Disclaimer: Todos los personajes pertenecen a J.K. Rowling, yo solo escribo esta historia por diversión.
Capítulo Beteado por la fantástica Bellatrix_2009, muchas gracias linda :3
I
Cuando abrió los ojos no sabía si realmente era de día o de noche, las cortinas de la habitación estaban cerradas y al parecer eran lo suficientemente gruesas y oscuras para no dejar entrar nada de luz. Se sentó en la cama llevándose una mano al rostro cuando un mareo lo invadió, asumió, que por haberse sentado muy rápido, pero luego de un rato éste solo se asentó allí y no se fue. Los oídos le palpitaban y sentía un fuerte dolor desde la nuca hacia el cuello. Intentó enfocar más.
¿Dónde estaba? Miró hacia ambos lados intentando reconocer lo poco que podía vislumbrar de la habitación, pero la verdad no podía ver mucho, la habitación parecía ser pequeña, para la cama de dos plazas en la que estaba, y la textura de las sábanas no parecía ser de la mejor calidad. Solo traía puesta una remera sin mangas algo grande y un bóxer.
—Mi varita— Murmuró al percatarse que no la tenía, tanteó por la cama y la mesita de noche, donde no había ni siquiera una lámpara. Nada, su varita no estaba. Sus músculos se tensaron por completo cuando escuchó el sonido de la puerta abrirse, girando rápidamente, lo que para su mala fortuna le produjo otro mareo. La luz de la habitación se encendió, lo que lo hizo cerrar los ojos con fuerza al sentir que ésta le molestaba demasiado.
—Ah... Draco, qué bueno que estás despierto, te he traído el desayuno— El aludido reconoció de inmediato la voz, abriendo los ojos lentamente, estos se posaron en los verdes que lo miraban fijamente.
—Potter… — El chico estaba parado en la puerta, con una bandeja llena de pan tostado con mermelada, café y un vaso de jugo, traía puesta una mala combinación de ropa muggle, y su cabello seguía tan mal peinado como lo recordaba… y hablando de recordar.
—Potter, ¿dónde mierda estoy? lo último que recuerdo es ...— Se quedó un rato en silencio para ordenar sus pensamientos, entonces el recuerdo vino abrumador a su mente, y su respiración se aceleró. ¡La Torre de Astronomía! — Yo estaba en… la Torre de Astronomía… ¿Y Dumbledore? Yo… ¡¿Lo hice?! ¿Le he matado? ¡¿Cómo es que no estoy en Azkabán?! — El rubio comenzaba a hiperventilar y Potter alarmado se acercó a él rápidamente.
—Draco, por favor tranquilízate, ten bebe un poco de jugo de naranja — Dijo extendiendo el vaso de jugo hacia el chico que lo tomó con un poco de desconfianza, bebiéndose todo de una sola vez, hasta ese momento no había notado lo sediento que estaba.
—No irás a Azkabán, Draco, no irás a ningún lado, estás a salvo aquí... conmigo— Potter le mantuvo la mirada fija en los ojos grises, y Draco se sintió de alguna forma abrumadoramente perturbado.
—¿Dumbledore está muerto?— Preguntó desviando la mirada hacia su vaso de jugo.
—No, afortunadamente Snape llegó a tiempo para detenerte.
—¿Severus me detuvo? ¿Está de tu lado entonces? — Draco abrió sorprendido los ojos ante la noticia, moviéndose hacia un lado en la cama cuando Potter se fue a sentar al borde de ésta, ofreciéndole la bandeja para que comiera, Draco la aceptó reticente.
—Mmm algo así… anda come— Instó moviendo la cabeza hacia la bandeja.
Draco bajó la vista y fue consciente de lo hambriento que estaba, dedicándose a comer en silencio, Potter lo miraba atentamente, haciéndolo sentir bastante incómodo.
—¿Dónde estamos?— Preguntó mientras bebía un sorbo de café, luego de haberse devorado dos panes de una sola vez.
—En la casa de Sirius… bueno ahora es prácticamente mi casa— Cabizbajo un poco se llevó las manos a los cabellos detrás de la nuca revolviéndolos innecesariamente.
— Potter, ¿por qué estoy aquí? ¿Qué demonios haces trayéndome el desayuno a la cama y desde cuando deje de ser "Malfoy" y pasé a ser "Draco"?— Draco estaba confundido, tenía la sospecha de que tal vez era una especie de prisionero de la Orden, o algo así, aunque no había cadenas, y no parecía haber ninguna magia que lo detuviera, ¿entonces tal vez solo le habían salvado el pellejo? ¿Sería cosa de Severus?Frunció el ceño cuando notó que Potter se había quedado en silencio.
—¡Responde maldita sea!
—Escucha... Draco— Comenzó, poniéndose de pie y tomando la bandeja ya vacía en sus manos, mirándolo seriamente.— Lo importante ahora es que estas a salvo, ¿vale? Nadie te hará daño nunca más, no lo permitiré.
La voz de Potter le parecía que cada vez se volvía más suave, lenta y confusa. Las cosas comenzaron a girar, como pudo miró molesto a los tres Potters que ahora su mareada visión le hacía ver.
—¡Hijo de puta! ¡Me has drogado!— Sentía incluso la lengua pesada.
—Lo siento, Draco— Dijo sin ni una pizca de culpa y entonces todo se volvió negro otra vez.
