Disclaimer: "Las Guerreras Mágicas" no me pertenece (lástima). Esto es algo que hice con el simple propósito de entretener y no gano nada a cambio por escribirlo. Por lo tanto, me gustaría que ninguna demanda se haga en mi contra.
IntroducciónTorre de Tokio, 5 de la tarde.
Edificios, autos, personas, todo se ve tan pequeño desde esta altura, casi como si fuese parte de otro mundo.
Anais sonrió. La Torre de Tokio era el lugar perfecto para ubicar la puerta hacia Céfiro. Lástima que no supieran como abrirla.
Tres años atrás lograron regresar gracias a la fuerza de sus corazones. Su gran deseo de salvar a las personas, sin sacrificar la felicidad de una inocente joven, les permitió ser transportadas nuevamente sin la ayuda del Pilar.
Sin embargo, ya no importaba cuanto lo desearan, nada sucedía.
Desde entonces habían tomado como costumbre el reunirse una vez a la semana para intentar regresar.
Y aún nada.
- ¡Anais!- una jovencita, con el pelo tan rojo como el fuego, se abalanza hacia ella encerrándola en un fuerte abrazo- Tanto tiempo sin verte.
- Hola Lucy.
Otra chica, tan hermosa como una modelo, llega corriendo respirando agitadamente. Una vez recuperada, le dirige una mirada llena de fastidio y enojo hacia la pelirroja.
- ¡Cielos Lucy!- grita apretando un puño amenazadoramente- Te vengo siguiendo desde hace dos cuadras. ¿Cómo puedes tener tanta energía?
- No lo se, me gusta mucho correr.
- ¿Cómo estas Marina?- la saluda una joven rubia con anteojos.
- Hola Anais.
Las tres amigas se abrazan afectuosamente. Una vez al mes se reunían en este mismo lugar para charlar, saber de sus vidas y si, intentar regresar.
- ¿Listas?- pregunta Lucy con entusiasmo. Marina y Anais asienten y las tres se toman de las manos:
Recuerdos, tanto felices como tristes, amistades, obstáculos vencidos, alianzas hechas, amor...
Nada
De repente Marina se pone a llorar rompiendo así el círculo.
- Tranquilízate Marina- la consuela Lucy- ya lo lograremos.
- Ya ha pasado mucho tiempo. ¿Qué es lo que nos hace falta? ¿Por qué no podemos regresar?
Ni Lucy ni Anais pueden responderle esa pregunta. Tal vez una parte de ellas no quería regresar, tal vez esa pizca de duda era la razón por la cual eran retenidas en este mundo, con sus familias.
- Yo creo- empezó Anais en voz muy baja, casi un susurro- que las Guerreras Mágicas solo pueden ir a Céfiro si son necesitadas. Ahora que no hay un sistema del Pilar... bueno, eso puede reducir un poco nuestras posibilidades de regresar, tal vez todas.
Lucy se estremece. No volver, esa idea la asustaba más que nada y el recuerdo de un guerrero de ojos violetas y cabello negro la obligaba a no rendirse.
- Tal vez eso sea cierto- comienza a decir- pero no significa que debamos perder las esperanzas- y sonriendo nuevamente palmea las espaldas de sus amigas con una fuerza renovadora- Vamos chicas, vallamos a tomar algo. Otro día lo intentaremos nuevamente y estoy segura de que funcionará.
Marina niega con la cabeza- No Lucy, yo ya no puedo más. Cada vez que vengo aquí, cada vez que fracasamos es como si ... no se, como si poco a poco mi corazón fuese muriendo ahogado en tristeza. No podría soportar intentarlo una vez más y no lograr nada.
- Pero Marina, tal vez..
- ¡No!- repitió firmemente- Creo... creo que es momento de aceptar que ya no regresaremos.
Anais, quien había escuchado la interacción de palabras sin decir nada, se acerca a su amiga- ¿Estas segura que quieres eso?
- ¡No, no quiero!- su cuerpo empieza a temblar suavemente- Pero simplemente ya no puedo más,- su llanto incrementa y Anais la abraza maternalmente- ya no puedo más...
- Shh, shh, está bien, Marina- la consuela su amiga- está bien.
Lucy, vencida por la tristeza, pierde el control y, sumándose al abrazo, llora con sus amigas por la esperanza perdida.
Anais voltea suavemente su rostro hacia el mirador, cada uno de sus brazos alrededor de cada una de sus amigas. Ve como el sol se esconde en el horizonte...
Un amarillo tan fuerte... tan parecido al color de sus ojos.
Pero ya no podría ser. Las tres tenían una vida aquí, sus seres queridos no soportarían perderlas.
Debían aceptar que, por más que quisiesen, no podrían volver. Por su amor y sanidad debían aceptar que Céfiro ya no era un sueño por cumplir...
Sino más bien un recuerdo.
Mientras las chicas caminaban hacia el ascensor, no pudieron notar como tres luces nacían y, con increíble velocidad salían disparadas por la ventana perdiéndose en lo infinito del cielo.
Bueno, esta es la introducción. Espero que les halla gustado y si tienen un comentario o una sugerencia me encantaría que me la diesen.
Saludos
Mstica
