Debido a las reiteradas peticiones, este será el único Fic del Area de Sailor Moon que quedará disponible para el lector en esta cuenta.
Actualmente, Conquistame Si Puedes se ha plagiado un total de 5 veces, pero también en parte fue mi culpa por permitir que lo compartieran en redes sociales como "Facebook" es por eso que he decidido reeditar este fic y dejárselos como un recuerdo de mi paso por esta pagina ya hace 10 años :)
Estaré subiendo un capitulo diario durante todo Julio. Espero que lo disfruten.
Primera Publicación: Junio 2012
Reedición: Junio 2017
Conquístame
~Prólogo~
Era una bonita tarde de verano en la residencia Tsukino, su hija mayor, Serena estaba recostada con la mirada nostálgica en cada uno de los rincones de su habitación; cuatro cajas de cartón ocupaban una esquina.
Sólo faltaba un mes para salir de ese cuarto lleno de lunas y conejitos, un mes para ser la flamante esposa del hombre de su vida, de su amado Darien.
Se giró sobre su cama y comenzó a recordar como había conocido a su eterno enamorado; entre suspiros y risas era tan feliz, hasta que recordó algo que le quitó completamente la sonrisa de su cara…
—Lo había olvidado por completo —se dijo sentándose para posteriormente salir de la habitación, bajó a pasos apresurados las escaleras y llegó a la cocina.
—Hija, ¿qué sucede? —preguntó la señora Ikuko, su madre.
—Mamá, voy a ir un momento al departamento de Darien, necesito ver unos detalles con él.
—Está bien Serena —afirmó la mujer de cabellos violetas—. ¿Quieres llevarle un pedazo de pastel?
Los ojos celestes de la chica no dudaron en tornarse brillosos ante aquellas palabras.
—Por supuesto —exclamó emocionada.
—Aguarda un momento…
Una vez guardadas las porciones, Serena salió con dirección al departamento de su novio, de su futuro marido muy pensativa. No entendía bien como había llegado a esa conclusión, pero si sabía que ser una estudiante de universidad tenía sus beneficios para entender mejor su entorno.
Llegó al departamento y tocó el timbre como sólo ella sabía hacerlo: Sin control.
—¡Ya voy Serena! —escuchó la voz de su pelinegro y sonrió, estaba más que segura de lo que quería hacer—. Hola princesa, ¿qué tal su día? —preguntó el hombre que apareció frente a ella con una hermosa sonrisa, tenía el cabello mojado y ya vestía su piyama oscuro de dos piezas.
—¿Te vas a ir a dormir tan temprano? —la rubia estaba sorprendida, y el deje de duda se instaló muy rápido en su cara.
—Qué bueno que estés bien, yo también —respondió irónico al ver que su prometida no estaba ni ahí con sus palabras—. Estuve con turno hasta hace una hora en el hospital, salí, llegué a casa, me bañé y me quise poner cómodo antes de comer algo. ¿Alguna duda más señorita? ¿O tengo que decirle además los horarios precisos de cada cosa?
—¡Ay Darien como eres de tonto! —explotó la chica en una carcajada entrando por fin al departamento—. Mi mamá hizo pastel y me pidió que te trajera. ¿Quieres?
—Por supuesto —afirmó—. Tu madre cocina muy rico, espero que te haya enseñado muy bien sus técnicas —comentó esperanzado tomando a su novia por la cintura para besarla.
—Y sí, hace su intento la pobre —suspiró desanimada, causando un rostro de miedo en el moreno—. ¡Tranquilo! —volvió a exclamar con una sonrisa—. ¡Es broma! ¡Es broma!
—Conque broma, ¿eh? —realmente no estaba tan seguro de ello, pero algo más llamó su atención. La rubia de ojos celestes estaba muy sonriente, y los cinco años de noviazgo presencial que tenían, le enseñaron que eso no significaba nada bueno—. Serena… —ella lo miró—, suelta lo que viene planeando esa cabecita loca tuya.
—Como siempre mi príncipe puede leerme como un libro abierto —volvió a suspirar melancólica—. Tiene que ver con el tema de los príncipes y reyes —dijo cruzándose de brazos.
—¿Qué? —el hombre de ojos azules se dejó caer en un sillón, algo le decía que Serena lo iba a sorprender con alguna locura de último minuto.
—Sabes que yo amo mucho a Rini, es nuestra pequeña hija y todo lo demás. Pero sabes, quiero dejar el milenio de plata en el pasado y el Tokio de Cristal en el futuro. Fijarnos en el aquí y ahora, en la tierra. Simplemente siendo Serena Tsukino y Darien Chiba.
—Con calma que no te entiendo nada.
—Verás, estaba pensando en nuestra relación y ajam, nos hemos saltado la mejor parte de todas: ¡La conquista!
—¿La conquista? —preguntó dejando escapar una sutil risa de sus labios que no paso desapercibida por la mujer.
—¡No te rías Darien Chiba! —enojada, lo apuntó con su dedo índice derecho—. Estuve recapitulando nuestra vida. Tú y yo nos odiábamos, de pronto sabemos de nuestras vidas pasadas y ¡Puff! —representó la onomatopeya con un choque de manos— Amor incondicional.
—¿Serena estás bien? —se levantó del sillón y se paró frente a su novia— Serena, mi amor
—Si estoy bien, muy bien —afirmó con una sonrisa—. Sólo que estaba recordando y hay cosas que no me gustan.
—¿No puedes pensar que nuestro odio disfrazaba quizás la atracción que como Sailor Moon y Tuxedo Mask sentíamos?
—Puede ser —murmuró para si misma pero sacudió su cabeza para volver a poner en marcha su plan—. También recordé algo, nuestro primer beso amorcito —comentó con una nueva sonrisita y el moreno retrocedió algo apenado—. Siempre creí que había sido el de nuestra cita, esa del día que Rini apareció en nuestras vida… pero fíjate que las clases de Psicología que estoy tomando son realmente buenas…
—Bien Serena —se declaró perdedor, elevó los hombros y los relajó soltando el aire por la nariz—. Admito que nuestro primer beso no fue ese, te besé siendo Tuxedo Mask.
—¡Lo sabía! —exclamó chasqueando ambas manos—. Sabía que no lo había soñado, pero mira que abusar de una niña que estaba pasada de copas, muy mal Darien, muy mal —dijo entre pequeñas risas que desencajaron aún más al pelinegro.
—¿Quién eres tú, y que le hiciste a mi Serena? —preguntó impaciente.
—Aquí estoy, soy tu linda y dulce Serena, pero veras… a esa niña a veces se le escapan un poco las ganas de jugar —declaró con ojos picaros.
—¿Jugar? —la ceja derecha del chico se enarcó.
—Claro, en un mes me voy a casar, hay muchas cosas que no voy a poder hacer —sentó con su dedo índice en alto.
—Pero si te vas a casar conmigo.
—Si —empezó a caminar frente a él—. Pero aún así… quiero que —le dio la espalda sumamente colorada, y mientras jugaba con sus dedos índices continuó— me conquistes.
—¿Conquistarte? —no pudo aguantar las risas y empezó a reírse sin parar provocando la ira de la Princesa de la Luna. Quien volteó a mirarlo con los puños cerrados y los hombros fruncidos.
—¡Darien Chiba! —volvió a gritar y éste se detuvo algo atemorizado.
—Creo que no querrás que mi amiga Rei te dé con su escoba como a Nicholas, por haberme besado mientras salías con ella, ¿verdad? —interrogó cruzándose de brazos, mirándolo de soslayo.
—Ok, está bien —volvió a suspirar resignado—. Pero creo que me amas tanto que no va a cambiar nada. Tú me amas, yo te amo. Listo.
—Oh —exclamó sorprendida abriendo los ojos—. Crees que Serena Tsukino no puede resistirse al guapo y carismático Darien Chiba —preguntó desafiante.
—Así es —afirmó, mientras despreocupadamente tomó la caja que Serena trajo con los trozos de pasteles, la abrió, tomó uno y se comió—. Estoy muy seguro de mi mismo.
—Bien —buscó con su mirada el teléfono de Darien, y se acercó a él—. Entonces —quitó de la memoria el teléfono de su casa, para luego hacer lo mismo en el móvil de su novio.
—¿Qué estás haciendo? —se levantó para quitarle el celular.
—Borró nuestros teléfonos de los registros —buscó el suyo en su bolso, luego el número de Darien y lo borró—. Listo…
—Serena —ya el tono dejo de ser juego y se puso severo—. Ya déjate de tonterías.
—No son tonterías —asentó con su cabeza—. Nosotros no tuvimos eso lindo previo al noviazgo, ¿es tanto lo que te pido? —preguntó con sus ojitos cristalizados por las lágrimas.
—Bueno —comentó quitando rápidamente la seriedad de su voz llevando la mano a la nuca—. Creo que sería divertido ver como no te resistes al gran Chiba.
—Entonces, ¿aceptas? —preguntó emocionadísima.
—Claro Serena, si ahora me amas, mañana no vas a poder pensar en otra cosa que no sea en mí —le aseguró con una gran sonrisa, de esas mismas que volvían tan loca a Serena.
—¡Genial! —festejó como una niña lanzándose a los brazos de su novio para besarlo pero antes de que los labios se rozaran, su detuvo.
—Ahora, ¿qué? —preguntó con voz ronca al mirar los brillosos ojos de su novia.
—Qué sean por dos semanas empezando hoy.
—¿Me vas a dejar con las ganas del beso? —preguntó al ver como ella se alejaba feliz de él.
—Sí mi amor, así tienes una gran motivación para seguir el jueguito —le guiñó el ojo y se acercó a la puerta—. Veamos que eres capaz de hacer ¡Oh, Gran Chiba! —exclamó con tono de burla.
—Está bien conejita… Vas a quedarte de piedra cuando veas de lo que soy capaz.
—Me encantaría… verte… No sabes cuanto quiero verlo… —abrió la puerta— ¡Adiós arrogante!
—¡Adiós Cabeza de Chorlito! —y con aquella última frase de los dos se dedicaron una mirada de desafío antes de ser separados por la puerta— Esta Serena —embozó una sonrisa mientras tomaba el otro trozo de pastel—, me está dando la oportunidad de hacer algo que siempre quise hacer… Conquistarla… —levantó un poco el pedazo de pastel— Bien, que empiece el juego.
