Disclaimer: Dragon Ball no me pertenece, ese es del grandioso Akira Toriyama.

COUVER

CAPÍTULO UNO

"Síntomas alarmantes."

Eran las cinco de la mañana en punto, la hora en que Vegeta generalmente se levantaba todos los días, pero en esta ocasión los ojos simplemente se negaban a abrirse. Un pequeño gruñido se le escapó porque la mente le ordenaba que se levantara, pero el cuerpo se empecinaba en quedarse en cama.

"Esto debe ser por culpa de Bulma", pensó al momento de que el recuerdo fugaz de la noche anterior se le vino a la mente.

Te digo que quiero un pan de zanahoria con plátano y ciruelas —le decía su mujer con las manos en la cintura en actitud demandante.

Y yo te digo que te duermas y me dejes en paz —bufó molesto, dándole la espalda para acomodarse debajo de las cobijas.

¡Vegeta! Por una vez en la vida te pido que hagas algo por mí y no quieres cooperar —la actitud de enfado había desaparecido para dar paso al drama chantajista.

El príncipe rodó los ojos, deseando hacerla callarla de una buena vez, pero se contuvo fingiendo que ya dormía. Entonces las sábanas le fueron arrebatadas de un sólo tirón.

¡O vas por él o no habrá comida por toda una semana! —la actitud agresiva había aparecido.

¿Qué le pasaba a esa mujer que últimamente estaba de un humor tan cambiante? ¿Y por qué sencillamente no la dejaba con sus amenazas y jamás volvía?

No me mires así, temible príncipe Vegeta, porque en estos momentos puedo llamar a Goku y él se encargará de darte una paliza —tono irónico acompañado de una sonrisa sardónica.

Vegeta soltó el aire contenido. Él podía matarla incluso hasta con el pensamiento y por Kami que en momentos como esos lo deseaba tanto. Sin embargo, se levantó de la cama, porque sabía que Bulma no cesaría en su capricho y lo único que él deseaba era poder dormir porque al día siguiente comenzaría con un nuevo y extenuante entrenamiento.

Dame el maldito dinero —masculló dirigiéndose hacia el armario y sacando unos pantalones oscuros y una chamarra a juego.

Bulma vitoreó emocionada, como si se tratase de una chiquilla y se apresuró a sacar una tarjeta de crédito.

Vegeta volvió a rodar lo ojos al momento de que le arrebataba el plástico de las manos. Odiaba esa clase de cosas porque casi siempre le sucedía que las dichosas tarjetas no pasaban en la terminal. Pero ni hablar, estaba cansado, desvelado y harto como para seguir peleando con la madre de su hijo. Además, volar le haría relajarse.

Toma —le extendió una hoja de papel antes de que el saiyan emprendiera vuelo desde el balcón de la habitación.

¿Qué? ¿Y esto qué diablos significa? —le espetó al mirar la lista de cosas adicionales que Bulma le pedía.

Un pan debe acompañarse con algunas cosas importantes y además, el café de esa cafetería me encanta. Ya sabes…

Definitivo, Vegeta estrangularía a la mujer y antes de que eso pasara o de que a ella se le ocurriera alguna otra cosa, voló a toda velocidad, dejando una estela dorada tras de sí.

Sin convertirse en súper saiyajin, viajó hasta el otro lado del continente, donde era de día y la dichosa cafetería (la favorita de Bulma) se encontraba. Compró rápidamente lo que necesitaba y regresó a la misma velocidad, sólo para encontrarse que la ojiazul dormía tan profundamente que por nada del mundo (ni siquiera una invasión alienígena) despertaría.

Sin más ánimos y botando las cosas en cualquier lugar se dejó caer sobre la mullida superficie de la cama. En medio de su soñolencia pudo sentir los brazos cálidos de la que dormía a su lado y el calor reconfortante le arrullo completamente.

Y eso era lo que había pasado.

Vegeta se levantó con mucho esfuerzo. Menuda noche había tenido.

"Bah, no es para tanto. Debo estarme haciendo viejo o perdiendo condición como para que estas tonterías me roben energía".

Bostezó y miró el cuerpo a medio descubierto de Bulma y una mueca se dibujó en sus labios. Sin pensarlo mucho haló las sábanas y la cubrió de nuevo. Se dirigió al baño, bostezando por el camino un par de veces más.

"Definitivamente, tengo que comenzar a entrenar más duro".

((…))

Al parecer el duchazo con agua fría le había despejado la mente y el cuerpo, pues el sueño había desaparecido por completo. Miró el reloj y notó que eran las 5:30, todavía tenía tiempo para desayunar algo ligero antes de empezar con sus ejercicios de calentamiento. Sólo con un jugo y un poco de fruta estaría bien.

Bajó hasta la cocina y abrió el refrigerador, pues los robots seguro que habían dejado todo debidamente preparado la noche anterior. Y estaba en lo cierto, un suculento manjar se presentaba ante él dispuesto a ser engullido. Sacó un platón con un poco de melón y fresas y se dispuso a ponerle un poco de crema…

"O mejor yogurt", se dijo cambiando de opinión y dispuesto a tomar el bote de dicho producto. Entonces su mano se quedó en el aire, indeciso de qué tomar. Sus ojos pasaban entre la crema y el yogurt.

— ¡Maldición! —dijo en voz alta bastante molesto. Al final tomó las dos cosas y la esparció encima de la fruta, vaciando completamente el contendido de ambos recipientes.

Vegeta sintió que la boca se le hacía agua y se preparó para el primer bocado, degustándolo lentamente para así disfrutar del sabor dulzón y ácido que se combinaban perfectamente en…

El rostro del príncipe adquirió un tono azulado y a velocidad sayanesca corrió al baño más cercano.

— ¿Pa-papá? ¿Estás bien? —Trunks se había despertado al sentir el ki de Vegeta en su habitación.

— ¿Te parece que estoy bien? No hagas preguntas tontas —le respondió limpiándose los labios con un trozo de papel y sintiendo que el cuerpo entero le temblaba. Acababa de devolver el estómago, sacando solamente los jugos gástricos y dejándole un sabor desagradable en la boca.

—No te ves bien. Será mejor que dejes por hoy el entrenamiento y que descanses.

— ¡Bah! —se limitó a responder y a salir del lugar. Trunks le siguió con la mirada pero al final sólo se limitó a alzar los hombros, regresando a su cama para seguir durmiendo.

Vegeta bajó las escaleras lentamente. Su cuerpo seguía con ese temblor ligero y lo comparó con alguna clase de golpe hecho por alguno de esas sabandijas débiles que rodeaban a su mujer. La ironía, sin embargo, no le hizo mucha gracia y terminó molestándolo.

En su camino hacia la parte trasera de la casa, en donde se encontraba su preciada cámara de gravedad, pasó por la cocina. Su olfato saiyajin percibió el olor de la fruta y de inmediato sintió que las náuseas reaparecían, obligándose a acelerar el paso. El aire fresco de la mañana le calmó un poco el estómago y, respirando profundamente, se fue directo al entrenamiento.

((…))

Era apenas las nueve de la mañana y Vegeta se dejó caer al suelo de la cámara. Se encontraba exhausto, tanto que le costaba un poco respirar.

—No puedo creerlo —se dijo en voz alta, tratando de pensar de qué iba todo eso, pero el cansancio era tal que hasta su cerebro se negaba a funcionar como era debido. Decidió cerrar por un segundo sus ojos, sólo para que descansarán.

Un segundo que duró siete horas.

—Vegeta, es hora de comer —la voz de Bulma desde la pantalla táctil le hizo abrir los ojos de inmediato.

— ¿¡Qué?! ¿Tan tarde es? —se levantó de un solo salto, pero al hacerlo un fuerte mareo le obligó a sostenerse de la orilla del tablero de los controles.

—Vegeta ¿estás bien? ¡Vegeta! —la imagen de la ojiazul desapareció de la pantalla al darse cuenta de que el saiyan caía inconsciente hacia atrás.

Bulma corrió hasta llegar a la cámara. Seguramente la bestia de su marido se había herido por el entrenamiento como era su costumbre. Abrió la compuerta y el lugar se llenó del sonido al desaparecer la gravedad aumentada a modo bruto. Bulma entró a toda prisa de un solo salto y corrió hasta donde se hallaba el guerrero. A voz en cuello empezó a llamar a su hijo para que le ayudara a llevarlo dentro de la casa.

—Qué extraño, lo he revisado y parece que no tiene ninguna lesión —dijo la chica después de recostarlo sobre la cama— ¿Qué crees que le haya sucedido, Trunks?

—No lo sé, mamá. Deberíamos de llamar al médico ¿no? En la mañana lo vi que no estaba bien.

—Creo que tienes razón. Iré a llamarle —Bulma parecía preocupada, pues Vegeta era de los que no se enfermaban, ni siquiera alguna clase de gripa parecía afectarle. Pero la posibilidad de que en él se desarrollara alguna enfermedad como la que Goku sufriera del corazón le aterró.

—Ya me encuentro bien. No hagan tanto escándalo —Vegeta había recuperado el conocimiento.

—No seas necio. No creo que te hayas desmayado nada más porque sí —Bulma se acercó hasta la cama, notando la ligera palidez del príncipe.

—No es nada, es sólo el cansancio del entrenamiento —respondió incómodo por la situación.

— ¿Y lo de la mañana, papá? Devolviste el estómago.

—Algo que comí, seguramente porque tu madre cocinó…—Vegeta se quedó a mitad de la frase, interrumpido por la susodicha.

— ¡Idiota! Pues si cocino tan mal ¿cómo es que te acabas todo lo que preparo? —Bulma salió de la recámara, azotando la puerta tras de si— Hombres, todos son iguales de cretinos.

Vegeta ya había escuchado miles de veces aquella frase, pero por alguna razón desconocida para él en esos momentos, aquellas palabras las interpretó de diferente manera. Se levantó de la cama, con una expresión en el rostro que al pequeño Trunks le dio miedo, asemejándole al Majin Vegeta.

— ¿Por hombres te refieres también a ese gusano de Yamsha?

— ¿Ah? —atinó a decir Bulma, sorprendida por la rápida acción del otro que ahora se encontraba en el pasillo a unos cuantos pasos de ella. Parpadeó un par de veces, para después reír un poco— ¿De qué hablas?

—Esa es la pregunta que te he hecho yo —respondió serio.

—Ash, no sé qué quieres decir, pero será mejor que te vayas a descansar. Haré que te suban algo de comer. Debe ser el hambre lo que te tiene así.

— ¡No tengo hambre! —gritó enojado, dándose la media vuelta y regresando a la habitación— ¡No me molesten, déjenme sólo!

Los ojos de Bulma quedaron como plato.

—En verdad que tu padre debe sentirse muy mal como para que diga que no tiene hambre.

— ¿Llamarás al doctor? —Trunks preguntó con preocupación, temeroso de que a su padre le sucediera algo parecido en la pelea contra Babidi y compañía. Él no deseaba ver otra vez a su padre haciendo cosas malas.

Bulma notó todos esos sentimientos y le abrazó por los hombros con ternura.

—No te preocupes, todo saldrá bien. Dejemos que se le pase un poco el mal humor y ya después avisaremos al médico ¿vale? —el niño respondió con un monosílabo un poco más animado.

En tanto, Vegeta se encontraba recargado en la puerta, con brazos y piernas cruzadas y con el dedo índice dando pequeños golpecitos a uno de sus codos, sin entender su arrebato de ira de unos momentos atrás. Repentinamente, su estómago hizo un ruido demandante. Tenía hambre, pero su orgullo le impediría salir en todo lo que restaba de día.

¿Qué clase de enfermedad siniestra sufre el príncipe saiyajin? Esto y más en el siguiente capítulo XD