Disclaimer: Por desgracia sigo sin ser rubia, ni me llamo J.K Rowling, asi que todo el potterverso y los personajes le pertenecen a ella.

Este fic participa en el reto "Navidades de Dickens" del foro La Noble y Ancestral Casa de los Black.

Este fic ha sido corregido por mi hermanita Adhy Barigliessi Rosier Moon.


Draco miraba con ojos muy abiertos como los elfos se afanaban en adornar toda la mansión. Hiedra, acebo, muérdago…eran las plantas que se usaban para el adorno. Hoy no se le permitía molestar a ninguno de ellos, se estaba preparando una de las fiestas grandes en la mansión de los Malfoy y tenia que salir todo bien.

Estaba deseando que su tía y su prima llegaran desde Italia, cosa que harían de un momento a otro. De hecho, justo cuando estaba por tirarle de las orejas a uno de los elfos, porque se aburría mucho, oyó la voz de su tía Serena, que saludaba a su padre.

— ¡Tía!— se paro justo delante de ella y le miro con una sonrisa en los labios.

— Pero Draco, si estas muy grande— Serena se agacho junto a su sobrino para mirarle directamente a los ojos— Estas tan grande como Vega.

Miro a su prima, que se encontraba justo detrás. Medio año de diferencia entre ellos, pero sin embargo, ya era tan alto como ella. Los ojos aguamarina de Vega le miraron, pícaros, y Draco respiro tranquilo. Venia tan dispuesta a hacer travesuras como siempre.

El cruce de miradas entre ambos no paso desapercibido a los tres adultos, que se prepararon para tener una semana movidita con los dos pequeños haciendo de las suyas. Las vacaciones en las que los pequeños se juntaban significaban travesuras y correrías. Y tanto Narcissa como Serena daban gracias por ello.

Draco miro con ojos entrecerrados su pelo aplastado. Cuando vio esa mirada, Narcissa suspiro, sabiendo que su hijo se alborotaría el pelo en cuanto ella desviara la vista. Asi que lo distrajo como mejor sabía.

— Vamos a poner unas bayas en el leño, antes de que se encienda.

Al pequeño se le iluminaron los ojos, como ella sabía que pasaría.

— Vamos, mami, vamos.

Tiro de ella y cuando llegaron se encontraron allí a Vega, que ponía algo de acebo en el tronco bajo la atenta mirada de su madre.

— Las trenzas— respondió la mujer ante la muda pregunta de Narcissa, la cual bajo la mirada para ver como su bonita sobrina se deshacía de las trenzas igualmente, provocando un suspiro cansado en su madre.

Vega entrecerró los ojos cuando vio a su primo.

— No me guta—acto seguido, despeino a su primo, alborotando por completo su pelo rubio, haciendo que él riera y que su tía cogiera aire profundamente.

En ese momento, Lucius se reunió con ellos y puso algunas bayas más encima del leño, antes de pasarle una antorcha a su esposa.

— Narcissa…

Ella los miro a todos, iluminados nada más que por la antorcha, ya que su esposo había apagado las velas cuando entro en la habitación. La oscuridad era total fuera y ella aplico el fuego al leño, prendiéndolo.

Por un instante, todos miraron como empezaba a arder, pero el encanto duro poco.

— ¡Tengo hambre!— dos voces impacientes se alzaron sobre la solemnidad del momento y todos se dirigieron a la mesa, ya puesta por los elfos.