Es el tercer fic que escribí, fruto de unos días malos y deprimentes así que me temo que salió así, malo y deprimente, pero fiel a alcanzar a Buffy en el nº de fics también lo voy a colgar a menos que alguien me haga desistir. Y como ya he terminado de colgar "el Camino a Seguir" pues supongo que puedo seguir haciendo el tonto un poco más.

Tiene 10 capítulos sólo, más prologo y epílogo y aunque supuestamente trancurre al final de la temporada 5, nada es lo que parece (o quizás si es exactamente lo que parece), en fin si alguien lo lee y tiene a bien darme su opinión, chachi y si no pues me aguantaré (a fin de cuentas lo voy a colgar de todos modos). Comienzo entonces:

SI TU NO TE RINDES

PRÓLOGO

"La pesadilla"

El sol de aquel medio día de mayo caía a plomo sobre la carretera, la reverberación del calor difuminaba el horizonte, el asfalto parecía hervir. El ambiente estaba en silencio, no soplaba ni una ligera brisa.

Ni siquiera las chicharras rompían el silencio opresivo. Sobre la calzada sólo el sonido suave e irregular de unos pasos vacilantes acentuaba más aún la sensación de soledad.

El hombre que andaba descalzo por la carretera parecía más muerto que vivo. Aunque llevaba la cabeza descubierta costaba adivinar de qué color tenía el pelo, entre el polvo, la sangre seca, podía ser castaño, o quizás rubio.

Estaba muy demacrado, barba de varios días, rubicunda y también manchada de sangre y barro. Andaba casi a ciegas, con los ojos semi cerrados y la cabeza gacha. Llevaba una gabardina color beige, rasgada en algunos sitios y con una espantosa y enorme mancha de sangre seca a la altura del pecho.

El resto de su atuendo tampoco era tranquilizador. Una camiseta negra hecha jirones rasgada de arriba abajo sobre una herida que iba desde la base del cuello a la cintura, cubierta de sal, atravesando un torso lleno de cortes y arañazos. Unos vaqueros rotos manchados de tierra y sangre seca. Apenas unos calcetines destrozados le protegían del calor del asfalto.

Cualquiera que lo viese podría creer que era un fantasma o un alma huída del infierno. Andaba por aquella carretera, automáticamente, un pie, luego el otro como si no hubiese nada más. Parecía que en cualquier momento caería víctima del agotamiento. La deshidratación había rajado sus labios llenándolos de dolorosas costras sangrantes.

Iba por medio de la vía, sobre la línea que separaba los carriles. Sin prisa, pero sin darse un descanso tampoco. En las treinta horas que llevaría andando sin parar no se había cruzado con ningún tipo de vehículo. Se pasó una mano llena de arañazos y hematomas por los parpados tratando de mitigar el sol.

Se acercaba a su destino sin saberlo, la gasolinera dónde habían dejado su coche estaba en llamas, no había un ser vivo a la vista, pero el vehículo aparcado a unos doscientos metros parecía haber escapado a la destrucción.

Pasó de largo junto a la puerta del conductor. Ni siquiera miró la botella de agua que había en el asiento de atrás. Sacó las llaves de un bolsillo de la gabardina y abrió el maletero. Estaba lleno de armas, munición y extraños objetos místicos.

Sacó un viejo Colt y se aseguró de que estaba cargado.

Se colocó el arma bajo la barbilla y abrió los ojos. Vacíos de toda expresión, de toda emoción, aquellos ojos verdes ribeteados de rojo, secos, bien podían pertenecer a un muerto.

Disparó.

Sam Winchester se despertó sobresaltado. Llevaba tres noches teniendo la misma pesadilla. Pero esta última vez había sido diferente, las veces anteriores sólo había visto a un hombre desconocido andar sin rumbo, esta vez se había despertado con un disparo que confirmaba sus peores presentimientos.

Hacía mucho calor para primeros de mayo, se levantó de la cama agobiado, se quitó la camiseta pues tenía el pecho empapado en sudor y trató de secarse un poco con ella. Oyó el ruido de la ducha. El rubio tampoco podría dormir.

Abrió el minibar y sacó un par de cervezas, se sentó al pie de la cama y encendió el televisor por el canal de teletienda. Dean salió del aseo maldiciendo el puñetero calor. El aire acondicionado no funcionaba. Cazó al vuelo la cerveza que le lanzó el castaño y se sentó a su lado a ver el anuncio del vibro-power.

Sam se mordía los labios, quería hablar con su hermano, necesitaba contarle su pesadilla, pero no encontraba la forma de hacerlo.

Aunque el mayor volvía a comportarse como antes del levantamiento de Lucifer, no sabía qué era peor, si la sumisión con la que aceptaba sus ideas sin poner objeciones o intentar rebatirlas o las ocasiones en que le descubría aquella mirada de odio que le aterraba aunque nunca fuera para él.

- ¿Has vuelto a tener pesadillas? – La pregunta le pilló por sorpresa, creía haberlo ocultado bien.

- Si

- ¿Estás bien? – no le miró directamente, así que no supo cual era el sentido de la pregunta.

- Quiero pedirte algo.

Su hermano se volvió y le miró intrigado. Sam, respiró aliviado. Sólo era Dean, preocupado, como siempre, pero sin la desconfianza o la sumisión que le hacían tanto daño.

- Dispara.

- Quiero que me prometas, que ocurra lo que ocurra, no te vas a rendir…

- ¿A qué viene esto? – El rubio se puso tenso, lo había desorientado al ser tan directo.

- Déjame acabar, estos últimos días estaba teniendo unos sueños muy raros, primero creí que con Cass, pero esta noche – inspiró tratando de encontrar la forma de contarlo sin parecer estúpido – Eras tú. Hace mucho que no había tenido este tipo de sueños Dean.

- Sueñas conmigo y me pides que no me rinda, ¿Qué crees que voy a hacer después de todo por lo que hemos pasado? ¿tirar la toalla? ¿decir que sí a Miguel?... – habló con una calma inhumana preocupando aún más a su hermano que si le hubiera gritado.

- No es eso – tenía que explicarse mejor – en mi sueño estabas sólo, andando desesperado hasta que llegaste al coche y …

El castaño, a pesar de su enorme estatura y su fuerte complexión se sentía como un chiquillo asustado tratando de justificarse. El otro parecía perdido en sus pensamientos, el vacío que tanto aterrorizaba a Sam había vuelto a aparecer en sus ojos. La misma expresión de abandono que en su pesadilla.

Pero fue sólo un segundo el mayor echó un trago a la cerveza que empezaba a calentarse y le miró sonriendo.

- ¿Y? – le animó a continuar.

- Sacaste la Colt, y te disparaste en la cabeza – ya lo había soltado, ahora su hermano se reiría de él y le diría cualquier burrada que le impediría sentirse tan estúpido…

Pero sólo siguió sonriendo, con comprensión. Retiró la vista y se acabó la cerveza. En la teletienda ahora anunciaban cuchillos de cocina. Dean parecía estar bastante interesado pues no apartó la mirada de la pantalla. Sam lo observaba, no sabía si decepcionado o angustiado.

El mayor tiró el envase de la bebida a la basura. Y al volver se situó frente al más joven tapando el televisor. Éste aguardó confuso. El aire se podía cortar con un cuchillo debido a la tensión que se había instalado entre ellos.

- Si tú no te rindes yo no lo haré. Pero, Sammy, si le dices que sí a Lucifer, sea cual sea el motivo, aunque creas que es la única salida – hablaba en voz baja pero terriblemente nítida – habrá ganado y ya no tendré motivos para continuar, prefiero morir. Sammy, te juro que prefiero volver al infierno.

Ahora sí lo vio, Sam vio en el mayor la misma desesperación que lo atenazaba en su pesadilla, la misma mirada vacía y seca. Se sobresaltó cuando sonó el móvil. Era Castiel, quería que fueran a reunirse con él. Menos mal porque el más joven de los Winchester se había quedado destrozado con aquellas palabras de su hermano.