Aclaración: Ash y Serena tienen 16 años, Clemont tiene 14 años y Bonnie tiene 8 años.

Pokemon pertenece a sus respectivos creadores, no a mi

Este historia comienza justo después de la trolleada de XY&Z sin que el Team Flare ataque.

-Todo ha… terminado – decía un chico de pelo azabache mientras sacaba una pokeball y hacía volver a su Pokemon – he perdido, he fallado a todos los que confiaban en mi – decía mientras empezaban a asomar lagrimas por sus mejillas – mamá, profesor, amigos…. Serena – cada vez más lágrimas empezaban a salir, totalmente destrozado, en el suelo mientras su compañero Pikachu intentaba animarle.

-Pi pika chu – intentaba animar el pequeño ratón eléctrico a su entrenador.

-Pikachu – dijo mientras se iba corriendo con la cabeza baja y soltando lágrimas, corrió tanto que llegó a un bosque, solo, para él nadie querría verle, le había fallado a todos los que habían puesto en el sus esperanzas.

-¿Qué voy a hacer ahora?, no voy a llegar a ser maestro Pokemon nunca, solo estoy viajando y recorriendo lugares para intentar cumplir un sueño que nunca llegará – y así se quedó pensando en que hacer, sin saber que alguien, mejor dicho, 3 personas y 6 Pokemon le vigilaban.

-Chicos que podemos hacer, nunca lo había visto así, ni siquiera cuando perdió en el 8º gimnasio – decía una chica de ojos azules, pelo color miel que vestía una blusa rosa con un chaleco rojo encima y tenía un gorrito rojo, estaba llorando al ver como Ash, la persona a la que admira y quiere, estaba ahí, llorando y diciendo que nunca llegará a nada – tengo que ir a hablar con él.

-Espera serena – dijo un chico rubio con gafas mientras la paraba, él chico vestía un mono azul y traía una mochila detrás – tenemos que dejar que reflexione solo.

-Pero… no puedo dejarlo solo, no ahora, él ha sido el que nos dijo que hay que luchar hasta el final, que no nos podemos rendir y ahora… – respondió Serena.

-Serena tiene razón hermanito – decía una niña de unos 8 años de pelo rubio que vestía una camiseta color café y unos shorts deportivos negros, a su lado una bolsita amarilla con un pequeño Dedenne dentro.

-Pero… - decía el rubio, sin embargo Serena ya había ido a hablar con el chico.

-Ash… - empezó a decir pero no sabía que decirle, el chico se sorprendió de verla, mejor dicho, de escucharla.

-Serena…, ¿Qué haces aquí?, seguro que tienes algo más importante que hacer que estar conmigo, con un perdedor – dijo el chico con tristeza mientras seguía mirando al suelo. Alta fue su sorpresa cuando sintió el cuerpo de Serena abrazándolo mientras ella lloraba en su hombro.

-¿Por qué?, ¿Por qué te vas a rendir?, ¿Quién fue el que dijo que no hay que rendirse hasta el final? – decía llorando.

-Ese Ash ha muerto, ese Ash creía que con amistad y unión a todo se le puede ganar, pero…

-¿Pero? – casi se podía decir que Serena estaba gritando.

-Pero no es así, si no eres fuerte no conseguirás nada – respondió como si nada.

-Mentira, este no eres tú, reacciona, tu puedes conseguir todo lo que quieras – seguía intentando convencer a su amigo.

-Que sabrás tú, si casi no has luchado en una batalla Pokemon, solo estás con los espectáculos, no entiendes nada – respondió furioso, lo que no sabía es que Serena se había enfurecido mucho más que él, y de pronto una dolorosa cachetada le llego, tirándolo al suelo por completo.

-Está bien, retírate, ahora me he dado cuenta de que solo eres un cobarde, vas dando palabras de animo pero solo eres un cobarde – dijo la chica mientras volvía a llorar mucho más – hasta la vista, Ash Ketchump – y así se fue, dejándole en el suelo y solo, con un gran vacío dentro.

-Serena… - dijo en un susurro, pero todo lo que decía la chica era verdad, él había animado a todos, les había apoyado en todo, y ahora él se rendía, no, eso no podía ser, él tenía que seguir, por todos, por ella… - gracias, me has abierto los ojos – sin embargo la chica ya se había ido.

Mientras tanto, tanto los hermanos rubios como los Pokemon del chico veían y escuchaban todo.

Idioma Pokemon ( cuando los Pokemon hablen pondré esto)

-No puede rendirse, no es enserio, ¿verdad? – decía Pikachu, al borde del llanto.

-Todo es mi culpa, si no hubiera caído habríamos ganado – decía esta vez Greninja, quien por raro que parezca no estaba tranquilo.

-No os echéis la culpa, somos un equipo, la culpa es de todos – decía Hawlucha

Fin del idioma Pokemon

Al día siguiente

Todos habían despertado y ahora mismo se encontraban en el centro Pokemon hablando, claro, todos menos Ash.

-¿Creéis que entrará en razón? – preguntaba la pequeña Bonnie.

-No sé, quizás las palabras de Serena le hicieron entrar en razón – dijo el hermano de esta, haciendo una pausa – o quizás solo le hicieron más daño.

Mientras Serena no sabía que pensar, por un lado no quería estar con la persona que le había mentido, le había dado ánimos, la había apoyado y ahora se rendía, pero por otro lado ella le quería demasiado, si, ella le amaba.

-Será mejor que vayamos recogiendo las cosas de nuestros cuartos y nos vayamos – dijo con tristeza la de ojos azules.

Mientras tanto, en el bosque.

-No sé que será lo mejor – decía pensativo el chico de pelo azabache, pesando en la discusión de ayer, era la primera vez que se peleaban.

Pero otra vez le espiaban, dos personas y un Pokemon.

-¿Cómo te vas a rendir? – dijo un hombre de pelo azul.

-¿Qué haremos nosotros entonces? – dijo una mujer de pelo rosa fucsia.

-Si mocoso, si tú te rindes no tendremos trabajo, ir a por Pikachu nos mantiene – dijo un Meowth.

-¿Team Rocket? – dijo Ash, muy sorprendido.

-Exacto mocoso, sin ti nos aburriríamos mucho, no te rindas – dijeron los tres a la vez mientras se iban en su globo.

-Creo que ya he visto todo – dijo para si – no, no he visto todo, queda mucho mundo por recorrer, ver nuevos Pokemon y sobre todo, a la próxima no perderé, ¡LO JURO! – gritó tanto que hasta en el centro Pokemon le escucharon – vamos chicos – le dijo a sus Pokemon, los cuales no se habían ido con los demás y se habían quedado con él.

De vuelta al centro Pokemon

-¿Ese era Ash? – preguntaba confusa Serena al escuchar tremendo grito.

-Si es él, solo hay que ir a buscarle – decía Clemont colocándose las gafas – es el momento en el que la ciencia alumbra el camino hacia el futuro.

-Ahí no, otra vez – decía Bonnie con una gotita estilo anime.

-No hay tiempo, vamos a buscarle – decía Serena mientras salía del centro Pokemon a toda prisa, ya se le había pasado el enfado.

Pero justo cuando cruzó el centro Pokemon ahí estaba él, con la mochila, su chándal azul, su gorra roja y blanca con el símbolo de una pokeball, parado con una sonrisa.

-Holaa, ¿listos para seguir? – preguntó como si no hubiera pasado nada, los demás solo se quedaron parados.

-¿Por qué? – preguntó ella.

-Serena, verás…

-¿Por qué me diste ese susto ayer? – dijo ella mientras sus ojos se entristecían.

Ash no sabía que decir, así que solo corrió hacia ella para abrazarla, esto sorprendió mucho a la peli-miel.

-No sabía que hacer, pero alguien me abrió los ojos – dijo mirándola a los ojos – ese alguien, eres tú, y ayer me di cuenta de todo, quiero seguir el camino, no volveré a fallar, lo prometo, por todos, pero sobre todo por ti – después de esto se pudo ver como le daba un pequeño beso en la mejilla a Serena, dejándolo roja por completo.

-Ash… - fue lo único que atinó a decir la chica.

-¿Seguimos aquí sabéis? – habló Bonnie con una sonrisa pícara, señal de que lo había visto todo.

-Esto… yo…, podemos seguir nuestro viaje – respondió Ash muy nervioso y sonrojado, ni que decir de Serena.

-Si chicos vámonos – le acompañó Serena al azabache.

-Está bien, vamos – dijeron los dos hermanos mientras le seguían.

"Esto va a ser divertido" – pensaba Bonnie.

Y así es como acaba esta historia.

El final de un viaje, el comienzo de otro, una historia de amor y mucho más en este fic.

Este historia Continuará…