Como si el mundo se fuera a acabar. Así es como besa.
Y quizás se esté acabando de verdad. (Y Mohinder se obliga a pensar en ello, porqué si no, no pensaría en nada que no fueran los labios de Peter. Jamás)
Porqué todo indica que el mundo dentro de un año no será tal como es ahora. (Bueno, en realidad lo indica Peter, pero poco importa porqué al final todo y Peter viene a ser un poco lo mismo para él)
Es cierto que ya sabía como eran sus besos; los había probado antes, pero de eso hace tanto tiempo – de repente un año parece una eternidad cuando siempre había sido un instante – que Mohinder pensaba que se le había olvidado como besaba Peter.
Sólo que no.
No puede olvidarlo.
Durante el año que ha pasado Mohinder no ha podido olvidar ni un solo día (ni una sola noche) el tacto de los labios de Peter sobre los suyos; el roce de la mano en su espalda.
Así que, si Peter le sigue besando así, por él puede acabarse el mundo.
Bueno, aún no.
No ahora que tiene otra vez a Peter con él y éste murmura Mohinder contra los dientes. Con urgencia y como un gemido.
No ahora que siente algo duro contra su estómago y nota la piel de Peter vibrar bajo sus dedos (y no está muy seguro de que no sea uno de esos nuevos trucos que Peter ha aprendido no sabe como ni cuando, y ni siquiera porqué).
Y ni siquiera le importa que Peter ya no sea Pete y que ahora bese más duro (más como Nathan, más Petrelli, se dice Mohinder; y cree que no debería hacer esas comparaciones).
No le importa que murmure Caitlin a veces contra su cuello, ni que las manos sean más ásperas de lo que solían ser.
Sólo le importa que parece que el mundo vaya a acabarse y él besa a Peter.
Y eso es lo único que al final importa.
