Para algunos el verano no es la época para disfrutar, pero para otras personas esos meses significan mucho más. Un punto en la vida donde se marca un hasta aquí, y sabes que ya la vida no será igual, que nada será igual. Mas en ese aparentemente aburrido y normal pueblo de Oregón llamado Gravity Falls.

Y una nueva entrega, una que deseaba escribir hace mucho, sigo escribiendo no sé a dónde me llevara, tanto como tu desconozco el final. Espero te gaste este primer capítulo y el próximo miércoles (19 de julio de 2017) si todo sale bien publicare el segundo capítulo. De nuevo esta historia, aunque sea por capítulos, puede leerse en forma independiente. Aunque forma parte de la misma línea narrativa o universo ficticio, así que me gustaría que ojearan el resto de mis historias.

Este es mi quinto Fic., gracias a todos los que me han leído y sus críticas, espero estar a la altura con esta nueva entrega. Ya descubrí que por más que publique nunca se deja ese nerviosismo, o mas bien esa ansiedad.

Espero disfruten tanto al leerlo como yo al escribirlo. Gracias!

He dejado uno pocos huevos de pascua, como siempre. Espero que les guste buscarlos.

Créditos al final.

Gravity Falls Final del Verano: Un Misterio mal Guardado.

1. Impresiones

Poco a poco la luz fue entrando por la ventana, conforme la noche daba paso a un nuevo día. La luz del sol naciente y las sombras parecían mantener una danza, o más bien una pelea la oscuridad se retiraba ante una luz imparable. Las sombras siempre retrocedían, mientras la luz mágicamente empezaba a revelar los misterios ocultos en la oscuridad, de hecho era un bonito espectáculo. O así le parecería de no ser que se había despertado a las tres de la madrugada, y su enojo no le permitía disfrutarlo. Ya era la tercera mañana que madrugaba, sin saber aun el porqué, o más bien que su subconsciente se lo estaba ocultando demasiado bien.

El reloj en su mesa de noche marcaba las 6:18 am. Ya era demasiado tarde para volver a dormir, así que decidió que era tan buena hora como cualquier otra para empezar ese sábado. Estirándose en la cama se levanto, desperezándose. Para encaminase a su vestidor. Y alistarse para ese nuevo día. Mientras caminaba iba pensando en cómo vestirse. Haciendo repaso mental de la época del año, de la ropa que había estado usando los últimos días (sería imperdonable usar lo mismo dos veces en el mismo mes), del reporte del clima y media docena de variables más que podrían confundir a un ajedrecista de nivel nacional. Como le habían enseñado desde pequeña, para pensar que era una tontería y hacer una imaginaria bola con todo eso y tirarla al cesto que estaba al lado de su tocador, como siempre sus ojos siguieron la línea del espejo hasta un lienzo negro atado entre las decoraciones del espejo, una corbata de lazo… "Hoy se va."

Esa idea cruzo su mente como un relámpago, recorriendo todo su cuerpo para acabar en alguna parte entre su pecho. Y por más que quiso ignorarla dio unos paso y de detuvo frente al tocador. Conscientemente sabía que era tonto, ni siquiera era su corbata, se la habían dado solo por unas horas. Esa terrorífica, fantástica y feliz velada. Su subconsciente no logro frenar mas sus sentimientos y con un suspiro rozo la corbata con los dedos, así fue como Pacifica Noroeste inicio el último sábado de las vacaciones de verano.

Sí, hoy se iba, junto con su hermana volvía a su vida normal, a Piedmont, California. Después de poner su ordenada y sosa vida patas arriba, de volverla una vergüenza para su familia, de salvar al mundo y de salvarla de ella misma.

"Dipper." Pensó.

Aun confundida por esos pensamientos empezó a alistarse, ella y su familia ya no vivían en la antigua mansión. Aunque no podían llamar modesta la casa donde vivían ahora, pero no tenía ni el prestigio, el tamaño o la historia de la mansión Noroeste. La antigua mansión situada en la cima de la colina que dominaba todo el valle de Gravity Falls y que era visible desde cualquier punto del valle. Pero su nueva casa tampoco tenía ese aire a rancio, a dinero sucio, a estafa, en fin no olía a Noroeste.

Su actual casa no era tan grande, así que habían tenido que dejar a la mayoría de los empleados, solo quedando con el servicio 'indispensable' según sus padres: un chofer, un chef, dos mayordomos y 4 mucamas. Ella, como parte del castigo por deshonrar su apellido, no tenía mucama personal que la despertara o que le ayudara con su maquillaje o escoger su ropa, o sea para seguir siendo la diva de moda para la juventud de Oregón, pero eso le habría importado en otra vida, en la que era la perfecta heredera Noroeste. Además solo había sido incomodo un tiempo, pronto aprendió a como valerse sola y a decir verdad eso había sido un agradable cambio. El ser la perfecta y popular heredera, de la perfecta y rica familia Noroeste, había sido demasiado incomodo, lo comprendía ahora. Así que el liberarse de todo eso era otra razón más por la cual agradecerle.

"Aunque nunca le di un simple gracias."

Entro en el cuarto vestidor de su habitación escogiendo un atuendo de falda y chaqueta con una camiseta a juego y zapatillas, lo juzgo como cómodo y de buen gusto. Al ver el suéter con una llama pensó en Mabel, si bien Mabel insistió, desde que habían enfrentado a Bill, en llamarla 'amiga', ella se sentía intimidada por la chica Pines. Desde que la conoció sabía que era distinta, y así fue que la perfecta y educada Pacifica Noroeste, había perdido en todo contra la desconocida y alocada Mabel Pines, menos en mini golf, que gran consuelo. Aunque ella se las había ingeniado para comprar siempre la victoria, ella sabia mejor que nadie que había perdido, el ganar siempre era solo una parte más de fachada de la perfecta heredera Noroeste. Ella sabía que no estaba a nivel de la chica californiana. Podía ella decirle amiga así de fácil?

Ese verano como todos los demás, había vuelto a la mansión Noroeste, del internado donde era educada para convertirse en la dama perfecta. Para que la plebe viera a la heredera, a la princesa del clan Noroeste y, según sus padres, debían conocer a sus superiores y saber que no llegaban al nivel de su clase. Y Mabel Pines casi había arruinado su presentación en el pueblo. Como la odio en ese momento. Como se arrepentía ahora. Ahora lo sabia esa forma ganar, sin importarle nadie más ni nada más que el qué dirán. Esa actitud era dañina, era la lacra en su clan, de la familia de la que estaba tan orgullosa, hasta hacían solo unas semanas.

Y como lo odiaba en ese entonces. Dipper Pines flacucho, sudoroso, paranoico y nerd. Él se había enfrentado a ella en verdaderas batallas verbales una y otra vez y la perfecta, inteligente y educada Pacifica Noroeste descubrió que la derrota sabía muy mal. Ahora sabia que lo merecía, pero en ese entonces envidiaba a Mabel, con toda su alma, y al no poder aceptar esa envidia, la racionalizo como odio. Aun así cada vez que la agredía, o que la trataba de humillar. A Mabel no le importaba o Dipper aparecía en su defensa, incluso le habían dado los documentos sobre la verdad del fundador de su clan Nataniel Noroeste, destruyendo su orgullo familiar. Y para humillarla más, no lo habían hecho público, como si ella no fuera nadie, ella la gran Pacifica no les importaba a los Pines, Dipper podía destruir el buen nombre de su familia, pero su rencor en ese entonces no era con los Noroeste, el rencor de Dipper se lo había ganado ella. Por alguna razón nunca encontró el momento o la forma de destruir esos documentos. Seria parte del encanto del chico Pines, era preferible saber que la odiaba, a saber que para él no existía?

Dipper… el defensor de Mabel. En ese tiempo no lo sabía, hacia poco había descubierto que el odio que le despertaba Mabel era envidia. No material ella podía darse los lujos que deseara sus padres compraban su cariño con regalos y mimos, y su obediencia con vejaciones y regaños. Siempre había estado sola, aun rodeada de gente. Fueran empleados, falsos amigos, sus distantes padres, pero sola en su mundo, detrás del disfraz de la princesa perfecta. Mabel no, ella siempre lo tenía a él, nunca estaba sola, podían estar separados físicamente pero compartían un lazo que Pacifica no podía imaginar, y por si fuera poco parecía que la chica Pines le restregaba en la cara a su familia y a sus amigos. Cada vez que veía a los Pines solo notaba amor, aun con el estafador de su tío. En su familia, decir que el amor familiar no era uno de los valores Noroeste, era quedarse corto. Como odiaba esa campaña, el tintineo que significaba de que no era la perfecta Noroeste, que era un fracaso. Siempre había estado ahí desde que tenía memoria, al igual que una de sus fantasías, desde niña, soñaba con que un príncipe azul destrozara esa campaña y la apartara de ese deprimente lugar al cual llamaba casa, pero nunca fue su hogar. Aunque ya era demasiado mayor para creer en príncipes azules, o al menos eso había creído.

Estaba segura que eso era lo que le intrigo en un principio del chico Pines, era un enclenque, algo cobarde, nerd, lo que quisieran. Pero cuando se entero de cómo se había enfrentado, solo y desarmado a ese enano de Gedeón en su robot. Saltando sin pensarlo dos veces, a una muerte casi segura, por salvar a su hermana. Más aun, contra toda probabilidad venciendo al robot y su ocupante y salvándola. No quiso aceptarlo en ese momento, pero aun ahora, al pensar en eso se le aceleraba el corazón. Con un paladín como Dipper, que la defendía, con un valor y entrega total, como no envidiar a Mabel Pines?

Semanas más tarde y de repente Dipper parecía distinto, tras su victoria contra Mabel en mini golf. La mañana siguiente cuando los empleados de la mansión celebraron una pequeña fiesta por su victoria, fiesta a la que sus padres no se dignaron en despertarse para asistir. Sentía que había más en Dipper de lo que podía ver, lo sentía y su mente reaccionaba. La mansión Noroeste no estaba exenta de la cadena de rumores que toda comunidad rural tiene y Pacifica tenía que agenciárselas para poder oír a la servidumbre hablando de los gemelos Pines, cuando empezaron a ganar notoriedad en el pueblo. Algo había cambiado, pero en ese momento no supo que fue, ya no estaba tan interesada su odio/envidia con Mabel como en Dipper, esa extraña sensación. Conscientemente se decía que Dipper podría convertirse en una amenaza para el clan Noroeste, si se hacia lo suficientemente creíble y famoso podía dejar a la luz el secreto de Nataniel Noroeste. Se había vuelto una experta en auto engañarse.

Tenía la seguridad, de alguna forma estaba segura, que cuando en verdad importaba algo, cuando era necesario no habría nadie mejor o una mano firme en el timón en la más fuerte tormenta, que Dipper Pines. Esa extraña sensación la hacía envidiar más a Mabel, aunque ese odio que sentía por la pueblerina, ahora lo sentía menos virulento. No había nada en su mente consciente, pero sentía que en verdad toda la envidia que le tenía a Mabel era su propia culpa. Para entonces ya sabía que ella no estaba a la altura de la californiana, pero lejos de humillarla por eso, Mabel, le daba una mano para apoyarla y ayudarla, mano que siempre rechazaba. Más allá de la clase, del nombre o de todas las humillaciones. Le había enseñado a la gran heredera algo que en su casa nunca se había mencionado, pero por lo mismo no podía definir ese sentimiento.

Por ese entonces habían contratado personal extra para el servicio en la mansión, se acercaba la gala anual Noroeste, el evento más importante del verano para Gravity Falls y la gente que importaba en ese lado del mundo, o eso era lo que aseguraba su padre. Además entre los invitados de este año habían varios posibles arreglos matrimoniales para ella, sus padres no querían dejar nada al azar, para que la vida de su hija fomentara y aumentara el prestigio y fortuna del clan Noroeste, entre ellos un chico austriaco que podría darle a la familia, según sus padres, un merecido título nobiliario. Pero Pacifica estaba más interesada en todo lo que tenía que decir el personal auxiliar, contratado en el pueblo.

Y entre más gente más rumores. 'Dipper pines se enfrentó al bromista del súper Hallowen', 'Dipper Pines salvo a mí la prima de los fantasmas en una tienda', 'el chico atrapo al monstruo del lago, lo amaestro y lo dejo ir', 'El sobrino de Stanford Pines atrapo un ovni', 'El hermano menor del ex esposo de mi vecina, asegura que lo vio con montando a pie grande en el bosque', 'Según oí, Pines y la chica Corduroy son novios en secreto.' Lejos de pensar que todo eso eran cuentos o leyendas urbanas, creía algunos de esos rumores, otros por ser muy absurdos los ignoraba y otros prefería no creerlos. Aun así no sabía porque creía tan fácilmente en todas esas historias sobrenaturales en las que los Pines estaban envueltos. Ella se convencía que esa sensación al saber los actos del chico, era envidia por la de la fortuna que tenia Mabel con su paladín.

Fue cuando de golpe lo sobrenatural entro en su vida y la de sus padres, como otra herencia del clan Noroeste. En la vieja mansión. Y su bien merecida maldición.

Perdida en esos recuerdos Pacifica se dio cuenta que estaba casi arreglada y faltaba poco para las 7 de la mañana, hora en que el chef empezaba a trabajar. Se sentó en su tocador para aplicarse un poco de colorete, sombra y brillo a sus labios, ahora que podía darse el lujo de no ser siempre la perfecta hederá del clan podía darse el gusto de andar sin maquillaje, aunque le daba la razón a su madre una dama debía verse como una dama. Con un pequeño pincel empezó a aplicarse delicadamente el brillo en sus finos labios...

Un viendo frio recorrió la habitación, aunque no había ninguna ventana o puerta abierta. Un ligero temblor movió todos sus muebles, botando algunas cosas, las sombras se alargaron, la luz parecía ser succionada de todo, dejando en penumbra la habitación consumiendo la luz del sol y todo lo que tenía en la mesa frente a ella empezó a levitar y una enorme sombra translucida apareció justo detrás de ella con un hacha en cada mano. La figura se fue formando con una poblaba barba que rodeaba una calva a mas de dos metros, una camisa de franela con el pecho abierto dejando ver una espesa mata de vello, un pecho ancho y los brazos correspondientes que tensaban las mangas de la camisa, la figura termino de materializarse con una abertura en medio del cráneo y un ojo que mas que vacio parecía la entrada a una mina o un foso, o más bien a una tumba.

-"Viejos asuntos, viejos asuntos, viejos asuntos." Empezó un coro invisible, mientras la fantasmagórica figura se reía malévolamente.

-"Buenos días Archivald." Dijo la rubia sin dejar de aplicase el brillo labial.

-"No me digas que el miedo no te invadió… otra vez?" Dijo la figura decepcionada.

-"Para ser justa el efecto de oscurecer todo le dio un poco mas de sentimiento esta vez, pero luego de estas semanas. No crees que estaría esperándolo?" Dijo Pacifica mientras con una toalla de papel retiraba un poco de brillo labial que se había aplicado mal, al empezar a moverse el tocador.

-"Tan pensativa estabas que, esta vez, creí que la suerte me acompañaría." Dijo a modo de disculpa el leñador fantasma. Mas o menos así habían empezado el día desde hacía varias semanas, cuando empezó su amistad con el fantasma. Desde la última gala de la familia.

-"Sin sangre, fuego, o animales disecados moviéndose pierde mucho su efecto, pero estoy segura que le darías un buen susto a cualquiera." Trato de animarlo la chica. "Pero no demasiado, la pobre Linda aun no se recupera de tu truquito del estudio de mi padre. No hay forma que la convenzamos de entrar ahí." Le dijo algo molesta por el estado de pánico que había provocado en una de las mucamas.

-"Era en Preston en quien pensaba, cuando todo eso ideaba." Se disculpo Archivald, con una expresión verdalmente afligida. Otra de sus costumbres era el de jugarle pequeñas 'bromas' a Preston Noroeste, y a veces, a su esposa.

-"Sé qué te gusta asustar a mi padre, eso puedo entenderlo. Pero esa chica no tiene nada que ver con nosotros." Lo regaño de nuevo la rubia.

-"Fuera de su horario, ella entro y tan siquiera toco. Por lo que del todo mi culpa no es."

-"Eso ya lo hemos hablado mucho." Dijo pacifica, con el tono que había tardado años en perfeccionar, indicando que era su última palabra. "Si quieres puedes intentar asustar a mis padres, y a cualquier otro Noroeste, incluyéndome. Pero deja a los demás fuera. Ok?"

-"Pero Señorita Pacifica."

-"Puedes atravesar paredes y hacerte invisible, te costaba algo el vigilar el pasillo volviéndote invisible? Lo único que pido es que tengas cuidado." Ella sabía que el molestar a sus padres con sus bromas era una de las actividades con las que el espíritu se entretenía, mientras esperaba a cumplir la misteriosa tarea por la cual aun no había ascendido.

-"Más cuidado, de ahora en adelante, le prometo, tendré." Dijo el fantasma terminado la discusión. "Pero porque tan pensativa te hallabas?" Agrego.

-"Cosas mías Archivald."

Eran en verdad suyas? Archivald, como lo conocía ahora, al vivir era persona gentil, honesta y justa, que había sido engañado por uno de sus desagradables ancestros. Y por esa gentileza su último acto vivo: maldecir a su familia. Había cobrado una fuerza increíble, por ese último pensamiento de odio su alma no había logrado ascender. Por ciento cincuenta años, el odio por una promesa rota había alimentado su espíritu. Fue por Archivald que Dipper había entrado definitiva y aplastantemente en su vida.

Irónicamente todo había empezado como una idea de su padre. La noche antes de la gala anual de los Noroeste, Archivald se había manifestado para amenazar con cumplir su maldición. Y al no pensar en nadie más que pudiera lidiar con un fantasma y no desear cumplir la promesa que acabaría la maldición, sus padres la habían mandado a buscar quien controlara al fantasma. Al recientemente celebre cazador de monstruos del pueblo, al paladín de Mabel, a Dipper Pines. La mañana siguiente a la aparición del fantasma se alisto temprano y tomo una de las limosinas para conseguir la ayuda que sus padres deseaban. Mientras se dirigía a la casa Pines, la Cabaña del Misterio, en lo que ella había juzgado un disfraz, su cabeza era un sube y baja emocional. Feliz por ver a Dipper, preocupada por ver a Mabel, Feliz de ver a Mabel, ansiosa de ver a Dipper, asustada de verlos a ambos, al bajarse de la limosina frente a la casa Pines, aun no podía definir como se sentía, el llegar a la puerta sin echarse atrás fue gracias al miedo y al condicionamiento que le habían dado sus padres.

Como podría hablarles, o hablarle? Sabía que Mabel la podría perdonar, si no era que la había perdonado ya, además llevaba una ofenda de paz, invitaciones para la fiesta. Aprovechando que sus padres estaban desesperados, pensó que invitar a los Pines, tío y sobrinos, sería una buena idea, por eso tomo tres de las invitaciones sin nombre que habían quedado para eventualidades. Pero Dipper era otra historia, ella había tratado por todos los medios, incluso sobornado al periódico, para desacreditar a Mabel, y ahora por más extraño que a ella le pareciera lo lamentaba. Y sabia que Dipper no la perdonaría, además estaba el asunto del secreto. Sus padres le habían dicho que no contara la parte de la maldición que indicaba como se podían salvar, con solo dejar al pueblo entrar a la gala.

Suspirando fuerte toco la puerta y casi inmediatamente Dipper, mas desarreglado de lo normal, abrió la puerta. Eso la tomó desprevenida, había abierto la puerta mientras aun pensaba que hacer o que decir, se dejo guiar por que era: un negocio. 'Quiero que me ayudes', mientras pensaba en lo estúpido que fue solo decirle eso, él la miro despectivamente, dijo 'Eres la peor' y le tiro la puerta en la cara. Le dolió, dolió intensamente y sin ninguna razón que pudiera entender, sin cambiar de expresión Dipper le había dado su opinión de ella, como carámbanos puntiagudos de hielo atravesándola, frías y letales. Conscientemente borro toda preocupación, estaba ahí por un negocio, por su familia, para contratar a alguien, no importaba que fuera Dipper Pines. Sin saber que ese sentimiento era la respuesta de su corazón desolado y la indiferencia de Dipper. Se volvió fría ante esa indignación. No dudo mas, eran negocios, por más que se había preocupado antes, ahora se dejo guiar por indignación.

Al final enojada, como solo una mujer despechada podía estarlo, acepto invitar a los gemelos Pines y las dos amigas de Mabel a la fiesta. Afortunadamente su 'oferta de paz', había terminado por ser el pago a Dipper por su ayuda. Aunque ser obligada a invitar a 'chica iguana' y 'chica tenedor', no le agrado en lo más mínimo. Así con un apretón de manos quedo arreglada la ayuda de Dipper en el asunto de la maldición. Paso el resto del día enojada, odiando a Dipper Pines y al maldito fantasma y su maldita maldición por obligarla a pedirle su ayuda.

Ya en la tarde antes que empezara la fiesta, ella misma fue por los Pines, y compañía. En una limosina de vidrios oscuros, para evitar que los vieran entrar. Arreglándoselas como pudo para no manchar su vestido de gala llego a la puerta y fue recibida por un gruñido de Stan Pines. Sin decir nada el anciano solo abrió la puerta y la dejo entrar, llamando a los 'chicos'. Ella esperando por unos plebeyos! Prefirió no sentarse, para no arriesgarse a manchar su vestido. Aun podía sentir el rechazo de Dipper, que en ese momento era mutuo, pero lo interpretaba como un rechazo general a toda la familia Pines, sus amigos, empleados y mascota. Las chicas no estaban listas y Dipper estaba preparando su equipo 'especial' de nerd, o como decía para cazar fantasmas. Mientras esperaba a Mabel y sus amigas, no le quedo nada más que estar en la 'sala' de la cabaña con Dipper, que solo la había visto al entrar sin darle más importancia luego, él estaba más interesado en su 'equipo'. Aun así, Pacifica, y al tenerlo en frente sin nada más que hacer y sin desearlo lo evaluó.

"El mismo nerd de siempre, brazos y piernas de espagueti, cabeza grande, nariz marcada, orejas grandes, hermosos ojos castaños…". Empezó a sentir un tic en su ojo, que era eso? No, de donde había salido eso? Pero ahora que su mente había empezado y sin desearlo corría desbocada. Si brazos delgados, pero no de espagueti, podía ver cómo, aun siendo delgados, cada movimiento hacia notar músculos definidos, instintivamente le miro las piernas, expuestas gracias a sus pantalones cortos, la misma situación, eran delgadas, pero parecía que alguien había estado haciendo mucho ejercicio, no era el mismo chico que había conocido poco después del inicio del verano, y cuando se volvió a recoger algo dándole la espalda, no supo porque su cerebro entro en corto circuito. Se saturo de negaciones y auto explicaciones, quedo tan sumida en si misma que no noto cuando aparecieron Mabel y compañía, los condujo a la limosina casi en forma automática, solo cuidando que el ruedo de su vestido no se manchara por el terreno.

Volvió a sentirse si misma ya en la limosina, ni siquiera pudo protestar por los vestidos de Mabel y de chica tenedor, si bien chica iguana había demostrado tener más gusto del que ella hubiera creído y Dipper seguía en pantalones cortos. Concentrándose en pensar un proverbial 'no mires, no mires' y una cara de aburrida soberbia, que el mismo Stan Pines habría alabado como cara de póker. Llegaron a la mansión sin que ninguno de los pueblerinos que rodeaban la entrada notara a sus acompañantes.

Ya en la mansión el grupo fue recibido por sus padres, que aunque habían aceptado la presencia de los plebeyos, tampoco les gustaba mucho. La cara de sus padres era suficiente para saber cuál era su opinión de estos 'invitados inesperados'. Pero Preston Noroeste no era rico por ser tonto, tan rápido como entro Dipper y compañía paso a su modo negociante. Una sonrisa tan bien actuada que hasta el momento nadie lo había descubierto, una actitud amable. Eso fue suficiente para animar a Mabel y su grupo, dejando a Dipper y el pequeño problema paranormal en manos de su hija, mientras él seguía con los preparativos para la gala.

Lo primero en la mente de Preston Noroeste en ese momento era la gala y tener a un pueblerino, con pantalones cortos, zapatillas, camiseta, chaleco y gorra no era, por mucho, el ideal de un empleado de confianza de los Noroeste, si al menos fuera un heredero famoso o algún artista pero era un don nadie, así que dejo la difícil tarea de poner a ese pueblerino presentable también a su hija. Priscila Noroeste, la madre de pacifica, desde que se entero de que uno de los pueblerinos seria contratado para solucionar el inconveniente, decidió ayudar a que no fuera una mancha entre los invitados, conociendo a los pueblerinos como los conocía, no había nacido rica ni mucho menos. Decidió, acertadamente, que el joven caza fantasmas no tendría un traje adecuado, así que ordeno varios trajes formales para chicos de esa edad.

-"Nada del trato decía en ponerme esa ridícula ropa" Protestaba Dipper al entrar en uno de los vestidores de la casa.

-"Porque, era obvio no te íbamos a dejar andar por ahí así vestido." Respondió una incómoda Pacifica, señalando la ropa que hasta hacia unos momentos llevaba el chico. No lo había pensado bien y ahora, al estar a solas con Dipper, se había empezado a poner nerviosa. Afortunadamente la actitud del chico la había hastiado. Pero más inmediato, el se habría probado el último de los smokings que su madre había preparado y ninguno le había quedado bien. O muy cortos o muy grandes. Mirando atentamente la forma de Dipper, justo antes de sonrojarse, se dio cuenta de algo y tomando los pantalones del traje pequeño y la chaqueta y camisa de un traje más grande se los dio y espero a que se cambiara, confiando en que su maquillaje cubriera el leve rubor que le causaba estar a solas con el chico.

Pacifica esperaba, que al ser todos los trajes idénticos en tela y estilo, no hubiera problemas al mezclar los pantalones de un traje con el saco del otro. Ella había notado que, a pesar de que Dipper era de contextura delgada, tenía unos hombros marcados, esa era la causa que los trajes no le quedaran, pero al mezclar dos podían tener una oportunidad de que se viera respetable. El pantalón de talla menor que se ajustara a su cintura y piernas y el saco grande que se acomodara a su hermosa espalda… De nuevo empezó a sentirse confundida, así que decidió volver a entrar en modo de negocios, aprovechando la práctica que había tenido en la casa Pines y en la limosina.

-"Este traje es ridículo, porque quieren verme tan altanero como tu padre?" Protestó el chico desde dentro del vestidor.

-"Por algo se llama fiesta de gala, debes usar traje formal. Además no sabes que dices, no conoces de nada a mi padre." Digo Pacifica indignada por la forma irrespetuosa en que el chico hablaba de su padre, solo pudo pensar los de su clase no soportan ver a los de clase alta.

-"Preston Noroeste." Empezó a recitar el chico desde el vestidor. "Desde que heredo el control de las empresas y el titulo como patriarca del clan Noroeste. Ha aumentado el capital familiar, diversificando sus negocios. Gracias a una poco ortodoxa y muy agresiva política empresarial. Donde no han sido infrecuentes las Adquisiciones Hostiles de otras empresas competidoras o de nuevos ramos. Incluso ha sido llamado a testificar por la Comisión Nacional del Mercado de Valores y por otras entidades reguladores de valores estatales, así como por el Congreso Nacional y algunos Congresos Estatales, en varias ocasiones. Bajo sospecha de coacción, espionaje industrial, estafa y fraude entre otras. Aparece en la lista de los 100 hombres más ricos del país de Afficionado Afficionado Magazine, Forbes y otras revistas especializadas, pero, según las minutas de sus comparecencias, se sospecha que en verdad está entre los 10 más acaudalados del mundo, utilizando una serie de compañías fantasma, cuentas sin nombre en suiza, las islas Caimán y otros paraísos fiscales, falsas identidades y otros no tan legales métodos para ocultar su fortuna." Recito Dipper desde el vestidor. "Quieres algún otro dato de tu padre, conozco algunos datos internacionales o no confirmados que te podrían interesar…" La rubia no pudo más que abrir la boca sorprendida, en algún momento había considerado a Dipper Pines un posible peligro para los Noroeste, pero ahora lo había confirmado.

-"Pero…" Logro articular la rubia.

-"Pero solo soy un chico, para que lo sepas te metiste con mi familia, así que decidí averiguar un poco de la tuya." De hecho en ese momento Dipper, si decía la verdad, conocía más sobre los negocios de su padre que ella misma.

En eso un malhumorado e incomodo Dipper salió del vestidor, el smoking parecía hecho a la medida, dejando muy bien contorneada su figura y su hombros. Tanto así que de no ser por el estado de confusión e incomodidad que había dejado a Pacifica, por las revelaciones sobre su padre, habría entrado otra crisis de sobresaturación. Afortunadamente pudo distraerse, discutiendo con él al anudarle la corbata, mientras seguían con su batalla verbal, de modo que Dipper no se percato del disimulado roce en sus hombros. Ni ella que sus manos la habían traicionado, ella pudo dar media vuelta como enfatizando un punto en la batalla verbal, dejando al chico solo en el guarda ropa, ocultando el sonrojo que su inconsciente caricia le había causado.

Y lego las cosas se pusieron muy movidas. Fue cuando conoció a Archivald, que intento matarlos a ella y a Dipper. No con la forma que tenia ahora, como el mismo Pines dijo después sus poderes salían de la escala, persiguiéndolos por toda la mansión, mientras buscaban un espejo de plata, hasta ese cuarto secreto. Ese cuarto donde se ocultaba la terrible verdad de su familia. Y donde había pasado, donde al fin había encontrado a su paladín. El fantasma les había tendido una trampa. De repente se vio acorralada por el espíritu vengativo, sabía que estaba perdida, no tuvo tiempo de prepararse, vio al espectro levantando el hacha, alistando el golpe que terminaría con su vida… una figura se interpuso entre el hacha y su cuerpo.

En ese momento pensó que estaba muerta. Todo había pasado casi al mismo tiempo el impacto la había mandado contra la ventana y la cortina se le había enredado a ella y su salvador, el sonido de vidrios rotos, golpear el suelo del jardín y rodar por el borde del edificio. Aún sorprendida de estar viva, con la respiración agitada junto a su inesperado héroe, su paladín.

-"Lo atrapaste?" Dijo mirando al chico. El no respondió solo volteo a ver su mano donde tenía un pequeño espejo de plata, y donde una diminuta figura del fantasma que estaba por matarla, solo instantes antes, rugía de ira por su liberación. Y antes de darse cuenta corrió a abrazar al chico.

Dipper sin saber que pasaba la abrazó también, no sabía qué hacer era la primera vez que abrazaba a una chica pero le gusto, olía… bien. No sabía cómo describirlo flores y champagne… Mientras su cabeza se hacia un lio, que era esa sensación? Pacifica Noroeste… linda? Por una vez decidió no pensar mucho y siguió con los brazos alrededor de la chica. Mientras su corazón latía desbocado.

Pacifica, por un instante se sintió a salvo, una calidez que nunca había sentido, menos en los confines de la mansión. Para que al momento después se preguntara qué diablos estaba haciendo, abrazando a un pueblerino. No sabía que le estaba pasando pero debía actuar rápido, como cómo reaccionar ante esa situación…

-"Un billete y fingimos que esto nunca paso?" Recordando su educación, reacciono. Le habían enseñado que cualquier cosa podía ser solucionada con dinero. Inmediatamente se arrepintió, aun con el billete en la mano, podía desaparecer el billete, pero no lo que había hecho. Como podía tapar uno de los momentos más felices de su vida con dinero, en qué clase de monstruo se había convertido…

Sin una palabra Dipper tomo el billete.

"Que así, nada más, tan poco valgo para él, la primera vez que abrazo así un chico y para él vale solo 20 dólares. Qué diantres Dipper Pines, como te atreves a jugar así conmigo, juro que me lo vas a pagar…"

Luego Dipper se despidió de ella y sus padres ella se quedo un rato pensando en el extraño comportamiento de Dipper, por lo que lo conocía nunca lo había visto tan confundido y se le erizaba la piel al pensar que era la primera vez que ambos reían juntos, pero él se había marchado de la fiesta, tenía que acabar con el trabajo deshacerse del peligroso fantasma.

Se encontraba en el salón, con un vaso de ponche huir del fantasma le había dado mucha sed y aun tenía que tranquilizarse por el miedo, y por esa sensación que tenia, que no podía apartar de su mente, junto con la imagen de Dipper Pines interponiéndose entre el hacha y su cuerpo, no pudo dudarlo más ahí había pasado algo que la hacía feliz, al recordarlo una sensación de calor de protección la rodeaba se enrojeció pero no le importo. No podía verlo como un simple plebeyo más.

"Será que me gust…" No pudo terminar el pensamiento, un alboroto en la puerta llamo su atención y pudo distinguir la voz de su padre y la de él.

-"Noroeste, me debe una explicación señor." Oyó como Gritaba a su padre.

-"Dipper volviste…" Al entrar al recibidor miro a Dipper encarando a su padre, no era el tranquilo Dipper de siempre, o el defensor de su hermana. Esta vez pudo ver odio en sus ojos, su mera presencia parecía bajar la temperatura. Discutiendo con su padre, de alguna forma había descubierto el secreto de la maldición y le reclamaba al patriarca noroeste por haberlo engañado.

-"Solo eres otro eslabón en la peor cadena del mundo." No lo dijo con odio, el odio era para su padre. A ella le toco lo peor, el desprecio. Y peor aun fue que ella sabía que se lo merecía. Y estaba segura que en su vida nunca iba a sentir esa sensación de hacia unos instantes. Intento pedir perdón pero, esa maldita campana la obligo a callarse y permanecer ahí. Su padre y el chico siguieron discutiendo hasta que un enojado Pines salió de su casa. Sus padres tranquilamente volvieron a socializar con sus invitados prohibiéndole salir.

Mientras sus padres charlaban con otros invitados, ella tuvo la oportunidad de apartarse. No deseaba una fiesta, no tenía nada que celebrar deseaba llorar, estar sola, estar a mil kilómetros de todos ellos o estar junto a Dipper. Sin saber porque entro en la habitación secreta, la poca luz que se filtraba en ella y lo apartado de la fiesta le dio lo que buscaba algo de soledad, pesando en como por ser la perfecta Noroeste y esa campanilla siempre la habían controlado. No, sabía que era más que eso, era una chica muy lista. Era un comportamiento condicionado, ella debía de obedecer al oír esa campanilla era, así había sido y así seria siempre, de por toda la vida la seria la perfecta muñeca que sus padres querían.

Solo quería quedarse ahí en la oscuridad y llorar. Pero algo la intrigo, la ventana abierta y el viento dejaban entrar unos débiles rayos de luz y vio que bajo los lienzos donde el fantasma casi la había atrapado se iluminaban varias pinturas entre la penumbra trato de distinguirlas pero no podía. La ventana alumbro una linterna de mano. Aun a punto de llorar, la curiosidad la venció tomo la linterna de mano para iluminar las pinturas. Olvido la tristeza, olvido la desesperanza, lo que vio iba más allá de lo que una mente cuerda podría imaginar.

Como si de sicópatas se tratara sus ancestros, a quienes había aprendido a admirar, habían dejado una constancia de su podredumbre. Como los cuadros que mostraban a los grandes Noroeste repartidos por la casa, exhibiendo las virtudes de la familia. Aquí, en este cuarto oculto, escondido de todos. Estaba la verdad, la verdad de lo que Dipper le había dicho, la verdad que quería vengar el fantasma. Su vida entera era una farsa, solo se sentó ahí sin saber que mas hacer, quien querría ayudar a la heredera del peor legado del mundo, sentía asco de su familia, de sus padres y de sí misma.

Mientras se hundía más y más en la repulsión que su propia existencia le daba, él entro. Quería verlo? No estaba segura. Pero no podía aguantar más. Y quien mejor que Dipper para confesar los pecados de su familia, y lamentaba sus propios pecados. Se merecía todo ese desprecio que haba sentido antes, después de todo era una Noroeste. Le conto todo. Dejando a su corazón, si no tranquilo, al menos no tan pesado. Y se cayó dejando tiempo para que el hablara, preparada para recibir su desprecio.

"Pacifica… yo siento mucho lo que dije hoy… pero que seas hija de tus padres no significa que dabas ser como ellos." Pacifica sintió como si su corazón se detuviera. La había perdonado, más allá que eso la había exorcizado de todo su pasado familiar, sintió de nuevo, no esta vez lo supo, Dipper Pines no era un pueblerino mas, no él era alguien que salía de su escala. Su padre decía que no era de su clase y nunca había dicho algo tan cierto los Noroeste estaban a años luz por debajo de ese chico, esa alma gentil. El chico que había limpiado su alma.

Pero no tuvo tiempo de dar gracias o hacer nada mas, la maldición se estaba cumpliendo. Escucharon los gritos del fantasma y al salir el salón parecía un boque y toda la gente, los invitados estatuas de madera. Ella se aterrorizo más aun cuando sin dudar y sin miedo Dipper se enfrento al fantasma, pero era tarde y el chico no pudo vencerlo esta vez, convirtiéndose en una estatua mas. La maldición casi se había cumplido las llamas invocadas por el fantasma empezaron a correr por las paredes de la mansión.

Sin Dipper se sintió pérdida, que podría hacer ella una chica normal contra una algo así. Ella era solo una Noroeste… Y de repente todo fue tan claro como el agua. Solo un Noroeste podía vencer al fantasma antes de que la fiesta se convirtiera en una matanza. Antes de que el fuego se llevara consigo la mansión y todos sus ocupantes.

-"Hey Barba! Por aquí." Estaba aterrorizada, más allá de lo que se podría haber imaginado, pero sabía qué hacer. Durante todo el verano, esa velada y más con su último acto, Dipper le había enseñado que hacer, debía ser ella misma, debía enfrentar sus miedos. De ser necesario sacrificarse por algo más grande que ella misma, el beneficio de muchos o el beneficio de uno solo y especial, mientras solo miraba la estatua de madera que había sido Dipper.

El fantasma había sido claro podría salvarlos con solo abrir las puertas. Estaba por hacerlo cuando su padre la detuvo, mostrando el temple Noroeste estaban ocultos, tanto el cómo su madre, a salvo del fuego y del fantasma. Sin impórtales nadie ni nada más que el prestigio familiar. Ordenándole el acompañarlos al refugio, dejar que toda la gente muriera en nombre de algo tan falso como el prestigio Noroeste, intento de nuevo alcanzar la palanca.

Pero su padre había dejando su mejor arma para el final su carta de triunfo, la campanilla. La maldita campanilla la detenía. 'Dipper Pines salvo a mi prima de unos fantasmas' apareció como un relámpago en su mente. 'Dipper Pines salvo a su hermana o vi salto al vacío para entrar a la cabeza del robot.' Otro relámpago se la acudió. 'Que seas hija de tus padres no significa que dabas ser como ellos.' Lo vio en su mente claramente, lo sintió apoyándola, sosteniendo su mano acercándola más y más a la palanca.

Su padre, desesperado, seguía con la campanilla. Pero por cada tintineo de la campanilla aparecía una imagen nueva, Dipper enfrentándosele, protegiendo su hermana, Dipper haciéndola quedar en ridículo, por humillar a su hermana, Dipper salvándola del fantasma. Dipper Enfrentándose al fantasma. Dipper enfrentándose a su padre. Dipper. Dipper. Dipper.

Dipper mirándola justo en el momento que ella lo abrazo. Sus brazos al rededor de ella. Dipper no se doblegaría ante una familia como la suya, Dipper la arreglaría. Dipper la había arreglado a ella. No sabía desde cuando había fantaseado que el príncipe de sus sueños llegaría y destrozara esa campanilla, nunca se imagino que su verdadero príncipe le enseñaría que la campanilla no significaba nada. "Dipper…"

-"… nuestra familia es la que está rota y yo voy a arreglarla." Dijo Pacifica Elizabeth Noroeste bajando la palanca. Rompiendo la maldición, volviendo todo y a todos a la normalidad. El fantasma despareció dejando como recuerdo un hacha clavada en el piso.

Continuara.

Gravity Falls temas y personajes pertenecen a Disney, por idea del genio de Alex Hirsch. Cualquier tema musical asociado a este relato es usado de la misma forma. Todo en esta historia está dentro del Famdom, y dedicado a los lectores y demás interesados en el Fandom de Gravity Falls. No tiene otro fin más que entretener. ¡Disfrútenlo!