A lo mejor ya es hora de darle voz. A todo eso que pasa por su cabeza pero no se atreve a decir. Porque... ¿cómo hacerle creer que esta vez, solo por esta vez, no es el malo? Sino que es la sombra oscura que se cierne sobre él (ahora y desde siempre) la que le provoca pesadillas, quien le atormenta desde niño.
Midoriya siempre ha tenido compasión por los débiles- no, se corrige. Todoroki no es débil. Es una llama feroz e incontrolada dentro de un huracán. Un tigre encerrado que se pasea por su jaula con lentitud, esperando a que su cautor se acerque a alimentarle para lanzarse a su cuello en cuanto se descuide. Es un caos controlado, temeroso de la herencia de su padre, usando solo el regalo de su madre.
Pero él no es como ellos.
Aprieta el puño y rechina los dientes. Una vida cubierta de injusticias, anteponiéndose obstáculos a sí mismo.
"Nunca seré como mi padre."
Y aún así, ahí está.
"Yo nunca pedí nacer."
Escarcha cubriendo sus mejillas, y fuego en su mirada.
"Pese a todo, me alegra haber llegado hasta aquí, Haberte conocido... Izuku."
Y en ese momento, Midoriya -Deku-, se da cuenta de que nada ni nadie podrá parar a Shouto. Ni él, ni sus adversarios, ni lo que le une por sangre.
Y se alegra de poder estar ahí para presenciar su alzamiento.
publicado en ao3 bajo el mismo seudónimo.
