Título: Su Reflejo

Autor: Angelito97-Delena

Rating: +18

Pairings: Damon Salvatore & Elena Gilbert

Argumento: Damon Salvatore lleva toda su vida planeando una venganza perfecta contra ese diablo que enamoró a su padre y destrozó a su familia. Ahora que tiene la oportunidad de destruir lo que los Pierce le arrebataron, se encuentra con que nada es fácil. Una mujer de ojos castaños se interpondrá en su camino, ¿cómo puede ser el destino tan cruel? ¿cómo puede ser ella, Katherine Pierce?

Disclaimer: Los personajes aquí nombrados no me pertenecen, son de la propiedad de LJ Smith, el canal estadounidense The CW, show The Vampire Diaries.

"Este fic participa del Reto Anual "The New Long Story" del foro The Vampire Diaries: Dangerous Liaisons".

Words: 3,064

Palabras usadas: tierra - joven - manzana

Personajes relevantes: Tyler Lockwood y Liz Forbes.

N/A: Esta historia no puede ser reproducida de forma total o parcial bajo ningún concepto. Si encuentran este fic u otro cualquiera en otra página decidme lo con urgencia. Yo misma me encargaré de ver si es plagio. Miren en mi perfil que páginas tienen permitido la reproducción.


Prólogo.

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Tiene que estar bromeando.

Saltó un desesperado Tyler para sorpresa de sus compañeros. Se encontraban en una sala de reuniones especial del edificio del FBI, preparada y adaptada para las misiones de ese grupo de agentes, no mucha gente podía acceder a ella y los pocos que podían eran gente de confianza, por eso Tyler se sentía impotente, al darse cuenta del descuido que su jefe había tenido con esa idea tan ridícula, pero no importaba, nadie miraba con cara de extrañeza al jefe, sino que todos se giraron para mirar de distintas formas al agente Lockwood, a él, algunos con sorpresa, otros indignados y otros orgullosos por ser la primera vez que el chico daba su opinión negativa en público. Pero la gran mayoría sabía perfectamente que esa injuria no estaba permitida. El agente especial al cargo de ese grupo de chicos, el que Tyler llamaba "jefe" era Alaric Saltzman, pero a diferencia de los que muchos estaban pensando en esos instantes, a Alaric no le preocupaba para nada que el chico le levantase la voz o se quejase, todo lo contrario le pareció una gran iniciativa por parte de alguien tan cerrado como Tyler.

Rojo de la furia y avergonzado miró fijamente a su jefe, no le apartó la mirada sintiendo que en cualquier momento iba a llevarse una buena reprimenda.

Saltzman golpeó la mesa de cristal con la punta de los dedos, era el único sonido que se escuchaba después de la falta de respeto de Tyler Lockwood, el aludido tragó saliva ruidosamente, estaba sudando y nervioso, ni siquiera sabía cómo era posible que hubiese hecho ese escándalo por una estupidez.

- ¿Y bien, Lockwood? Ahora que parece que el filtro ha vuelto, puede decirme qué piensa sobre que la señorita, aquí presente. -la señaló con la mano captando la atención de una muchacha que se había mantenido muda del asombro, Saltzman no acertaba a recordar como se llamaba, por eso llamó su atención con un movimiento sutil de muñeca, la chica, castaña de ojos café y piel cristalina se pasó la lengua por los labios antes de dar un paso hacia adelante, pero en seguida se arrepintió por ese atrevimiento y retrocedió. Agachó la cabeza para ocultar su alegría incondicional por esa nueva oportunidad que se le presentaba en bandeja.

Alzó el rostro unos centímetros, todos los presentes tenían clavados sus ojos en la joven señorita que había tenido el atrevimiento de traer las bebidas.

- Gilbert. Elena Gilbert. -sonó como un gruñido pero el orgullo se destilaba con fuerza. Saltzman asintió como si no fuese realmente importante el detalle de su nombre ni de lo que había detrás.

- Perfecto. -le sonrió amablemente dejando de lado esa superioridad que desprendía todo su cuerpo. No tenía más de cuarenta años, pero en su corta vida de agente había conseguido muchos cargos, convirtiéndose en una leyenda del FBI, pero ahí estaba, encerrado en un edificio de Nueva York por culpa de unos errores que casi no tenían importancia para gente como Elena o Tyler.

El único sonido perceptible para Tyler en ese instante era el de su corazón que latía a mil por hora contra su pecho, se mordió la lengua con fuerza y se repitió así mismo que volver a mostrar su desacuerdo en voz alta podría llevarle a perder todos sus privilegios en ese lugar.

- Señorita Gilbert. -repitió su nombre, saboreando cada palabra, alterando aún más a un sobreprotector Tyler.- Como sea. -tomó unos papeles de la mesa y los juntó en varios puñados.- Señor Lockwood.

El aludido puso los pies sobre la tierra y clavó sus ojos en su jefe, recordando las normas de protocolo murmuró un "sí, señor" de la forma más tranquila que supo.

- Primero de todo, ¿puede ahora decirme lo que piensa al respecto sobre que la señorita Gilbert intervenga en el Caso Petrova?

Caso Petrova, uno de los casos más importantes del FBI y también uno de los pocos que aún no habían podido resolver debido a la protección que se cernía sobre él, nadie podía confiar en nadie, nadie podía acceder a ninguna información con relevancia, básicamente porque los datos eran más que escasos. Lo único que se sabía con claridad es que los Pierce negociaban con una droga muy particular pero no había nada que pudiese aclarar "droga particular" ni nada relacionado con el narcotráfico, pero eran muchas las muertes y las desapariciones misteriosas que se relacionaba sobre esa familia y ahora, por primera vez en años, podían meterse en el círculo de confianza de Katherine Pierce, pero a costa de la vida de su prima. Elena Gilbert.

Miro de reojo a la castaña, la conocía demasiado bien para no saber que la idea de participar en una misión suicida como esa, era la mejor noticia que podrían haberle dado, pero claro, acababa de salir de la universidad y había accedido al FBI, no por contactos sino por sus altas calificaciones y por su expediente, era obvio que una idea tan estúpida como estar infiltrada en una misión era algo digno de su felicidad.

Si tan solo supiera.

- Señor. -se quejó, apretó los puños con fuerza, se sentía impotente, no importaba lo que él dijera en esos momentos, Saltzman y su prima tendrían la última palabra.- Es demasiado joven e inexperta, puede ser peligroso.

Saltzman asintió pensativo, un atisbo de esperanza se reflejó en los ojos oscuros de Tyler Lockwood pero desapareció tan rápido como vino, en cuanto la señorita Gilbert coreada por los demás compañeros se puso delante del agente especial.

- Señor Saltzman, es todo un placer que cuente conmigo. -dijo con una sonrisa resplandeciente. En ese momento todo se volvió oscuro para Tyler Lockwood.

Desde que eran muy pequeños, Tyler siempre había sentido la necesidad de proteger a Elena de una forma casi obsesiva, no eran primos de sangre, pero sus padres se habían criado juntos como si se tratasen de familia, desde que eran unos niños se habían llamado "primos" como si se tratase de una palabra mágica que quería decir que eran inseparables, como dos almas gemelas. Tyler siempre había estado pendiente de Elena, pasase lo que pasase, él estaba ahí para ella, en lo bueno y en lo malo, intentando por todos los medios evitar que la chica sufriera algún daño, físico o emocional, incluso durante mucho tiempo amenazó a todos los chicos que se fijaban en ella para evitar que le hicieran lo mismo que le hacía él a otras chicas, pero claro, eso nunca acabó bien. Elena era demasiado orgullosa, decidida e independiente, la idea de que un hombre o alguien la controlarse le desagrada, más de una vez habían discutido y peleado durante horas por la misma historia.

Tyler era demasiado sobreprotector. Por eso, cuando la chica, ambos mejor dicho, decidieron estudiar carreras similares supieron que eso tampoco acabaría bien, pero la diferencia de edad y de especialidad fue algo ventajoso, no tenían porqué coincidir, hasta ahora.

Mientras Tyler seguía sumergido en sus recuerdos y en su debate interno. Elena salió del despecho con una sonrisa en los labios, casi podía sentir como la mandíbula empezaba a molestarla, como si se encontrase en una nube paseó por toda la sala hasta alcanzar la cafetería, todas las personas que pasaron a su alrededor no comprendían el porqué de su felicidad, pero es que Elena en esos momentos se sentía en el paraíso, a punto de acceder a él mejor dicho.

Tyler no perdió la oportunidad y salió corriendo en su dirección, la felicidad de Elena tenía los minutos contados.

- ¡Elena! -la voz de Tyler la devolvió a la realidad, la puerta de la cafetería se cerró de un portazo mientras Elena continuaba su camino hasta la máquina de café, rodó los ojos al saber lo que venía a continuación.

- ¿Qué quieres ahora? -bufó aburrida, miró a su alrededor hasta encontrar una cesta de frutas, tomó una manzana verde y otra roja.- ¿Cual crees que viene mejor para mi dieta?

En dos zancadas Tyler se puso a su altura, pegó un golpe en la mesa provocando que varias piezas de fruta resbalaran hasta caer, pero Elena no reaccionó, encogiéndose de hombros le pegó un mordisco a la roja, dejando la verde en su sitio.

- ¿De qué mierda vas, tía?

Frunció el ceño al segundo mordisco.- ¿Tía? ¿En serio?

- No sabes en lo que te estás metiendo, Elena. -se alejó de ella, porque realmente no se sentía con fuerzas para controlarse, en cualquier momento iba a olvidar que se encontraba delante de su amiga e iba a acabar haciendo una locura.

- Tyler, vale ya. Se acabó. -intentó cortar por lo sano.- Somos adultos. Soy adulta, supéralo. -tomó fuerzas y se sentó en la encimera y balanceó las piernas mientras observaba sus tacones negros.

- No. No. No. -bufó bastante enfadado, rojo como estaba, los ojos le brillaban de la furia contenida, Elena podía jurar, que desde esa distancia, podía sentir como la sangre le bullía con fuerza amenazando con destrozar todo cuanto existía en un par de metros de distancia.- ¿¡Cómo te atreves, Elena!?

- ¡No tengo la culpa! -dio un salto para enfrentarse a él, un chico, otro becario como la señorita Gilbert, entró en la sala en ese momento, pero la mirada de advertencia que le lanzó la pareja le hizo retroceder y murmurar una disculpa.- Mira lo que has conseguido.

- Yo no he asustado a ese crío. Espera, ¡tu también eres una maldita cría!

- Me han elegido a mi, Tyler. -sonrió dulcemente.- Jódete, haznos un favor mutuo. -los señaló a ambos.- Desaparece de mi vista ahora.

- Ahora me doy cuenta. -soltó una carcajada vacía y fría.- Todo esto lo haces para fastidiarme. Todo para llamar la atención porque Elenita tiene que ser la más importante.

No supo qué fue, si el tono de burla de su mejor amigo o la idea que tenía este de ella, en realidad no tenía importancia, porque tampoco iba a dar explicaciones de su siguiente movimiento, alzó el puño e intentó golpearle en la mejilla, pero Tyler, como buen agente, recibió el golpe con un bloqueo y aprovechó esa oportunidad para demostrarle que el mundo no era un cuento de hadas donde todo pasa en honor a la protagonista.

- ¿No te das cuenta, Elena? Esto no es un juego de niños, no es como cuando buscabas cabrearme, esto es serio.

- ¡Suéltame, maldita sea! -se encontraba paralizada contra la encimera donde antes había estado sentada, la falda de tubo le dificultaba el movimiento, sus tacones se doblaron de tal forma que sus pies estaban bloqueados contra los de Tyler, tenía la mejilla pegada en la mesa y el cuerpo en una posición que era más que dolorosa.- ¡Hijo de puta…!

- ¿Sabes qué estoy haciendo? ¿O el porqué?

- Lo único que sé es que estás como una puta cabra. -murmuró molesta, intentó forcejear pero lo único que consiguió es que el chico aumentara el agarre.

- Intento demostrarte que el mundo es peligroso, nena. Que el Caso Petrova no es para ti, ¿no te das cuenta que ha muerto gente? ¿Qué puedes morir si te descubren? -susurró contra su oído, mandando descargas eléctricas por todo su cuerpo.- ¿No te das cuenta, de que me importas? Lo eres todo para mi...

- Ty...- susurró cohibida, el chico soltó un poco su agarre al ver que Elena no se resistía y que parecía estar entrando en razón.- ¿En verdad te importo? También me importas. -dijo con voz melosa, rompiendo todos lo esquemas del moreno que no esperaba para nada un acto tan humano.- Pero…

Tyler tendría que haberlo visto venir. Elena nunca era tan humana con él, nunca lo era, siempre había intentando demostrar ser una persona fuerte y valiente, esta vez no iba a ser una excepción, en un tiempo récord, la chica le golpeó en el estómago, le dio un barrido y lo tiró al suelo, lanzando todo su peso contra él.

- Nunca, escúchame bien, nunca me juzgues por ser una mujer.

Tyler estaba literalmente boquiabierto, Elena salió de la sala echa un desastre, sabía que había actuado mal, pero es que estaba cansada de que todos la tomaran por una niña pequeña que necesita siempre vigilancia, por una vez alguien había visto algo en ella y no pensaba defraudar a esa persona.

Alaric bajó las escaleras con varios documentos en las manos, iba acompañado de dos agentes más, entre ellos se encontraba una chica rubia de unos treinta y cinco años, era su mano derecha, más que eso, es como si se tratase de su confidente más directa, cuando cruzaron la esquina, la otra chica, aún más joven, pelo negro y ojos azules, se despidió con un gesto, dejando a la pareja de amigos completamente solos.

La rubia sonrió, se pasó la mano por el cabello para arreglarlo, estaba hecho un desastre y esa coleta no favorecía nada su belleza. Aprovechó ese momento para frenar a su amigo, no a su jefe. Después de lo que había sucedido en la reunión se moría de ganas de hablar con él y dejarle claro su posición en todo ese asunto.
- Y bien. -le sonrió complaciente, Saltzman puso los ojos en blanco, sabía que intentar largarse era misión imposible, comprobó que nadie pudiese escucharlos.- ¿No vas a decirme nada? Te has reído en su cara, Ric.

Alaric frunció el ceño.
- Espera, ¿que? -no esperaba para nada esas palabras.

- Sabes de lo que te hablo.

- Sí, pero pensaba que todo esto iba por lo de la becaria.

- Sabes que odio ese término. -rodó los ojos y se cruzó de brazos. - Es una mierda ser becaria, bastante es lo que una tiene encima cuando empieza a trabajar en un mundo tan complejo como este.

Era cierto, Lexi nunca había tenido una vida laboral digna, todos se habían reído de ella cuando aspira a trabajar en el FBI, lo veían una misión imposible, una locura para una mujer que vivía en un mundo de hombres, pero después de tragar tanta mierda lo consiguió, ahí estaba, siendo una de las mejores agentes del cuerpo, aunque fuese en el ámbito de la oficina.

- Alexia. -gritó Kai desde la otra punta de la sala, le señaló el teléfono nervioso.

Lexi asintió.

- Te ha salvado la campana, pero escúchame bien, Tyler es lo mejor que te ha tocado. No lo jodas mas.

Con un sutil movimiento de cadera se alejó de su amigo. Alaric procesó sus palabras unos segundos más, pero no le dio mucha importancia, tal vez Tyler era un buen partido pero más lo era la pequeña Elena Gilbert.

Una habitación oscura, una figura oculta entre las sombras, una sonrisa diabólica, unos ojos hermosos, angelicales.

Elena soltó el ebook cuando la puerta del despacho de Alaric Saltzman se abrió de par en par, llevaba esperando al agente desde hacía unos quince minutos y aunque no había sido mucho tiempo, pero el suficiente para ponerse nervioso, escrutó su rostro en busca de un indicio que le indicara que estaba pensando.

Pero nada, con el rostro relajado Saltzman cerró la puerta y se sentó en su silla, Elena no se movió en ningún momento, el silencio inundó el lugar y el único sonido perceptible era el de su corazón apunto de romperse en mil pedazos, ¿y si tenía razón Tyler? ¿y si esto era demasiado para ella? ¿debería haber dicho que no?

- ¿Preparada? -le miró extrañada, casi sin comprender a que se estaba refiriendo, pero en cuanto vio el expediente lo entendió perfectamente, casi avergonzada asintió. - No lo abras.

- Oh. -no era una mujer que se sonrojara muy a menudo, pero ahora mismo estaba roja como un tomate.

- Elena, ¿puedo llamarte así? -no esperó a que respondiera.- Creeme cuando te digo que lo mejor es que no aceptes, pero si quieres crecer en este mundo, tienes que arriesgarte. Cuando abras ese expediente, estarás dentro si o si. Todo ahí es confidencial, son muy pocos lo que han accedido a él.

Asintió de nuevo, quería decir algo ingenioso pero se veía incapaz de abrir la boca y mucho menos para decir algo coherente.

- ¿Preparada? -le volvió a repetir. Esta vez lo entendió a la primera, abrió el expediente sin esperar su aprobación y lo primero que se encontró fue, en palabras gigantes, "Caso Petrova", cientos de fotos pasaron por sus ojos, muchas notas, muchas letras, todo a una velocidad casi imperceptible.- Elena.

- ¿Si? Esto es…

- Podrás leerlo con tranquilidad, pero ahora escúchame, Tatiana Pierce apareció muerta hace dos semanas.

Nadie sabía eso, Elena era la primera persona, después de Alaric que conocía la noticia y eso fue superior a sus fuerzas, si la cabeza de esa trama de narcotráfico estaba muerta, ¿para qué todo este lío?

- Las personas de mayor confianza de los Pierce han dado un chivatazo, buscan a una mujer de unos veintitantos años, morena de ojos café, estatura media… todo viene ahí. -le entregó otra hoja.- Es como una especie de casting, no sé que están buscando ni para qué, pero necesitamos entrar ahí.

- Por eso me ha elegido. -se sintió un poco decepcionada, una vez más la habían elegido por su físico.

- Cierto. Pero también sé que estás capacitada para este gran salto. Depende de ti.

- Sabe el porqué de este casting. -le señaló la hoja.- Es raro, digo, algún día tendrá que salir a la luz que la cabeza de esa familia a muerto, alguien tendrá que sucederla.

- Será su hija. Katherine Pierce, no tenemos información de ella, lo único que sabemos es que se ha pasado toda su vida encerrada en un convento, no sabemos más nada. Tampoco sabemos quien ha llamado y ha puesto en marcha esta idea tan disparatada.

Elena revisó los documentos por encima, esa misma noche se leería con detenimiento toda la información hasta aprenderla de memoria si era necesario, iba a involucrarse, a arriesgarse si era necesario, estaba dispuesta a eso y mucho más, solo para demostrar al mundo de que era capaz Elena Gilbert.

- Dígame, ¿qué debo hacer?

Alaric sonrió pareciendo con ese gesto aún más joven, tomó los documentos de las manos de Elena, se levantó sosteniendo aún sus manos y tiró de ella para abrazarla, fue un gesto incómodo pero es que Alaric se caracterizaba por ser una persona demasiado cercana, amable y tolerante, aunque ese gesto le pilló desprevenida, Gilbert no dudó en corresponderle, sabiendo que esto, la misión, le abriría muchas puertas a un mundo nuevo.

Si, estaba preparada.

O eso creía.


¡Hola!

Nueva historia. Lo sé, no debería, pero decidí apuntarme al reto anual del foro, así que, de todas las historias que rondaban mi cabeza y mi cuaderno, esta era la que más me gustó -mentira, fue la que más me llamó la atención, también es la más breve que tengo en mente.- así que espero, con ansias, leer vuestras opiniones al respecto, no subiré de forma muy seguida, pero como será una historia breve, tendréis episodios cortos y se supone, que seguidos, pero claro, ya me conocéis, mi prioridad es Calle Bourbon y Sweet Child Of Mine.

Sed pacientes. También quería decir que esta historia no parece lo mejor que he escrito, pero que le deis una oportunidad. Agradeceré enormemente vuestros comentarios.

Un beso.