Ya era tarde, tan solo faltaban unos minutos para que comenzara la ceremonia. Muchas personas se encontraban en el salón buscando un asiento cómodo donde pudieran disfrutar mejor del acontecimiento.

Caminaba a paso apresurado, cuidando que nadie lo viera, aún con el corazón pendiendo de un hilo se esforzaba por llegar a tiempo. Y es que ahora estaba seguro, había cometido un error que esperaba pudiera ser enmendado. Caminó por un par de pasillos más, hasta que llegó a un largo corredor, dónde sabía se encontraba la habitación del novio.

Respiró profundo, sus nervios estaban a flor de piel, ni siquiera tenía idea de lo que iba a decir y entonces, después de meditarlo por un momento, lo hizo, dio unos ligeros toquidos esperando que el hombre tras la puerta lo haya escuchado.

— Adelante —escuchó decir. Con su corazón latiendo como loco, con su estómago gritándole que quería vomitar, giró la perilla lentamente, hasta que el click de la puerta abierta se escuchó. Empujó suavemente hasta que tuvo mejor vista de la habitación.

Unos cuantos rayos de sol aun entraban por la habitación, alumbrando un lujoso espejo que se encontraba postrado casi junto al lado de la ventana y allí, justo allí, mirándose y acomodándose el corbatín del elegante traje de novio estaba él, aquel que dos años atrás seguramente había hecho lo mismo, pues se veía igual de atractivo y espectacular que antes.

Cuando lo vio por el reflejo del espejo, giró de inmediato y así, el verde y el gris, después de casi un año y medio de no cruzarse, por fin lo habían hecho. Y Draco sintió que su corazón, incluso él entero, se derretía.

— ¡Draco! —exclamó con una enorme sonrisa— ¿Qué haces aquí?

El rubio no supo que decir, se quedó mirando a ese hombre al que tanto había extrañado y al que, inconscientemente había lastimado.

Mucho tiempo deseó con todas sus fuerzas que el pelinegro lo olvidara, que continuara con su vida y encontrara el amor verdadero. Pero verlo así, tan feliz, lo lastimaba como no imaginó que ocurriría. Su pecho dolía como no le había dolido nunca— ¿Qué debía hacer? —pensó— Darse la vuelta y huir— tal vez era lo más correcto.

— Perdona mi descortesía —decía Harry quien intentaba nuevamente acomodar su alborotado cabello azabache— no te envié una invitación porque pensé que no valdría la pena que vinieras desde Bulgaria, solo para pasar un par de días...

— Harry —es lo único que puedo decir y el moreno de nuevo lo miró interrogante—. Tú eres... eres... —antes de que pudiera terminar, la puerta se abrió de golpe. Ronald Weasley, el asistente personal y mejor amigo de Harry James Potter Evans entraba apresurado.

— Cedric está tan nervioso que ya me está... —al ver a Draco, no pudo evitar quedarse callado. Miró al rubio, después a Harry y nuevamente al rubio. Entonces de nuevo tomó la perilla de la puerta. Balbuceó un casi inentendible – esperaré afuera —y salió disparado de la habitación.

— Eso fue extraño —exclamó Harry, tomando el saco y poniéndoselo cuidadosamente— nunca se llevaron bien, pero no imaginé que él huiría así —y de nuevo ahí estaba, esa sonrisa endemoniadamente sexy y a la vez amable—. ¿Vamos? —preguntó tendiéndole la mano al rubio.

Era la hora, Draco lo sabía y eso dolía, tanto que no pudo evitar soltar una lágrima.

— Harry —sollozó— No lo hagas... yo...

Ahí estaban... los recuerdos de hace dos años se presentaron como si hubiera sido ayer, el momento en que Harry James Potter y Draco Lucius Malfoy contraían matrimonio. Lo recordó y más lágrimas comenzaron a brotar.

Hace dos años...

Narcissa y Lucius Malfoy se encontraban sentados en la primera fila de aquel hermoso jardín, el cual, a petición de Lucius, se eligió para que se llevara a cabo la ceremonia de matrimonio de su adorado hijo.

Narcissa lloraba en silencio, pues no estuvo de acuerdo con su esposo cuando este decidió que su hijo debía casarse con el joven Potter para salvarse de la ruina y de prisión. Era cierto, que estaban acostumbrados a llevar una vida llena de lujos, y que cuando el mayor de los Malfoy se enteró, que su compañía estaba al borde de la quiebra debido a que unos de sus tantos socios lo había engalado y cometiera fraude en su nombre, se sintieron perdidos. Sin embargo, la oportunidad había llegado como anillo al dedo. Cuando un exitoso empresario, quien acababa de heredar la corporación de sus padres, apareció pidiendo en matrimonio a su único heredero.

Lucius ni siquiera lo consultó con su familia, se limitó a aceptar. Sabía que su hijo tenía bastantes pretendientes con alto poder en la sociedad, incluso estaba enterado de la relación que mantenía con el exitoso jugador de fútbol Viktor Krum, pero ninguna de sus riquezas se comparaba con la del joven Harry Potter. Sus padres, no hace mucho, habían muerto en un terrible accidente de auto y ahora el chico se encargaba de dirigir su corporación, además se decía que el padrino de este, antes de morir, le había heredado su enorme fortuna.

— ¡Draco no tendrá que preocuparse nunca más por el dinero! —exclamó tratando de convencer a su esposa.

Pero Draco no está enamorado de ese joven —replicó Narcissa— él ama a Viktor, nos lo ha dicho cientos de veces.

Eso es lo que él cree mejor —dijo furioso— pero en cuanto esté casado con Potter se dará cuenta de que eso no es importante.

Lucius, ¿Cómo puedes ser capaz de decir eso? —Cissy lloraba— es tu hijo y lo vendiste al mejor postor.

Cosas —su esposo se acercó a ella para tomarla de las manos— esto lo hago por él, por asegurarle un mejor futuro. No te preocupes, cuando la dinastía Malfoy se recupere, todo será mejor. Potter es una de las figuras más importante en la sociedad, incluso influyente, él puede hacer lo que otro no logrará.

Y así es como Narcissa Malfoy, aun no estando convencida aceptó lo que su esposo había demandado, y ahí estaban, en medio de un lujoso y bello jardín, esperando a que terminara la ceremonia.

Draco, mantenía la cabeza en alto, el rostro frío y calculador, como si nada importara, pero la verdad es que se sentía devastado. Ese día se estaba uniendo a alguien a quién no amaba. Es más, lo odiaba, más de que podía imaginar. Lo odiaba a él por pedirlo en matrimonio y aborrecía a su padre por haberlo entregado.

Antes de que diera el "Si" definitivo, pensó en Viktor y en lo mucho que lo quería y pedía desde el fondo de su corazón que pudiera perdonarlo. Por que antes de que se anunciara su compromiso había ido con su novio y le había confesado que se casaría. El jugador se había enfadado tanto, como nunca lo había visto antes, y Draco no pudo resistir el dolor que le provocaba la culpabilidad. Pero estaba decidido, no se fiaría ni un poco de ese idiota de Potter; aun cuando su vida dependiera de ello.