Bueno, primero que nada quería agradecerles a Medusa, por hacerme con esa voz tan bonita que tiene un tutorial sobre cómo subir un documento a esta página del demonio y a Metanfetamina.
Diclaimer: obviamente, nada de esto me pertenece.
Dicen que los gemelos saltan una generación, así que no era probable que los concibiese. Creo que la genética hizo una excepción conmigo por algún motivo.
Cuando ellos se enteraron de que estaba embarazada de nuevo, concretamente de gemelos, se pusieron insoportables. Sintieron que tenían que tener algún tipo de participación directa en la vida de estos niños, que supimos varones en el primer test mágico que me hice.
Fabian y Gideon, los eternos bromistas, estaban seguros de que mis pequeños iban a continuar con su legado, por el simple hecho de ser gemelos. Afirmaban que iban a crecer para convertirse en unos héroes dignos de su apellido, que iban a defender sus ideales y hasta morir por ellos. Cuando se ponían fatalistas para llamar la atención, no había quién los parase. Ya te puedes imaginar cómo me ponía cada vez que me decían esto, con lo terrible que se estaba volviendo la situación en el mundo mágico. Cuando se dieron cuenta de que decirle ese tipo de cosas a una mujer rebosante de hormonas no era una muy buena idea, se controlaron un poquito más.
Fabian tenía un hoyuelo en su mejilla derecha que aparecía cada vez que sonreía de lado, mientras que a su vez Gideon tenía un lunar en la punta de la oreja izquierda. Así los diferenciaba si los tenía que ver desde lejos. Ellos siempre fueron la luz en mi camino, mientras que yo les seguía el paso, ya prevenida de los pozos con los que ellos se habían topado. Me enseñaron a sonreír a pesar de las dificultades, a soñar incluso en los momentos más oscuros y a seguir adelante. Me acompañan en mis hijos, en los que efectivamente dejaron el legado del que tanto hablaban. Por eso, hoy puedo estar bien.
No te puedo explicar lo que me insistieron para que llamara a los bebés que estaban creciendo adentro de mí de la misma forma que ellos. Obviamente, yo no quería. Los nombres pasan de moda, ¿sabes? Además, en las reuniones familiares iba a ser todo un lío. No, no, y no.
A pesar de que me había opuesto fuertemente a esta idea, nunca quise escoger los nombres de los gemelos hasta que nacieron, por más que Arthur me insistiese en tenerlos ya pensados. Después del parto los vi, tan mínimos, con el cabello rojo encendido característico de los Prewett y llorando de la mano, como si nunca se quisiesen separar, y lo supe. "«F» de Fabian y «G» de Gideon: Fred y George ". A través de un detalle minúsculo que a simple vista se pasa por alto, mis hermanos los iban a acompañar siempre.
La genética se olvidó del mito e hizo que tuviese gemelos. Creo que fue porque sabía que al menos iba a necesitar quedarme con uno.
