AU: Alternative Universe (Universo alterno) Dicese de esta fic que tiene a los personajes (algunos) pero no sigue la trama original del material base. Nomás aclaro.
OOC: Lo diré de forma directa. Me cajetea la Yui original. Es demasiado frágil. La modifiqué un poquito aquí, espero que siga siendo agradable.
Lean y comenten... Y flameen si quieren, con algo tengo que calentar el agua pa´ los frijoles :3
-¡…Espera!- Dijo, con una leve esperanza de que la escuchara -Espera… Por favor… ¿Quién… quien… eres?- Gritó casi sin aliento, su pequeño y delgado cuerpo estaba exhausto por la persecución que llevaba más de media hora, y por todo el cementerio.
El muchacho pelirrojo se detuvo en ese momento, frente al mausoleo central, la miró con sus profundos ojos verdes, y lanzó su respuesta de siempre
-Aún no es tiempo para ti de saberlo. Pero créeme que el día casi ha llegado. Entonces te prometo que lo sabrás- Dicho esto, se volteó, se echó a correr y desapareció en las sombras. Entonces escuchó a lo lejos una voz familiar que la llamaba…
Despertó en su habitación, todo era un sueño, repitiéndose cada noche desde hacía cuatro meses, el pasado aniversario de la muerte de sus padres. Y desde que soñó con el por primera vez habían crecido su curiosidad, su fascinación y cierto sentimiento... ¡NO! por un sueño no se debe sentir nada, y ni hablar de enamorarse. Dudaba mucho tener la suerte de Pygmalion.
Aún despierta escuchó como la llamaban:
-¡Yui!, despierta o no tendrás desayuno- Dijo la Sra. Beatrix, su tutora legal, desde la planta baja. Yui tomó sus lentes de su mesita de noche y se los puso.
-Si, Sra. Beatrix, gracias- Le respondió.
Se levantó, tomó su uniforme, consistente de unos zapatos negros, calcetas blancas, falda negra de tablones, blusa blanca de manga larga con cuello, y un saco del mismo color de la falda con el escudo de su escuela bordado en el costado izquierdo y el nombre *Yui Komori* del lado derecho, en letra blanca cursiva. Se puso todo, se trenzó su largo cabello rubio con un listón rojo en la punta y se miró en el espejo: "Tan pálida, bajita, flacucha, y patética como ayer" Pensó por un momento, luego soltó una risita para si misma "No, creo que hoy estoy particularmente pálida ¿Me estaré bañando en cloro?"
Bajó a desayunar.
-Al fin bajas, niña, creí que te habías perdido allá arriba. - Dijo Beatrix. Una mujer alta, de constitución media, con una belleza sencilla. Algo bastante ventajoso para una forense un poco polémica en permanente turno nocturno.
-Eh… Si señora.
-El cereal está en la mesa, sírvete y come rápido o no estarás lista-
-Si señora, gracias- Concluyó Yui, sacando un tazón del estante, se sirvió el cereal, la leche, y a punto de dar la primera cucharada, el claxon del autobús sonó a toda potencia.
"¡Genial! ¡Otro día, otro ayuno!" se dijo a sí misma, tomó su mochila y corrió al autobús.
Se subió y se dirigió a tomar asiento en la parte trasera. De camino, alguien le metió el pie. Terminó en el suelo y sus lentes salieron disparados. Cosas asi eran el pan de cada dia, desde que entro y decidió que no tenia que hablar con nadie si no quería; le habían aventado bolitas de papel, metido cosas en la mochila, firmado las libretas, pegado cosas en el pelo (un favorito, por eso aprendió las ventajas de amarrárselo) gritado groserías, y chiflado. La moda ahora era meter el pie. En ese momento sintió ganas de levantarse, tomar al chistosito por el cuello con un puño, bajarlo hasta tenerlo a los ojos y descargar el puño libre sobre su nariz hasta machacarle los sesos.
"¿Pero qué rayos te pasa?" Grito una voz dentro de ella "No eres un animal". No, no era un animal, y aun si lo fuera, hubiera sido el conejo más estúpidamente peludo y pequeño del mundo. Lloro una lagrima. Una lagrima de rabia e impotencia. Una lagrima de dolor y soledad. Y la lloro dentro de sí.
Hacía rato que las lagrimas de agua y sal se le habían agotado.
No sabía cuánto llevaba ahí, pensaba que se había pasado la mitad del viaje tumbada en el suelo, pero al levantar la mirada reconoció las casas a dos cuadras de la suya. El camión no había dado la vuelta. No pudieron haber sido más de diez segundos. Busco sus lentes por el suelo, pero sin ellos realmente veía muy mal. Ya los buscaría al llegar, ahora lo importante era llegar hasta algún asiento vacío en una pieza, el cual terminó siendo el último. Se sentó, y sacó un libro de su mochila: Juicio y sentimiento; La trama era bastante simple, pero sabrosa, y admiraba el valor de Marianne para mostrar su amor y su pasión...Y al mismo tiempo podía identificarse con el punto de vista de Elinor ¡Inventarse un compromiso! ¡Ni siquiera ha de haber sabido lo que era amar! Pero bueno, ella tampoco tenía mucho que decir sobre el tema del amor. Nunca había besado a un chico, nunca se entero de que le hubiera gustado a un chico, ni realmente había gustado de nadie, ni hablaba de esas cosas con Beatrix (de hecho le llamaba señora por costumbre, pero que supiera Beatrix nunca se caso) todo lo que sabía del amor, lo había aprendido en libros, en películas, y en conversaciones en el baño que no podía evitar oír. Pero si hubiera podido, lo habría hecho. Tampoco le gustaba recordar que jamás había amado, y que probablemente jamás amaría.
Pero el mundo se lo recordaba todos los días
Al llegar, y cuando todos estaban bajando, Yui buscó sus lentes. Estaban justo al lado de ella. Alineados perfectamente a su pierna, pero sin tocarla. No estaban rotos ni raspados, hasta estaban limpios. Se extrañó, pero sintiendo mas gratitud, olvidó el asunto al llegar a su salón.
Tenían este ridículo sistema de "faltas" que daba el profesor cada vez que consideraba que las acciones de un estudiante eran indisciplinadas. Tres faltas le ganaban al estudiante un viaje a la dirección, una nota que debía volver firmada por los padres, y sucesivamente el regreso a casa por el resto del día. Tres de estos viajes con reporte ameritaban una suspensión de 3 días. Y tres suspensiones, la expulsión del instituto. Yui entendía un error fatal con este sistema. Era básicamente un rollo mundial para poner todo en manos del profesor, y al estudiante nunca se le pedía opinión, es decir, si al profesor se le pegaba nadie duraba más de un mes.
Y también tenían esa obsesión enfermiza por el numero 3. Eso no era normal.
Pues bien, el resto del dia no fue miel sobre hojuelas. Yui recibió dos faltas antes de sentarse: Una por llegar después del margen de cinco minutos y otra por entrar sin pedir permiso. Se sentó sin protestar. La chica que se sentaba atrás de ella, una chica de tetas grandes, pocas luces y clítoris hiperactivo, llamada Yukiyo Zazakusa, decidió que no quería tenerla al frente.
-Eh, tú, huérfana, ¿te molesta que te llame huérfana? Porque eso eres, ¿o no? Nada más que una huérfana
-Basta- susurró como respuesta.
-¿Qué? ¿No te gusta? Pero ya te lo dije, eso eres.
-Dije que basta- Volvió a susurrar. Cualquier otro dia hubiera sido lo suficientemente inteligente como para dejarla hablar. Era una ofensa de lo mas tonta ¿Y que si era huérfana? Pero hoy ya estaba bastante cabreada.
-¿Qué pasa, huerfanita inútil? ¿Por qué no pides ayuda a tus padres? Ah...lo olvidé. Están muertos, y tú sola
-¡BASTA!- Gritó, desesperada por callarla a cualquier costo.
-¡No, basta de ti, Komori! Zazakusa no te ha hecho nada, y tú la estás molestando- Intervino el profesor Mosuke fijando la mirada en el escote de Yukiyo -A la dirección, ¡Fue tu tercera falta!- Lanzó su sentencia, sin dar oportunidad a Yui de defenderse. Yukiyo no hizo nada más que tirar una risita irritante ¡Cómo le gustaría arrancarle cada uno de los dientes de su linda sonrisa!
Así era su vida, no lo que todos soñamos, pero gracias al programa de tutoría tenía techo y 3 comidas al día garantizadas hasta la mayoría de edad, así que no podía quejarse. Además Beatrix no era mala, y aunque pedía que le hablara de usted, se querían. Era la persona a la que más confianza le tenía, y al parecer la única que se preocupaba por ella.
El resto de la mañana fue tranquilo. De camino a casa se le antojó detenerse un momento en el parque a continuar su libro. Estaba nublado y fresco, el pasto estaba húmedo y todo se veía hermoso. Se sentó en los escalones de un grande y viejo quiosco de madera, pues amenazaba la lluvia, y abrió el libro donde se había quedado. Pero no pudo concentrarse. Estaba cansada, y este clima le daba mucho sueño. No aguanto ni cinco minutos antes de sucumbir.
Y ahí están de nuevo, Yui está en aquel frío y oscuro cementerio, y la obsesión de sus sueños frente a ella. Comienza la persecución, el se arranca repentinamente, ella lo sigue, dan vuelta en una tumba y saltan entre las lápidas gemelas, todo dura el mismo tiempo que siempre, y como siempre ella le dice
-Espera, por favor ¿Quién eres?
El chico se detiene, y se voltea. Pero esta vez tiene un nuevo brillo en los ojos. Y una sonrisa peligrosa.
-Casi…- Le dice. Y luego sigue su camino.
Cuando Yui despertó, ya estaba oscureciendo. ¿Qué horas serian? Yui no usaba celular, ni reloj, y siempre acababa perdiendo lo que Beatrix le comprara. La mujer se rindió el año pasado, alrededor del decimo elecrónico perdido. Las campanas de la parroquia estaban llamando a misa. Una, dos, tres, cuatro, cinco, seis. Luego una breve pausa. Después una sola campanada. Llamaban a misa de seis, pero era la primera llamada. Eran las cinco y media. Se puso en marcha.
Al llegar a casa, Beatrix se dejo caer con una de regañíos que no tenia fin. Una que otra maldición escapó de su irritada boca. Resulta que habían llamado de la escuela para asegurarse que la nota llegara a donde debía llegar. Beatrix estaba furiosa. Pero realmente no le importó, no le importó nada de lo que pasó en todo el día, desde lo de los lentes no había dejado de pensar en su sueño, sentía que era una señal, que quizá algo iba a cambiar. Se pasó el resto del día en su habitación, terminó sus deberes y luego se quito los zapatos y el saco, y se tendió en su cama. Allí, quieta, se quedó pensando esa pregunta de todas las noches "¿Quién eres?" "¿Por qué me obsesiono contigo?" "¿De dónde te conocí?" Se quedó razonando, hasta quedarse dormida.
Y de nuevo el cementerio.
Y de nuevo el chico.
Y de nuevo la carrera.
Y de nuevo la pregunta
– ¿Quién eres?-
Pero ahora, ese nuevo brillo ha aumentado, y se ha vuelto una ansiedad que se le nota en su piel.
-Por fin Yui, has esperado mucho, pero hoy es el día.
Hoy sabrás mi nombre.
Yui despertó de golpe, respirando profundamente, mientras pensaba "¿Será posible?" "¿De verdad hoy conoceré al bello chico que invade mis sueños?".
Pero se vio forzada a abandonar sus pensamientos, ya era el día siguiente, y por la hora que era probablemente tendría otro ayuno. Sin embargo hizo un esfuerzo, se vistió rápido, se peinó y bajó a desayunar. Para su sorpresa hoy tuvo un desayuno sin prisas, y justamente cuando hubo terminado su cereal, el claxon sonó, Yui salió, se subió y se sentó sin problemas. Todo indicaba una buena mañana. Hasta pudo continuar su lectura del día anterior.
En el salón todo era normal. Todos haciendo ruido hasta que llega el profesor. Sólo que hoy venía acompañado por...¡NO, no podía ser!. Era el...era...era...
-Sakamaki, este será tu salón. Todo el mundo, el es Ayato Sakamaki- Lo presentó Mosuke.
