-… No – sonrió.
- Me alegro – le imitó.
En el aire se sostuvo un minuto de silencio. Ambos, con las miradas perdidas en el atardecer e inmersos en sus propios y soñadores pensamientos, continuaron con una vaga sonrisa. James miró al castillo y observó a una chica salir de éste, a quien no pudo reconocer. Giró su cabeza a su espalda y levantó los ojos hacia el menudo árbol tras él. Levantó su brazo y tiró ligeramente de una flor que se balanceaba graciosa en la brisa.
- ¿Sabes? – Preguntó – acercando sus fuertes manos al cabello lacio de la chica frente a él, colocando la flor sobre la oreja. – Creo que voy a romper con Lily.
Toda la preciosa nube en la que volaba en aquellos instantes agradables se desapareció, dejándola caer en el vacío terrenal de los remordimientos. Su labio inferior tembló un segundo rebajando las comisuras de los labios, despachando la formidable y cariñosa sonrisa que recientemente poseía.
- ¿QUÉ? – exclamó abruptamente, sin pensarlo, confundida entre un lejano regocijo y un muy presente sentimiento de culpa. - Quiero decir, porqué, ¿pasó algo? – repuso de inmediato, intentando calmar su semblante, y postura.
- Nada en especial… - James calló un segundo, bajando su mirada y tomándole tímidamente ambas manos. Levantó sus ojos y los fijó en el par de azules mares que tenía frente a si.
- ¿Qué es, James? – repitió ésta.
- Es… eres tú.
Dem… monios…
Arabella arrancó sus ojos de esa brillante, seria y a la vez coqueta mirada. Los bajó, enfocándolos concienzudamente en las manos enlazadas. Un tenue rubor comenzó a explorar sus pálidas mejillas y en conjunto la misma, pero más intensa, sensación de dicha, acompañada a la vez de aún más remordimientos; un implacable debate entre conciencia y corazón.
James le soltó una mano y le recogió el cabello, peinándola por detrás de su oído. Seguido la bajó a la altura de la suave tez de la muchacha y con delicadeza la levantó.
- James, sería -- - comenzó temblorosa, pero fue silenciada con un pequeño roce en sus labios. Sin poder evitarlo sonrió, provocando lo mismo en él. Con las manos en su cintura ahora, la atrajo hacia sí, abrazándola cariñosamente. Arabella apoyó su cabeza en su hombro, riendo con el tenue cosquilleo de los besos que ahora bajaban por el cuello.
Traicionera.
De pronto un escalofrío recorrió su espalda, tensándole hasta el alma. Instantáneamente se separó, apartándose con las manos aún en los hombros de James.
- No – dijo antes que James terminara de abrir su boca, en indignación. – No. No. Esto está mal, James, y lo sabes, habla con Lily primero y ahí veremos. – Sin dejarlo decir una palabra, Arabella se levantó, sacudió un poco su túnica y se agachó para darle un último corto beso, antes de marcharse hacia las puertas del castillo.
