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¡Hola! :D 3 les traigo este nuevo fanfic de una nueva idea que se me ocurrió la otra vez y de verdad espero que les guste. Es posible que tarde en subir los capítulos para este fanfic, ya que quiero hacerlos bien, escribirlos bien y etc, todo con el fin de que sean de su mayor agrado :3

Si en algún momento, mientras leen los capítulos, les surge una duda y ven que se ha quedado sin responder ¡Diganme! :) de ese modo yo encontrare la manera de responder a su duda en otro capítulo.

Este fanfic será completamente IchiHime (jsdlfkjaklfjaskljsdglk3) y habrá RenRuki y etc etc, el caso es que como ya he llegado a querer a Rukia(o sea a tenerle respeto, porque es amiga de nuestra Hime) ya no la pondré como la que arruina las cosas entre ellos. ¡No!

Sin más que decir, espero que les agrade:)

DISCLAIMER: Ninguno de los personajes mencionados en esta historia me pertenecen, todos son propiedad de Tite Kubo. Solo la idea de la historia me pertenece.

Capítulo 1: Alguien en el cielo.

Había una persona en el cielo.

Y también había un niño que podía verlo…

En la ciudad de Karakura, desde la ventana de su habitación lo admiro flotar, desafiando la gravedad, tranquilo como si volar no fuera un motivo de emoción. El hombre en el cielo vestía de blanco, tenía en sus manos una pequeña caja cristalina. Dentro de ella parecía tener un trozo de la atmosfera encerrado en una bola de cristal aún más pequeña que la caja.

Pero sus ojos…

Había algo en él, algo a su alrededor que le hacía pensar que era peligroso. Su cara era demasiado pasiva, su expresión carecía de cualquier tipo de sentimiento en aquel momento. Cuando lo veías pensabas en cosas amargas, en maldad y muerte. Sangre y destrucción.

Él estaba pensativo mirando hacia abajo, donde estaban las demás personas, con el aire agitándole el cabello y la ropa. Tenía lo que quería, lo que necesitaba, pero ¿Qué más podría hacer? El poder al que tenía acceso era más del que jamás imagino tener, merecía ser usado para algo grande y peligroso. Después de todo con el Hogyoku se podía aspirar a cualquier tipo de grandeza.

Cualquier tipo de grandeza.

Detrás de él se escuchó un ruido que procedió de una abertura oscura en el cielo, fue revelando poco a poco dos figuras con casi la misma vestimenta, uno cabello blanco, acompañado de alguien de piel oscura.

—Gin, Kaname— los saludo, aun mirando hacia las personas—. Bienvenidos a la tranquilidad del mundo humano.

—No deberíamos estar aquí— dijo el de piel morena. Su nombre era Kaname Tousen y era un traidor. Igual que los otros dos—. La Sociedad de Almas debe estar buscándonos.

—Yo no estaría tan seguro— respondió Gin, el de cabello blanco, taciturno—.Tienen un caos que arreglar, personas que curar y averiguar qué y quienes faltan—Miro a Aizen, el Hogyoku en sus manos—. ¿Alguna idea hasta ahora?

Aizen expulso aire, giro su cabeza con parsimonia hacia ambos y negó con la cabeza. Parecía un poco decepcionado. Sin embargo tenía más motivos para alegrarse.

—Nada distinto al plan inicial…por ahora— contesto, su atención volvía a estar enfocada en las personas súbitamente. Escucho una conversación, más bien una discusión, un par de palabras escupidas de una llena de odio hicieron que a Aizen llegara una idea—. Bueno, ya está. Vayámonos de aquí, Hueco Mundo nos espera.

Kaname y Gin no preguntaron nada, pero si miraron hacia el lugar donde Aizen había capturado la atención de él hace algunos segundos. Gin se encogió de hombros, más tarde se enterarían.

Un chasquido de dedos y se abrió una garganta lo suficientemente grande para los tres. Parecía una ruptura en el cielo, irregular, grietas alrededor y negra, como bloques caídos de una pared que solo revelan oscuridad. Cuando se cerró, fue como si el cielo se los hubiera tragado y ellos hubieran sido transportados a un lugar donde el cielo es negro y la tierra blanca y sin vida.

El niño que había observado todo corrió con su padre, le dijo que había alguien el cielo y que después fueron tres, que habían hecho un hueco en el cielo y habían desaparecido dentro de él. Pero nadie le creyó.


El Seireiteisufría la perdida de las batallas libradas. Los incendios estaban siendo apagados, las heridas curadas y los muertos contados.

Yamamoto Genryusai observaba desde una ventana, con pesar en el corazón, el terrible escenario de una pelea cuyo origen era inédito y su final. Cerró los ojos. Lo que había pasado en el Seireitei era imposible, tal intrusión… ¿Cómo había sido posible que se colaran tantos hollows?

—Capitán— la voz de su teniente, Chojiro Sasakibe, surgió de la nada, cansada y faltante de aire, detrás de él. Tenía una apariencia cansada, adornada con sangre en su vestimenta y piel—. Se ha confirmado la muerte del Espada número seis, identificado como Luppi Antenor, y las tropas del enemigo han sido en su mayoría derrotadas, algunos han huido.

—Encuéntrelos y mátenlos— ordeno Yamamoto, había enojo en su voz—. Pase lo que pase, ningún hollow puede quedar vivo merodeando por el Seireitei o la Sociedad de Almas.

—Como ordene.

Al Seireitei se habían colado, de manera desconocida, una gran cantidad de hollows y adjuchas, dos menos grande y, lo más preocupante, un espada. Kurotsuchi Mayuri, capitán de la duodécima división, se encontraba en el Departamento de Investigación y Desarrollo investigando el origen de la colación del enemigo cuando se escuchó por todo el Seireitei a la voz del Capitán Yamamoto exigiendo la presencia urgente de los capitanes. Los tenientes y los sucesores deberían encargarse del conteo de los muertos e inventario. A pesar del poco tiempo del que había dispuesto, Mayuri ya se había dado cuenta de algo tal vez incluso más importante que las zonas afectadas del Rukongai o la cantidad de muertos, al igual que la capitana de la cuarta división, Unohana Retsu.

Cuando la mayoría capitanes estaban reunidos, Yamamoto comenzó a hablar:

—Hoy no hay victorias que celebrar, a pesar de la muerte de un Espada y la retirada de los enemigos. Cualquier daño que les hayamos causado no tiene punto de comparación con nuestro estado actual, justo ahora somos un desastre y este ataque no ha hecho más que comprobar que no estamos listos para un ataque mayor. Si algo así se repitiera, podría ser el fin del Seireitei.

Varias cabezas miraron al suelo, decepcionadas, Yamamoto tenía razón: no había ninguna victoria. Una sola Espada había terminado casi con un escuadrón entero de shinigamis sin recibir ninguna estocada, ni siquiera pudieron acercársele o rozarlo con la punta de sus zampakuto.

—Aun sin tantas perdidas y destrucción o aun si hubiéramos vencido al Espada con tan solo uno de nuestros shinigamis, todo esto seguiría siendo una gran derrota— dijo Mayuri, su voz se escuchó fuerte por todo el salón—.Una grande y muy humillante derrota.

— ¿Tienes algo que decir acaso, Mayuri?— quiso saber Soi Fong.

El capitán de la duodécima división se encogió de hombros con modestia.

—Quien sabe, tal vez que se sienten ciertas ausencias— dijo poniendo especial énfasis en la última palabra—. Las mismas que faltan aquí ahora mismo: Sosuke Aizen, Ichimaru Gin y Kaname Tousen. Me parece que algo aquí no está del todo bien. Nada agradable, nada agradable.

— ¡Podría tratarse de una coincidencia!— interfirió Sajin Konamura. Sus enormes fauces revelaron los grandes y afilados colmillos, él confiaba en Kaname y no había científico loco en el mundo que pudiera decir que estaba metido en todo esto—. Quizá estén…

—El capitán Mayuri tiene razón— la dulce voz de Unohana corto la estridente voz del lobo—. No es una coincidencia, lamentablemente, Sajin. Hace unos momentos Byakuya ha llevado a Rukia a mi división, ella tenía un hueco justo en el centro del pecho— revelo, saliendo de la formación y mirando a Yamamoto—. Al principio no tenía sentido, Rukia debería estar muerta con tal impacto, pero no fue un ataque violento lo que recibió, se trata de una extracción— miro a Mayuri de reojo—.La teniente Nemu se presentó también ahí, supongo que idea tuya, Kurotsuchi. Con su ayuda logramos descubrir el motivo. Capitán Comandante, usted es de las pocas personas que ya debe haber deducido el porqué.

Yamamoto apretó sus manos alrededor de su bastón. Claro que lo sabía, pero lo que no esperaba era que Aizen también conociera la ubicación. Pero claro, pensó después, no era sorpresa que él lo supiera, después de todo él había colaborado con su creador, Urahara Kisuke. Miro con firmeza a cada uno de sus capitanes hasta terminar en el rostro de la capitana Unohana.

—El Hogyoku…— declaro, esperando que una ola de caos se desatara. Y así fue. En el salón se extendió la conmoción como un manto negro y pesado. Con su bastón, golpeo el piso tres veces para declarar silencio—. Entonces, ¿lo que ustedes dos quieren decir es que Kaname, Gin y Aizen han robado el Hogyoku?

— ¡Eso es imposible!— gruño Sajin, su alarido se extendió por toda la sala, creando un sentimiento de pena—. Kaname jamás haría algo así. ¡Él no es así! Deberíamos estarlos buscando, no estar haciendo suposiciones como estas.

Mayuri se rio desvergonzadamente, fingiendo estar herido por la contradicción.

—No son suposiciones, son hechos. Suponer no es mi estilo, pero investigar y comprobar si que lo son— encaro al rostro furioso de Sajin y lo miro sin mostrar ninguna emoción—. El Departamento de Investigación y Desarrollo descubrió restos de energía de una Garganta dentro de los confines del Seireitei y justo ahí también están los últimos rastros del reiatsu de nuestros tres capitanes faltantes.

— ¿Entonces ellos dejaron entrar a los hollows al Seireitei?— pregunto Hitsugaya Toushiro. Tenía varias cortadas en el cuerpo y le quedaba poca energía después de haber usado el Bankai, las ropas las tenía manchadas en sangre y tierra—. ¿Eso es lo que quieres decir?

— ¿Y que los utilizaron como una distracción para robar el Hogyoku mientras nosotros luchábamos y así no notaríamos que su reiatsu había desaparecido?— le proporciono Mayuri asintiendo con la cabeza enérgicamente y encogiéndose de hombros—. Sí, eso mismo. Además de que nos han traicionado, claro.

En otro lugar de la sala se escuchó un grito desesperado, una negación y un golpe en el suelo que hizo eco a lo largo del lugar. Sajin tenía el rostro contorsionado de ira, los colmillos expuestos y los puños bien apretados. Lo único que lo mantenía plantado en su lugar sin envainar su espada contra Mayuri era su decencia y su moralidad, de no tenerlas, el lugar sería un nuevo campo de batalla.

— ¡Basta!— rugió con dureza, mirando con profunda desconfianza a Mayuri —. Lo que dices también apunta a otras cosas, como el que posiblemente hayan sido capturados por el enemigo.

Mayuri rodo los ojos de tal manera que le dolieron, comenzando a perder la paciencia en una conversación tan influenciada por sentimientos subjetivistas de amistad y aprecio. Sajin estaba sintiendo el dolor de una traición, pero aún no estaba preparado para sentir tal cosa, nadie lo estaba nunca. Ya había abierto la boca e iba comenzar a contestarle, cuando alguien más lo hizo.

—De cualquier modo es imposible que el enemigo conociera la ubicación del Hogyoku o el hecho de que aun exista— replico Kuchiki Byakuya, tenía los ojos cerrados en son de tranquilidad y hablaba con voz tranquila pero firme—. De modo que la única explicación que hay es que hubo una fuga de información con el enemigo y los únicos culpables de tal fuga serian exactamente ellos.

Sajin perdió el control, grito en defensa de Kaname como si fuera su único propósito en la vida y el costo por no lograrlo fuera la muerte dolorosa, carcomiéndose por dentro con amargura. Su voz era lo más parecido a un rugido animal desesperado y angustiado. Jamás se le había escuchado hablar de tal manera.

En la sala se extendió otro potente golpe reclamando el silencio. Bajo las manos de Yamamoto, temblaba su bastón. Sajin lo miro esperando recibir apoyo, pero no sería así.

—El día de hoy hemos sido atacados y robados. ¡No permitiré que los capitanes del Gotei 13 generen peleas entre sí! ¡Estamos en estado de alerta máxima y más vale que mejoren sus habilidades de combate, porque una derrota así no volverá a ser aceptada!— grito Yamamoto, el silencio hacia que su voz sonara más alta y amenazante. Al bajar la voz, la atención y los ojos de todos los capitanes estaban sobre él—. Con la evidencia conseguida no me queda más que declarar a Aizen, Ichimaru Gin y Kaname Tousen como traidores y enemigos del Seireitei. A partir de ahora tendremos que ser más fuertes y prepararnos para cualquier cosa, con el Hogyoku en manos equivocadas, es difícil saber qué es lo que pueda pasar de aquí en adelante.


—Entonces, dices que se te ha ocurrido algo. Una idea, ¿no?— Gin apareció detrás de dos enormes puertas, primero asomando la cabeza y después todo el cuerpo. Caminaba directo hacia Aizen, subiendo los escalones.

Aizen apoyo el peso de su cabeza en la punta de sus dedos, pensativo. Estaban en un salón enorme de altos techos y columnas colocadas en distintos lugares. Hay unas elevaciones esparcidas por la sala en distintos lugares y tamaños, pegadas a las laterales de la sala. Más arriba de aquello, subiendo las escaleras, está el trono de Aizen.

El Hogyoku estaba en manos de él, alzado a la altura de su nariz, mirándolo como si buscara respuestas. Con la llegada de Gin, lo dejo sobre un cilindro alargado, a la misma altura que su reposa brazos y unos pequeños discos que flotaban en el aire en forma espiral se cerraron sobre el.

—La tengo— admitió Aizen—. El problema es que no sé cómo materializarla. Pero, Gin, si lo lograra, ya no sería necesario obtener la Llave del Rey, ¿sabes porque?

Gin negó con la cabeza.

—Porque tendríamos lo que nadie mas podría.

FIN.


Espero que haya sido de su agrado :3 Sé que en este capítulo no aparecieron Ichigo y Orihime, pero paciencia, ya se los tengo todo preparado ;D jajaja

Dejen reviews con sus comentarios y díganme lo que piensan: ¿Qué opinan? La sigo o no la sigo :3