SUMMARY: Remus está preocupado. ¿Y si su vida sólo fuera producto de la imaginación de un grupo de escritoras¿Qué es lo que en realidad siente por Sirius? Minific de dos capítulos. SB/RL
DISCLAIMER: Todos los personajes son de Rowling. Yo sólo he aprovechado que existen para narrar su historia.
ADVERTENCIAS: Esta historia es slash. Contiene relación chico-chico. Si no te agrada el tema no sigas leyendo, ok? Si decides seguir adelante… espero que te guste
¿UNA TAZA DE CHOCOLATE?
1. Ojos dorados
La puerta de la cafetería se abrió y un joven alto y elegante entró en el local. Miró rápidamente a su alrededor y enseguida se dirigió a la mesa ocupada del fondo.
-Buenas…
-El último como siempre, Lupin.
El aludido soltó un gruñido y se sentó en la silla que quedaba libre, al lado de un atractivo joven de ojos azules y pelo negro.
-¡Menudo humor tenemos hoy!
-Debe ser cosa de la luna… Ya sabéis, la menstruación de los licántropos.
Un coro de carcajadas celebró la broma, pero al recién llegado no le hizo ninguna gracia.
-¡Sirius! —protestó.
-Está bien, lo siento, sólo era un mal chiste.
-Pues no me ha gustado —murmuró.
-¿Pero qué es lo que te pasa, Remus? Pareces un poco… enfadado.
-No es nada, Peter.
-No me lo digas¡has vuelto a conectarte a internet!
-¿Has leído otro de esos fics? —preguntó Harry con curiosidad.
El joven soltó un suspiro que parecía nacer en la punta de sus pies.
-Sí. Eso me temo.
-¿Y con quién te liaban esta vez? —preguntó Sirius mientras hacía una seña a la camarera para que se acercara a tomar nota.
Remus lo miró un poco cortado, no había pasado desapercibido el guiño que había hecho a la joven muchacha.
-Contigo.
Snape alzaba una ceja divertido.
-Vamos, chico, ya deberías de estar acostumbrado. Después de todo sois una de las parejas preferidas. A parte de estos dos —señaló a Harry y Draco con la cabeza.
-Pero nosotros lo tenemos asumido —dijo el chico de gafas con una sonrisa-. ¿Verdad, veela mía?
-¡Miau!
Los demás rieron.
-¡Pero es que no os imagináis lo que… hacíamos esta vez!
-Sinceramente, no creo que ya se les ocurra nada nuevo —dijo Snape sacudiendo la cabeza.
-Remus, Remus —lo reprendió James-, deberías de dejar de navegar tanto por la red. ¡No es bueno para la salud!
-Sólo no te tomes tan en serio esas historias —añadió Sirius.
-Bueno, sí, pero dejadlo hablar —intervino Lily-. Vamos, Remus¿qué hacíais esta vez?
-No creo que deba… -comenzó dudoso.
-Por nosotros no te cortes —lo interrumpió Draco-. En todo caso no puede ser peor que lo que yo ya le he hecho a Harry¿verdad leoncito?
-Cierto.
Sirius asintió.
-Sí, fíjate, a mí incluso me han liado con Filch.
-Y a mí con una serpiente —añadió Snape-. No me preguntéis cómo.
-¡Puaj! —la cara de James era un poema-. ¿Dolió?
-¡Y yo que sé!
La camarera se acercó a la mesa y empezó a repartir las tazas, un poco avergonzada por la mirada seductora del chico de ojos azules.
-Además, no sé de qué te quejas. Eres el preferido de muchas: tierno, amable, dulce…
-No digas tonterías, Sirius -La camarera colocó en medio un plato de dulces y galletas y se marchó-. He leído fics en los que te llegan a llamar dios.
-Sí, pero es sólo por el físico. Sólo describen mis increíbles ojos azules y mi hermoso cabello negro.
-No olvides tu cuerpo de infarto —añadió Draco mientras cogía un dulce con mucha nata-. A mí no me importa que me describan así.
-Pero a nadie parece importarle saber cómo soy en realidad. O qué libros prefiero (Y creo que he leído más que Remus, a pesar de su increíble fama de lector empedernido). Lo único que les interesa es que a mi paso las chicas se derriten… ¡La mayoría cree que me he acostado con medio Hogwarts!
-Tienes suerte, al menos a ti te consideran bisexual —suspiró Remus-. Me gustaría saber quién se inventó eso de que los licántropos sólo pueden tener una pareja de por vida. ¡La mayoría de las veces sólo me acuesto contigo!
-¿Es que no te dejo satisfecho? —preguntó con un guiño.
-Ése no es el problema… -replicó sonrojándose.
-¿Y cuál es? —Harry lo miraba con curiosidad.
-¡Que se pasa media vida en Azkaban! Imaginaros lo que es estar doce años sin nada de nada.
-No hacéis más que quejaros por tonterías. ¿Qué más queréis? Sois felices en la mayoría de los fics, os besáis, os acostáis… Y vuestro cabello siempre está perfecto. Además¿sabéis qué es lo que más me cabrea?
-¿Qué, Snape?
-Que siempre parezco estar enfadado con todo el mundo. Me gustaría ver la cara de esos autores si nos vieran ahora, charlando tan tranquilos…
-Creerían que están soñando —dijo James-. Jamás aceptarían que Snape y los Merodeadores se llevaran bien.
-Es verdad —dijo Sirius-, incluso en los fics en que Severus y yo acabamos enrollados estamos todo el rato insultándonos y deseando matarnos.
-¿Y yo qué? —saltó Peter-. Al menos a Snape no lo tachan de rata y traidor.
Sirius se encogió de hombros.
-Gajes del oficio. Otros pasamos la vida en la cárcel.
-Y otros nos transformamos en lobo cada luna llena.
-O pasamos la vida impartiendo una asignatura que odiamos mientras vemos cómo nuestra materia preferida cae en manos de una panda de incompetentes… Exceptuando lo presente —Severus alzó su taza en dirección a Remus, que respondió al gesto.
-O nos matan con apenas 23 o 24 años, justo cuando empezamos a vivir, salvando la vida de nuestro único hijo.
-O quedamos huérfanos, adoptados por una familia que nos odia, y justo cuando encontramos a nuestro padrino (alguien que al fin parece preocuparse por nosotros) se lo traga un maldito velo…
-Odio ese velo.
-…
-A veces parece que todo son desgracias, aún no entiendo cómo la gente puede escribir historias de humor.
-Será una especie de terapia.
Nadie hizo mucho caso a la observación de Peter.
-Mi abuela me llamó el otro día —Remus miraba su tacita con expresión triste antes de volverse a Sirius-. Dijo que quería conocerte.
-¡Qué simpática!
-¡Quería que la invitara a la boda! -Sirius rió-. No te lo tomes a risa, Black.
-Vamos, no es para tanto…
-¿Ah, no?
-Hacéis una linda pareja —dijo James cruzando los brazos sobre la mesa-. Todo el mundo lo dice.
-¡Ése es el problema¿Sabes qué me pasó el otro día?
-Cuenta.
-Estaba en el supermercado comprando los ingredientes para hacer unos macarrones…
-¡Qué hambre!
-Calla, Peter.
-… cuando se me acercó una chica.
-¿Era guapa? —interrumpió Snape.
El codazo de James lo hizo callar.
-Se acercó a mí y me dijo: Oye, tú eres Remus J. Lupin¿verdad? Le contesté que sí, sorprendido de que me conociera¿y sabéis qué me preguntó?
-¿Que si querías salir con ella?
-Me preguntó si Sirius y yo éramos pareja. Me pidió una foto de los dos en boxers negros. ¡Y yo no tengo boxers negros!
-¿Ah, no? —preguntó Harry extrañado-. ¿Y de qué color son?
-Pues son… ¿Y eso qué importa?
-A mí una vez me pusieron unos con corazoncitos —sonrió Sirius-. Por San Valentín.
Lily rió de forma disimulada.
-Esto de los fics es agotador —suspiró Draco cogiendo otra galleta-. El otro día leí uno en el que Harry y yo acabábamos encerrados dentro de un baúl. ¡Y tengo claustrofobia!
-¿En un baúl¿Y qué hacíais ahí dentro?
-Vamos, Peter, está clarísimo…
-¡Oh! —se sonrojó.
-Es mejor el armario. Al menos estás de pie —aclaró Black llevándose una galleta a la boca.
-El armario es tan típico…
-Pero es práctico. Sobre todo si te quedas encerrado dentro con la persona a la que quieres. Es el sitio ideal para declararse.
-Oh, vamos. ¿Qué será lo próximo?
-Ayer leí uno en el que Draco se quedaba embarazado —dijo Harry sonriendo.
-¡Puaj!
-Remus también se ha quedado embarazado varias veces —añadió Sirius alzando la barbilla con orgullo-. A estas alturas debemos tener una pequeña cohorte de cachorritos trotando por ahí. ¿Verdad, lobito?
Remus apartó la mano que se había colocado sobre su rodilla.
-No sé quién habrá inventado eso del embarazo masculino, pero alguna vez podías tener el hijo tú, para variar —replicó enfadado-. Harry y Draco se turnan.
Sirius se encogió de hombros.
-¿Y a mí qué me cuentas? Yo no soy el que escribe esas historias. Sólo soy… el protagonista —terminó apartándose el cabello de los ojos con un gesto que hizo suspirar a la camarera.
-Pues yo estoy escribiendo una —soltó Snape.
-¿Qué?
-¡Anda ya!
-En serio.
-¿Y de qué va? —preguntó James inclinándose sobre la mesa-. ¿Es un Draco-Harry o un Sirius-Remus?
-En realidad…
-¡Venga, suéltalo!
-Es un Severus-Sirius.
Hubo un momento de silencio antes de que se escucharan algunas risas.
-¿Y quién mata a quién?
-Es un fic romántico —protestó Snape un poco molesto.
-¿Romántico¿Entre vosotros dos? —Draco parecía escéptico-. Imposible
Harry le dio un codazo para hacerle callar.
-¿Y quién es el que se enamora? —preguntó fingiendo interés.
-Pues veréis, es Sirius el que está colado por mí.
-Si te hace ilusión… -murmuró el aludido sin prestar mucha atención.
-Al menos en ese no salgo yo —suspiró Lupin.
-Claro que sales.
-¿Ah, sí¿Y con quién acaba?
-Con Lucius.
Draco hizo una mueca.
-Mi madre te matará.
-Ya lo ha intentado. La pobre está convencida de que soy el amante secreto de su marido.
-¿Y ahora me colocas a mí el muerto?
-Vamos, Lucius es un encanto.
-¡Pues acuéstate tú con él!
-Pues a mí me parece que ese fic no funcionará —añadió Harry.
-¿Y eso por qué?
-Está clarísimo. ¿Ya has escrito el final?
-Aún no.
-Pues fíjate en lo que te digo: Sirius acabará con Remus, montándoselo en algún lugar extraño… ¿Qué tal la biblioteca? Y tú te consolarás con Lucius.
-Es que no me gustan los rubios —gruñó Snape.
-Ni a mí los ojos claros y mira —añadió Draco. Harry sonrió.
-Está claro —dijo Peter- que aquí los que más suerte tienen son estos dos —señaló a James y a Lily que se cogían amorosamente de las manos-. Son pareja en la realidad y en la ficción.
-Sí —suspiró Lily-, pero nosotros también sufrimos. En muchas historias acabamos muertos.
-Últimamente a mí también suelen quitarme de en medio —murmuró Sirius.
-Odio esas historias —asintió Remus.
-Pobre… ¿Te duele verme sufrir?
-Más quisieras. ¡Lo que no me gusta es sufrir por tu culpa! En una ocasión llegué a quitarme la vida porque no podía estar sin ti.
-¿En una sólo? Parece que no has leído muchos fics de angst.
-Quizás… es que me gustan más los de humor.
-¿Os habéis fijado en la cantidad que hay sobre el día de San Valentín?
Harry sacudió la cabeza.
-Creo que el día que más miedo me da es el 14 de febrero.
Draco lo miraba con una expresión extraña.
-Sabes que siempre soy bueno contigo.
-No soporto a los enanos vestidos de angelitos… -murmuró el joven.
-Tanta carta va y carta viene… y tanta confusión sin sentido. ¡Ni que fuéramos tontos!
-A mí me gustan más los de Navidad —dijo Sirius-. Leí uno precioso hace poco en el que Remus y yo acabábamos besándonos debajo del muérdago.
-¡Ni me lo recuerdes!
-¿Lo has leído?
-Sí. Por desgracia.
-¿Por qué dices eso¡Era precioso!
-Sí, sobre todo el final¿verdad? Supongo que te divertirías mucho leyendo la parte en la que al fin nos quedamos solos en el dormitorio…
-Era bonito.
Remus lo miraba con los ojos entrecerrados.
-Pervertido.
-Ojitos de miel.
Harry tenía una expresión soñadora.
-Lo que más me gusta de esos fics son los regalos. Una vez Draco me dio un anillo.
-¡Qué suerte! —se quejó Remus-. A mí siempre me regalan libros.
-Pues ya me gustaría a mí que me regalaran uno de vez en cuando —dijo Sirius.
-Sois un caso. Siempre quejándoos por todo.
-¿Y cómo no quejarnos cuando hacen con nuestra vida lo que les da la gana y más? —Remus parecía a punto de echar chispas.
-No debes hacer caso de lo que lees, Remus, es así de simple.
-Lo sé, Sirius¡pero es que casi empiezo a creer que tengo los ojos dorados!
-Es que…
-Los tienes dorados, Moony.
Hubo un silencio incómodo.
-¡No¡No es verdad!
Lily rebuscó en su bolso hasta encontrar un pequeño espejo que entregó a Remus. Éste se quedó pálido al ver su reflejo.
-¡Oh, no.!
-¿Qué?
-Estamos en uno.
-¿Un qué?
-¡UN FIC!
-Vamos, Remus, no seas paranoico.
Sirius asintió.
-Bébete el chocolate: eso te tranquilizará.
Remus lo miró horrorizado.
-¡Yo no pedí chocolate! Dije que quería un té. ¡Un té! Tú me oíste¿verdad, Sirius?
Los amigos se miraban entre sí un poco preocupados.
-Eh…, Remus, pediste chocolate, todos te hemos oído cuando lo pedías a la camarera.
El joven parecía a punto de echarse a llorar.
-No, no por favor, no…
Sirius acarició su mano.
-Vamos, Moony…
-¡SUÉLTAME!
Remus se puso de pie, apartándose de su amigo, que lo miraba sorprendido.
-¿Pero qué…?
-Será mejor que me vaya —dijo el chico castaño mientras recogía su chaqueta.
-Remus…
Sirius se había levantado también e hizo un intento de acercarse a él.
-¡No, no te acerques!
-¡Pero…!
-¡No voy a besarte¡¡ME NIEGO!
-¿Y quién ha dicho que quiero que me beses? —preguntó Sirius un poco molesto-. ¡HAZ LO QUE QUIERAS!
Sirius volvió a sentarse, dándole la espalda y cruzando los brazos en actitud de enfado.
Por un momento Remus estuvo tentado de acercarse a él y pedirle disculpas, pero aún estaba demasiado alterado. Necesitaba descansar. Pensar.
-Me voy…
-¿Seguro que estarás bien? —preguntó Peter, preocupado.
-¿Quieres que te acompañe? —ofreció Snape.
-No, gracias. Prefiero estar solo. Hasta luego.
Y sin más salió de la cafetería.
-Pobre, esto de los fics le está afectando bastante.
-No sé de qué se queja —dijo Peter observando a Sirius de reojo.
-Bueno¿y qué más da? No dejemos que esto nos estropee la tarde.
Sirius trató de componer una sonrisa y fue de los que más habló durante la reunión, pero no pudo engañar a nadie. Todos sabían lo preocupado que estaba.
Cuando ya empezaba a anochecer, el chico de ojos azules decidió que había esperado bastante.
-Se está haciendo tarde.
-¿Ya te vas?
-Sí.
-¿Vas a ir a verlo? —dijo James con suavidad. Lily le puso una mano en el brazo para advertirle, pero era demasiado tarde.
-¿Por qué habría de hacerlo? —preguntó enfadado-. Ha dejado bien claro que quiere estar solo,
¿verdad? No pienso ir a consolarlo. ¡Ni hablar! Que se las apañe solo. Ya es mayorcito. Si quiere llorar, que llore. Y si quiere estar solo… ¡pues que se quede solo!
-Claro…
-Hasta la semana que viene entonces.
-Severus¿te vienes?
-Eh… Sí. Sí —contestó el aludido, sorprendido por su tono de voz autoritario-, espera voy contigo.
-Nosotros también nos vamos —dijo Harry poniéndose en pie.
-¿Ya os marcháis? —preguntó James.
-Sí.
-¿Adónde?
-No sé…
-¿Al cine?
-Al cine.
-¿Volverás a cenar? —esta vez fue Lily la que hizo la pregunta.
-No, ya tomaremos algo por ahí.
-Está bien, nosotros nos quedaremos un poco más y luego iremos a casa. ¿Tú te quedas, Peter?
-Pues sí, si no os importa. He quedado dentro de un rato, pero prefiero esperar acompañado.
Sirius, Severus, Draco y Harry abandonaron el local y ya en la calle, Sirius se despidió de su ahijado y su amigo mientras Severus y él cogían la dirección contraria.
Cuando estuvieron seguros de que nadie les veía Harry y Draco se atrevieron a juntar sus manos.
-¿Crees que sospechan algo?
-A saber… ¿Hay alguien en tu casa?
-No.
-Perfecto.
-¿Has venido andando?
-No, dejé la moto aparcada un poco más adelante.
La cara de Severus se iluminó.
-¿Has traído la moto?
-Sí. Pensaba ir luego con Remus a dar una vuelta, pero como se ha ido antes… Toma, te puedes poner su casco.
-Genial.
-¿Quieres llevarla?
Severus se detuvo.
-¿Hablas en serio?
-¿Y por qué no?
-¡Claro que quiero llevarla! Sabes que me encanta.
Sirius sonrió.
-Está bien, pero no te pases con el acelerador. No quiero que me multen por tu culpa.
-¡Mira quién fue a hablar¡Tú nunca respetas los límites de velocidad!
-Ya, pero es mi moto.
-Sí. Por desgracia.
-¿Decías?
-¡Nada¿Nos vamos?
Media hora después, los dos bajaban de la moto. Se tardaba mucho menos en llegar a casa de Severus, pero éste quería aprovechar el paseo y había dado la vuelta por toda la ciudad, escogiendo siempre el camino más largo. Por fin se habían detenido delante de un edificio gris con algunas plantas de buen aspecto en el pequeño jardín delantero. Las vecinas murmuraban por lo bajo lo extraño que era tener plantas que apenas daban flores. Pero es que el objetivo de aquellas plantas no era precisamente servir de decoración… Mejor no preguntar.
-¿Qué vas a hacer?
-¿Sobre qué?
-Sabes de qué hablo, no te hagas el tonto, Black, no te pega nada.
Sirius suspiró.
-No sé. Estoy preocupado por él y me gustaría ir a verle, pero ya viste cómo se puso —Aún había resentimiento en su voz-. Tal vez debería dejarle solo… ¿Tú qué harías?
-¿Yo? Pues si estuviera en tu lugar haría tiempo que me habría aprovechado de la situación y ahora ese lobito sería mi pareja.
-¡Severus!
El joven rió.
-¡Vamos, Black, era una broma!
-Ya… pero precisamente ahora esa broma no tiene ni pizca de gracia.
Su amigo lo miró sorprendido.
-¿Por qué¡No me dirás que te gusta el lobito!
Sirius se sonrojó hasta la raíz del cabello, sin atreverse a levantar la mirada de las sucias baldosas que estaba pisando.
-¿Y qué quieres? No es culpa mía. Ya has visto lo que escribe la gente… Siempre lo describen tan dulce, tan delicioso…
-¿Delicioso? —preguntó Severus alzando una ceja.
-¿Cómo no iba a enamorarme de él? —replicó con tristeza-. Pero eso no importa. No puedo decirle que me gusta, porque entonces se asustará aún más y sólo conseguiré que se aleje de mí.
-Pues está jodida la cosa.
-No, precisamente jodida no está.
-Borde.
-Mal hablado.
-¿Qué piensas hacer?
Sirius se encogió de hombros.
-Olvidarlo, supongo. O intentarlo al menos. Llevo ya más de dos semanas sin leer un solo fic.
Severus lo miró con los ojos increíblemente abiertos.
-¿En serio¿Cómo lo haces?
Sirius apretó los labios.
-Rompí el ordenador.
-Oh.
-…
-…
-¿Te estás riendo?
-No.
-Severus…
-Te digo que no me río.
-Está bien, no me importa, tienes razón, es una situación ridícula. No puedo dejar que algo así estropee nuestra amistad.
-Sí, tengo razón.
Sirius volvió a colocarse el casco que se había quitado al bajar de la moto.
-¿Entonces irás a verle?
-Claro. ¿Qué clase de amigo sería si no?
-Pues que te vaya bien.
-Gracias. ¿Nos vemos mañana?
-Sí, claro, si no surge nada.
-¿Cómo?
-No importa —respondió con voz cándida-. Diviértete.
-Hasta mañana.
-Ciao.
Continuará...
Es todo por ahora, en breve mandaré el segundo capítulo de esta absurda historia. Espero que os guste
DAIA BLACK
Miembro de la Orden Siriusiana
