-¡Evans, espera!- La pelirroja suspiró y giró la cabeza, mirándole con una expresión de cansancio y enfado.

-¿Qué quieres Potter?- lo dijo con desgana, conociendo de antemano cual sería la respuesta. Sin embargo la expresión de ilusión de James no cambió.

-Este sábado hay una salida a Hogsmade ¿quieres venir conmigo?

-No Potter, no quiero ir contigo ni este sábado, ni el siguiente, ni nunca. Así que deja de acosarme, de hablar con mis amigas, de amenazar a mis posibles citas y de pedir a los profesores que te pongan de pareja conmigo, en definitiva y para que tú cerebro lo entienda, ríndete Potter.- James adopto una expresión un poco más seria y quizás, solo quizás un poco más madura.

-No puedo hacer eso.- la pelirroja se exasperó.

-¿Se puede saber por qué no?

-Por tú culpa Evans.

-¿Por mi culpa? ¡Pero si te estoy diciendo que no quiero tener nada que ver contigo!- James se río despreocupadamente, como si lo que le estuviera diciendo la pelirroja no fuera en serio, mientras ella fruncía el ceño.-¿Se puede saber que es tan gracioso?

-Sigues sin pillarlo, no es por las cosas que dices sino por tú forma de ser. Eres… eres como un cigarrillo. – Ante esto la pelirroja frunció aún más el ceño.

-Ósea que me acosas porque soy una droga capaz de matarte, definitivamente estas demente Potter.- James no deshizo su sonrisa.

-Acepto que no es una de mis mejores comparaciones, pero no por eso es menos cierta. Eres como un cigarrillo. La primera vez que lo pruebas piensas: "No pasa nada, uno no me hará daño". ¿Sabes que fue lo que pensé la primera vez que hablamos? "No pasa nada por hablar con ella, que sea guapa no significa que te vayas a enamorar?"

Después lo tomas cada vez más a menudo. Las semanas siguientes a esa conversación me descubrí a mi mismo buscando cualquier motivo, por absurdo que fuera para hablar contigo. Finalmente te das cuenta de que te has vuelto adicto y fumas cada vez que puedes. Como cuando hago cualquier estupidez como prender fuego a algo o hechizar a alguien, simplemente para que tu vengas , me hables, me mires y me dediques dos minutos de tu tiempo, aunque muchas veces sean insultos o palabras hirientes, porque aunque me haga daño, soy adicto y no puedo dejarlo.

Entonces una noche en tu habitación te mentalizas y te dices a ti mismo que lo vas a dejar, y funciona. Pero en algún momento alguien te va a volver a ofrecer el cigarrillo y diciéndote a ti mismo que estas desintoxicado y que no pasa nada lo aceptarás. Como cuando tú misma te ves obligada a hablarme para saber donde esta Remus, o porque Merlín escuchó mis plegarias y nos han puesto juntos en algún trabajo. Entonces, en ese momento estoy perdido, porque el ciclo ha vuelto a empezar.- Lily que había estado callada durante toda la explicación, tragó saliva y con voz ronca preguntó:

-¿Si te hace tanto daño como puedes seguir aceptándolo?

-Porque igual que un cigarrillo te relaja, tú Lily Evans haces que todos los insultos desaparezcan cuando me sonríes.- Lily noto como se sonrojaba y se reprendió mentalmente.

-¿Tu fumas Potter?

-Antes solía.

-¿Y ahora?

-Ahora solo soy adicto a una cosa.- y con un guiño de ojos se fue por donde había venido, dejando a una Lily sola y pensativa y con una pequeña, pero importante grieta en sus murallas. Y sacudiendo la cabeza y esbozando una leve sonrisa Lily se dirigió a los jardines.