El portal se había cerrado. No había vuelto a ver a sus padres, a su tía o a sus hermanas. Hacía días de aquello. Pero él se había quedado en Asgard, con su abuelo, el rey. En su hogar. Aquí era donde realmente pertenecía. ¿Verdad?
Cuanto más se lo repetía más sentía que había algo que se le escapaba. Quizá sólo era que echaba de menos a su familia. Se lo dijo al rey, pero él le había abofeteado. "Yo soy tu familia ahora" le había dicho. Quizá el también echara de menos al resto y por eso estaba de tan mal humor. Se lo había perdonado.
Cuantas más vueltas le daba a todo… Menos sentido tenía. ¿Por qué padre y madre se habrían ido? Ellos, siempre tan responsables, tan sabios, siempre guiándole. Le desconcertaba. ¿Qué tenía el rey de malo? Estaba corrupto, decían. Le había mordido la serpiente. Pero… Parecía su abuelo de siempre. Aquello no era posible. "O sí" susurró una minúscula vocecita dentro de sí.
Ingrid tirando de él, diciéndole que los acompañara. Ingrid, su hermana mayor, la erudita, la que era capaz de escribir cualquier conjuro, incluso los que nadie se atrevía a plasmar. La misma que lo había arrullado de pequeño cuando tenía pesadillas. Que lo había cuidado. Que siempre era calmada y tenía solución para todo.
Freya, su hermana gemela, implorándole que los acompañara, con lágrimas en los ojos. Ella, que se lo contaba todo, que nunca le había mentido. Su gran amiga y su gran enemiga cuando eran críos. Siempre competidora, pero al final, siempre benevolente. Alocada pero capaz de resolver sus problemas llegado el momento.
Y Wendy… Su tía tenía una mirada desesperanzada cuando dijo que se quedaba. Decepcionada. Ella, que siempre le había consentido cuando era pequeño, que le había enseñado trucos nuevos, que siempre estaba dispuesta a hacer travesuras con él y que lo protegía como si fuera su propio hijo. A él y a sus hermanas.
Se apoyó en un barrote de la celda, derrotado. Llevaba días sin dormir. O bueno, a él le parecían días. Podrían haber pasado meses desde que partieron y no los había sentido pasar. El tiempo no existía allí abajo.
Sin embargo… Y no tenía tan claro a quién creer. Su abuelo lo había encerrado allí, eso no podía ser bueno. Y su familia lo había intentado todo para que los acompañara… ¿Y si ellos tenían razón? ¿Dónde estarían ahora? ¿Estaban bien?
La única certeza por ahora es que estaba solo. Solo en la oscuridad.
