Hola a todos!

Es el primer Soul x Maka que hago así que espero que les guste!


Un chico de cabello blanco vestido con un traje negro se apoyaba en la balaustrada de aquel enorme balcón. Observaba el oscuro paisaje de Death City, iluminado solo por la luna. Dentro, en un gran salón, estaban sus compañeros del Shibusen, bailando al compás de la música. Suspiró exasperado. Odiaba ese tipo de fiestas.

– ¡Soul! – una chica peinada con dos coletas altas en un vestido morado llegó corriendo torpemente por los tacones que llevaba y con un plato de comida en sus manos –. Te estaba buscando, Soul. ¿Quieres comer algo? – dijo ella extendiéndole el plato.

– No, gracias – dijo el chico volviendo a posar su mirada en el horizonte.

– Vale. Si no quieres, me lo comeré todo yo – dijo mirándole con una sonrisa burlona, pero al notar que él no se había inmutado con su comentario se preocupó – Eh… Soul… ¿Te preocupa algo?

– Estoy bien – respondió él muy bajo más para sí mismo que para su compañera, aun apoyado sobre aquella balaustrada.

– Entonces vamos a bailar – dijo Maka para animar al chico, cogiéndolo del brazo. Él no se resistió, simplemente se dejó llevar –. Tú me guías, ¿vale?

Soul sonrió de medio lado y tomó la cintura de Maka con ambas manos. Ella puso las suyas en los hombros de él. Empezaron a moverse de un lado a otro, sin seguir el ritmo de la música que provenía del interior.

– Soul… No estamos siguiendo la música.

Él se acercó a ella.

– No la escuches – susurró él en su oído haciendo que se estremeciera. Maka sonrió ampliamente y se abrazó a su arma, apoyando la cabeza en el hombro de él. Soul se sobresaltó por el acto de la chica, pero luego cerró los ojos y rodeó con sus brazos la cintura de Maka. Estuvieron así, bailando sin música, abrazándose el uno al otro. Se separaron cuando, por lo que notaron, ya habían pasado más de tres canciones.

– Eh… yo… creo… iré por algo de comida – dijo atropelladamente Maka con las mejillas encendidas y entrando rápidamente al salón.

Soul sonrió de medio lado, volviendo a apoyarse en la balaustrada de aquel balcón, comiendo un poco de salmón del plato que la chica había traído.


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Lalanaf