntrica y muy creyente, pero es una gran amiga y toda una fuente de sabiduría.
¡Ya estoy aquí! – escuché a lo lejos.
¿Valeria? ¿Dónde has estado? Estaba muy preocupada, creía que te había pasado algo malo – dije mientras me acercaba a la entrada.
¡Venga Brenda! Sabes que es muy difícil que me pase algo malo. Además no he ido muy lejos, solo he ido a hablar con Moira – dijo con una reluciente sonrisa - ¿Sabías que se está viendo con Grek?
¿Y qué esperabas? ¿Te sorprende acaso? Moira sabe lo que quiere y no para hasta que no lo consigue la muy zo…
Perdonad que os moleste chicas – oímos una voz en la entrada. Estaba ahí de pie, con sus preciosos ojos azules mirándonos a Valeria y a mí, con una cesta en su mano, no sabíamos que contenía, pero olía realmente bien.
No nos molestas, no pasa nada, estábamos aquí hablando de Moira. ¿Sabías que está con Grek?
No, no lo sabía, pero hablar mal sobre la gente hace que los Dioses se enfaden con nosotros, Valeria. Pero no he venido a deciros esto, quería saber si querríais venir a casa a cenar conmigo. Vuestro hermano tiene una reunión con el consejo, y me gustaría estar con vosotras, hace tiempo que no estamos las tres solas.
Sí, y mira que nos conocemos desde hace años – le dije a Sura – por cierto, ¿qué llevas ahí? huele realmente bien.
Son especias, quiero preparar algo caliente para esta fría noche.
Dejémonos de hablar y vayámonos ya, tengo mucha hambre – dijo Valeria empujándonos a Sura y a mí hacia el exterior.
Estuvimos las tres toda la noche hablando y riéndonos de muchas cosas, sacamos muchos trapos sucios las unas de las otras, fue una gran noche. Después de todos estos años, y haberse casado con nuestro hermano, Sura no había cambiado nada en absoluto, seguía siendo un encanto de mujer y se podía contar con ella para lo que fuera. Le podías contar tus problemas y tus penas, que ella estaba ahí para ayudarte, era una gran persona.
Valeria y yo nos fuimos cuando nuestro hermano llegó, nos miró de tal manera que captamos a la primera que nos tendríamos que ir de allí, quería estar a solas con su mujer. Le dimos un beso a cada uno y nos fuimos a nuestra casa. Llegamos, y nos preparamos para dormir, pero como siempre pasa, terminamos hablando hasta que el cansancio puede con nosotras.
¿Puedo preguntarte una cosa Brenda?
Sabes que no hace falta que me lo preguntes, dilo y ya está.
Está bien. ¿Piensas que en un futuro te casarás? Me refiero a que siempre estás hablando de que algún día te gustaría tener una familia e hijos. Sé que retiras la mirada cuando nuestro hermano y Sura se ponen "cariñosos". Sé que es difícil para ti, porque te gustaría tener un hombre a tu lado que cuidara de ti y te dijera lo guapa que estas todos los días, y no me mientas, que soy tu hermana y te conozco muy bien – esto último me lo dijo mirándome directamente a los ojos.
Si, la verdad es que has acertado. Me gustaría tener un hombre a mi lado, darle una familia. Me entristece saber que puedo morir sola y sin descendencia, pero si es lo que los Dioses han querido para mí, que así sea.
¡No seas melodramática, mujer! – dijo riéndose - algún día encontraras a esa persona, lo único que necesitas es paciencia.
¿A ti no te da miedo quedarte sola? Me refiero a no tener a un hombre a tu lado y una familia.
Sabes que ese tipo de cosas no van conmigo. Los hombres solo sirven para molestar y decirte que eres débil, que la guerra la dejemos para ellos. Son unos capullos sin sentimientos, que solo te ven como la madre de sus hijos y la persona que le prepara la comida cuando llega a casa.
¿Por qué eres tan negativa? ¿no te gustaría enamorarte algún día?
…Mira Brenda, lo mejor será que descansemos antes de que terminemos peleándonos. Buenas noches – dijo mientras me daba la espalda.
Buenas noches.
No dormí muy bien, me pasé toda la noche pensando sobre lo que dijo Valeria, y la verdad es que llevaba razón, los hombres nos ven débiles. Pero a mi eso me importa poco, yo quiero casarme algún día, y esa ilusión no me la quita nadie, ni siquiera mi propia hermana. Espero encontrar a un hombre como mi hermano, pero aquí en Tracia no, los conozco, y son unos capullos salvajes.
A la mañana siguiente fuimos a despedirnos de nuestro hermano, que se iba a la guerra con los cabrones de los romanos. No sé porque aceptó y más sabiendo como son esas sanguijuelas, que te chupan la sangre hasta dejarte seco, pero es su decisión y no podemos hacer nada al respecto. Le abrazamos y nos despedimos de él, y le prometimos que cuidaríamos de Sura, que no le iba a pasar nada malo.
Pasaron los días y las cosas seguían igual, consolábamos a Sura, pero ella nos decía que nuestro hermano iba a morir, que la vida se escapaba de él a cada paso que daba. Valeria y yo nos mirábamos sin saber si creer sus palabras o no.
Un día al atardecer estábamos las tres en casa, Valeria estaba fuera cantando una canción mientras arreglaba un vestido, y Sura y yo estábamos preparando algo para cenar.
Voy a ir a por unas manzanas, así me despejo un poco – me dijo Sura.
Está bien, pero no tardes demasiado.
No dijo nada más, cogió la cesta y se fue hacia el bosque. Pasaron los minutos y me estaba empezando a preocupar, Sura no llegaba. De repente escuché unos gritos que venían del poblado.
¡Brenda, ven, deprisa! – escuché a mi hermana gritarme a lo lejos.
¿Qué pasa? – no me podía creer lo que estaba viendo, nuestro pueblo estaba en llamas, la gente corría de un lado a otro sin saber a donde ir, gritando, pidiendo ayuda, estaban asustados. Hasta que vi algo que me hizo estremecerme y ponerme la piel de gallina. Unos soldados romanos, estaban prendiendo fuego al poblado y matando a todo aquel que se cruzara en su camino.
¡Debemos salir de aquí! – me dijo Valeria – ¿me estás escuchando? – dijo zarandeándome - ¡debemos salir de aquí cuanto antes, y rápido!
Coge lo que nos haga falta y salgamos corriendo de aquí, antes de que acaben con nosotras también.
¿Y Sura? ¿Dónde está? ¡debemos ir por ella!
No Valeria, debemos salir de aquí. Seguro que ella está bien y la encontraremos más adelante, no te preocupes.
Que los Dioses nos protejan.
Cogimos todo aquello que nos hacia falta, algo de comida, algo de agua, muda limpia y nuestras espadas (regalo de nuestro hermano). Salimos de allí lo antes posible, matando a los romanos que se interponían en nuestro camino, la verdad es que no sé como salimos vivas de allí, creía que íbamos a morir. Cuando llegamos a las afueras del poblado, Valeria y yo nos quedamos mirando al pueblo en llamas. Toda nuestra vida, nuestras penas y glorias, nuestros amigos y familia, todo, estaba en llamas, que pronto se convertirían en cenizas. Todos nuestros recuerdos, se fueron de un plumazo, pero si Valeria y yo hemos sobrevivido, es porque los Dioses nos tienen preparado algo, no sabemos si bueno o malo. Con lágrimas en nuestros ojos, proseguimos nuestro camino hacia una nueva vida.
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