Bueno antes que nada, este fic contiene aspectos religiosos y una que otra agravante a la moral, quiero pedir a todo aquel que lo leea que tenga la mente abierta y que no quiero denigrar a nadie estando en una postura relijiosa totalmente neutral
La sangre del cordero
¿Que le hace falta a la gente para creer en dios?, que es lo que se necesita para terminar una venganza y darle fin al ultimo crimen; El pecado cometido por el padre el hijo lo ha de pagar rezan así las invocaciones.
Capitulo 1: Victimas
En el departamento de policías un joven de tez morena terminaba de archivar los resultados de su último caso, de ojos verdes, mente vivaz y una alborotada cabellera de color castaña el joven de no más de 29 años fue llamado por su superior un viejo regordete con la cabeza tan calva como una bola de boliche pero no tan reluciente.
-Aioros, necesito que vayas a la calle del hueso número 30, se encontró un cadáver y eres el único que no tiene trabajo en este momento.
-Pero tenía una cita y además ya termino mi turno…- la mirada que le dedicara este no le dejo tiempo de objetar nada más, salio del pequeño cubículo y marco un numero que se sabia ya de memoria en su celular- Hola soy yo- como si no supiera que de él se trataba después de todo los teléfonos tienen identificador.
-Aioros se que eres tú, la pantalla decía tu nombre
-Ok, entendí el sarcasmo Saga…solo que no podremos ir a cenar como te lo prometí- un silencio se creo en la línea-No es mi culpa el jefe acaba de mandarme a ver un homicidio en la calle del hueso.
-Deja entonces que te acompañe, no le tengo repulsión a los muertos y prometo no hacer nada que te comprometa como oficial
-No creo que sea lo más prudente, no es una cita que te gustaría presumir…
-No soy una persona común con ideales comunes o ¿si?
-Calle del hueso numero 30, en media hora entendido- Sabia que no podía contradecirle y bueno si todo marchaba como hasta ese momento le convenía que asistiera.
Calle del Hueso num. 30
Los curiosos comenzaban a rodear aquella pequeña casa, las bandas amarillas de precaución funcionaban como barrera para los curiosos, Saga llego con su típica puntualidad quedándose atrás de la valla, serio y con la mirada fija en aquella fachada azul celeste.
Aioros ya se encontraba dentro de la misma cuando un oficial le indico que le buscaba, no se molesto en salir, simplemente le indico a oficial que le trajere aquella persona y que le diera un gafete para que actuara con total libertad.
-Saga, no te alejes de mi y si vez algo que no te guste no dudes en salir de la casa entendido
-El psicólogo soy yo Aioros…no creo que pueda quedar traumado- aquel joven de mirada aguamarina y larga cabellera azul celeste se encontraba pulcramente vestido con un fino traje grisáceo, corbata negra y unos zapatos negros que a simple vista se notaban que eran caros, con solo 20 años y ya era uno de los más grandes psicólogos contando con un doctorado en psicología criminal
-Detective, necesita ver esto- uno de los oficiales le condujo a lo que parecía ser la sala de la casa, tres oficiales se encontraban vomitando en el pasillo apoyados en la pared, sin duda adentro encontraría algo interesante- Quizás el doctor no debería pasar, por su salud claro esta- la sonrisa que se pinto en los labios de Saga no dejo objeción ni replica.
-El doctor viene conmigo- Aioros sintió escalofríos al ver sonreír a su pareja de esa forma, le recordaba aquella que el viejo Tomas, el carnicero, sostenía en sus labios cada vez que en la granja de su padre se realizaba la matanza de las reses.
Abrió las puertas corredizas, las cortinas se encontraban cerradas y apenas se podía distinguir la escena, una peste reinaba el lugar, el cadáver se encontraba cubierto completamente de moscas y larvas que le salía de todo el cuerpo, escena repulsiva, pero eso no era lo interesante.
-Su nombre es Alexander Von, lleva muerto aproximadamente una semana, el casero venia a cobrar la renta y como nadie le abría llamo a la policía…lo encontrado así.
-Alexander Von ese nombre me suena, ese el pedofilo que no pudieron enjuiciar el mes pasado por falta de pruebas?
-Ese mismo detective, pero véalo ahora-
A lo que se refirió el oficial era que la victima se encontraba en la mesa sentado frente a un plato con un trozo de pan y unos granos de sal, las manos estaban atadas como si orara, el cuerpo se mantenía erguido por que fue empalado, le faltaban los ojos.
-Fanático religioso, interesante- Saga no había dicho nada hasta aquel momento, no se detuvo mucho en examinar el cuerpo pues después de todo eso le correspondía a un medico forense mientras que él entraría en la mente de aquel psicópata- ¿Por qué no abren las ventas?
-Queríamos mantener la escena intacta- ni bien había acabado de pronunciar aquellas palabras cuando el psicólogo ya había terminado de abrirlas, las pupilas de los presentes acostumbradas a la oscuridad se dilataron, más no las de Saga, cuando Aioros pudo distinguir algo más que sombras borrosas, la escena le parecía aun más repugnante de lo que era, Saga se encontraba apoyado en la pared con la mirada fija al gran espejo que se encontraba enfrente de la mesa volvió su vista para encontrarse con un mensaje en el mismo.
"Este hombre es un pecador"
Debajo del espejo un numero romano escrito con sangre se encontraba marcado, la sangre no pertenecía, ni a la victima ni al acecino era de animal, de cordero.
-21 ¿21 que?- no encontraron más pistas el asesino fue en sumo meticuloso, se lleno el informe, tomando las fotos adecuadas para el caso, antes de retirase a descansar.
-No lo sabemos pero es posible que sea el número de victimas.
-No es eso, normalmente los asesinos seriales repiten ese procesos en todas sus victimas y esta es la primera vez que se algo de esta índole- Aioros terminaba de hacer unas cuantas anotaciones en su cuaderno
-Quizás sea una fecha importante- A Saga le gustaba ayudar a su novio cada que podía y siempre que este lo permitía.
Al llegar a la estación de policías, Aioros paso a dejar su informe con su jefe y un par de indicaciones para seguir buscando pistas al día siguiente, ser un detective de primera orden impedía que su único día libre fuese obstruido por el trabajo.
-No creo tardarme mucho- Le sonrió antes de retirarse con su jefe
Un grupo de policías y dos detectives no dejaban de cuchichear señalando a Saga que permanecía sentado en una de las bancas de la estación, sabia que hablaban de él pues constantemente le señalaban y se reían pero no por lo mismo les prestaría importancia ya sabia que eso era justamente lo que buscaban.
Uno de los policías, el más joven, fue el primero que se le acerco detrás de él venían sus compañeros, uno de los detectives le profería un odio tal al peliazul que era conocido por todos sus compañeros, el joven sonriente se sentó a su lado abrazándole posesivamente.
-¿Dime que hace una perra tan fina como tú en este lugar?- tomo entre sus dedos uno de los largos mechones perfumados del psicologo llebandoselo a los labios para besarle
-¿Fina? Eso fue bueno Emilio pero, pero le queda mejor puta rastrera- Negó divertido con la cabeza, el detective negro, mientras que extendía una de sus manos para sujetar el rostro de Saga obligándole a mirarlo- ¿Cuanto cobras por noche preciosa?.
-Para ti- los hombres usualmente son muy manipulables y soberbios, Saga se soltó poniéndose de pie ante aquel negro, sin cambiar esa expresión de frialdad en sus ojos, le miro por un instante, bajo la vista recorriendo el pecho de aquel tanto con la punta del dedo índice como con los ojos- Ni la perra que te parió lo haría, ¿Qué te hace pensar que yo me acostaría contigo por unas miserables monedas?, vete y revuélcate con la primera hembra coja de tu clase que te encuentres perro.
-Estupido, hijo de perra me las pagaras- soltándole una fuerte bofetada que le dejo marcado el rostro tiro a Saga al piso, nunca aparto la mirada de su rostro, pero los ojos de psiquiatra se sufrieron una transformación violenta, que hizo que el detective retrocediera instintivamente.
-No piensas seguir demostrando que eres el macho alfa, que patético, con razón pagas por tener sexo- le dolía el golpe pero su sangre ardía con mayor intensidad, nadie más que su padre le había golpeado, quizás la imagen de su padre o la furia que sentía en aquel momento le descontrolo, trayendo recuerdos del pasado a su ahora presente, de aquel niño débil a si mismo.
-¿Que pasa aquí?- Aioros y media estación habían escuchado el escándalo, apartando a todos los curiosos, al lograr divisar a Saga tirado en el piso, sujeto al negro por el cuello de la camisa, que parecía hipnotizado con los ojos aguamarinas de psicólogo, más Aioros no noto este cambio por que Saga al escuchar su voz fue el remedio perfecto para salir de aquel trance.
-Aioros, deja al perro no merece ni siquiera que le pongas un dedo encima, ¿ayúdame a ponerme en pie, quieres?- A regañadientes le soltó para darle la mano a Saga, dejaría las cosas para después cuando este no estuviera presente, no dejaría que le faltaran el respeto de aquella forma- Espera quiero decirle algo- soltándose del detective Saga se inclino para hablarle al oído a aquel negro aun aturdido, las pupilas del mismo se dilataron al escuchar la voz del peliazul tan cerca, satisfecho consigo mismo Saga se retiro a su casa con Aioros.
-¿Qué le dijiste Saga? se veía pálido y mucho-
-No pienso decírtelo- era muy franco y Aioros ya no se sorprendía con esos instantes herméticos que usualmente afectaban a su pareja- ¿Por qué no me dejas conducir?
-No me cambies el tema, no me gusta que hagas eso, además que te pego como quieres que lo ignore.
-Yo lo estoy ignorando, no tiene sentido seguir con la cabeza caliente una vez pasada la tempestad, te imaginas si todos hiciéramos eso este mundo estaría lleno de rencorosos e incivilizados- La mirada que le dirigía el detective le decía lo que Aioros sentía en su interior- Creo que quedaron las cosas claras y no volverá a pasar, por favor deja las cosas como están no quiero que te metas en problemas por mi culpa.
El resto del camino permanecieron callados, aun que con cada minuto que pasaba las facciones del moreno se iban relajando. Los planes de esa noche se habían arruinado, bueno no todos y Saga aun quería rescatar algo de aquella cita
-¿Quédate en mi casa esta noche Aioros?- el automóvil se encontraba estacionado enfrente de la casa de mencionado y aun que no lo admitiera Aioros se encontraba preocupado, al ser domingo al día siguen el caso entraría en carpeta, al ser el día libre del departamento, así es la seguridad, solo se recogería pruebas pero no pasarían de eso.
-Seguro, será una invitación indecorosa de tu parte para algo más Saga- Contrayendo las cejas en una mueca de disgusto Saga pensaba reclamar, aun que realmente lo fuera se suponía que el Aioros estaba molesto con él, pero los labios de Aioros se lo evitaron- lo se no te enojes.
Le amaba de tal forma que le parecía incomprensible, eran polos opuesto quizás fuera por eso, Saga para muchos era terco, necesito, talentoso, narcisista, imponente en pocas palabras no era alguien normal. Su primera cita mientras el uno le hablaba de la teoría de Freud y del problema que presentaba el operador Hamilthoniano, el otro hablaba sobre cosas más mundanas como que vio en la televisión o a donde ha salido de vacaciones.
Aioros hacia reír a Saga, y aun que muchas veces no lo entendía, le agradaba su forma de ser, Saga era mas chico de Aioros por 9 años tenia un doctorado y lanzaría el 30 de Mayo, el día de su cumpleaños su nuevo libro, no socializaba mucho ni aun con sus colegas, la mayoría ya con canas frescas en el cabello, que lo tachaban de niño inmaduro.
Cenaron ligero tomando un par de tragos antes de irse a la cama para terminar su día, ni bien había terminado su copa cuando Aioros ya mordisqueaba el cuello y desabotonaba la camisa de su amante.
Iglesia de Santo Domingo
El Padre terminaba de oficiar la misa hace más de media hora pero Saga y Aioros se habían quedado un rato más, Saga tenia de costumbre confesarse cada semana o por lo menos lo había hecho en el año que venia saliendo con él.
Aioros no le molestaba aquella actitud aun que desde su punto de vista no encajaba esa tradición con Saga cuya vida era la ciencia y que incluso en diversas ocasiones llego a criticar fuertemente ese fanatismo religioso.
En el confesionario pronto entro el padre, era bastante joven no tendría más de 25 años de largo cabello rubio y una mirada llena de bondad, vestido con la sotana característica y un crucifijo de oro al cuello.
-Perdóneme padre por que he pecado
-Tus pecados será absueltos hijo mió, háblame de ellos.
-He dado el amor al odio y el odio al amor.
Unos 5 minutos más tarde Saga salía de aquel lugar para ir a comer algo con su novio, a un pequeño café colonial en la avenida Rosa.
-Sabes he estado pensado en el caso de ayer
-¿Y quieres hablar de eso Saga?- ninguno de los dos tenía repulsión de hablar esos temas mientras comían así que no importaba.
-Si, la persona que cometió el crimen es sin duda un fanático religioso como ya te habrás dado cuenta, además claro esta de que es un profesional pero por la forma de matar y el carácter de la victima pienso que su ideología le dicta como un nuevo mecías, un salvador y que su poder esta más haya de la justicia humana
-En pocas palabras me dices que tiene complejo de Superhéroe
-Correcto, pero es más que eso, Alexander tenia la boca abierta y enfrente de el un plato de plata con un trozo de pan y unos granos de sal, como si quisiera comérselos, reacuerda lo que nos hablan los eruditos de estas ciencias, bueno ciencia entre comillas claro esta, les niega la salvación, con eso se refiere al pintar en el espejo la frase "este hombre es un pecado" y no niego que lo es, por que según tengo entendido mato a más de 20 niños, el espejo siempre representa el lado opuesto a nuestra vida, otros dicen que representa realmente nuestra verdadera esencia, Alexander reflejaba su verdadero yo al espejo, en este caso el asesino solo quiso hacer semejantes ambas imágenes, las larvas que tenia en su cuerpo se encontraba en lugares inalcanzables para las moscas que depositan sus huevos solo en las heridas superficiales pero tampoco eran de mosca sino de la mariposa carroñera de alas negras.
-¿Y las mariposas de las que hablas donde se encuentran?, de la muerte crean belleza, demasiado poético.
-Pues eso es lo raro, por que solo se dan en Brasil, en el árbol del Guayabo ictius, cuando son mariposas se alimentan de ese néctar en temporada de lluvias para que en la seca deposité su huevos. No cuando lo vez desde su ángulo él solo acelera el ciclo natural de la vida…sabes que esas mariposas comienzan a comer la carne caliente, necesitan que la carne este fresca para poder digerirla ya que sus mandíbulas son muy débiles, se parecen un poco a los de las sanguijuelas secretan un acido que ablanda aun más su alimento por eso ese olor tan repulsivo.
-Ya tenemos una pista entonces el único lugar que conozco que tiene árboles exóticos el jardín Botánico y no creo que nuestro acecino tenga uno de esos árboles en una habitación de hotel- Saga terminaba su malteada de fresa, disfrutaba enormemente el ayudar a Aioros, entre ambos habían ya resuelto muchos crímenes y algunas de sus mayores inspiraciones nacieron en plena faena sexual- ¿Quieres ir al jardín botánico, dicen que es muy lindo en esta temporada?.
-Es tu día libre no el mió, tu decides- desde que había lanzado su primer libro a la venta Saga se convirtió en su propio jefe trabajando las horas que el mismo considera pertinente.- Yo siempre tengo tiempo libre para ti y lo sabes.
-Entonces vamos.
Pagaron la cuenta y en menos de media hora llegaron al Jardín botánico, presentándose con el encargado que les dio toda la información pertinente, al llegar al guayabo en la parte posterior del árbol que daba hacia la cascada se encontraba clavada con un alfiler una de las mariposas negras , Aioros la tomo guardándole en una bolsita junto con el alfiler, la humedad del ambiente pudo haber limpiado todo rastro de evidencia en el lugar pero intentaría buscar algo.
-¿Quién atiende este lugar?- El comisionado saco su libreta buscando a la persona que se encargaba de limpiar los árboles de la zona selvática.
-Su nombre es Tomas Herins, hoy es su día libre pero lo pueden encontrar en esta dirección- en un pequeño papelito la escribió entregándosela a Aioros- aun que no creo que él haya sido el culpable.
-No puedo repondré eso pero, le informo que llame a la policía y tendremos que cerrar esta zona para preservar evidencias- Cuando llego la primera patrulla le entrego el informe, de lo demás se encargarían los otros detectives, en cuanto a él iría a visitar ha ese tal Tomas.
Casa de Tomas Herins
La casa estaba pintada de blanco con un pequeño jardincito bien cuidado, en la entrada colgaba un cartel que decía: este es un hogar del señor. A un lado de la puerta se encontraban una pelota y una muñeca, un hogar familiar, eso representaba la casa.
-Saga mira eso- Desde afuera del enrejado no habían podido apreciarlo, pero en la puerta se encontraba clavada otra mariposa con un alfiler dorado.
El detective forzó el enrejado, la puerta principal se encontraba entre abierta, al examinar la mariposa el aire la abrió por completo.
-Policía hay alguien en casa- un olor metálico golpeo con fuerza su rostro, Saga saco de su pantalón un pañuelo perfumado que se llevo a la cara, al parecer desde que Aioros había visto la mariposa se había olvidado de su presencia.
-No creo que te responda nadie Aioros- Saga se notaba pálido y al pronunciar aquellas palabras no las había dicho precisamente para Aioros sino para si mismo, su mirada se quedo fija en un solo punto y pronto la de Aioros le acompaño
