Te conocí en el valle de la esperanza

Aún no entendía porque seguía sintiéndolo, ¿Acaso la venganza no había aliviado su dolor? No… seguía allí, aquel dolor que te parte el alma, aquel que alenta tus pulsaciones, aquel que te hace temblar, aquel que no te deja respirar... No podía comprenderlo. Aún después de largas horas, allí estaba como hierro candente en una herida. Y seguía sin entenderlo. Cegado por el temor, la ira y el rencor. ¿Por qué su corazón seguía sin palpitar y sus manos aún temblaban? ¿Por qué? ¿Es que acaso no había sufrido ya bastante? Después de todo era su carga, su culpa y a pesar de todo quería ver de nuevo el brillo en sus ojos, la luz en su mirada… quería que volviera, que le abrazara y le dijera que todo iría bien... más eso era imposible…tan imposible cómo que lloviera en plena sequía… Y pensó en Selene. Su pequeña, dulce y tozuda princesa. Sólo por ella, Su princesa.

CAPITULO 1.

-Jane McCann - Una chica de unos 22 años le tendía la mano, él la estrechó.

-Alexander Stone, encantado- El chico debía tener unos 23 o 24 años a juzgar por su aspecto, era alto y rubio e iba vestido con un traje negro, camisa negra y una corbata blanca. Sin duda sabía vestirse.- bien, empecemos.

-sí, claro, ¿con que piso quiere que comencemos?- Era su primer día de trabajo y no tenía demasiada experiencia, esperaba no tener demasiados problemas.

-no se, supongo que por el que este más cerca, después ya iremos viendo, ¿no?

-Perfecto, acompáñeme por favor– Salieron del edificio. La chica iba vestida con unos pantalones negros y una camisa blanca, llevaba unos zapatos del mismo color con tacón y el pelo recogido en una coleta alta por donde caían unos preciosos bucles morenos. Tenía los ojos color caoba e unas delicadas y bonitas curvas, nada del otro mundo.-¿Prefiere ir en coche o en autobús?

-Autobús esta bien.

-Claro.-Caminaban en silencio, sin atreverse a hablar demasiado. Llegaron a la parada y se pasaron unos quince minutos esperando, sin pronunciar palabra.-Este es.

Subieron al autobús que por mala suerte estaba un poco lleno pero pudieron entrar sin problemas. El viaje fue un poco incómodo ya que tuvieron que quedarse de pié, aunque no por mucho tiempo, bajaron a la siguiente parada. Se dirigían a un barrio de Londres, uno de aquellos que no son demasiado bonitos ni que se caracterizan por su limpieza.

Caminaban a paso lento y seguían sin dirigirse la palabra, y la intensidad con la que él la miraba la intimidaba un poco. Si todos los días iban a ser así no podría soportarlo. Al cabo de un rato se atrevió a abrir la boca.

-Aunque no parezca demasiado acogedor, el piso es bonito y tiene mucho espacio, creo que más o menos tiene 60 m2, además, entra mucha luz- Sabía perfectamente que ese piso no tenía demasiado espacio, ni mucho menos era bonito pero así era su trabajo, tenía que mentir para vender, o al menos eso era lo que le habían dicho. Al chico le pareció graciosa la manera en la que ella gesticulaba exageradamente con los brazos y no pudo disimular una pequeña sonrisa, cosa que irritó notablemente a Jane.

Entraron en un bloque que tenía las paredes raídas, no tenía demasiada buena pinta. El ascensor era pequeño, no debían caber más de 3 o 4 personas y los botones estaban casi todos rotos. Había 7 pisos. Fueron al 7º. Cuando salieron del ascensor, Jane volvió a hablar.

-Este es- Señaló una puerta de madera que estaba, por ser delicados, hecha una mierda. Puso la llave en su cerradura e hizo presión con el hombro, cuando la puerta cedió hizo un ruido raro, como si se fuera a romper de un momento a otro. Lo que pudieron ver dentro del piso no era mucho mejor que la puerta, había grietas por todas partes y humedades en las paredes. Se quedaron los dos mirando el piso sin moverse.

-Creo que no- Al decir la frase, se cayó un trozo de pared, justo al lado.- No, definitivamente, no, demasiado joven para morir.

-Quizás con unos arreglos y una mano de pintura…además, esta muy tirado de precio.

-Ya pero como verás, creo que el dinero no es mi problema…-Lo dijo con tanta chulería que Jane decidió que ese chico le caía mal, no es que siempre fuera con prejuicios ni nada de eso, simplemente, su chulería y su forma de caminar, siempre erguido, le dieron suficientes motivos como para decidirlo.

-Claro, lo imaginaba…bien, vamonos, nos queda mucho Londres por recorrer- No habló con mucho entusiasmo, es más, se detectaba cierto sarcasmo en su voz, sarcasmo que Alex notó y le gustó. Iba a ser una tarde muy entretenida.

Era el séptimo piso que visitaban y ya pasaba la hora de comer, Alex seguía rechazando todos los pisos, parecía que lo único que quería era torturarla, además la pobre no podía más con los tacones, le dolían los pies.

-Tampoco ¿verdad?- El chico asintió- ¡Genial!- Otra vez ese sarcasmo.

-Lo siento de verdad, pero es que estos pisos no dan la talla, no me gustan.

-¿Pero no ha visto la terraza? Es preciosa.

-Si, claro sin contar que le falta un trozo de suelo y la barandilla esta... ¡anda, Si no hay barandilla!- Exclamó el rubio mirando hacía arriba.-Bueno Jane, creo que podemos empezar a tutearnos, después de todo, llevamos unas cinco horas juntos, ya seria hora.-Le dedicó una sonrisa seductora, una que derretiría a cualquiera, más no a ella.

-Como quieras.-Dijo restándole importáncia con una mano

-Además, todo el rato me has estado enseñando pisos muy pequeños, quiero uno grande.

-Está bien, hay uno en Westminster, cerca de Victoria Street…

-Perfecto, vamos a comer

-¿Ahora? ¡Son las 5!

-Claro, tengo hambre, invito yo.

Fueron a un bar cerca de Picadilly Circus. Era el típico garito donde te sirven tapas o algunos platos combinados, no era de mucha categoría. En las paredes de la estancia había colgados unos cuadros con fotos de actores firmadas, Jane reconoció algunos de los actores y Alex también. Había pocas mesas, la barra estaba un poco apartada de estas. Se sentaron en una cerca de la ventana, desde allí se podían contemplar las calles de Londres. La gente caminaba ajetreada, cosa no muy sorprendente en Londres. Alex se quitó la chaqueta del traje con un gesto tan perfecto que a Jane le sorprendió pensar en eso, con lo mal que le caía ese chico.

-Bien, Jane, aún no se nada de ti, ¿cuantos años tienes?- La verdad es que Alex no se caracterizaba demasiado por sus modales, era descarado, casi voraz.

-Bueno, yo… 22, ¿tú?-No es que le interesase demasiado, sólo era curiosidad.

-24, y ¿cómo es que vendes pisos? ¿Que estudiaste?

-La verdad es que…-Una señora rechoncha, con el pelo teñido de verde, un delantal de cuadros y unos zapatos que le iban unos cuantos números grandes les interrumpió.

-Buenas tardes, que querrán para…mmm… ¿comer?- La señora debía tener por lo menos unos 50 años. Dudó un poco en si los chicos iban para comer o para tomar algo, dada la hora daba que pensar.

-Yo, un plato núm.16, una pizza de esas, una cerveza y unas aceitunas, gracias.-La mujer se volvió hacia Jane, que miraba al chico con cara sorprendida.

-Una ensalada, gracias.-La mujer tomó nota y se fue.

-¿Sólo eso? Si sigues así vas a acabar anoréxica.

-Es que yo no soy como tú, ¿huevos fritos, bistec, patatas fritas, ensaladilla rusa, una pizza? ¡Ah, si! Y no nos olvidemos las aceitunas ¿Dónde almacenas todo esto?

-¿no lo ves? Aquí.- Lo dijo mientras se golpeaba los pectorales, enseñando una dentadura perfecta. Jane río ante al gesto del chico, quizás ya no le caía tan mal, al fin y al cabo sólo era un chico normal con un poco más de dinero del habitual y un poco engreído.- ¿Por dónde íbamos? ¡Ah, sí! ¿Que estudiaste?

-En realidad no estudié, hice un módulo de diseño y busqué trabajo, y aquí estoy, este es mi primer día.

-Sí, se nota.

-¿Tan mal lo hago?

-¡No! Era una broma, así que este es tu primer día…

-Sí, bueno, que me dices de ti, ¿Cómo es que buscas piso?

-Verás, el piso que tenía antes era demasiado grande, si, ya se que antes dije que quería un piso grande pero es que si vieras el que tengo ahora…

-¿Trabajas?- En aquel momento llegó la mujer rara (n/a: era para ponerle nombre) con los platos y las bebidas.

-Buen provecho- Y tal como había venido se volvió a marchar.

-Ahora mismo no, como te he dicho antes, no me hace falta. Aunque estuve trabajando en el negocio de mi padre durante unos meses.

-Ojalá yo tampoco tuviera que trabajar, no sabes la suerte que tienes.-En esos momentos, Jane pensaba en su piso de alquiler y en lo duro que tenia que trabajar para pagarlo, en el coche que quería comprarse… total, ¿para que le servia tener el carné, sin un coche con el que practicar?

-Sí, supongo…-Se quedó pensando y al cabo de un rato volvió a hablar- ¿sabes? tu necesitas dinero y yo necesito que alguien me decore el piso así que… ¿Por qué no hacemos un trato? Podrías decorarme el piso, te pagaría considerablemente bien.

-Bueno, yo…- Alex puso un puchero y entonces fue cuando se ablandó.-Bueno, lo pensaré.

-Perfecto.

-¿Y de qué trabaja tu padre? Espera… ¿banquero?

-Algo parecido. ¿Y los tuyos?

-Mis padres son mugg… digo dentistas, trabajan en una clínica dental, cerca del Holand Park en Notting Hill.

-Interesante… ¿Vives con ellos?

-No, me fui hace un año, no me malinterpretes, no es que me lleve mal con ellos, es sólo que me gusta estar sola y tener mi propio espacio… ¿tu vives con tus pa…?

-¿Dónde vives exactamente?

-En Allen Street, Kensington ¿tú?

-A las afueras- Se hizo un silencio incomodo, que Alex aprovechó para dar dos bocados de su plato y comer un poco, la conversación no le había dejado probar ni un trozo de bistec. Pero no duro mucho timepo- ¿Tienes novio? ¿Estas saliendo con alguien?

-¡Eh! Basta ya de preguntas… ¿Ahora qué vendrá, vas a acosarme?-Alex le caía más o menos bien, pero no le gustaba que la acribillaran de preguntas. La ponían nerviosa y le daba la sensación de que Alex estaba evadiendo sus preguntas.

-No sería mala idea…-Aunque debía admitirlo, ese chico tenia cierta gracia.

-¡Oh! muy gracioso- Jane miró su reloj, marcaban ya las 5 y media y aún le quedaban los pisos de Westminster- Si quieres que acabemos hoy, será mejor que nos vayamos.

-¡Pero aún no he terminado!- Una sola mirada bastó para advertir al pobre chico- Bueno, supongo que da igual, de todas maneras ya estaba frío…

-¡Venga, vámonos!-Alex dejó un par de billetes en la mesa y se fue corriendo detrás de la morena.

Dos chicos estaban sentados en la mesa de un café, el que se podría deducir como el más alto, era pelirrojo, con pecas esparcidas por toda la cara, tenía los ojos azules e iba vestido con un jersey verde claro y unos tejanos, parecía estar enfadado. El chico que se había sentado en frente era moreno, llevaba lentes y tenía los ojos verdes, como una esmeralda, también llevaba tejanos i camiseta.

-Ya hace media hora Ron, será mejor que nos vayamos, se le debe haber olvidado.- Estaban esperando a alguien, y a juzgar por sus palabras y su cara, llegaba tarde.

-Sí, seguramente. No se como pudo habérsele olvidado, ¡le dije que era importante!

-Ron, recuerda que era su primer día de trabajo… quizá…

-Déjalo Harry, vayámonos.

El pelirrojo se levantó y puso la silla en su sitio, Harry le siguió. Salieron del café. Fuera, empezaban a caer finas gotas de lluvia. El pelinegro, miró a los lados, y al ver que no había nadie en la calle a parte de él y su compañero, hizo aparecer un paraguas con una varita de madera, el pelirrojo hizo lo mismo con su varita.

-Bueno… ¿nos vemos mañana, no?

-Supongo, estos días vamos muy liados en mi departamento pero ya te enviaré un mensaje. ¡Por cierto! ¿Cómo te va con Luna?

-Igual que siempre Harry, ya lo sabes.

-Hasta mañana.

-Nos vemos.

Cada chico se fue por un lado, Ron caminando perezosamente pensando en su novia Luna y en su cita la noche pasada, estaba radiante con aquel vestido azul…y Harry pensando en los extraños sucesos que pasaban últimamente, recordaba perfectamente las palabras del Profeta: Esta noche, un grupo de rebeldes ha atacado a un gran número de personas cerca del London Eye. Diez muggles han sido heridos y cinco más han muerto a causa de la explosión provocada. Entre los muertos figuraba un niño de 6 años y el jefe del departamento de protección a los muggles. No hacía más que preocuparle.

Bajaron del autobús maldiciendo el día en que Dios inventó la lluvia. Alex y Jane estaban en Vitoria Street a casi unos 100 m. de su destino, estaba lloviendo e iban sin paraguas.

Caminaban con rapidez intentando cubrirse con las manos, pero cada vez llovía más. Se pararon delante de un semáforo, estaba rojo. Jane no vio el coche que se aproximaba, pasó en rojo y fue demasiado tarde cuando lo divisó. Alex tuvo tiempo de reaccionar, prácticamente lo vio a cámara lenta, el coche aproximándose a ella cada vez más y más y eso no le gusto. Alex cogió a Jane por los brazos y tiró de ella hacia la acera. Aterrizaron en el suelo, se miraron a los ojos y se dieron cuenta de cómo estaban situados, Alex había caído sin querer encima de la chica que estaba siendo aplastada por su peso.

-Por si no te das cuenta, me estas aplastando.-Lo dijo como si tenerlo encima le molestara, aunque el rubor en sus mejillas decía todo lo contrario, hasta le sorprendió darse cuenta de que el calorcito que desprendía su cuerpo era agradable.

El chico se levantó e ayudó a la joven a ponerse en pié. Se planchó un poco la chaqueta mojada con las manos ya que había quedado arrugada después de la caída.

-Podrías ser un poco más agradecida, te acabo de salvar la vida.-Jane no hizo caso de su comentario pero al mirar al suelo se dio cuenta de que su varita se había escapado del agarre de su chaqueta ahora mojada. La recogió antes de que su acompañante pudiera verla y se la guardó en un bolsillo de los pantalones.

-¡Mierda, estoy empapada!

-Pues no eres la única, por tu culpa… tendrías que haberte fijado antes de pasar en rojo, casi te cuesta la vida.

-Como si te importara.-No sabia por que había dicho eso, claro que no le importaba, apenas se conocían, que tonta era. Había sido algo instintivo.

-Te equivocas, si me importas, te necesito para que me decores el piso.

-Claro, vayámonos de aquí, es ese edificio de allí.-Jane señaló un edificio que estaba a menos de 70 m. de ellos.

Jane y Alex se pararon en frente de un edificio alto, era de color gris oscuro. Las ventanas de los diferentes pisos eran azules. En cada planta había distribuidos cuatro balcones. Parecía un edificio con categoría, uno de aquellos a los que no te atreves a entrar por miedo a que te echen. La entrada era gigante y la puerta era de hierro forjado y vidrio, estaba muy trabajada. En el lado derecho de la puerta había un ranura para el correo, dado el estado en el que estaba parecía olvidada, ya no se debía utilizar. Jane se apresuró a buscar las llaves en el bolso, tardó 2 minutos en encontrarlas. Introdujo las llaves y giró tres veces. Alex se encargó de empujar la puerta hacía dentro. Des de fuera no se podía divisar muy bien el interior del vestíbulo pero al entrar pudieron observar con tranquilidad la belleza del lugar. El hall era luminoso, había dos butacas al lado izquierdo de la estancia y en frente una mesa de madera. La parte de arriba era de vidrio translúcido. En la esquina que precedía los sofás había una planta de hojas grandes, en una maceta de cerámica. En una habitación que había en el vestíbulo, delante de las taquillas del correo, un hombre les miraba con curiosidad a través de una ventana carecida de vidrio.

-¿Vienen ustedes por el piso en venta, verdad?-Mientras hablaba, el portero se colocó bien las gafas. Jane asintió.

-¿Podría usted indicarme que piso es?-La morena habló con seguridad sin dejarse intimidar por la mirada del hombre.

-Séptimo piso.

-Gracias.-Jane cogió a Alex por la muñeca y tiró de él hasta el ascensor, era viejo pero concordaba con la estructura del lugar, abrió las puertas del ascensor y entró tirando de Alex, otra vez. Marcó el séptimo piso. El ascensor empezó a moverse hacia arriba. Era un ascensor grande, cabían 5 o 6 personas y tenía un espejo situado delante un banco. Era elegante y revestido de madera.

-¡Será borde!-Exclamó Jane después de que arrancara el ascensor. Alex no le hizo ni caso, estaba demasiado ocupado preguntándose de que le sonaba ese edificio.

-¿Alex?

-Sí, perdona, ¿Qué decías?

-Nada, da igual ¿en que pensabas?

-En…-Dudó unos segundos- nada, ¿Qué borde no, el portero?-No debía preocuparla, debía ser sólo una tontería.

-Sí, claro… es lo que acabo de decirte.

-Ya, perdona, estaba en otro mundo.-Lo mejor sería olvidar la pregunta que le carcomía la cabeza desde que habían entrado en el edificio.

-Bueno, ya estamos.-Jane abrió las puertas del ascensor, delante de ella se abría un pasillo con dos puertas.- Genial y ahora, ¿Qué puerta es? Maldito portero.

-Prueba la de la izquierda.

-Vale.- Jane abrió la puerta y guardó las llaves en su bolso.

-¿Ves? Soy un genio.

-Eres un engreído.

-Dime algo que no sepa…vaya, vaya…-Eso si era un piso, estaban en el hall, (n/a: con cuatro paredes xD), tenía las paredes pintadas de un color yema muy bonito. Avanzaron hasta más adentro, el piso tenía una cocina, un baño, un salón, tres habitaciones y mucho espacio. Eso bastó para que Alex se quedara definitivamente con él.-Me gusta, me lo quedo.

-¿Seguro? ¿No prefieres ver los otros pisos? Hay uno muy cerca que creo que también es…

-Me gusta este.

-Esta bien, entonces… creo tengo que irme, ya son las ocho y media y tengo que trabajar.

-Espera, ¿vender pisos no es tu único trabajo?-Preguntó asombrado, él apenas aguantó un mes trabajando en la empresa de su padre y eso que sólo tenía que revisar unos papeles de vez en cuando…

-Claro, tengo que pagarme el piso y estoy ahorrando para comprarme un coche, a mi no me lo pagan todo mis padres, ¿sabes?-Jane estaba un poco enfada con él, sabía que no tenía motivos pero la burla que había visto en los ojos del chico apenas hacía unos segundos la habían rabiado un poco.

-Ya claro, es verdad.-No lo dijo enfadado, más bien como derrotado como si le acabaran de recordar algo que quería olvidar. Eso ablandó a Jane.

-Bueno, creo que tenemos que irnos, empiezo a trabajar a las nueve.

-Un momento, y entonces ¿de que trabajas?-No pudo evitar preguntar, ya que eso de que trabajara tan tarde le…asustaba un poco.

-De camarera.

-Claro, pero creo que puedes ir dejándolo porque a partir de hoy trabajas para mí.

-Te dije que lo pensaria

-son 600 por semana.

-700.

-650

-Tu ganas.

-¡Genial!

-De todas formas, te habría cojido por 1000.

-Entonces tendré que empezar a trabajar a partir de la semana que viene, tenemos que avisar con una semana de antelación, y tendré que pedir horas fijas en la agencia immobiliária ¿Te va bien que empiece el 15?

-Perfecto, vámonos.-Alex abrió la puerta y dejo pasar a la chica primero, sin dejar de asombrarse en la rapidez con la que las chicas pensaban. Cerró la puerta, dieron tres o cuatro pasos y cuando ya estaban casi en la puerta del ascensor, una voz les interrumpió.

-Yo no bajaría por el ascensor, antes, la vecina del séptimo se ha quedado encallada, no se como antes habéis podido subir sin problemas, últimamente el ascensor no va demasiado bien, podeis bajar por las escaleras.- un hombre de edad avanzada vestido con una bata roja con detalles dorados y ojos azules como el mar les miraba con una taza en las manos, desde la puerta de la derecha.

-Gracias pero nos arriesgaremos.-Alex cogió a Jane del codo y entraron en el ascensor.

Se cerraron la spuertas del ascensor y empezó a descender, sólo había bajado cuatro o cinco metros cuando se paró.

-Lo que decía…-El abuelo abrió la puerta de su casa y después de entrar la cerró.

De repente, el ascensor dio una pequeña sacudida, tembló y se paró. Alex y Jane se miraron. Alex prensó el botón de la planta baja, pero el ascensor no se movió. Volvió a mirar a Jane.

-No puede ser, el viejo tenía razón.Bueno, ¿y ahora cómo salimos de aquí?- A Alex pareció no importarle el quedarse encerrado en un ascensor, todo lo contrario a Jane que estaba empezando a alucinar ¿Cómo podía estar tan tranquilo? Corrió hacia los botones y miró detenidamente, no fue hasta que vio que el ascensor no tenía botón para emergencias que empezó a preocuparse de verdad. Y entonces se giró hacía Alex y se apoyó en la pared.

-Debería haber un botón rojo para emergencias…

-Déjame ver… -Volvió a mirar los botones y comprobó que, como había dicho Jane, no había botón rojo.-No, no hay botón rojo.

-¿En serio?-

-¡Oye! no uses esa ironia conmigo que no tengo la culpa. Si seguimos así mucho rato me voy a perder el partido de los Runners.-Jane entornó los ojos.

-Increíble, estamos encerrados en un ascensor y sólo piensas en el partido de los Runners…

-¿en que quieres que piense?

-mm… ¡ah, sí! podrías pensar en como salir de aquí.- Miró su reloj y descubrió con horror que eran las 8:45-¡Mierda! Voy a llegar tarde.

-¿Qué hora es?

-Las 8:45.

-¿Ves? Ya debe de haber empezado…

-A la de tres salta, ¿vale?-Alex asintió.-Uno, dos y tres-Jane y Alex saltaron pero el ascensor seguía como antes.-Genial.-Jane cogió su bolso del suelo y se sentó en el banco.

-Ahora sólo nos queda esperar…tarde o temprano se darán cuenta ¿no?-Alex se sentó junto a la morena.

-Supongo.

Al cabo de 10 minutos…

-Y dime, Jane ¿Dónde esta el bar donde trabajas?

-Cerca de Kensington, se llama seventeen, es pequeño pero esta bien, eso sí, el sueldo no es nada comparado con lo que tu me pagas.-Alex rió.-En serio.

-Seguramente, me has salido muy cara.-Jane escondió una sonrisa tímida, quizás había abusado un poco de Alex, bueno, siendo sincera, había abusado mucho. Se miraron fijamente. Si no fuera por el sonido que hizo el ascensor al pararse, Alex hubiera notado el suave rubor en las mejillas de la chica. Habían estado tan concentrados en la conversación que ninguno de los dos se había percatado de que el ascensor había vuelto a funcionar y ahora yacía en la planta baja.

-Ehem…- El portero se hallaba de pie en la entrada del ascensor, esperando a que la pareja reaccionara. Al fin, Jane y Alex se percataron de la presencia del hombre y se giraron hacia él.-Siento que el ascensor haya tardado tanto en reponerse, últimamente no va demasiado bién.

-Si, creo que ya nos hemos dado cuenta.-Jane fue la primera en reaccionar, cogió su bolso y salió del ascensor. -Buenas noches.

Alex siguió a la chica y ambos salieron del edificio, fuera ya no llovía. La chica caminaba a paso rapido.

-¡Eh! ¡Espera!-Alex la atrapó y la cogió por la muñeca, eso pareció molestar a la chica que se dio la vuelta inmediatamente, y él se la soltó- Jane

-Alex, tengo prisa, voy a llegar tarde y Kensington no esta cerca precisamente, mañana te llamo, ¿si?

-Claro, pero creo que será mucho mejor que cojas un taxi, yo cubro con los gastos.-Alex sonrió esperando que la chica aceptara. Jane se lo pensó unos momentos pero el chico ya había hecho suficiente, solo faltaba que le pagara el taxi.

-No, gracias, cogeré el bus, ya has hecho bastante pero muchas gracias de veras.-Jane se marchó hacía la parada del bus y dejó a Alex solo en medio de la calle con una sonrisa en la boca. Alex se acercó al borde de la acera y paró un taxi. Abrió la puerta que tenía más cerca y entró en el coche.

-¿Dónde le llevo señor?

-Pentonville road, gracias- Cogió un paquete de cigarros y se puso uno en la boca.-¿le importa…?- Preguntó enseñándole el paquete al conductor que negó con la cabeza.

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Gracias por leer, un besooo!

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