Algunos habéis pedido una historia donde se pudiera ver mejor la faceta de Emily y Derek como padres. Realmente no sé muy bien aún hacia dónde va esta historia, pero os dejó un primer capítulo.
Ya me diréis si os gusta. Gracias!.
Capitulo 1
Emily levantó el termómetro hasta la altura de sus ojos, y suspiró con resignación.
- Está bien, Maisie… Parece que tienes un poco de fiebre…
No era demasiada, pero sí la suficiente como para que decidiera cancelar sus planes para aquella noche. Miró a la pequeña con ternura que, acostada en su cuna, parecía absolutamente enfrascada en su mordedor
- ¿Te está saliendo otro diente?...- Le preguntó como si realmente esperara que se lo confirmara, pero con sólo ocho meses, difícilmente podría hacerlo- Sí… Supongo que es exactamente eso…
A pesar de la fiebre, la niña le ofreció su mejor sonrisa. Emily sonrió a su vez. Era imposible no hacerlo. Tenía aquella preciosa carita que conseguía iluminar todo a su alrededor.
- Me parece que vamos a tener que posponer la reunión...- Añadió en su monólogo.
Como si la hubiera oído, Maisie emitió un par de balbuceos. Sin apartar la vista de ella, Emily buscó el teléfono del servicio de niñeras para cancelarlo. Una vez hecho ésto, deslizó el dedo por la pantalla hasta encontrar el de García. Sabía que se iba a llevar una decepción, pero no podía hacer mucho más. Rápidamente ideó una excusa para faltar a la reunión de bienvenida, sin tener que revelar nada sobre la existencia de la niña. No quería contárselo por teléfono.
No después de tanto tiempo.
La voz cantarina de la rubia, sonó al otro lado de la línea. Emily no pudo evitar sentirse culpable, especialmente por tener que mentirle. Esperaba que en un par de días a lo sumo, Maisie estuviera lo suficientemente bien como para presentársela al equipo.
Pero primero tenía que hablar con Derek.
- Lo siento Pen...- Se lamentó- Tendremos que dejar la reunión por hoy… Tal vez mañana pueda, te avisaré…
- ¡Oh, Emily!… ¡No puedes hacernos esto!- Exclamó, tan decepcionada como suponía- Están todos deseando verte… Estábamos esperándote… ¿Qué ha pasado?.
Emily miró a su alrededor, tratando de inventar algo efectivo.
- Tengo una avería en una tubería del baño- Mintió.
- Pero Derek puede arreglarlo….- Le propuso García- Seguro que estará encantado… Y luego puede traerte hasta aquí en su coche.
Emily agrandó sus ojos, horrorizada con la idea. ¿Derek?. ¿En serio?. Definitivamente no estaba preparada para eso aquella noche al menos. Apenas hacía un par de días que había llegado a Estados Unidos, y aunque el motivo de su viaje había sido precisamente hablar con él, ahora se sentía como una absoluta cobarde.
- No es necesario… En realidad, mi vecino la ha arreglado ya….Pero el baño está inundado y no quiero que se filtre el agua al piso de abajo….
- ¡Qué mal!- Protestó García- Debí decirle a Morgan que le echara un vistazo a la fontanería antes de que volvieras…
Emily se echó a reír.
- No te preocupes… Era imposible saberlo. El apartamento lleva meses cerrado, y no tenéis por qué encargaros de él…
Finalmente, la rubia pareció desistir, y se despidieron hasta el día siguiente.
Emily volvió a centrarse de nuevo en Maisie. Rebuscó en el neceser que guardaba en su equipaje, hasta que dio con el paracetamol. Midió la dosis, y volvió a la habitación. La niña seguía entusiasmada con su mordedor, chupeteándolo como si en ello le fuera la vida.
Cuando Emily se lo retiró, torció los labios en lo que estaba a punto de ser un estallido de lágrimas.
- Shhhh...Ahora te lo devuelvo- La calmó- Pero tienes que tomarte esto…
Después de suministrarle el medicamento, volvió a entregarle el mordedor, y la sonrisa volvió a la cara de su hija.
- Bien… ¿Qué te parece si me doy una ducha y luego tu y yo cenamos juntas?...- Le propuso con un guiño. Se estaba preparando para una noche ajetreada. Maisie no parecía tener intención de querer irse a dormir.
Haciendo acopio del poco valor que le quedaba, en el último momento envió un mensaje de texto a Derek pidiéndole que viniera a su apartamento a primera hora de la mañana.
Se arrepintió casi de inmediato. Pero ya estaba hecho. Ni siquiera esperó para ver si respondía.
Emily se duchó, cerrando el grifo de vez en cuando para comprobar si Maisie seguía tranquila. Desde que se había convertido en madre, y estando sola, era una costumbre más entre todas las costumbres nuevas que había adquirido. Como comer con ella en brazos, o mirarla de reojo cada vez que la dejaba gateando por la casa.
Había comenzado a hacerlo hacía casi un mes, y desde entonces no había parado. A Emily no le sorprendía lo más mínimo que no pudiera quedarse quieta, teniendo en cuenta sus genes.
Volvió a la habitación, y tan pronto lo hizo, Maisie comenzó a llorar. Emily tenía la sensación de que a veces esperaba a verla para hacerlo. En cualquier caso, siempre resultaba efectivo. Se asomó a la cuna y se dio cuenta de que el mordedor se había colado por un lado del colchón. Lo cogió y se lo ofreció, pero esta vez Maisie lo lanzó fuera de la cuna.
- Mairead...- Utilizó su nombre sin diminutivo, a modo de advertencia- Ya hemos hablado sobre tirar las cosas….- La reprendió con suavidad.
Esa era otra de sus nuevas costumbres: Recoger todo lo que tiraba. Desde que había descubierto la gravedad, parecía que la niña disfrutaba muchísimo poniéndola a prueba.
Lo único que consiguió fue que comenzara a llorar.
Emily resopló y luego respiró hondo. Estaba agotada. Cuidar sola a una niña tan movida como Maisie no había sido tarea fácil. La amaba más que a su vida, pero tenía que reconocer que probablemente aquello habría sido mucho más fácil si hubiera contado con su padre.
"¿Eso es lo que estás haciendo, Emily", se dijo a sí misma, "¿Ahora lo vas a buscar porque no eres capaz de hacer esto sola?.
Desde luego, eso la hacía sentir aún más miserable.
Por supuesto, no era la única razón. Sabía que tenía que habérselo contado desde antes de que naciera, pero las cosas se habían ido complicando más de lo que hubiera deseado, y finalmente no había tenido valor para irrumpir en su vida y cambiarla por completo.
Cogió a la niña en brazos, y se dirigió a la sala. Había una mantita de juegos en el suelo, aunque sabía que duraría allí aproximadamente treinta segundos.
- Te dejaré gatear mientras te preparo el biberón, pero prométeme que no correrás los cien metros lisos...- Le advirtió alzando una ceja.
A veces la sorprendía la velocidad que podía llegar a alcanzar a gatas.
La dejó en el suelo, y Maisie sonrió de oreja a oreja. Emily tuvo que contener la risa para no perder la poca autoridad que tenía sobre ella.
Fue a la cocina, siempre comprobando de vez en cuando que Maisie se movía en zona segura. Desde allí podía ver cómo recorría la sala disfrutando de su pequeño momento de libertad. Puso agua en un recipiente de cristal y lo calentó en el microondas. Cuando sonó el timbre, lo sacó y lo pasó al biberón. Midió la leche, y lo agitó. Luego lo comprobó con la muñeca. Estaba a la temperatura perfecta. Ya tenía la suficiente experiencia preparando biberones como para hacerlo a la primera.
De nuevo miró hacia el salón. Su corazón dio un vuelco absurdo cuando no la vio. Evidentemente tenía que haberse escondido detrás del sillón, aún así, siempre se asustaba cuando la perdía dos segundos de vista.
Con el biberón en la mano, se dirigió allí. Sonrió al ver que efectivamente estaba allí escondida. Pero antes de cogerla en brazos, el timbre de la puerta sonó.
- ¿Quién será ahora?- Le preguntó a la pequeña- Espérame aquí.
Maisie la miró feliz. Había encontrado su chupete favorito Dios sabía dónde, y ahora lo tenía en la boca. Emily entornó los ojos, prefiriendo no pensar en dónde podría haber estado ese chupete.
Aún sosteniendo el biberón, se acercó a la puerta y se inclinó sobre la mirilla.
- Oh… Dios...- Jadeó al ver a Penélope detrás de la puerta.
Pero no había forma de que escapara de aquello. Parecía que la tía Penélope sería la primera en enterarse.
Miró un momento hacia Maisie, pero ésta había vuelto a esconderse. Luego abrió la puerta.
Se quedó petrificada cuando detrás de Penélope, a modo de sorpresa, hizo su aparición el resto del equipo.
- Estáis aquí...- Jadeó nuevamente cuando consiguió recuperar el habla
- ¡Claro que estamos aquí!- Exclamó la rubia al tiempo que le daba un abrazo de oso- Vinimos a ayudarte a limpiar.
¿A limpiar? ¡¿Qué demonios?!. Por supuesto… Su falsa tubería rota.
Esperó el mismo recibimiento del resto, pero todos parecían haberse quedado petrificados, mirándola boquiabiertos. Frunció el ceño sin comprender.
- ¿Ahora cenas en biberón?...- Le hizo notar Rossi señalando al mismo.
Emily bajó la vista hacia éste.
- Oh!...- Exclamó- Yo...Esto...- Siguió balbuceando de forma incomprensible durante un rato- No es para mí…
- Ya lo suponemos...- Le dijo J.J. con curiosidad- ¿Podemos pasar?.- Preguntó asomándose un poco hacia el interior del salón.
- Claro...- Dijo ella apartándose finalmente de la puerta.
Ahora sí, los abrazos se sucedieron. Más breves de lo que habían sido en circunstancias normales, incluso por parte de Morgan. Se le hizo especialmente extraña su cercanía, dada la situación. Por primera vez se dio cuenta de que todos estaban perfilando su apartamento. ¿Cómo no iban a hacerlo? No era solo el revelador biberón que sostenía en su mano. El suelo estaba lleno de juguetes, la mantita de juegos de Maisie estaba en medio de la sala, y todo estaba hecho un completo desorden.
- Emily… ¿Qué pasa aquí?- Preguntó García tratando de asimilar lo que sus ojos veían.
- Deduzco que no tiene nada que ver con las tuberías- Añadió Reid.
Y en ese momento, como si hubiera estado esperando su momento estelar, Maisie decidió correr finalmente los cien metros lisos. Salió disparada gateando desde el sillón directamente hacia donde estaba su madre, con una sonrisa brillante en la cara.
Emily bajó la vista al suelo, y la capturó justo cuando estaba a punto de chocar contra sus pies, alzándola en brazos. Por regla general, cuando Maisie alcanzaba esa velocidad, solía parar bruscamente contra algún objeto de la casa.
-Oh...Ma petite...- Se dirigió a ella cariñosamente en francés, mientras la sostenía en brazos- Où pensez-vous aller?... Eres muy joven para salir sola de casa...
Aunque sólo le respondió con balbuceos incomprensibles, estiró la mano dejándole claro que su objetivo era el biberón. Emily lo levantó en alto, burlándose un poco de ella.
- Así que quieres esto, ¿Verdad?… ¿Lo quieres?. Creo recordar que te dije que no corrieras por la sala...
Un pequeño bufido infantil de protesta salió de su boca. Emily finalmente sonrió y se lo entregó, cediendo ante su insistencia.
La niña agarró el biberón con ambas manos y se lo metió en la boca, succionando con fruición, absolutamente feliz.
Cuando Emily finalmente alzó los ojos hacia sus ex compañeros de equipo se encontró con sus expresiones totalmente atónitas. Cruzó una mirada culpable con Derek, quien observaba alternativamente a la niña y a ella conmocionado por su descubrimiento. Sólo con ver sus ojos, sabía que ya había hecho la deducción correcta.
- Supongo que no la has secuestrado- Dijo finalmente Hotch frunciendo el ceño. Dio un paso y se acercó a la pequeña, acariciando su mejilla. Ésta ni se inmutó, tan abstraída como estaba con su biberón.
- No...Es sólo mía...- Admitió ella en voz baja, recalcando el "sólo".
Sintió los ojos acusadores de Derek de nuevo, directamente sobre ella. ¿Cómo no iba a asumir que era suya?. El tono ligeramente tostado de la piel de la pequeña delataba que su padre definitivamente no era quien habrían supuesto si no la hubieran visto.
- Ya...- Añadió Rossi con astucia- No parece que Liam haya tenido demasiado que ver con esto…
Liam, el irlandés con aspecto de irlandés, que había conocido en un pub Irlandés de Londres. No, definitivamente no tenía nada que ver con ella.
- Liam y yo rompimos...- Les informó escuetamente.
Omitió decirles que lo había hecho justo el día en que había nacido Maisie. Hasta ese momento, la duda había estado ahí. Pero el cabello rizado y la tez morena – menos que la de su padre, más que la de su madre- del bebé, había disipado cualquier mínima incertidumbre al respecto.
Y a pesar de que Liam había estado durante meses diciendo que no le importaría si él no fuera finalmente el padre, resultó que sí le importó.
En realidad, no hacía falta confesarles la razón de su ruptura. Claramente, dicha razón se encontraba disfrutando de su cena entre sus brazos.
- ¿Queréis tomar algo?- Les ofreció con nerviosismo. La situación no podía ser más surrealista. Era evidente que estaban en shock, y era aún más evidente que Morgan estaba atando más cabos de los que habría deseado.
Y además, no parecía especialmente feliz.
Los hizo pasar al salón, y se distribuyeron entre los sillones y algunas sillas tomadas prestadas de la mesa de comedor.
- ¿Puedes sujetar a Maisie?- Le pidió a J.J.
J.J. le enseñó las palmas de las manos para recibirla, y Maisie inmediatamente extendió sus brazos hacia ella, sin soltar el biberón. Cuando estuvo en brazos de J.J., volvió a centrarse en tomarse el contenido del mismo.
- Es preciosa, Emily...- Dijo J.J., haciéndole una carantoña a la niña.
Superada la impresión inicial, todos se acercaron a la pequeña para saludarla como era debido. Emily aprovechó para ir a la cocina a buscar unas copas y algo de alcohol. Especialmente ella lo necesitaba aquella noche.
Derek, dejó al grupo de perfiladores, y se acercó a ella.
- Debiste habérmelo dicho...- Le recriminó en voz baja, tratando de no llamar la atención del resto. Pero en realidad, todos parecían demasiado absortos en la pequeña novedad que Emily había traído consigo desde Londres.
Emily dejó sobre la barra la botella de vino que acababa de sacar de un estante.
Exhaló un profundo suspiró y se volvió hacia él. Morgan estaba apoyado en la barra, tan cerca de ella que podía notar su aliento.
- Lo siento… Mi vida ha sido un poco caótica desde hace unos meses…
Derek jadeó con incredulidad.
- ¿Eso es todo lo que vas a decir?. ¿En serio, Emily?.
Emily comprobó de reojo que el equipo seguía sin prestarles demasiada atención. Ese era el efecto Maisie, sin duda. Era capaz de acaparar todo el interés, con sólo un balbuceo.
- He venido porque quería que la conocieras… Si te sirve de algo… Nunca pretendí mantenerte al margen…
Derek abrió la boca, aún más atónito.
- ¡Qué suerte tengo…! - Exclamó con sarcasmo- Sólo has tardado… ¿Cuánto?...- Se volvió hacia la pequeña un momento, e hizo un rápido cálculo mental- ¿Ocho meses?…
- Ocho meses y medio...- Le corrigió ella como si de repente aquello fuera tremendamente importante.
- Ocho meses y medio...- Repitió él conteniendo su propio enfado.
Emily se quedó en silencio sin saber cómo responder a sus acusaciones. Podía entender perfectamente que estuviera enojado con ella, pero él no tenía ni idea de lo duro que había sido para ella pasar por todo aquello sola.
-¡Chicos… ¿Necesitáis ayuda con esas copas?!- Exclamó Rossi desde el salón.
Instintivamente, Emily y Derek dieron un paso atrás, separándose.
- Será mejor que vayamos… Podemos hablar a solas en otro momento…- Lo instó con preocupación. No tenía intención de exponerse más delante de sus amigos, máxime cuando el color de la piel de su hija resultaba tan delatador. ¿Cuánto tardarían en interpretar sus microexpresiones? - Por favor...- Terminó en un ruego.
Derek asintió. Tenía razón. Y más que cualquier otra cosa, lo que más deseaba era conocer a su hija. Lo recorrió un estremecimiento con sólo pensar en ello. De pronto parecía que el mundo había comenzado a temblar bajo sus pies.
Suspiró.
- Está bien- Cogió algunas de las copas de las que Emily había dejado en la barra- Pero Emily… Esto no quedará aquí- Le advirtió antes de reunirse con el resto del equipo.
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