Urahara despertó. El incesante sonido del despertador se le clavaba en los tímpanos mientras murmuraba quejidos ante su nuevo amigo. Con un golpe de mano lleno de dejadez, apagó el aparto y suspiró abiertamente. Observó a su alrededor, estaba solo, era muy pronto, bostezó una vez más y se retiro la manta, dispuesto a levantarse para comenzar el nuevo lunes. Se colocó esos pantalones urbanos que se había comprado para la ocasión, se levantó y se puso enfrente del espejo, abrochando su camisa también nueva para la ocasión. Si, hoy no era un dia como cualquier otro, hoy comenzaba su jornada en su nuevo trabajo temporal: Profesor de matemáticas y física en el instituto de Karakura. Tras bajar al comedor en rodeado de un incesante silencio pudo comprobar que los miembros que habitaban en aquella casa seguían durmiendo. procurando no hacer ruido, Kisuke se sirvió un café y se lo tomó bastante rápido. Paso al cuarto de baño y empezó a lavarse, se afeitó y tras mucho tiempo se peinó su alborotado pelo, dándole un aire menos desastrado, más formal, lo necesario para la ocasión. Se quedó un buen rato mirandose en el espejo y volvió a suspirar, no estaba acostumbrado a esto.
-¿Cuando empezó todo esto...?-Urahara reflexionó sobre si mismo.
El comienzo
Kisuke cogió firmemente la factura de este mes y la observó con una mirada caída, tras ello, observó a todos los presentes de la reunión. Tessai, Jinta y Ururu observaron a su jefe serios y un poco atemorizados.
-Necesitamos una solución para esto-Tessai se atrevió a dar el primer paso-O nos quedaremos sin local y sin trabajo, y por lo tanto, sin ingresos.
Urahara lanzó un suspiro.
-¿Ha sido para tanto?-Jinta dirigió una duda de la que ya sabía bien la respuesta.
-Ya lo sabes bien.-Ururu le contestó en tono inocente.
-Estos meses... Han sido duros para el almacén, con toda esta gente viniendo aquí, Kurosaki, kuchiki, Abarai... Esta ha sido la sede de sus planes, y se han ocasionado algunos destrozos en nuestro modesto hogar. Las reparaciones cuestan dinero, la tienda nos da dinero. Pero este mes, haciendo la cuenta, pagando los destrozos, el material que les hemos solicitado gratuitamente a Kurosaki y demás, las facturas, las nuevas mercancías para vender... Nos estamos quedando sin dinero. Y aquí convivimos cinco personas. Cinco bocas que alimentar, y aunque todos trabajamos duro, me temo que no es suficiente.
Las palabras de Kisuke fueron claras y concisas, tan solo era necesaria una última pregunta.
-¿Existe posibilidad de salvar nuestra situación económica?-Dijo Tessai.
-Si, voy a buscarme un segundo trabajo. Dejaré mi labor de tendero unos meses.
-¡¿Qué?!¿Y quien se encarga de la tienda?-Vociferó Jinta.
-Tessai, tendrás que encargarte de las labores de tendero, por lo tanto, vosotros dos, Jinta y Ururu, hareis la mitad del trabajo de Tessai, aparte de vuestra labor de limpiar el local. Todos tenemos que sacrificarnos un poco.
-Vale...-La vocecita de Ururu confirmó su aceptación.
Tessai, decidido, asintió con la cabeza a su jefe sin decir nada más.
-¡No es justo!¿Y que hay de Yoruichi-san?¡Ella también vive aquí, asi que ella también debería buscarse un trabajo!
-Yoruichi-san...-Kisuke miró de forma apagada al joven Jinta-Ya esta haciendo una labor por todos nostros, se fue a la Sociedad de Almas, trayéndonos información. Gracias a ella, nuestra propia supervivencia es segura, la necesitamos, en sus viajes espontáneos allí, para informarnos. Y si para ti no es importante, para mi si, y no aceptaré quejas sobre ello. ¿O quieres anteponer el dinero a tu vida?
Jinta quedó callado ante la respuesta de su jefe, aceptando de mala gana las condiciones que había sentenciado ahora.
-Pues decidido, esta mañana mismo buscaré un trabajo acorde a nuestras necesidades.
Sin más dilación Urahara recogió su currículum y comenzó su travesía por Karakura. Nada le llamó especialmente la atención, todo demasiado rutinario, demasiado poco atractivo, nada iba con él. Entonces se topó delante de la puerta del Instituto Karakura. Habían diversas vacantes en las que se buscaba profesor, y Kisuke buscó directamente en su especialidad. Y así fue, los campos de matmáticas y Física y Química quedaban libres a la espera de nuevos mentores. La bombilla se encendió dentro de la cabeza de Urahara, era el trabajo perfecto. Sus conocimientos sobre estos campos eran inmensos. Él mismo fue una vez capitán de la División 12 en el Seireitei, y además había sido considerado como un genio. Jamás había impartido clases, pues su vocación era la de inventor, y estas materias solo eran el medio para crear su "arte", pero pensó que no le iria nada mal. Sin pensarselo más, Urahara hechó su currículum en el buzón y volvió a su tienda a la espera de una llamada.
Y a la mañana siguiente fue invitado a una entrevista de trabajo, lo más rutinario del mundo, pero Kisuke nunca lo experimentó. La noche anterior se había elaborado unas titulaciones falsas, que le servirían para ser aceptado. Se arregló, vistiéndose como un urbano normal de la calle e introdujo los documentos en una carpeta, decidido, marchó hacia la entrevista.
El director del instituto le acogió cálidamente e intercambiaron un apretón de manos, Kisuke se sentó en una butaca enfrente de su escritorio y le entregó sus titulaciones. El director comenzó a ojearlas con sumo interés mientras Urahara contenía sus nervios, esto era algo novedoso para él. El director dejó las titulaciones y sonrió al tendero.
-Vaya, puedo observar que usted ha obtenido muy buenas titulaciones en una universidad de prestigio, y ha sido capaz de sacarse dos carreras casi simultáneamente, señor Urahara Kisuke. Sin duda es usted un genio. ¿Cuantos años tiene usted?
Kisuke se pensó la respuesta, no podía decirle su edad real. Hizo un pequeño conteó y midió más o menos la equivalencia.
-Veintiocho años.
-Sorprendente. Bueno caballero, las siguientes preguntas serán enfocadas más hacia el tema personal. Como bien sabe, en un instituto es vital sentirse con mínimos agobios, la mente dispuesta y despierta y enorme vitalidad para instruir a los alumnos adecuadamente. Es por eso que nos interesa su situación familiar, sus condiciones de vida, que no tenga ningún problema del tipo psicológico. Puedo ver que usted reside en su tienda en el pueblo Karakura, que es también su domicilio.
-Exactamente.
-¿Vive usted solo?
-No.
-¿Cuantas personas habitan en su domicilio?
-Cinco, contándome a mí.
-¿Vive algún familiar con usted?
-Si, mi tio y sus dos ahijados, una niña y un niño de ocho años de edad. Sus padres murieron en un accidente de tráfico y él pasó a ser el tutor legal de los niños. Yo les ofrecí domicilio en mi casa, y mi tio pasó a trabajar en mi tienda...
-Vaya, lo siento muchísimo.
-No tiene importancia.
Todo iba sobre ruedas. la mentira de Kisuke estaba encajando perfectamente, y le había salido espontáneamente en escasos segundos, era un maestro del engaño. Sus nervios comenzaron a descender...
-¿Tiene usted alguna clase de relación sentimental, señor Urahara?
La pregunta volvió a dejar a Kisuke unos segundos en blanco, tampoco le habían preguntado nunca nada así.
-... Sí.
-¿Está casado?
-No. Tan solo una relación formal estable. No tengo planes de matrimonio de momento.
-Entonces puedo deducir que usted vive con su tío, dos niños, y su pareja. ¿Es cierto?
-Del todo.
-Vaya vaya, usted tiene toda una familia a la que mantener... ¿Sufre alguna clase de agobios o depresiones en su vivienda?
-Para nada, llevo una vida feliz con aquellos con los que convivo.
-Entonces, señor Urahara, no he avistado ningún problema para que empiece a trabajar la semana que viene. Se le ve un hombre formal, vigoroso, y por lo que dice, lleva una vida satisfactoria. Bienvenido a bordo.
-Me alegro de haber entrado.-Kisuke lanzó una de sus típicas sonrisas.
Un nuevo apretón de manos y Kisuke terminó su trabajo. Recibió el horario de clases y el próximo lunes empezaría su jornada. Volvió con una sonrisa al almacén Urahara y entró euforico a la vista de sus empleados.
-¡Saludos!
-¿Que ha pasado?-Dijo Tessai.
-Acabo de salvar la madriguera.-Kisuke habló con aires de grandeza.
Una segunda reunión explicó el nuevo trabajo del tendero. La situación económica del almacén Urahara iba a subir como la espuma en cuestión de tiempo.
