Capítulo 1- "Como arrojar una lanza al mar"
La clase de Farres iba comenzando, como siempre, con una tanda de preguntas sobre la clase anterior. Ni siquiera habían pasado más de 5 minutos cuando Kentin ya se veía más frustrado que Tim Gunn cuando las personas no sabían cómo vestirse en "El gurú del estilo". Cuando el profesor mencionó a Nathaniel para contestar una pregunta, Kentin volteó a verme aliviado. Solté una risa tonta, luego desvié la mirada.
Ya había pasado mucho tiempo desde la última vez que me había sentido así por alguien, no creí que se volvería tan intenso cuando lo vi la primera vez y llamó mi atención su cabello castaño y sus ojos verdes además de su amable sonrisa cuando me acerqué a preguntarle algo sobre los documentos. Pasando de un simple interés por su apariencia física poder apreciar los pequeños detalles como sus quejidos cuando algo iba como él no quería. Desde que Armin se volvió mi cómplice y nos unimos para molestarlo, me pude volver más cercano. Me divierte como se irrita tan fácilmente con las bromas que le hacemos. « ¿Qué te pasa, Alexy? » Volví la mirada al pizarrón. « ¿Cuándo había anotado todo eso? Concéntrate Alex.»
El tiempo que sobraba de la clase, lo pasé haciendo apuntes, en verdad había perdido demasiado tiempo pensando. Por suerte, el profesor no lo había notado, si no, seguramente me hubiera atacado con preguntas que ni con algo de suerte habría respondido correctamente.
-¿Alex, estas bien? – Armin me tomó del hombro «Vaya, debo verme algo inquieto, como para que él lo notara»
-No… digo sí. Es sólo que me atrase un poco en la clase. – Reí nerviosamente. Generalmente, Armin es el primero en saber cómo me siento, pero ni yo estoy seguro de cómo, ni qué es lo que siento en estos momentos. No soy lento como para notar que me gusta alguien, pero… esta vez no era como cualquier otro gusto, como las otras veces con el pequeño enamoramiento del chico guapo de mi clase, esto era diferente, me hacía sentir inseguro y lo detestaba.
Las clases transcurrieron casi de la misma forma. Me alegró que no nos tocara la clase de Ciencias, porque ahí no iba a poder evadir de ninguna forma a la Profesora Delanay. Para el final de las clases Armin se acercó a mí con una cara sonriente.
-No sé qué te esté pasando pero debes de quitar esa cara tan aburrida que no te queda- Me tomó de los hombros y me dirigió al patio. Ahí estaba Kentin casi a la entrada. Sentí una felicidad instantánea al verlo y sabía perfectamente que Armin me había llevado justamente ahí para hablarle.
-¡Kentinito!- Dije mientras me acercaba felizmente a abrazarlo, como si todo lo que había pensado durante las clases se desvaneciera solo con verlo.
-¡Oh no! ustedes…
-Ya te deberías de haber acostumbrado a nuestros encuentros diarios Kent
-No es que no me agrade estar con ustedes- dijo Kentin con una expresión incómoda que sugería que lo decía por cortesía- es solo que quería ver a Su y si están ustedes aquí…- hizo un gesto gracioso.
Tenía que ser eso, por supuesto, no había momento en el que no me lo recordaran constantemente. Yo sabía que no solo no era correspondido ahora, si no que jamás podría serlo. Suspiré y retomé mi actitud animosa.
-Yo también quiero ver a Su, necesito llevarla de compras, hace mucho no renueva su vestuario y pronto quizás lo necesite para salir con algún nuevo galán –sonreí triunfante, lo dije un poco en modo de venganza, pues sabía que Kentin tampoco podía ser correspondido y quería que así como constantemente me lo dejaba en claro a mí, él también lo tuviera muy presente.
-Ella no necesita nueva ropa- dijo con un tono muy cortante sin siquiera mirarme y se fue.
-Pobre Kentin, pero yo también creo que Su no necesita ropa nueva.
-Oh, tu cállate Armin.
En los siguientes días todo transcurrió con normalidad, pero no dejaba de pensar que cada vez mi mente estaba volviéndose más y más loca. Sentía la necesidad de estar a su lado, quería tocarlo, quería hablarle más, ¡Quería decírselo! Pero sabía que no ganaría nada, había una constante lucha en mi cabeza sobre si el rechazo era tan malo como el volverme loco de no decírselo.
Atormentándome constantemente con esto surgió en mi mente la frase "Arrepentirse de no hacer nada"… seguramente lo dijeron durante alguna clase, quizás la de literatura cuando citaron a algún poeta famoso y en ningún momento le presté atención hasta ahora que se abría paso en mi cabeza. Entonces me decidí, tenía que decírselo formalmente, y como sabía que iba a tener que ser tarde o temprano, lo preparé para el viernes a la salida, si me llevaba el trago amargo, prefería no tener que verlo al menos al día siguiente.
Ya que la semana se había terminado más rápido de lo que creí, tenía la esperanza de que el día transcurriera de manera tranquila.
La última clase era de la doña Delanay. Entramos al salón tranquilamente y me senté en mi lugar, Iris llegó unos segundo después.
-Espero que la profesora no se ponga demasiado estricta con la tarea. ¿no? – dijo ella, voltee a verla y sólo le sonreí. Los nervios a penas y me dejaron esa cantidad mínima de cortesía.
Delanay estaba tardando en llegar al aula, así que todos aprovecharon para levantarse y platicar.
No tenía ganas de hacer lo mismo así que me quedé sentado tranquilamente en mi lugar.
-¡Alex! ¿Todo bien? – Sucrette se acercó a mí, sabía que permanecer quieto levantaría sospechas, ahora si quería evitar un ataque sorpresa lo mejor será hablar lo más normal posible. Armin tampoco sabe mis planes por lo que, esta vez todo será un secreto, no quería agobiar a los demás con una situación de este tipo, porque no sabía que es lo que pasaría esta tarde. Sobre todo, quería permanecer tranquilo. Aunque no me había percatado de cómo había estado actuando los días pasados.
-¡Estoy genial, Su! ¿Y tú, que tal? – Le dije animadamente.
-He estado bien, siento que ha pasado una eternidad desde la última vez que platiqué contigo, no hemos hablado mucho esta semana. – Tiene razón, ni siquiera sé exactamente qué es lo que estuve haciendo que me hizo perder tanto tiempo lejos de mis amigos.
Delanay entró al aula en ese momento y como por arte de magia, los demás regresaron a sus lugares. Su se regresó algo desanimada, en verdad no me había dado cuenta que tanto me estaba distrayendo esta situación. Al menos esto terminaría hoy por la tarde, realmente no tenía esperanzas de que esto fuera a funcionar, pero, nunca he sido un chico que se guarde sus sentimientos para sí por mucho tiempo. Armin aún no lo sabía directamente pero estoy seguro de que sospecha algo, no por nada me ayuda a acorralarlo por las tardes para molestarlo, aunque eso tiene que ver que también disfruta el hecho de hacerlo sufrir aunque sea unos minutos al día. El declararme a Kentin, sería más que otra cosa, quitarme un peso de encima.
-Disculpen la tardanza, voy a anotar las instrucciones en el pizarrón. Explicaré una vez. Si tienen dudas, al final de la explicación, ya lo saben. Pasarán sus tareas al final de la clase.
Faltaba más de media hora para que la clase terminaba, cada vez me sentía más nervioso. Voltee hacia la mesa de Castiel y Kentin, no eran precisamente los mejores amigos, de hecho todo lo contrario y es lo hacía parecer gracioso,sin embargo, ambos trataban de mantener el control, en realidad a Castiel parecía no importarle demasiado trabajar con él. Kentin por su parte se veía algo agobiado, parecía como si temiese que el pelirrojo lo asesinara si cometía un error. –Alexy… no, eso no va… - Iris me detuvo de vaciar el químico incorrecto a la solución.
-L-lo siento, Iris - «Vaya, casi provoco otra explosión…» Al menos ella no me gritó, si no, me hubiera ganado un castigo por parte de la profesora. –Deberías hacerlo tú, yo no entiendo muy bien de química.
-Bueno, estamos igual. – traté de recobrar la atención, pedí a Iris que me explicará lo que debíamos hacer, me sentía culpable al no ayudarle con el experimento pero ni siquiera podía confiar en mis manos o en mis ojos, vi una vez más en dirección a Kentin, «Esto debería acabar pronto, solo concéntrate en este momento» me metí eso en mi cabeza y me puse a trabajar.
Comenzaba a sentirme cada vez más inquieto, voltee a ver el reloj que se encontraba sobre el pizarrón…«Bueno, es ahora o nunca»
-Eh, Armin, oye si quieres adelantarte, haré algunas cosas antes de salir de aquí. – tenía que deshacerme de él si realmente quería hablar y tenía que apresurarme si quería salir antes de que la escuela se quedara vacía. Armin hizo una mueca y luego se encogió de hombros, no era la primera vez que se iría solo. Ahora, debía buscar una excusa para hablar con Kentin seriamente por más de cinco segundos.
Corrí hacia la entrada, y para mi suerte, ahí estaba el, me pregunto a quién demonios espera, no vi a Sucrette en los pasillos, de hecho, estoy casi seguro de que ella ya no estaba en la escuela. Suspiré. – ¡Hola, Kentinito! ¿Qué tal tu clase con Castiel? –me burlé.
-Ah, Cállate Alex. – rodó los ojos.
-Si esperas a Su, ella ya no está aquí, ¡ja!
-No la esperaba a ella, es decir, si… pero…no lo sabía, bueno entonces me voy antes de que Armin…- «lo sabía, pero ya lo había decidido»
-Él ya se fue, no tienes de que preocuparte. Aunque, bueno… –Las manos comenzaban a sudarme, traté de secarlas con la chamarra pero fue inútil. Sentía el estómago hecho un nudo y parecía que poco a poco subía a mi garganta. –Salgamos antes de que nos corra, o peor aún, que nos dejen encerrados aquí dentro.
-Oh vaya, eso sí que sería horrible – soltó una carcajada. No pude evitar sonrojarme ante su sonrisa, así que inmediatamente desvié la mirada, sin embargo debo aceptar que verlo reír me relajó bastante. Nos dirigimos a la salida.
Caminamos de regreso, vivíamos por el mismo camino así que los días que él no se molestaba por cualquier cosa, nos regresábamos los tres juntos. «Alexy, vamos no seas cobarde». Otra vez esa sensación en el estómago, el solo pensarlo me había vuelto al estado anterior. Debo acabar con esto de una vez antes de que pierda la conciencia o algo.
-Oye...
-¿Qué pasa? Alex, ¿estás bien? –dijo en tono de preocupación y su expresión decía lo mismo. Tomé mi cabeza con ambas manos, y estoy seguro de que estaba completamente rojo, estoy seguro de que mi expresión, en ese momento, no era la más cautivadora, sobre todo si reflejaba por fuera el terrible desastre que estaba hecho por dentro.
-Kentin, yo…bueno…
-Oye, enserio te ves un poco mal, estas muy rojo.- « ¡Kentin, por dios!» Coloqué mis manos a los costados y apreté los puños. Si había una forma de poner a alguien más rojo de lo que estaba era con esa maldita frase – ¿Alex? Oye si estas enfermo deberías ir al doctor
-Estoy bien…
-No lo parece, enserio creo que…
-¡Estoy bien! – Le grité, lo que hizo que se enderezara sorprendido – Kentin, me gustas –dije firmemente. Sus ojos se abrieron más de lo que ya estaban. «Lo hecho, hecho está, no sirve de nada arrepentirme.» -Es eso…me gustas…
-Alex – Armin abrió la puerta casi inmediatamente al toque del timbre - ¿Qué pasó? – mi cara no es de felicidad precisamente.
:)
