Esta historia es de toda invención mía, tan solo los personajes de Sailor Moon no me pertenecen, los demás sí.
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En el reino de Celestia, un lugar habitado por los ángeles, caminaba uno de ellos con sus alas plegadas, su cabello blanco recogido en dos moños la hacían ver infantil pero sus rasgos faciales decían todo lo contrario, sus ojos de un color verde-grisáceo miraban a todas partes como si nada, a sus mil años como ángel se seguía viendo como una chica de veinte, que fue cuando ella murió de un accidente de tráfico. Para convertirse en un ángel primero tienes que morir y luego se someten a una dura prueba, si la superan, pueden entrar al reino de Celestia pero si no, se van al reino Infernal, donde satanás los esclaviza.
-Serenity, el señor Gaius te espera.- Una voz retumbó en su cabeza.
Cambió el rumbo y se fue en dirección contraria a la que iba, llegó a un cruce y tomó el de la derecha, a lo lejos, una gran verja de metal dorado se dejó ver y cuando se acercó se abrió sola, incitándola a pasar. Todo el mundo que había conocido y que había venido allí le decía que daba miedo, no se lo creía pero ahora sí. Avanzó lentamente por el camino que se iba formando delante suyo y allí se encontraba, frente al rey de los ángeles: Gaius, el primer ángel que existió. Estaba rodeado de luz y por ello era imposible verle el rostro y el cuerpo aunque sabía que estaba ahí.
-Llevas mil años aquí y te has ganado mi respeto, por lo tanto, te daré tu primera misión. Mira a tu izquierda.- Y obedeció.
Unas imágenes aparecieron: Era una niña rubia, con el mismo peinado que ella y de ojos azules que no paraba de caerse, otra era perseguida por un gran perro y niños mayores que ella le pegaban. Serenity se estremeció ante tales imágenes.
-Tu deber consiste en que a esa niña no le ocurra nada, por alguna razón incomprensible, se ha salvado de la muerte millones de veces pero eso no durará eternamente así que ponte las pilas y no me falles. -
Ducho esto, una luz blanca la envolvió, cerró los ojos y al abrirlos se encontró en plena carretera, la gente pasaba a su lado y la traspasaba. ¿Nadie la veía? Extendió sus alas y voló por toda la ciudad en busca de su protegida y la encontró jugando en un parque mientras sus padres estaban charlando animadamente entre ellos sin darse cuenta de que un perro moribundo y grandote se acercaba a su pequeña enseñando los dientes, dispuesto a tirarse encima de ella pero el ángel fue más rápido y consiguió apartarlo ante la mirada atónita de la chiquilla, la cual miró a lo lejos y vio a una persona con alas. Se acercó lentamente y le preguntó:
-¿Eres un ángel?- Pero la pregunta no fue respondida ya que su ángel desapareció de allí volando.
Sus padres se acercaron a ella asustados al ver al perro muerto y le preguntaron si estaba bien y ella les dijo que un ángel la había salvado, se miraron entre ellos y la llevaron a casa para que estuviera sana y salva. Mientras, Serenity los seguía de cerca volando.
-Vaya, qué padres más descuidados...-
Llegó la noche y todo estaba tranquilo en la casa de los Tsukino, descubrió escuchando una conversación entre los padres de su protegida que se llamaba Usagi y tenía cinco años, al parecer, decía que veía hadas y unicornios. ¿Sería eso verdad? No sabía por qué dejó de escucharlos y fue a ver a la niña, la cual dormía tranquilamente en su cama. Se acercó y la arropó, en esos momentos, la susodicha abrió sus enormes y azules ojos. Serenity sin saber qué hacer, se quedó allí, quieta.
-Eres un ángel muy hermoso...-
-¿Puedes verme?-
-¿Nadie te ve?- ella negó.
-Parece que tan solo me ves tú.-
-Es que eres mi ángel guardián. ¿Cierto?-
¿Cómo podía saberlo esa niña? Esas palabras la dejaron desconcertada. ¿Acaso sabía lo que había venido a hacer? Se acercó a la pequeña de cabellos rubios como el oro y, cuando se sentó en la cama, la niña se abalanzó contra ella y la abrazó.
-¿Me dejarás otra vez?-
-¿Otra vez?-
-Cuando aquel perro me estuvo a punto de atacar te fuiste, no quiero eso.-
Lo dijo con tal determinación que el ángel no se lo podía creer. ¿Qué o quién era esa niña? ¿Por qué hablaba como si tuviera diez años cuando sólo tiene cinco? No sabía por qué pero su guardián estaba comenzando a sentir algo por esa niña. ¿Cariño? ¿Afecto? No lo sabía.
Pasaron los días y parecía que su protegida ya no corría peligro, así pasaron dos años y fue cuando Serenity se dio cuenta de que no sólo sentía afecto por esa niña, si no también amor, la quería proteger a como diera lugar y se enfurecía cuando un chico la tocaba o hablaba con ella, lo extraño era que Gaius no se hubiera dado cuenta, cuán equivocada estaba cuando de la noche a la mañana, los guardias de Celestia interrumpieron una de sus charlas tan animadas, diciendo que había traicionado al señor Gaius y que tanto ella como su protegida debían morir.
Serenity se interpuso entre los hombres y Usagi, luchó contra ellos y derribó a unos cuantos pero seguían apareciendo, sus alas estaban casi sin plumas debido al esfuerzo, cuando se acabara de caer la última ella moriría, lo sabía pero no le importó, luchó hasta el final por defenderla a ella mientras la joven rubia estaba callada, llorando escondida debajo de la cama. Salió para ayudar a la que ha sido su ángel guardián pero al hacerlo se llevaron a Serenity mientras le gritaba que se fuera lejos de ahí y entre esas súplicas desapareció y todo volvió a su estado anterior, como si no hubiera pasado nada. Mientras, en el reino de Celestia, Serenity se hallaba arrodillada frente a Gaius.
-Me traicionaste, te enamoraste de tu protegida y eso es sacrílego en nuestro código.-
-No he podido evitarlo señor...-
-Sí que has podido pero no has querido. ¿Pensabas que no me daba cuenta? ¡Yo lo sé todo!-
-Yo... No sé qué decir...-
-De todas maneras da igual si dices algo o no, estarás recluida en la celda para traidores y además, te quitaremos un ala, para recapacites y te olvides de ese sentimiento llamado "amor".-
-¡Jamás!-
-¡Y además me retas! ¡Voy a enseñarte quién manda aquí!-
con un gesto de su mano, una pared enfrente de ella salió de repente, estaba amarrada con cadenas, estaba aterrada. ¿Qué harían con ella? Jamás había perdido un ala pero perder las plumas de ellas era doloroso. ¿Podría soportarlo? Paró de pensar porque sintió un dolor grave en su hombro izquierdo, su grito se dejó escuchar por todo el lugar pero no llegó a los oídos de sus compañeros, los cuales se preguntaban qué estaría haciendo su señor tanto rato con alguien. Miró y un montón de sangre salía de su espalda: Le habían arrancado el ala y jamás le volvería a crecer. Se desmayó por la pérdida de sangre y cuando despertó se encontró en un tipo de jaula, como si fuera un animal, se protegió con su única ala y lloró. No paraba de repetir un nombre: Usagi. Para acabarlo de rematar, estaba cogida con cadenas pero ya no sentía dolor porque cuando te separan de un ser querido y te quitan una parte de ti, sientes que nada puede ir a peor pero de nuevo se equivocaba cuando escuchó el grito desgarrador de alguien a quien le habían quitado las dos alas. Cerró los ojos con fuerza para olvidar pero de nuevo la cara de su protegida se le aparecía. La echaba tanto de menos...
Mientras tanto, en la habitación, Usagi se hallaba tumbada en su cama, llamando a su ángel guardián pero éste no aparecía.
-¿Por qué? ¿Por qué no vienes si me prometiste que nunca te irías de mi lado?-
Esa noche soñó con ella, con las innumerables charlas y las muestras de afecto que le daba. Sus padres no sabían qué hacer con ella así que la llevaron a un internado, lejos de allí, para que se olvidara de todo. Así pasaron ocho años, la rubia tenía quince y todavía guardaba la esperanza de volver a verla. ¿Y si se moría? Quizá podría encontrarse con ella pero esa no era una de sus opciones, jamás volvió a sonreír con esa facilidad que ella conseguía. Ella, siempre ella. Cuando era pequeña no se daba cuenta de la importancia que tenían las cosas pero cuando ella se fue todo cambió. Había muchos chicos que la perseguían pero no les hacía caso a ninguno, tan solo podía pensar en su ángel.
Esos ocho años para Serenity fueron horrorosos, aparte de que no hablaba con nadie, todo estaba oscuro y la herida de su ala todavía le dolía. ¿Es que nunca se le pasaría el dolor? ¿O simplemente era el saber que no volvería a ver jamás a su protegida? Al menos, ahora no estaba atada con las cadenas de hierro e hizo algo que nunca debió de hacer: Cuando el encargado de comprobar que se encontraba viva, Serenity le amenazó con que lo mataría si decía algo sobre esto con un tipo de cuchillo que había conseguido hacer con el hierro que se partió de las ataduras. Así fue como consiguió escapar de las mazmorras pero... ¿A dónde se tenía que dirigir? Esperó a que fuera de noche, escondida en el bosque maldito, vagaba por él hasta que encontró una salida dónde se veía la ciudad que ella no había visto en su vida. Sin pensárselo dos veces, se adentró en el portal y que fuera lo que el destino le tenía preparado.
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Uooo. ¿Qué os ha parecido? Al principio pensé en hacerla oneshoot pero poco a poco se me venían ideas xD
Como siempre, un SerenityxUsagi xD
