DISCLAIMER: I wrote this story for fun , the idea of SAINTSEIYA and all the characters displayed belongs to Masami Kurumada.

¡Hola a Todos! Soy una gran fan de SAINT SEIYA y me encantan las fanfics. El caballero Milo de Escorpio es mi preferido y me decidí a escribir porque veo que faltan fics hetero y de rating M. La mayoría son Yaoi, no critico a quienes disfruten de ellas, yo también las leo pero tengo muchas ideas dando vueltas en mi cabeza y las quería compartir con todos ustedes. Las críticas son bienvenidas, en tanto y en cuento sean con respeto, no están obligados a que les guste mi trabajo pero no toleraré insultos. Espero que disfruten la historia.

La marca del Escorpión

Capítulo 1

Había tenido un año arduo pero exitoso. Mis estudios de Bellas Artes y mi trabajo como profesora habían sido demandantes pero me habían traído muchas satisfacciones; entre ellas poder concretar mi sueño de visitar Grecia.

Y aquí me encontraba, había llegado hace una semana y visité Mykonos y Santorini. La belleza de éstos pueblos de casas tan blancas y el omnipresente y a la vez irreal mar de color turquesa me subyugaron.

La siguiente parada obligada era Atenas. Estaba parando en Rodorio, un pueblito a los pies de las ruinas de la Acrópolis.

Con gran emoción me encontraba recorriendo las ruinas con un grupo de turistas de diversos países. En un momento, el habla incesante del guía me cansó y sentí la necesidad de alejarme un poco para tomar fotos.

Divisé una edificación baja con una abertura que seguramente fue la entrada a la vivienda y movida por la curiosidad, entré. Al principio me envolvió la oscuridad. Avancé unos metros y en la penumbra distinguí otra puerta. Desafiando toda prudencia, decidí aproximarme y atravesar esa segunda puerta. Lo que sucedió después fue tan repentino que no me dió tiempo a reaccionar ni a entender que estaba pasando…era como si una fuerza me estuviera arrastrando hacia algún lugar. De repente, sentí vértigo, mareo y perdí la consciencia.

La luz del sol sobre mis párpados me despertó, media tambaleante me incorporé para contemplar mis alrededores. Las calles de la Acrópolis se presentaron ante mis ojos, pero no estaban en ruinas…estaban bien conservadas y tenían signos de estar habitadas.

¿Dónde estaría el grupo de turistas? –me pregunté- y empecé a caminar tratando de descubrir mi ubicación exacta. En ese momento escuché pasos y sin saber por qué, me escondí detrás de una columna para ver quien pasaba. Ante mi asombro, un grupo de hombres, vestidos con ropas de algodón y con ciertos accesorios de cuero para proteger el pecho y los hombros. Parecían guerreros con ropa de entrenamiento y hablaban en una mezcla de griego y de otros idiomas, indicando sus nacionalidades diversas.

Como si sus ropas no fueran bastante inusuales, sus apariencias me hicieron preguntarme si no estaría alucinando por el calor. Sus cabellos eran castaños o rubios, pero algunos de ellos tenían un tono rojizo anaranjado, otro tenía color verde y otros dos tenían una tonalidad que se podría describir como azulada.

Seguí caminado, dispuesta a encontrar una salida a éste mundo en el que me encontraba. Cuando sigo avanzando por las calles desiertas, por el rabillo del ojo, distingo una forma dorada, como una chispa saltando a través de los techos de las edificaciones, de forma muy veloz.

Antes de que pueda dar un paso más, siento una energía cálida, envuelta en un fuerte viento que pasa por encima de mí y un hombre alto, vestido con armadura dorada, de un salto, me bloquea el paso. Su armadura no oculta que es musculoso y fuerte, tiene cabello largo entre violeta y azulado pero son sus ojos los que me hipnotizan; son de un turquesa que rivaliza con el mar griego. En ese instante me doy cuenta que así como son fríos y calculadores, podrían ser apasionados también. Nada me sugiere moderación en él. Es un hombre muy atractivo y su aura de peligrosidad indica que es de cuidado.

Su voz me arranca de ese trance contemplativo en el que me encuentro:

-¿Quién eres y de dónde vienes, mujer?- pregunta con voz profunda y arrogante.

-Mi nombre es Aline y estaba paseando por la Acrópolis con un grupo de turistas y me perdí- respondí.

-¡Imposible! …dime la verdad…¿cómo pudiste ingresar al Santuario de la diosa Atena?...¡te advierto que si me vuelves a mentir, no tendré piedad!

-¡Es que le digo la verdad!-le contesté ansiosa- estoy perdida, de repente aparecí aquí y ni sé quién es usted ni donde estoy…

_Soy uno de los doce caballeros dorados, guardianes de la diosa Atena. Mi nombre es Milo, de la constelación de Escorpio…los intrusos no son bienvenidos aquí…deberé interrogarte más duramente para obtener una respuesta sincera de tí, así que tú te vienes conmigo, mujer…

Y sin más preámbulo, me tomó en brazos y me llevó corriendo hacia una serie de edificaciones similares a templos, comunicadas por unas extensas escalinatas que iban hacia lo alto. Me llamó la atención que cada una de ellas tenía un estilo arquitectónico diferente y estaban habitadas por otros caballeros similares a mi captor, ante los cuales; Milo solicitó permiso para poder pasar. Finalmente, arribamos a un templo que adiviné sería su casa.

Una vez llegar, me hizo sentar en una especie de sillón individual y me miró fijamente. Fue ahí cuando sentí que una fuerza desconocida entraba en mí y paralizaba mi cuerpo.

-Apliqué mi técnica de restricción contigo, tus músculos no responderán a tu deseo de moverte hasta que yo levante ese poder de ti - me informó- así que no podrás huir. Te dejaré un rato así y te volveré a interrogar, por tu conveniencia; te aconsejo que seas honesta ésta vez. Y sin más, se retiró al interior del templo.