Disclaimer: No, ni los personajes ni la saga Crepúsculo me pertenecen. Lo único que puede considerarse mío es la historia.
Be my Valentine: Jasper
Por Lia Hale
Cincuenta años después de la transformación de Bella, los Cullen deciden sorprender a sus esposas con un pequeño regalo de San Valentín. ¿Qué habrá planeado cada uno de ellos?
El regalo de Jasper: sus recuerdos
Sorprender a Alice era, literalmente, imposible. ¿Cómo sorprender a alguien capaz de ver cada pequeña decisión, cada pequeño plan? Sabía que no podía competir con mis hermanos a la hora de hacer de aquel el mejor San Valentín de nuestra existencia. Los regalos típicos no estaban, ni siquiera, dentro de posibilidad. No podía regalarle flores, porque las habría visto antes incluso de que yo pensara cuáles eran las más apropiadas para ella; no podía regalarle bombones, porque nosotros no comíamos; no era nada romántico regalarle un ciervo o un puma; no podía escribirle un poema porque lo habría memorizado antes de que yo terminara de escribirlo; y, definitivamente, no iba a regalarle joyas. A Alice le encantaba salir de compras, pero no le gustaban las joyas. La única que llevaba era nuestro anillo de compromiso.
Sin embargo, desde hacía unos años, sorprender a Alice ya no era tan imposible como solía ser antes de que el chucho apareciera en nuestras vidas. Pedirle ayuda a Jacob había sido una de las cosas más difíciles que había hecho en mi vida. Había tenido que escudarme detrás de Reneesme al pedirle que nos siguiera, transformado en lobo, por los bosques de Forks, al menos hasta que pudiera sorprender a mi pequeña esposa. Pedirle que no se despegara de mi esposa los tres días antes de San Valentín ni siquiera había podido hacerlo, Reneesme había tenido que hacerlo por mí.
Alice sabía por qué no podía ver absolutamente nada de la sorpresa que tenía preparada para ella, y no dejaba de bufar y maldecir al «entrometido y molesto chucho» por meter sus narices donde no le llamaba, mientras yo sonreía con satisfacción al encontrar que mi plan había funcionado.
—No entiendo cómo es posible que él se prestara a esto —bufó Alice, durante el camino.
Yo me reí entre dientes.
—Puso una condición: si yo convencía a Edward y Bella para que le dejaran llevarse a Reneesme a pasar un fin de semana fuera, él me ayudaría con esto.
No podía negar que había sido un chico listo al proponérmelo. Me había costado bastante convencer a Edward de que dejara que Jacob se llevara a su pequeña niña de viaje, pero Bella había sido más fácil y, finalmente, ella misma había convencido a mi hermano (de la manera que lo había hecho era algo que prefería no saber, y que esperaba que nadie me contara nunca, con Emmett y Rosalie era más que suficiente).
Salimos de Forks finalmente, montados en el Mercedes negro que le había pedido prestado a Carlisle para la ocasión.
—Espero que sea un plan muy bueno, porque no te perdonaré haber tenido a Jacob pegado a mí durante tres días con tanta facilidad —refunfuñó.
—No te preocupes, lo será —le aseguré, convencido.
Finalmente llegamos a nuestro destino tras unas cuantas horas de viaje. Alice abrió mucho los ojos, con sorpresa, al reconocer el lugar al que la había traído. Me miró como si no pudiera creerlo y yo sonreí con dulzura al ver aquel rostro tan hermoso y querido para mí, con la sorpresa y la incredulidad pintadas en él. Ella no estaba acostumbrada a recibir sorpresas, no podía hacerlo y sabía que, a veces, aunque no lo dijera, eso la decepcionaba un poco.
Debía ser realmente aburrido saber siempre lo que iba a pasar.
—Vamos —susurré, ayudándola a bajar del coche.
Jacob nos seguía a una distancia prudencial para preservarnos intimidad, así que cogí a mi esposa de la mano y la guié por las calles de Biloxi hasta el lugar que había preparado para la ocasión. No había sido fácil encontrar la casa de la familia Brandon. Edward me había acompañado y leído algunas de las mentes de los habitantes del lugar hasta dar con ella, mientras Alice pensaba que estábamos de caza en algún bosque cercano de Olympic.
Finalmente había dado con ella, y cuál no había sido mi sorpresa al encontrar que la casa estaba abandonada desde que la sobrina de Alice, la hija de su hermana Cynthia, había fallecido unos años antes. Los hijos de su sobrina vivían fuera de Mississipi, pero continuaban conservando la casa familiar.
La arrastré suavemente hasta el interior de la casa, no sin antes hacer un gesto a Jacob para que se marchara. Se despidió de mí escondido tras unos matorrales y emprendió el camino de vuelta a Forks, para llegar con Reneesme lo antes posible. Hacía un par de años que habíamos vuelto allí, después de dejar pasar el tiempo suficiente para que los recuerdos sobre la familia Cullen se hubieran difuminado en las mentes de las personas que aún quedaban con vida de la ocasión en la que habíamos estado allí, cincuenta años antes. Mike Newton estuvo a punto de sufrir un infarto cuando vio a Bella, pero el hombre padecía demencia senil a sus sesenta y ocho años, así que lo había atribuido a eso y no se había preocupado más por el asunto. Aún así, Bella se cuidaba de permanecer alejada de él, por miedo a causarle un susto que su corazón no pudiera soportar.
Entramos en la casa de los Brandon y pude ver como Alice se encogía a mi lado y una sensación de miedo, nostalgia y congoja me atravesó de repente. La abracé protectoramente y una la de tranquilidad se extendió por el ambiente para relajarla mientras avanzábamos por el salón.
Nos detuvimos en la sala principal y Alice, a velocidad humana, corrió hasta encima de la chimenea, donde reposaban un montón de fotografías antiguas, muchas de ellas en blanco y negro, de su familia. Cynthia Brandon era increíblemente parecida a Alice, salvando la belleza vampírica que Alice poseía. Me tomó unos segundos localizar la foto en la que una Alice humana de diecisiete años posaba con un vestido de época junto a su hermana. Aquella foto había sido tomada dos años antes de que Alice "muriera". La belleza de las hermanas Brandon era evidente aún cuando Alice todavía no era inmortal.
Escuché un débil sollozo escapar de su pecho y estuve a su lado en menos de un segundo, abrazándola por detrás para reconfortarla mientras ella seguía contemplando las fotografías de su familia.
—Jazz —murmuró—. Esto es…
—Feliz San Valentín, Alice —le susurré al oído, con dulzura.
La cogí de la mano y la guié hasta el sofá, donde nos esperaba un álbum de fotos que había rescatado del desván de la casa, con fotos sobre las hermanas Brandon cuando eran niñas y sobre la hija de Cynthia en los primeros años de su infancia. Los ojos dorados de Alice brillaron al comprender cuál era, exactamente, su regalo de San Valentín: sus recuerdos.
Sí, quizá era difícil sorprender a mi pequeña duende; tal vez no podía obsequiarla con bombones ni joyas, y encontraba totalmente innecesario obsequiarla con flores o tarjetas cursis que pusieran lo mucho que la amaba. Ella sabía eso, no había necesidad de mandárselo por escrito. Pero no por eso no podía intentarlo, y en aquella ocasión, finalmente había encontrado el regalo perfecto para ella.
Las olas de felicidad, amor y emoción que llegaban hasta mí provenientes de ella me lo demostraban.
Primer capítulo, terminado. ¿Demasiado cortito? Soy de las partidarias de las largas historias, pero, a veces, los sentimientos y las emociones se expresan mejor con unas pocas palabras, y por todos es sabido que la relación de Alice y Jasper se caracteriza, precisamente, por ser una relación de pocas palabras y muchos sentimientos que no necesitan ser dichos en voz alta.
Espero que os haya gustado, ¿reviews?
La próxima viñeta será: Be my Valentine II: Edward, y, como habréis podido adivinar, reflejará el regalo que Edward regaló a su esposa. Podréis encontrarlo en mi profile en uno o dos días o en la sección de dedicada a esta pareja.
Hasta pronto.
Lia.
