N/A: Tristemente, ninguno de los personajes es mío. ¡No obstante, los hago bailar!


No estaba seguro de por qué aún volvía. Quizá fuese la forma en que los ojos del hobbit se encendían como fuegos artificiales mágicos cada vez que le visitaba.


A primera vista, John Watson era, simplemente, el hobbit típico. Tenía esa altura característica que hacía surgir el instinto protector en los humanos que visitaban La Comarca. Y llevaba esa ropa rural, pero bien conservada, con múltiples parches añadidos por una mano habilidosa. Siempre eran una mezcla peculiar entre la comodidad que necesitas desesperadamente durante las cenas oficiales y lo que te queda cuando tu armario acaba de entrar en combustión, dejándote únicamente con los restos que amontonaste en una caja perdida del desván. Ya se le empezaban a marcar las primeras arrugas, fruto de sus amplias sonrisas y su omnipresente carácter optimista. Daba igual lo desagradable que fuera el tiempo o cuántos campos hubiese que cosechar, habría que esforzarse mucho para llegar a ver por un segundo su cara melancólica, y no es que no hubiese ocasiones para tenerla. Pero lo primero es lo primero.

Lo que le diferenciaba era su curiosidad. Una cualidad escasa entre aquellas gentes pequeñas y que, cuando se hablaba con ellos, intentaban ignorar con todas sus fuerzas.

Era ser el caballo azul en la sala, como dirían ellos.

Su faceta aventurera le había hecho marcharse, al igual que a otro puñado en la historia de los hobbits, hacia lo desconocido. Dejó atrás los campos interminables y los jardines bien cuidados, de hecho, John Watson logró entrar en las tierras más allá del río Gurgling.

Aunque, eso es otra historia.

En las noches de tormenta, cuando hasta el más pintado se acurruca entre numerosas mantas al amor de la lumbre, te sorprenderías al encontrarlo, con una taza de te hirviendo en la mano, pensativo, una expresión casi ombría puesta en la cara y las sombras jugando a pronunciar las arrugas de su ceño. Si tienes suerte y el suficiente cuidado, quizá incluso te cuente lo que ocurrió durante aquellos seis años que pasó lejos de casa y por qué ahora tenía que recurrir a un bastón de madera para poder andar bien.

Nadie del pueblo lo sabía. Claro, que los hobbits no preguntaban, especialmente si se trataba del desagradable tema de marcharse. Espantaban el tema como si se tratase de una mosca pesada y decidían que el motivo de Watson para dejar La Comarca tenía que haber sido una locura de la juventud. ¡Ja! Como si existiese un lugar mejor ahí fuera.

No obstante, le perdonaron dado que tuvo la sabiduría necesaria para volver a su encantadora casita al final de la calle.


Tedioso.

Aburrido.

Sherlock continuó por el camino prácticamente invisible que acababa de descubrir mientras buscaba las plantas venenosas que necesitaba para el nuevo preparado en el que estaba trabajando. Sin embargo, sus esfuerzos y sus manos arañadas habían sido en vano. En seguida se dio cuenta de que su pequeña expedición le había conducido al lugar más pacífico de toda la Tierra Media. Maldición, hasta el bosque de esos irritantes elfos había demostrado ser más interesante que este. Sobre todo cuando descubrió que ciertas hojas podían usarse como explosivos si se hacía con ellas una bola y que no necesitaban más que una chispa para saltar en pedazos.

"A esto no se le puede ni llamar bosque" pensó rezongando. Normalmente, los árboles no crecían a esa distancia los unos de los otros y definitivamente jamás así de rectos y ordenados. Hasta las hojas parecían haber sido recortadas hasta que todas tuviesen la misma forma ovalada.

Apenas había malas hierbas y la luz tocaba el suelo del bosque con demasiada facilidad, lo que hacía ridículamente fácil caminar sin tropezar con raíces. El único motivo por el que había sido difícil localizar aquel camino, era porque nadie se molestaba en seguirlo; cuanto más se adentraba por él, más inofensiva se volvía la flora. Ni una planta remotamente venenosa, menos maleza y más hierba.

Para resumir: Las ideas se le estaban estancando; estaba tremenda y completamente aburrido.

Así que decidió hacer volar un par de cosas, para pasar el rato. Según los mapas, bastante imprecisos, de la región, debería de haber un pueblo unos pocos kilómetros más adelante. Hasta llegar, practicó hechizos de levitación; haciendo que las rocas perforasen los árboles con agujeros casi simétricos. Puede que también prendiese fuego a un par de flores con una simetría especialmente insoportable.

Finalmente (y afortunadamente para el resto del bosque) llegó a un río, qué sorpresa, cristalino y a un puente aparentemente olvidado a juzgar por la forma y el estado de la madera podrida que conectaba las orillas. Debían de haber pasado unos cuatro años desde la última vez que alguien había estado allí e, incluso entonces, el puente ya había empezado a desintegrarse. De todas formas, tenía aspecto de haber sido algo más bien provisional. Demasiado fácil. Sherlock suspiró y movió unas cuantas piedras, lo bastante grandes como para mantenerse de pie sobre ellas, hasta hacer una línea que atravesase el río. Sin tan siquiera pensar, saltó de piedra en piedra con la vista puesta en el pueblo hobbit.

Aquello era la definición gráfica de "tranquilidad".

Las casas circulares, simples, pero sorprendentemente espaciosas teniendo en cuenta el tamaño de sus habitantes, no estaban apiñadas como en el caso de las ciudades humanas. En su lugar cada una tenía su propio jardín perfectamente cuidado y lleno de una colorida mezcla de hierbas y flores que Sherlock puso bajo la categoría "Robar luego". "Quizá sí que pueda lograr el objetivo original de este viaje" era lo que iba pensando Sherlock mientras se aproximaba a la primera casa.

Se aseguró de que su sombrero gris y su capa ondeante estaban colocadas de forma apropiadamente dramática antes de hacer su entrada, eh... dramática.

No obstante, nadie se le quedó mirando boquiabierto.

A parte de la anciana que le observaba con una "O" desdentada aunque parecía ser su expresión permanente, observó Sherlock. Incluso la anciana volvió enseguida a sus asuntos, en este caso, cruzar la calle para volver a ir a ver a su vecina, una tarea tremendamente extenuante. No había tiempo para prestar atención a cualquier lunático que se paseara por La Comarca. –Ese es de fuera– musitó para sí misma. Unos segundos más tarde la mujer ya había olvidado el encuentro.

Claro, que siendo el sabio mago que era, Sherlock no estaba poniendo morro. Igual que tampoco estaba considerando la idea de prender fuego a algunos de aquellos tejados cuidadosamente pintados.

El hecho de que unas cuantas maravillosas rosas de los jardines se volviesen repentinamente blancas debió de ser un peculiar devenir de la naturaleza.

De modo que siguió calle abajo como una persona madura sin encontrarse con nadie mientras examinaba el contenido tras las vallas de cada jardín. Para ser sinceros, el alquimista que llevaba dentro hizo un bailecito entusiasmado cuando vio la increíble variedad de hierbas, algunas de las cuales no había visto nunca. –Deben de ser de alguna raza hobbit resistente– murmuró –con la capacidad de ignorar las malas hierbas hasta que dicha maleza se marchita.– Una de ellas llamó particularmente su atención; las flores tenían forma de estrella, blancas y con pétalos increíblemente pequeños. Las hojas eran casi como las de la albahaca picante, solo que en lugar de pétalos amarillos, los tenía blancos.

Lleno de curiosidad se arrodilló, extendió sus herramientas frente a él (pala pequeña, cuchillo y unos cuantos frascos de formas extrañas) como si al mundo le tuviese que dar igual y comenzó a desenterrar una muestra.

A los hobbits les gustaban sus jardines.

Nadie le había dicho cuanto les gustaban.

Hubo un clonc, un dolor agudo en la parte posterior de la cabeza y a continuación aterrizó con la cara en el barro.


N/A: Este fic está basado en la idea que desarrollamos Xiah-sensei y yo. ¡Echadle un vistazo a sus cosas!

Urgetofall me animó a publicar esto (los gritos y los abrazos, a ella XD) ¡Que también es fantástica!

Sé que es crack y va a seguir siéndolo ;) Cualquier tipo de comentario sería un verdadero rayo de luz para mí XD.


Traducción: Jai-Barou

El original: "Scandal in Auenland" .net/s/7843944/1/A_Scandal_In_Auenland

Podéis dejarle a OneMadCookie los comentarios en su historia, o bien podeis dejarlos aquí y se los hago llegar traducidos ;)

Espero que os guste tanto como a mí, y que señaléis los fallos si es que los hay.