Kaori aquí, con el prologo de una nueva historia :3

Ayato, Raito y Komori estaban desesperados, tratando inútilmente de tranquilizar al segundo hijo de Cordelia. Quien desde hace varias horas atrás no paraba de llorar y nadie sabia la razón.

-K-kanato-Kun, deja de llorar por favor, mira te prepare tu postre favorito- dijo Yui ofreciéndole un pequeño plato con un pudín sobre el.

-¡No lo quiero!- grito entre sollozos para lanzarlo lejos de su vista.

-Tsk. Kanato, ¡Es suficiente! ¿¡Que demonios te pasa!?- grito Ayato, cansado de escuchar el lloriqueo de su hermano.

-¡E-es que… Reiji… Reiji se llevo a Teddy!- termino para llorar mas fuerte aun.

Era cierto. ¿Cómo no lo habían notado? Este chico siempre lleva a todos lados a su preciado oso, ¿y se les olvida en un momento tan importante?

-Pero…- hablo Raito -¿Para que lo quiere Reiji?

-N-no lo se- dijo Kanato secando algunas de sus lagrimas -¡Pero lo quiero ahora!- grito.

Dieron un gran suspiro. Sabían que no podían decir que no pues el chico jamás se callaría pero eso era lo de menos, se supone que tenían que ir a donde se encontraba Reiji… su terrorífico laboratorio.

Un gran escalofrío recorrió sus espaldas, nunca en su vida pensaron que entrarían ahí, según Subaru daba mucho miedo (nunca le preguntaron por que estuvo ahí) pero en fin, tenían que entrar por el bien de sus oídos.

Ya enfrente de la puerta los dos chicos obligaron a Komori a tocar, así lo hizo y como en toda buena película de terror la puerta se abrió por si sola. Entraron ambos chicos aferrados a los hombros de Yui con pasos temblorosos, intentaron mirar a su alrededor pero por alguna razón estaba lleno de humo, no escuchaban nada. Iban a irse cuando una risa psicópata-histérica hizo que pararan en seco. Detrás de un gran estante de libros provenía una luz tenue, así como la anterior risa.

-¡Esta vivo! ¡Esta vivo!- se escuchaba claramente la voz de Reiji, nadie podía dar gritos tan raros como los suyos cada vez que inventaba algo nuevo.

Entonces intentaron acercarse, con rodillas temblorosas y sudando a mares casi a punto de desmayarse.

-R-Reiji-San- dijo la rubia tartamudeando.

Sus ojos se abrieron de par en par, arriba de una cama de hospital se encontraba un niño de cabello marrón claro, con un parche sobre uno de sus ojos, vistiendo con una camisa blanca de manga larga y encima un chaleco rosa, unos pantalones de vestir negros y un moño que adornaba su cuello.

¿¡Acaso es…!?

Y aquí esta el prologo

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