Bueno este es el primer fic que me decido a escribir y aunque este capítulo es de lo mas normal creo que en el segundo me he pasado un poco, lo subiré pronto solo tengo que pasarlo al ordenador.

Vamos a ver : Yaoi, Lemon, HieixKurama.

Ninguno de los personajes me pertenece.

EL PRECIO DE LA ARROGANCIA.

Capítulo 1 : Una decisión equivocada.

Esta es ya la tercera vez que Hiei no viene a acompañarnos en una misión, siempre tiene algún trabajo que hacer para Mukuro, me gustaría saber que es lo que hace tanto tiempo en el Makai con ella. Y ahí estaba yo, sentado en mi cama mirando la ventana como un imbécil, esperando a ver si él se dignaba venir. Era la primera vez que me pasaba algo así con alguien, yo, Youko Kurama siempre había tenido a todos los que había deseado y mas, y ahora que de verdad alguien me importaba se me escapaba una y otra vez. Hiei no es estúpido, a podido darse cuenta de cómo le miro últimamente, pero se hace el distraído, me mira fijamente y cuando estoy totalmente confundido salta una vez mas por la ventana y se va, y me deja peor aún de lo que ya estaba.

Me incorporé en la cama. Pero esto se va a acabar, me dije, y noté como mi cuerpo cambiaba, como mi pelo se volvía plateado, suerte que mi madre no estaría en casa hasta el lunes, así no tenia que preocuparme por mis continuas transformaciones.

Últimamente me pasaba mas a menudo, sobre todo en las misiones en las que insista en ir solo, aunque no necesitase transformarme para vencer a los demonios que me atacaban lo hacía igualmente, me hacía sentir mejor.

Volví a recostarme en la cama e intenté serenarme, recordé los consejos de Genkai, según ella si abusaba continuamente de mi transformación acabaría por fallarme cuando mas la necesitase, poco a poco mi cuerpo volvió a la normalidad, y mi mente empezó a divagar de nuevo. - Demasiado ningen – había dicho Hiei en una ocasión refiriéndose a mis costumbres sociales, y a mi me había dolido. ¿ Sería por eso que Hiei me rechazaba? ¿ Yo era demasiado ningen para él ?

- Demasiado débil – dijo una voz en mi interior – por eso él prefiere estar con Mukuro por que ella es poderosa, tiene un ejercito, y puede dominarle, a Hiei lo que le gusta es el poder. Y tú Suuichi solo eres un ningen que se dedica a ir al colegio todos los días. Cuando mi mente comenzaba a hablar como dos personas diferentes no podía soportarlo, sobre todo cuando Youko Kurama vencía en razones a Suuichi, por que eso era el prólogo a todos mis problemas.

Retale a un duelo y ganale – dijo la voz – y entonces él será tuyo.

No voy a hacerle daño a Hiei, - dije – le quiero.

No será necesario, solo demuéstrale lo que vales, demuéstrale que puede confiar en ti, que aunque esté a tú merced no te vas a aprovechar, ¿ no es eso mas o menos lo que hizo Mukuro?

Maldita Mukuro, noté que mi cuerpo intentaba volver a cambiar e hice un esfuerzo para relajarme de nuevo. De pronto una sombra en mi ventana, me incorporé de nuevo, Hiei entró casi sin saludar y yo no le dije nada, no estaba de humor, en mi cabeza aún se debatía la idea de retarle. Al cabo de un rato me dijo :

¿ Y bien ?

Y bien ¿ que?

Nada, solo quería saber que tal la última misión.

¿Acaso eso era preocupación o más bien que creía que sin él las cosas tenían que ir inevitablemente mal?

Perfectamente. – Contesté.

Hiei hizo un gesto de fastidio al ver mi expresión y fue de nuevo hacia la ventana, ah no, eso no, otra vez se iba a ir así sin mas.

Hiei – grité. El se giró sorprendido, me levanté y fui directo a donde estaba él, me lo quedé mirando un buen rato

Que. – Dijo él al cabo de un rato.

Te reto a un duelo.

Mis palabras me sonaron absolutamente extrañas incluso a mi, Hiei pareció sorprendido al principio, luego simplemente me dedicó una media sonrisa sarcástica como si comprendiese algo que yo no acertaba a adivinar y contestó.

¿ Y eso?

El que gane podrá hacer lo que quiera con el otro ¿ de acuerdo ? – Pregunté y antes de que él contestase supe que no tenía que haberlo dicho, que me había dejado llevar.

De acuerdo – contestó.

Quedamos para esa misma tarde, en el bosque, a las afueras de la ciudad y a mi me sorprendió que no se opusiese al lugar de encuentro.