p class="p1"span class="s1"em¡Hola! Este fue mi primer slash oficial…/em/span/p
p class="p2" /p
p class="p1"span class="s1"emSiempre me encantó la pareja Arthur y Eames, pero nunca me animé a escribir de ella. Es un fic medio raro…y espero que lo puedan entender (o sea, lo que hace es alternar presente con flashbacks)/em/span/p
p class="p2" /p
p class="p1"span class="s1"emEspero no haber hecho cualquier cosa y que les guste, en serio. Lo edité y le agregué varias partes, y creo que quedó mejor, de hecho./em/span/p
p class="p2" /p
p class="p1"span class="s1"strongemDisclaimer:/em/strongem Inception y sus personajes no me pertenecen (lamentablemente)./em/span/p
p class="p2" /p
p class="p1"span class="s1"strongemSummary:/em/strongem Eames y Arthur son tan distintos como lo son el día y la noche y, a pesar de eso, comparten el mismo secreto. Después de todo ¿no dice el dicho que los polos opuestos se atraen?/em/span/p
p class="p2" /p
p class="p2" /p
p class="p2" /p
p class="p1"span class="s1"strongComo el sol y la luna/strong/span/p
p class="p2" /p
p class="p1"span class="s1"La misión había resultado más que exitosa. Ni llegó a pasar una semana, y Robert ya estaba disolviendo el imperio que su padre había creado, haciéndole saber a la prensa y al mundo que no tenía intención alguna en seguir con la empresa. Eso, por supuesto, hizo que la gente empezara hablar, cuestionado su decisión, hablando por lo alto y por lo bajo. Pero Robert parecía estar aliviado con la decisión tomada./span/p
p class="p1"span class="s1"El hecho es que que Saito, siendo la persona perfeccionista que era, además de pagarles con la generosa suma de dinero prometida, decidió ofrecerles a todos que trabajaran pura y exclusivamente para él. Ni siquiera Dom, que había prometido no volver al negocio, pudo rechazar la propuesta: después de todo, el dueño de Proclus Global le permitió ausentarse cada vez que quisiera para recuperar el tiempo perdido con sus niños./span/p
p class="p1"span class="s1"Saltó les compró un pent-house para que pudieran estar cómodos y para que no tuvieran que dormir en el taller./span/p
p class="p1"span class="s1"Y allí estaban, un mes después, trabajando en nuevo caso con una marca que parecía tan interesante como lo había sido Robert. Las relaciones entre ellos seguían igual que siempre. Nada había cambiado y menos aún las discusiones entre Eames y Arthur./span/p
p class="p1"span class="s1"Aunque ya hubieran pasado diez años desde la vez que se conocieron, aunque ya hubiera pasado una década desde aquel entonces, ambos están seguros de una cosa: ninguno de los dos olvidaría jamás aquel día./span/p
p class="p2" /p
p class="p3"span class="s1"strongoOoOoOo/strong/span/p
p class="p2" /p
p class="p1"span class="s1"Arthur esta desempacado sus cosas cuando la puerta se abrió y vio a un joven alto, fornido y de pelo castaño y alborotado, entrar a la habitación. El hombre dejó caer su bolso al suelo y luego, sonriendo, se acercó a él y le tendió la mano./span/p
p class="p1"span class="s1"—Hola, soy Eames, mucho gusto —se presentó con un acento que delataba que era inglés./span/p
p class="p1"span class="s1"—Arthur —se limitó a responder él./span/p
p class="p1"span class="s1"—Arhur —repitió, como si estuviera saboreando la class="Apple-converted-space" /span/span/p
p class="p1"span class="s1"Y Arthur no supo por qué pero la manera en la que dijo su nombre hizo que su estado diera un sacudón. Pestañeó y lo observó./span/p
p class="p1"span class="s1"—Dime ¿has llegado hace mucho? —le preguntó el inglés, sacándose su chaqueta. Arthur pudo notar, gracias a la musculosa blanca que llevaba puesta, los tatuajes que se extendían a lo largo de sus bíceps. Tuvo que hacer un gran esfuerzo en que no se notara que estaba mirándolos./span/p
p class="p1"span class="s1"—Hará unas horas. —contestó./span/p
p class="p1"span class="s1"—Vaya, no eres de los habladores ¿eh? —sonrió de medio lado, dejándose caer sobre una de las dos camas —¿Te molesta si fumo? —Arthur negó con la cabeza. El inglés chasqueó la lengua y sacó un cigarrillo del paquete que guardaba en el bolsillo de sus jeans gastados. Luego, se lo llevó a la boca, lo encendió y le dio una calada. —¿Quieres? —le ofreció, pero Arthur sacudió la cabeza nuevamente. Eames se encogió de hombros y volvió a darle otra calada —¿Hace cuánto te entrenas en esto?/span/p
p class="p1"span class="s1"—¿Año y medio? No lo sé con exactitud…/span/p
p class="p1"span class="s1"—Wow, eres expresivo… ¿no es cierto? —se humedeció los labios tras reír con ironía, dejando escapar una risa seca entre dientes. Y Arthur se halló a sí mismo sin querer admitir que se quedó mirando, como si estuviera en una especia de trance, la manera en la que Eames lamió su labio inferior —¿Cómo llegaste a parar aquí?span class="Apple-converted-space" /span—lo observó. Arthur no respondió, así que Eames habla de nuevospan class="Apple-converted-space" /span—Anda, no me hagas llenarte de class="Apple-converted-space" /span—Arthur suspiró. No era que él no le gustara per se, pero apenas conocía al tipo y ya le estaba haciendo todas estas preguntas, y además era demasiado desinhibido, demasiado suelto: claramente no el tipo de personas con el que solía trabar amistad./span/p
p class="p1"span class="s1"—No lo sé, ¿qué quieres que te diga?/span/p
p class="p1"span class="s1"—Bueno, cómo comenzaste con todo esto, en primer lugar./span/p
p class="p1"span class="s1"—Los sueños siempre me parecieron fascinantes… —explicó/span/p
p class="p1"span class="s1"—De acuerdo ¿y luego? —dijo, dandole otra calada al cigarrillo./span/p
p class="p1"span class="s1"—A los quince empecé a tener sueños lucidos, así que empecí a investigar sobre ellos tanto como pude. Comencé a ir a bibliotecas, comencé a ir a lugares extraños donde tuvieran información rara…Y entonces, descubrí todo esto de la extracción. Investigué e investigué hasta que di a parar con un lugar que se especializaba en sueños compartidos./span/p
p class="p1"span class="s1"—Qué chico tan dedicadospan class="Apple-converted-space" /span—Eames respondió, guiñando el ojo, y Arthur no pudo dilucidar si le estaba tomando el pelo o no. —¿Y qué paso luego?/span/p
p class="p1"span class="s1"—Quise entrar en el negocio pero me dijeron que era muy joven, que tenía que tener por lo menos dieciocho años. Así que bueno, continué investigando por mi cuenta, y después regresé a esa edad, hice varias prácticas y me mandaron aquí a mejorar./span/p
p class="p1"span class="s1"—Si te mandaron aquí de veras deben creer que tienes potencial… —curvó una de las comisuras de su labios tras exhalar el humo del cigarro —Así que dices que empezaste hace no más de dos años, cuando tenías dieciocho —mustió, pensativo —¿O sea que tienes diecinueve? —Arthur asintió —Vaya, eres un crío./span/p
p class="p1"span class="s1"—Disculpa ¿y tú cuántos tienes? —Arthur arqueó una de sus cejas./span/p
p class="p1"span class="s1"—Veintidós. Y hace tres años estudio aquí…yo también entré a los diecinueve —sonrió Eames con sorna. —Dime ¿de qué te encargas con exactitud?/span/p
p class="p1"span class="s1"—Podría decirse que soy arquitecto. Me gusta crear cosas imposibles, paradojas, centrarme en los detalles —respondió y Eames asintió —¿Tú qué haces?-preguntó, porque le pareció lo más educado./span/p
p class="p1"span class="s1"..Digamos que a mí me interesa la parte más…creativa —hizo un gesto con sus manos, acompañando aquella última palabra. Arthur frunció el ceño. —Le dicen falsificación… —volvió a exhalar humo/span/p
p class="p1"span class="s1"—¿Quieres decir un ladrón?/span/p
p class="p1"span class="s1"—No. No exactamente. Como falsificador puedes hacer lo que un ladrón hace, claro, pero es mucho más que simplemente robar. Se trata sobre poder falsificar las cosas y engañar a la marca. Ya sabes, tomo la identidad de otros, moldeo mi apariencia a mi gusto. Fascinante ¿no es así —sonrió, orgullosamente./span/p
p class="p1"span class="s1"Arthur lo observó. Realmente no tenía idea de que existiera algo como la falsificación. Eames le regaló una última sonrisa antes de apagar el cigarrillo./span/p
p class="p1"span class="s1"—Oye, Arthur…como verás, es la primera vez que tengo un compañero de habitación. —Arthur realmente se preguntó qué tenía de obvio eso —Por lo que tengo que decirte: acostumbro a dar una fiesta el primer día de cada mes, así que espero que no te moleste/span/p
p class="p1"span class="s1"Arthur permaneció callado, maldiciendo para sí mismo./span/p
p class="p1"span class="s1"—Así me gusta —sonrió —De acuerdo, nos vemos a la noche./span/p
p class="p2" /p
p class="p2" /p
p class="p3"span class="s1"strongoOoOoOo/strong/span/p
p class="p2" /p
p class="p1"span class="s1"Arthur clavó su mirada perdida en la pared. Estaba harto: sus constantes peleas con Eames lo estaban llevando al borde del colapso. En especial cuando no tenían sentido alguno, y en especial cuando discutían simplemente porque sí. Y quizás, eso era mejor. Quizás eso era mejor que que Eames lo ignorara, quizás prefería que el Inglés lo molestara a que no le prestara atención en lo absoluto. Pero igualmente le dolía, aún cuando no lo demostrara, por supuesto. Porque Arthur siempre había sido el mejor en ocultar sus emociones./span/p
p class="p1"span class="s1"La verdad es que volverse un maestro en no develar sus emociones era algo que había practicado desde niño. Las únicas personas a las que se las mostraba era aquellas con las que él quería mostrarse y punto. Excepto con Eames. Eames, de algún modo, siempre supo como leerlo como si fuese un libro abierto desde el primer momento. Arthur siempre se sintió expuesto con él, y al principio no le gustaba: le hacía sentir débil, desnudo. Pero luego, comenzó a amarlo, comenzó a amar la manera en la que Eames podía saber cómo se sentía con tan solo mirarlo. Comenzó a amar la manera en la Eames sabía que era lo que quería./span/p
p class="p1"span class="s1"Pero ahora estaba en la mierda misma, y ahora que había una enorme distancia ente ellos dos volvía a odiar todo eso. Porque la cuestión es que Arthur siempre fue también muy bueno cuando de leer personas se trataba, pero Eames siempre fue un enigma para él. Y de todas las personas que conocía, era Eames quien siempre seguía sorprendiéndolo. Y la realidad es que pensaba que era algo injusto el hecho de que Eames pudiera leerlo pero él no lo pudiera leer a él. Se sentía en desventaja./span/p
p class="p1"span class="s1"Recordó cuando, en vano, quiso convencer a Dom de que buscara otro ladrón. Recordó como tuvo que controlarse para no suplicarle que no lo contratara, pero que todo en vano, porque como su amigo y líder le había dicho en la misión anterior lo que necesitaban no era un ladrón sino un falsificador. Y aunque a Arthur le hubiera pesado en el alma, sabía que no había nadie que se comparase a Eames cuando de falsificación se trataba. El inglés era el mejor falsificador, de eso no había duda alguna, y eso era probablemente lo que más le molestaba: saber que Eames era, realmente, la única opción posible./span/p
p class="p1"span class="s1"También recordaba que su reencuentro con él tuvo poco y nada de emocionante, sino todo lo contrario: fuespan class="Apple-converted-space" /spanuna de las experiencias más incómodas que tuvo en mucho tiempo. Quizás eso se debió a que ninguno de los dos quiso sacar a flote sus verdaderos sentimientos. Los dos hicieron como si nada hubiera pasado y se hablaron de manera sarcástica, pero la realidad era que Arthur sintió a su corazón encogerse cuando lo vio atravesar las puertas del taller acompañado de Cobb y de Yusuf. No había cambiado mucho: su cuerpo estaba más fornido y ya no lucía el cabello despeinado, pero sus gestos y su manera de hablar seguía siendo la misma de siempre. Todo eso se veía igual, incluso sus ojos brillos y divertidos./span/p
p class="p1"span class="s1"Empezaron a trabajar al instante porque no tenían tiempo que perder, y ni bien lo hicieron, también empezaron las discusiones, las peleas. Y no pararon desde entonces, ni siquiera ahora./span/p
p class="p1"span class="s1"Y Arthur simplemente quería que todo ello simplemente se detuviera./span/p
p class="p2" /p
p class="p2" /p
p class="p3"span class="s1"strongoOoOoOo/strong/span/p
p class="p2" /p
p class="p1"span class="s1"Arthur odiaba que lo desconcertaran pero más aún odiaba a la gente que lo desconcertaba. Y en ese momento estaba odiando a Eames. Lo estaba odiando en serio./span/p
p class="p1"span class="s1"Su compañero inglés, sentado un banco más atrás, parecía prestarle más importancia a la muchacha que tenía al lado, Jennifer, Jessica o como se llamara. que a la clase. Eso le molestaba. Eso le molestaba y mucho. Quiso darse vuelta, quiso girar y gritarle que cerrara el pico, que dejara de cuchichear y de soltar risitas por lo bajo, pero en vez de eso, frunció los labios y siguió anotando, haciendo un gran esfuerzo en no perder sus cabales./span/p
p class="p1"span class="s1"No era precisamente la clase más divertida de las que cursaba, eso era cierto…aún así, debía aprovecharla al máximo. Arthur era la clase de personas que creía que una teoría bien aprendida se terminaba convirtiendo en una excelente base para la práctica: por eso quería aprovechar tanto la clase como le fuera class="Apple-converted-space" /span/span/p
p class="p1"span class="s1"Se tuvo que esforzar sobrehumanamente una vez más para no liquidar a Eames. Le enfurecía que intentara ligar en aquel lugar ¿no podía esperar al tiempo libre? Y además ¿qué demonios hacía en esa clase? Dos semanas atrás, le había dicho que ya llevaba tres años en esa especie de escuela…¿no debería haber visto ya lo que él estaba viendo?/span/p
p class="p1"span class="s1"Cuando el timbre sonó, Arthur colocó los cuadernos debajo de su brazo y, tan rápido como pudo, salió del aula. Estaba demasiado cabreado y bien sabía en el fondo que haber perdido la concentración no era la única razón por la que estaba enojado./span/p
p class="p1"span class="s1"—¡Ey, Arthur, espera! —oyó que le gritaba una voz británica desde el fondo del pasillo./span/p
p class="p1"span class="s1"—¿Qué quieres? —preguntó, de mala gana, dándose media vuelta para mirarlo../span/p
p class="p1"span class="s1"—Vaya, ¡qué carácter! —se burló, extendiendo las comisuras de sus labios —¿Nos hemos despertado con el pie equivocado? —se sacudió el cabello —Me preguntaba si podrías prestarme tus notas: me distraje hablando con…/span/p
p class="p1"span class="s1"—Con Jennifer, ya lo sé. —respondió, tajante/span/p
p class="p1"span class="s1"—Jessica —Eames sonrió de medio lado./span/p
p class="p1"span class="s1"—Como sea —bufó Arthur aunque sí supiera que el nombre de la chica era, de hecho, Jessica —Aquí tienes —le dijo, entregándole los cuadernillos con brusquedad. Eames le sonrió: Arthur odiaba que intentara solucionar todo de aquella manera./span/p
p class="p1"span class="s1"—Gracias, Arthur, te debo una —le guiñó un ojo./span/p
p class="p1"span class="s1"—Pero que sea la última vez. —advirtió./span/p
p class="p1"span class="s1"—Sí, como tú digas… —le respondió, fingiendo no prestar atención./span/p
p class="p2" /p
p class="p2" /p
p class="p3"span class="s1"strongoOoOoOo/strong/span/p
p class="p2" /p
p class="p1"span class="s1"A Eames siempre le había gustado fastidiar a Arthur, posiblemente porque era una de las pocas personas que no se quedaba callado cuando eso sucedía. Y probablemente porque eran loas pocas veces en las que él no era tan indescifrable. Incluso si a él le resultaba fácil leerlo, a veces Arthur bajaba su guardia y a él eso le class="Apple-converted-space" /span/span/p
p class="p1"span class="s1"Le fascinaba oír sus respuestas y la manera en la que trababa su mandíbula, y, más aún, le fascinaba verlo "enojado". No porque gozara de hacerle pasar un mal momento, sino porque en aquel estado, cuando fruncía sus cejas y rodaba sus ojos, Arthur le parecía class="Apple-converted-space" /span/span/p
p class="p1"span class="s1"Arthur seguía siendo un enigma para él incluso después de todo ese tiempo e incluso cuando él era una de las pocas personas que sabía que había dentro de su cabeza, porque mientras que por un lado se hacía escuchar, por el otro lado parecía mantener sus sentimientos bien enterrados en lo profundo: y eso era algo que al inglés siempre lo había vuelto loco, para bien o para mal. Arthur fue siempre muy correcto, muy estructurado, y pocas veces había logrado que Arthur dejara paso a sus impulsos…y una de ellas, un momento que siempre quedaría grabado en su memoria, fue la primera vez que lo besó./span/p
p class="p2" /p
p class="p3"span class="s1"strongoOoOoOo/strong/span/p
p class="p2" /p
p class="p1"span class="s1"Desde su cama, Eames hacía rebotar una pelota de goma sobre la pared opuesta. El cuarto parecía estar dividido en dos por una línea imaginaria. Mientras que el lado que le correspondía a Arthur estaba en perfecto estado, el suyo estaba como si hubiera sido destrozado por un huracá class="Apple-converted-space" /span/span/p
p class="p1"span class="s1"Eames no entendía cómo se las ingeniaba su compañero para mantener todo tan prolijo y ordenado cómo lo hacía. Él no podía mantener las cosas en su lugar por tres días seguidos, lo que hacía que Arthur le gritara regularmente que era la persona más desordenada del mundo. Sonrió para sus adentros y siguió arrojando la bola hasta que Arthur llegó.span class="Apple-converted-space" /span/span/p
p class="p1"span class="s1"Sin mirarlo, el muchacho se dirigió hacia el estéreo que descansaba en una de las esquinas y colocó su cd de Tchaikovsky./span/p
p class="p1"span class="s1"—Oh, ¿quieres sacar eso? —se quejó Eames —¿Por qué no pones algo de lo mío? Genesis, Led Zeppelin, ya sabes, los clásicos —agregó con una sonrisa juguetona. Él odiaba la música que escuchaba Arthur: le parecía totalmente tediosa. Prefería la música más movida, más excitante…para él no había nada como el rock inglés./span/p
p class="p1"span class="s1"—No fastidies —pidió, resoplando —Si tú no sabes apreciar la música clásica, tú sabes, emlos verdaderos clásicos,/em es problema tuyo ¿no? Por algo siguen escuchándose Mozart o Bach o Tchiacovsky después de tanto tiempo. —Eames rodó sus ojos y largó una carcajada: Arthur era un sábelo todo. —Además no estoy de humor para tus burlas, así que detente./span/p
p class="p1"span class="s1"—¡Qué carácter! ¿Qué ha sucedido para que te cabrees así?-se inclinó hacia adelante para mirarlo./span/p
p class="p1"span class="s1"—No es de tu incumbencia, —contestó, tajante, con una voz seca. —sólo te burlarías aún más de mí./span/p
p class="p1"span class="s1"—Anda, dime —le suplicó./span/p
p class="p1"span class="s1"—No, no lo entenderías… —sacudió la cabeza mientras se sentaba en su cama para observarlo./span/p
p class="p1"span class="s1"—Pruébame —lo desafió. Arthur suspiró./span/p
p class="p1"span class="s1"—De acuerdo…me pusieron una B en "Robo de ideas"./span/p
p class="p1"span class="s1"—Tienes razón, no entiendo. —Eames respondió, asombrado, enarcando una de sus cejas./span/p
p class="p1"span class="s1"—Una B no es una nota lo suficientemente buena, Eames./span/p
p class="p1"span class="s1"—Tienes que estar bromeando… —soltó una risotada que hizo que Arthur lo fulminara con la mirada./span/p
p class="p1"span class="s1"—¿Ves? Precisamente por esto no quería contarte./span/p
p class="p1"span class="s1"—Bien, espera…no puede ser que te pongas así por no haberte sacado una A./span/p
p class="p1"span class="s1"span class="Apple-converted-space" /span—Yo siempre acostumbro a sacar As./span/p
p class="p1"span class="s1"—Bueno, y hoy has recibido tu primera B ¿y qué? No es la muerte de nadie, sobretodo considerando que esa es una excelente nota. —Arthur, en lugar de contestar, apretó todavía más su mandíbula-Oh, vamos…si tanto te preocupa una B, yo puedo ayudarte. Robos, además de falsificación, por supuesto, es lo que mejor se me da-Arthur no contestó sino que se desplomó sobre la cama. Eames sacudió la cabeza-Vale, ¿Sabes que haremos?/span/p
p class="p1"span class="s1"—No haremos nada —respondió Arthur, tajante./span/p
p class="p1"span class="s1"—Ah, te equivocas. —Eames esbozó una sonrisa picarona. Se levantó de su cama y se dirigió hacia su escritorio. Abrió uno de los cajones y hurgó en él hasta encontrar dos botellitas que contenían un líquido transparente-Ahora, querido Arthur, tú y yo nos embriagaremos./span/p
p class="p1"span class="s1"—Debes estar realmente mal de la cabeza si piensas que yo embriagaré contigo, aquí, en nuestro cuarto del instituto. Más aún cuando tenemos que ir a clase mañana./span/p
p class="p1"span class="s1"—Oh, anda…deja de ser tan aburrido. Necesitas relajarte un poco, necesitas soltarte un poco más./span/p
p class="p1"span class="s1"—Lamento no ser irresponsable como tú, Eames./span/p
p class="p1"span class="s1"—Wow…me ofendes, cariño. —le replicó con sarcasmo —Anda, una ronda por lo menos ¿o me dirás que tienes miedo?/span/p
p class="p1"span class="s1"—No, no se llama miedo. Se llama responsabilidad./span/p
p class="p1"span class="s1"—Vamos, Artie, suéltate de una buena vez… —lo desafió Eames, acercándose hacia su cama./span/p
p class="p1"span class="s1"—¿Artie? —frunció el ceño./span/p
p class="p1"span class="s1"—Es un buen apodo, ¿no crees? —sonrió —Anda, vamos./span/p
p class="p1"span class="s1"—emUna/em ronda ¿de acuerdo?/span/p
p class="p1"span class="s1"—¿Has jugado alguna vez al "Yo nunca"? —sonrió de medio lado. Arthur asintió —Bien, entonces supongo que no tendrás problema en jugarlo de nuevo. Le dio una de las dos botellas a Arthur y espero a que la abriera —Nunca…hice trampa en una prueba —sonrió de medio lado y tomó. No se sorprendió cuando Arthur no lo hizo. —Por supuesto… —carcajeó./span/p
p class="p1"span class="s1"—Nunca…fumé marihuana. —ninguno de los dos bebió de su botella —¿En serio? —enarcó una ceja./span/p
p class="p1"span class="s1"—Solo fumo tabaco —sonrió Eames —De acuerdo. Nunca…perdí una apuesta. —dijo, y ambos tomaron al unísono./span/p
p class="p1"span class="s1"—¿Por qué has tomado?/span/p
p class="p1"span class="s1"—Porque perdí una apuesta./span/p
p class="p1"span class="s1"—Sí, pero hiciste lo mismo la vez anterior —respondió, frunciendo el ceño —Pensé que se suponía que debías decir cosas que no hiciste./span/p
p class="p1"span class="s1"—Estoy dándome el lujo de cambiar un poco las reglas —río —Diré lo que sea, y si lo hice, beberé yo también./span/p
p class="p1"span class="s1"—De acuerdo. Entonces…nunca he besado a una chica.—dijo. Eames tomó y esbozó una sonrisa torcida cuando vio que Arthur no lo hizo./span/p
p class="p1"span class="s1"—Nunca he besado a un chico.-Arthur lo miró fijamente antes de llevar la botella a sus labios y beber un sorbo. La media sonrisa de Eames se ensanchó aún más antes de beber él también./span/p
p class="p1"span class="s1"—Nunca estuve con una chica/span/p
p class="p1"span class="s1"—Acabas de preguntarme eso, Artie./span/p
p class="p1"span class="s1"—No, no me refiero a besar. —Arthur sacudió la cabeza./span/p
p class="p1"span class="s1"—Oh, vaya, mírate —soltó unaspan class="Apple-converted-space" /spanrisa, pero no bebió./span/p
p class="p1"span class="s1"—¿Entonces no?/span/p
p class="p1"span class="s1"—Bueno, no he tomado, ¿verdad? —le respondió y Arthur rodó los ojos. Eames se rió —No, no me gustan las chicas./span/p
p class="p1"span class="s1"—¡Pero acabas de decir que sí has besado chicas!/span/p
p class="p1"span class="s1"—Lo hice, sí. Cuando tenía 14 años, antes de darme cuenta de que no me gustaban./span/p
p class="p1"span class="s1"—Entonces Jennifer…/span/p
p class="p1"span class="s1"—emJessica/em es solo una amiga —rió entre dientes —Mi turno: nunca estuve con un chico. —bebió./span/p
p class="p1"span class="s1"Arthur lo miró, penetrándole el alma con sus ojos negros, y después de un momento en silencio, finalmente le dio un sorbo a su botella. Eames se relamió los labios y tragó saliva pero no dijo palabra alguna./span/p
p class="p1"span class="s1"Por supuesto que terminaron jugando más de una ronda. Y a medida que pasaban las horas, más borracho se sentía y más problemas tenía en formular frases coherentes. Sentía como si todo estuviera pasando en cámara lenta, aún cuando su mente funcionaba a la perfección. Eames se rió y estiró sus piernas./span/p
p class="p1"span class="s1"—Oye, Arthur, gracias por haberme prestado tus notas el otro día./span/p
p class="p2" /p
p class="p1"span class="s1"—Sí, ya te dije que era la última vez que sucedería…/span/p
p class="p2" /p
p class="p1"span class="s1"—Anda…sabes que me las volverás a prestar —sonrió, mostrando sus dientes./span/p
p class="p2" /p
p class="p1"span class="s1"—¡Basta! Basta con eso…estoy harto de que pienses que por tener una linda sonrisa puedes hacer lo que se te dé la gana.—lo retó. Eames se irguió y lo miró, esbozando una sonrisa aún más ancha que la anterior, una sonrisa pícara./span/p
p class="p1"span class="s1"—Aguarda…¿piensas que tengo una linda sonrisa? —se mordió la punta de la lengua —Eso es muy tierno ¿sabes?./span/p
p class="p1"span class="s1"—¡No, no…eso es lo que las chicas dicen! —respondió Arthur, intentando deshacer lo que había dicho un momento atrás./span/p
p class="p1"span class="s1"—No, no me importa lo que ellas digan… ¿eso es lo que tú piensas? —se aproximó a él./span/p
p class="p1"span class="s1"—Por favor, Eames…no seas ridículo. —le pidió pero el inglés sólo rió./span/p
p class="p1"span class="s1"—Es curioso ¿sabes? Porque yo también pienso que tienes una sonrisa muy mona —redujo la distancia que los separaba, colocando su nariz a pocos centímetros de la de Arthur —Aunque sonrías cada muerte de obispo./span/p
p class="p1"span class="s1"—Eames ¿qué demonios haces? —preguntó Arthur, nervioso y Eames no pudo evitar mirar la manera en la que su nuez de adán se movió cuando tragó saliva./span/p
p class="p1"span class="s1"—¿Qué crees que hago? —respondió, en una voz muy baja, levantando sus cejas./span/p
p class="p1"span class="s1"—Eames, en serio ¿qué demonios haces? —repitió, inclinando su torso hacia atrás./span/p
p class="p1"span class="s1"—¿Puedes callarte y simplemente dejarte llevar?/span/p
p class="p1"span class="s1"—No creo que sea lo más prudente, Eames —se esforzó en decir Arthur./span/p
p class="p1"span class="s1"—Shhh-lo calló, tapando su boca —Eres demasiado malditamente correcto —volvió la mano a su lugar y lo miró.span class="Apple-converted-space" /span—Simplemente…déjate llevar —y antes de que Arthur pudiera contestarle, lo besó. Y lo que más le sorprendió, lo que más le quito el aliento fue que Arthur anudó los brazos detrás de su cuello y le devolvió el beso. Eames dejó escapar un gruñido de sorpresa y le mordió suavemente el labio inferior para poder explotarle la boca, y cuando Arthur se lo permitió y succionó su lengua, atrayéndolo hacia sí, cuando el sabor de él explotó en su boca, sintió que podría haberse desmayado. Perdió la noción del tiempo: no supo por cuánto tiempo se estuvieron besando, pero lo hicieron hasta que los llamaron para cenar y no pudieron sentir más sus labios./span/p
p class="p2" /p
p class="p3"span class="s1"strongoOoOoOo/strong/span/p
p class="p2" /p
p class="p1"span class="s1"Nunca pudo responderse por qué razón sucumbió ante los encantos de Eames. Lo que sí sabía, sin embargo, era que, por mucho que intentara negarlo en el momento, se moría de ganas de sentir a sus labiosspan class="Apple-converted-space" /spansobre los suyos de nuevo. Nunca nadie antes lo había besado con la decisión que lo besó Eames. Nunca nadie antes lo había hecho temblar en la manera en la que Eames lo hacía, haciendo que sus rodillas se le debilitaran con coso tocarlo. Aún después de tantos años, Arthur seguía preguntándose qué fue lo que el inglés hizo para despertar el interés en él ¿Fue su sonrisa irresistible o su personalidad encantadora? ¿Fue su acento europeo o su aire despreocupado? ¿Fue el hecho de que Eames sabía que él era mucho más de lo que le mostraba al mundo? ¿O el hecho de que Eames lo hacía reír como nadie más lo hacía? Quizás, solo quizás, haya sido todo junto./span/p
p class="p2" /p
p class="p2" /p
p class="p3"span class="s1"strongoOoOoOo/strong/span/p
p class="p2" /p
p class="p1"span class="s1"Arthur entró en su habitación después de un día agotador. Había tenido que construir una ciudad y, aunque aquello le encantara, el esfuerzo implicaba un desgaste mental bastante class="Apple-converted-space" /span/span/p
p class="p1"span class="s1"Sin embargo, hace unos días, había comenzado a ejercer prácticas que les correspondían a los llamados hombres-clave. Eso sí que era un desafío, sin mencionar que también era sumamente interesante. Por que era así, era un verdadero desafió tener que averiguar todo sobre el sujeto en cuya mente te debías adentrar. No podías olvidarte de ni un solo detalle, de lo contrario la misión podría haberse arruinado por completo. Era una de esas tareas que requería perfección para llevarse a cabo, lo que significaba que tenía que cerciorarse de que todo estuviera bien. Pero ese tipo de trabajo le encantaba: después de todo, los detalles de las personas y escenarios siempre le habían fascinado y habían sido lo suyo./span/p
p class="p1"span class="s1"Cuando entró a la habitación, se encontró a Eames riéndose apenas a unos centímetros de un chico llamado Elliot o cualquiera que haya sido su nombre. Y no pudo evitar tensar su mandíbula y sentir un ardor en la boca de su estómago. No pudo evitar sentir un sabor amargo en su boca cuando lo vio a Elliot apoyar su mano sobre la de Eames. El chico era lindo, no tenía sentido alguno negarlo. Era alto, rubio, con ojos grandes y azules,y sabía que estaba con Eames en la clase de falsificación. Y no era la primera vez que encontraba a Elliot en la habitación, y tampoco la primera vez que los hallaba de esa manera. Así que esta vez simplemente algo en él se quebró./span/p
p class="p1"span class="s1"—De acuerdo, puedes irte ya —le dijo, claramente molesto. Elliot se dio vuelta y lo miró, desconcertando. Eames, en cambio, ahogó una risita y alzó su vista para observarlo, alzando ligeramente las cejas de una manera provocadora. —Este cuarto no es un jodido burdel, y estoy harto de que piensen que pueden revolcarse por aquí mientras yo no estoy. Si quieren hacer lo suyo, vayan a otro lado/span/p
p class="p1"span class="s1"—¿Eames? —le preguntó el rubio, apretándole la mano. El inglés miró a Arthur, sonriendo de medio lado sin siquiera darse vuelta para mirar al otro./span/p
p class="p1"span class="s1"—Ve, Elliot, te veré en clase mañana. —dijo sin romper el contacto visual con él. Arthur, en cambio sí lo rompió para fijarse en la manera en la que Elliot miró a Eames, como si no hubiera esperado esa respuesta en lo absoluto. Se veía decepcionado, como si no pudiera creer que alguien lo estaba rechazando o como si no pudiera creer que Eames lo estaba eligiendo a Arthur en vez de él. Elliot se levantó, frustrado y enojado, y se fue de la habitación sin decir nada./span/p
p class="p1"span class="s1"—Vaya, cariño, tu carácter me sorprende cada vez más. —tomó el paquete de cigarrillos de su escritorio. Encendió uno de los últimos que le quedaba y lo observó mientras le daba una calada./span/p
p class="p1"span class="s1"—Ya te dije que no me llamaras cariño, Eames. Y me tienes harto, no me importa si te arruiné una posible follada . Si te quieres meter adentro de sus pantalones, de acuerdo, hazlo. Ve a su habitación o lo que sea: simplemente no lo hagas aquí./span/p
p class="p1"span class="s1"—Nah, no me arruinaste ninguna posible follada —le guiñó un ojo —Pero no sabía que fueras de los tipos celosos, Arthur —sonrió, seductoramente, con el cigarrillo colgándole de los labios./span/p
p class="p1"span class="s1"—¿Celoso, yo? ¿De quién, de ti? Debes estar loco si piensas que a mí me gusta Elliot./span/p
p class="p1"span class="s1"—Ah…pero yo nunca dije que te gustara Elliot, ni tampoco que estuvieras celoso de mí —exhaló el humo por sus fosas nasales./span/p
p class="p1"span class="s1"—¿Entonces de quién…? —frunció el ceño./span/p
p class="p1"span class="s1"—Es muy tierno que seas celoso —admitió, esbozando una sonrisa de oreja a oreja./span/p
p class="p1"span class="s1"—Estás mucho más chiflado de lo que creía./span/p
p class="p1"span class="s1"—¿Sabes?-comenzó a decir con voz pausada y lenta —Sería todo mucho más simple… —le dio una última calada al cigarrillo y lo apagó en el cenicero —si admitieras que no puedes olvidarte del beso que nos dimos —exhaló el humo por la boca./span/p
p class="p1"span class="s1"—Estábamos borrachos, Eames. No significó nada…/span/p
p class="p1"span class="s1"—Ni tú mismo te crees eso —se mordió el labio inferior./span/p
p class="p1"span class="s1"—Para ya, Eames, deja de fastidiarme./span/p
p class="p1"span class="s1"—Puedes admitirlo ¿sabes? Yo también he pensado en ello. —dijo con tranquilidad —Todos los di… —pero no pudo seguir hablando porque Arthur se abalanzó sobre él y, aferrándose a su camiseta, estampó su boca sobre la de él. Eames no tardó en reaccionar y lo tomó de la nuca, enredando como pudo los dedos en su pelo corto. Arthur lo empujó contra la pared y le exploró ansiosamente la boca con la lengua, apegándose a su cuerpo. Los dos respiraban entrecortadamente, jadeando. Eames estaba a punto de deslizar sus manos hacia la espalda de Arthur cuando el otro se dejó caer de rodillas. Desvió su vista hacia abajo y observó la manera en la que Arthur lo miró, lamiéndose los labios antes de abrirle el cierre de sus pantalones. Y entonces, de repente, la boca de Arthur estaba sobre él./span/p
p class="p1"span class="s1"—Mierda —Eames jadeó, hundiendo sus dientes en u labio inferior. Llevó su mano hacia la cabeza de Arthur y enredo sus dedos,span class="Apple-converted-space" /spany gimió cuando sintió a Arthur hacer un sonido húmedo "Mierda" repitió. Y luego dejó de hablar. Empezó a jadear, dejando escapar un gruñido de placer lo que aparentemente tuvo un efecto sobre Arthur porque le empezó a dar más placer todavía./span/p
p class="p1"span class="s1"Eames podía sentir al orgasmo formarse en su estómago, listo para explotar. —Demonios, estoy cerca./span/p
p class="p2" /p
p class="p1"span class="s1"De repente, alguien tocó la puerta de la habitación. Como no contestaron, volvieron a tocar./span/p
p class="p1"span class="s1"—¿Sí? —Eames se las ingenió para preguntar con la voz débil./span/p
p class="p1"span class="s1"—Hora de cenar —dijo una voz masculina. —Tienen que bajar./span/p
p class="p1"span class="s1"—Ahí vamos —respondió el inglés, y por supuesto que ni bien dijo esto se vino en la boca de Arthur. —Demonios, lo siento —se disculpó con la respiración todavía entrecortada./span/p
p class="p1"span class="s1"Sin embargo a Arthur no pareció importarle. Se paro y se limpió la boca con el dorso de su mano, encogiéndose de hombros./span/p
p class="p1"span class="s1"—Wow, eres increíble. —Eames suspiró. —No sabía que fueras tan intenso, cariño. —lo miró, pero Arthur no dijo palabra alguna. Esbozó una sonrisa torcida y luego se acercó a él para darle un besospan class="Apple-converted-space" /spanhúmedo en los labios, saboreando su propio gusto. —Este beso va a ser aún más difícil de olvidar. —le guiñó el ojo y salió al pasillo./span/p
p class="p2" /p
p class="p2" /p
p class="p3"span class="s1"strongoOoOoOo/strong/span/p
p class="p2" /p
p class="p1"span class="s1"Eames extrañaba aquellos días en los que llamar su atención le era fácil. Y la realidad es que nunca había sido difícil porque Arthur le contesta a cualquier cosa que dijera. Eames sabía como afectarlo. Porque estuviera de acuerdo o no, Arthur siempre discutía con él, a veces simplemente para bromear ente ellos y eso a él le class="Apple-converted-space" /span/span/p
p class="p1"span class="s1"Arthur no era como nadie que hubiera conocido, no era como todos…y no porque se hiciera el difícil-algo que le admitiría después de mucho tiempo, que le encantaba que Eames lo persiguiera-sino porque era mucho más profundo que los demás, mucho más interesante. Sí, era serio, a veces hasta parecía aburrido, pero Eames sabía que Arthur no era aburrido en lo absoluto, sino todo lo opuesto. Arthur siempre había sido tan complejo, tan interesante. Estaba lleno de capas que a Eames le encantaba desplegar y descubrir porque siempre tenía algo nuevo para sorprenderlo. Y estaba seguro de que seguía siendo así, estaba seguro de que seguía teniendo todas estas complejidades. Podía verlo, incluso diez años después, aquello que lo había cautivado cuando lo conoció seguía presente. Su inteligencia, determinación y ternura siempre lograron derretirlo por completo. La diferencia era que ahora, Arthur estaba cerrado totalmente con él. Siempre pudo leerlo, pero a él le gustaba cuando Arthur se abría intencionalmente. Y podía verlo abrirse con Dom, con Ariadne, a quien cuidaba como si fuese un hermano mayor o un tutor. Incluso lo veía abrirse de vez en cuando con Yusuf. Pero para él solo tenía miradas frías, y eso lo estaba destrozando, y lo peor de todo era que estaba seguro de que Arthur no tenía intención de abrirse con él nunca más./span/p
p class="p2" /p
p class="p3"span class="s1"strongoOoOoOo/strong/span/p
p class="p2" /p
p class="p1"span class="s1"Una de las cosas que caracterizaba a Arthur era que cuando hacía sus deberes no se despegaba de la silla hasta terminarlos, y una de las cosas que caracterizaba a Eames era lo persuasivo que podía llegar a ser cuando se lo proponía. Habían pasado dos días desde la segunda vez que se besaron y Eames no tenía intención de dejar que pasara mucho tiempo antes su próximo beso. Porque si bien es cierro que solo se habían besado dos veces, ya se sentía adicto a los labios de Arthur, intoxicado por ellos. Y nunca antes se había sentido así de loco por alguien. No porque le gustara acostase con todos, simplemente nunca había encontrado a nadie que lo cautivara así…hasta que conoció a Arthur./span/p
p class="p1"span class="s1"El inglés entró en la habitación para encontrar a Arthur sentado frente al escritorio, con la nariz pegada al libro que estaba leyendo. Admiraba su constancia pero, también, sentía que el muchacho debía probar, alguna que otra vez, lo que era ser un poco rebelde. Se acercó hacia donde estaba e hizo que su silla giratoria rotara 180 grados para quedar cara a cara con él. Su compañero frunció los labios./span/p
p class="p1"span class="s1"—¿No ves que estoy estudiando?/span/p
p class="p1"span class="s1"—Vamos, Artie…que te rebeles un día no le hará daño a nadie. —le aprisionó el cuerpo, colocando los brazos sobre el escritorio. Entonces, comenzó a besar su cuello./span/p
p class="p1"span class="s1"—Ya me dijiste lo mismo varias veces-alzó una ceja y Eames simplemente sonrió.span class="Apple-converted-space" /span/span/p
p class="p1"span class="s1"—Vaya ¿en serio? —respondió, inclinándose hacia adelante para besarle el class="Apple-converted-space" /span/span/p
p class="p2" /p
p class="p1"span class="s1"—Sí. —Arthur cerró los ojos en el momento en que sintió a Eames posar sus labios detrás de su oreja./span/p
p class="p1"span class="s1"—Eames, no deberíamos…no me parece prudente… —intentó decir, cerrando los ojos con más fuerza aún./span/p
p class="p1"span class="s1"—Lo mismo dijiste las otras veces y, aún así, terminamos a los besos. —susurró contra su piel, antes de ascender hasta su mandíbula. Eames se separó ligeramente para poder mirarlo. Los ojos de Arthur estaban ensombrecidos, más oscuros de lo que ya eran porque sus pupilas estaban completamente dilatadas. —Y la última vez, tú te abalanzaste sobre mí ¿No es así? —redujo el espacio entre ellos, hasta quedar a escasos milímetros de la boca de class="Apple-converted-space" /span/span/p
p class="p1"span class="s1"Eames aguardó un instante y entonces, hundiendo los labios en los suyos, se deshizo por completo de la distancia que los separaba. Arthur lo tomó de la camiseta para atraerlo más hacia sí y enterró la mano que tenía libre en su nuca. Eames sonrió contra su boca y le mordisqueó el labio inferior. Luego, lo agarró de la cintura y lo obligó a pararse para poder envolverlo con sus brazos con mayor facilidad. De a pasos cortos, lo fue empujando hasta su cama y lo hizo acostarse sobre el colchón./span/p
p class="p1"span class="s1"Eames se recostó sobre sobre él y enterró su cabeza en su cuello. Succionó su piel pálida, mordiéndola suavemente para dejarle una marca. Y Arthur, lejos de importarle, lo agarró de la nuca para que siguiera haciéndolo. Eames se puso de rodillas y abrió la camisa de Arthur, que lo miraba ansioso. Sonrió y luego se inclinó hacia abajo para dejar un camino de besos húmedos desde su pecho hasta su class="Apple-converted-space" /span/span/p
p class="p1"span class="s1"—Mi turno. —susurró. Abrió los jeans de Arthur y se deshizo tanto de sus pantalones como de su ropa anterior, dejándolo medio desnudo. Pero se tomó su tiempo: no le besó la entrepierna directamente, no. Primero le besó los muslos, mordisqueándoles la piel para dejar todavía más marcas. Y cuando Arthur le rogó que dejara de provocarlo, obedeció Lo tomó de las caderas, forzándolo a quedarse pegado al colchón mientras se la chupaba, y hacía que que se retorciera de placer, que se class="Apple-converted-space" /span/span/p
p class="p1"span class="s1"—Mierda, mierda, mierda. —Arthur dejó escapar, mientras el pecho le subía y le bajaba. Y eso hizo que Eames siguiera con su tarea por que lo único que quería en ese momento era darle placer. —Eames, si no paras ahora, me… —Eames sabía lo que iba a decir y era eso lo que quería. Quería todo lo que Arthur tenía para ofrecerle, tal y como hizo con él la vez anterior. Así que cuando Arthur se corrió en su boca, tragó todo./span/p
p class="p1"span class="s1"Eames sonrió y se arrastró hacia el cuerpo sudado de Arthur. —Sabes increíble. —le susurró al oído./span/p
p class="p1"span class="s1"Artur se rió./span/p
p class="p1"span class="s1"—Eres desagradable. —le respondió, pero Eames supo que lo dijo en una manera cariñosa./span/p
p class="p1"span class="s1"Después de ese incidente, comenzaron a hacer todo eso con regularidad: a darse besos, a darse placer mutuamente, a esconderse dentro de aulas vacías para besuquearse con intensidad. Y un día dejó de ser casual, aunque nunca haya sido casual en primer lugar./span/p
p class="p2" /p
p class="p2" /p
p class="p3"span class="s1"strongoOoOoOo/strong/span/p
p class="p2" /p
p class="p1"span class="s1"Arthur se dirigió a la cocina e impulsó su puño sobre la pared. Sacudió la mano, maldiciendo en voz baja, y dio un respingo sobre su lugar cuando escuchó que alguien lo llamó por el nombre./span/p
p class="p1"span class="s1"—Jesús/span/p
p class="p1"span class="s1"—Nop, solo soy yo —Ariadne sonrió/span/p
p class="p1"span class="s1"—Casi me das un infarto./span/p
p class="p1"span class="s1"—Oh, lo siento. —le respondió dejando escapar una risa mientras se acercaba al refrigerador para sacar una botella de cerveza. La abrió, se sentó sobre la mesada de mármol y le dio un sorbo —¿Está todo bien? —quiso saber./span/p
p class="p2" /p
p class="p1"span class="s1"—Sí…sí, estoy bien, simplemente estoy cansado./span/p
p class="p2" /p
p class="p1"span class="s1"—Ya veo… —contestó ella, sin mucha convicción, dándole otro sorbo a la botella/span/p
p class="p2" /p
p class="p1"span class="s1"—¿Y como estuvo tu día? —quiso saber./span/p
p class="p2" /p
p class="p1"span class="s1"—Bien, muy bien. Cansador pero interesante. Eames me enseñó algo de falsificación y es realmente fasicnante. —Arthur asintió —Me gusta, aunque sigo prefiriendo lo que hago yo./span/p
p class="p1"span class="s1"—Puedo entender eso. Construir cosas imposibles es simplemente…increíble./span/p
p class="p1"span class="s1"—Sí. Sí, lo es. Oye. Arthur ¿puedo hacerte una pregunta?-le penetró la mirada con sus ojos negros y Arthur asintió —No sé cómo preguntarte esto sin parecer que meto las narices dónde no me incumbe…o sin parecer desubicada./span/p
p class="p1"span class="s1"—Anda, dispara. —le dijo mientras sacaba una botella de cerveza para él./span/p
p class="p1"span class="s1"—¿Qué sucede entre Eames y tú?/span/p
p class="p1"span class="s1"Mierda. Debería haber visto venir esa pregunta./span/p
p class="p1"span class="s1"—¿A qué te refieres? —preguntó, abriendo la botella./span/p
p class="p1"span class="s1"—Creo que sabes muy bien a lo que me refiero-sonrió./span/p
p class="p1"span class="s1"—Bueno…como probablemente te has dado cuenta, no disimulamos mucho lo mal que nos llevamos. —tomó un trago./span/p
p class="p1"span class="s1"—De acuerdo…seré más clara: ¿hace mucho que están enamorados?/span/p
p class="p1"span class="s1"—Ariadne, no sé de…/span/p
p class="p1"span class="s1"—Oh, anda, no soy estúpida…la tensión que hay entre ustedes dos podría cortarse con un cuchillo: se siente en el aire, se huele y se respira./span/p
p class="p1"span class="s1"Arthur suspiró y apoyó su espalda sobre la pared, luego rió entre dientes mientras le da otro sorbo a la botella. Ariadne era muy perceptiva, así que no le sorprendía realmente que se haya dado cuenta de eso./span/p
p class="p1"span class="s1"—Supongo que no tiene sentido alguno negarlo ¿verdad?/span/p
p class="p1"span class="s1"—Nop/span/p
p class="p1"span class="s1"—Hace tiempo que no lo veía ¿sabes? Cinco años, para ser exacto…y de repente me veo obligado a compartir con él tanto tiempo como antes./span/p
p class="p1"span class="s1"—¿Pero, cómo? ¿Ya habías pasado tiempo con él?/span/p
p class="p1"span class="s1"Arthur sonrió con melancolía y asintió./span/p
p class="p1"span class="s1"—Sí…Dos veces, de hecho. La primera fue cuando estudiamos juntos, hace diez años. —suspiró —Vaya…qué tiempos./span/p
p class="p1"span class="s1"—¿Estaban juntos en ese entonces? —ella preguntó y Arthur asintió —¿Y la segunda?/span/p
p class="p1"span class="s1"—La segunda fue en el ejército./span/p
p class="p2" /p
p class="p2" /p
p class="p3"span class="s1"strongoOoOoOo/strong/span/p
p class="p2" /p
p class="p1"span class="s1"Ni bien Eames entró en la habitación, Arthur reparó en lo triste que estaba. Y verlo así le dolía porque el inglés siempre se mostraba alegre y divertido y en ese momento se veía miserable./span/p
p class="p1"span class="s1"—No lo entiendo —dijo Eames. —Estoy aquí desde hace tres años y es la primera vez que mandan a los estudiantes a distintos lugares. Yo… —cerró los ojos —Carajo, cuando lo escuché tuve la esperanza de que nos mandaran al mismo lugar, pero son quiera vamos a estar en el mismo continente. —se rió tristemente./span/p
p class="p1"span class="s1"Y era una mierda. Realmente lo era. Cuando el profesor le dijo que él iría a Lyon y Eames a Mombassa también se puso class="Apple-converted-space" /span/span/p
p class="p1"span class="s1"El silencio se había apoderado de la habitación. Eames se hallaba sentado en su cama, con los pies sobre el suelo y la cabeza refugiada entre los brazos que mantenía apoyados en sus muslos. Arthur nunca lo había visto de esa manera: triste y sin ánimos. Le dolía que estuviera así de dolido, le hacía sentir impotente. Se paró y se sentó a su lado, y luego le acarició la espalda con dulzura./span/p
p class="p1"span class="s1"—No pongas esa cara, Eames…son solo decicocho meses, verás que pasarán rápido.-le dijo. El inglés alzó su cara para sonreírle pero luego volvió a clavar su vista en el suelo./span/p
p class="p1"span class="s1"—Sí, supongo que sí…—suspiró, intentando animarse un poco./span/p
p class="p1"span class="s1"—Hey… —le dijo, tomándole la mano. Acarició su dorso y luego besó sus yemas-Nos mantendremos en contact. —le prometió, sin despegar la boca de sus dedos. —Después de todo, existe el teléfono… -Eames se acercó a él y lo besó./span/p
p class="p1"span class="s1"—Gracias por el año que me diste, cariño. —y entonces lo abrazó./span/p
p class="p1"span class="s1"Arthur le devolvió el abrazo, enterrándole la cara en el cuello. No sabía realmente qué eran. Lo que sí sabía, sin embargo, era que, más allá de eso, estaba perdidamente enamorado de él y que ese año de discusiones, besos y caricias, y de ser su compañero de cuarto fue el mejor de su vida./span/p
p class="p1"span class="s1"Como sabían que no iban a verse por meses, hicieron el amor. Hicieron el amor como tantas otras veces. Se perdieron en el momento, en las sábanas u en el otro. Pero esta vez, entre cuerpos sudorosos, calientes y entre jadeos se prometieron que no dejarían a eso morir./span/p
p class="p2" /p
p class="p2" /p
p class="p3"span class="s1"strongoOoOoOo/strong/span/p
p class="p2" /p
p class="p1"span class="s1"—Eames…¿puedo hablar contigo? —preguntó Ariadne, sentándose a su lado en el gran sofá del salón principal./span/p
p class="p1"span class="s1"—Por supuesto que sí, linda… —le sonrió, rodeándola con el brazo. Le encantaba protegerla…para el inglés, ella era como la hermana menor que nunca había tenido pero siempre había querido tener./span/p
p class="p1"span class="s1"—¿Tienes pensado recuperar a Arthur? —alzó su rostro para mirarlo a los ojos. Eames no pudo evitar extender sus comisuras./span/p
p class="p1"span class="s1"—Vaya, te has dado cuenta ¿eh? —pero eso no le sorprendió realmente porque él sabía que Ariadne era una persona altamente intuitiva./span/p
p class="p1"span class="s1"—¿No me lo negarás, entonces? —frunció su nariz./span/p
p class="p1"span class="s1"—¿Por qué? —quiso saber —¿Él lo hizo?/span/p
p class="p1"span class="s1"—No…no realmente./span/p
p class="p1"span class="s1"—Ajá…y dime, dulzura, ¿andas haciendo de celestina o qué?/span/p
p class="p1"span class="s1"—¿Qué paso una vez que se separaron antes de ir al ejército? —preguntó, haciendo caso omiso al chiste de Eames./span/p
p class="p1"span class="s1"—Así que te contó sobre eso...Bueno, nos mantuvimos en contacto: o bien yo lo llamaba a él, o él me llamaba a mí./span/p
p class="p1"span class="s1"—¿Hablaban seguido?/span/p
p class="p1"span class="s1"—Por lo menos cada tres días. —sonrió. —Sí, hablábamos seguido…Nos pasábamos al teléfono horas y horas. A veces no hablábamos en lo absoluto, simplemente nos quedamos ahí ¿sabes? —se rascó la nuca y suspiró. —Gracias a eso, los dieciocho meses pasaron rápido. Él llegó al ejército una semana antes que yo, y en esos días no pudimos hablar…Pero volverlo a ver…cielos, fue lo mejor que pasó en mucho tiempo./span/p
p class="p2" /p
p class="p2" /p
p class="p3"span class="s1"strongoOoOoOo/strong/span/p
p class="p2" /p
p class="p1"span class="s1"Eames saltó del jeep cuando llegó a la base del ejército. No le sorprendió ver a los alumnos de su vieja institución allí. Siguió al hombre que lo recibió y entró al galpón. Adentro, hombres y mujeres en uniformes militares trabajaban concentrados en distintas tareas./span/p
p class="p1"span class="s1"Buscó a Arthur con la mirada pero no lo encontró. Aquello le resultó extraño: ¿no llevaba una semana allí? Chasqueó la lengua, desanimado, y caminó hasta encontrar su habitación. Se sintió aún más fastidiado cuando descubrió que debía dormir solo. Sí, le gustaba tener espacio personal pero tenía la esperanza de compartir habitación cisne novio de nuevo. No le habló a nadie porque sus antiguos amigos parecían muy ocupados en lo que estaban haciendo y nadie lo había puesto al tanto de lo que debía hacer todavía. Se sentía un poco fuera de lugar, pero se dio cuenta que acostumbrarse a todo ello era simplemente una cuestión de tiempo./span/p
p class="p1"span class="s1"Para la hora de cenar, todavía no había lo encontrado. Se sentó junto a un grupo de personas que no conocía y compartió la comida con ellos, entre risas. Sin embargo, no comió demasiado por que el cambio de horario lo tenía exhausto y quería o encontrar a Arthur o irse a dormir./span/p
p class="p1"span class="s1"Luego de cenar regresó a su cuarto y comenzó a desempacar sus cosas. De repente, alguien tocó su hombro. Su mirada se iluminó cuando, al darse vuelta, lo vio allí, parado en frente suyo./span/p
p class="p1"span class="s1"—¡Arthur! —su primera reacción fue la de estrecharlo en un fuerte abrazo y enterrar la nariz en su cuello para respirar su aroma —¿Qué demonios? ¿Dónde estabas?/span/p
p class="p2" /p
p class="p1"span class="s1"—Me mantuvieron ocupado unas cuantas horas organizando unos archivos. —sonrió –Lo siento. Ni bien me enteré que llegaste, vine a buscarte./span/p
p class="p1"span class="s1"Eames cerró la puerta con rapidez, lo empujó ella y lo besó como se besa a alguien que no se vio en quince meses, con urgencia. Arthur abrió la boca y le devolvió el beso, un beso en que los dientes castañeaban entre sí y las lenguas exploraban con urgencia la boca del otro./span/p
p class="p1"span class="s1"—Cielos, cómo te extrañaba. —admitió Arthur sin dejar de besarlo, deslizando sus manos sobre el pecho de Eames, por debajo de la remera. Eames lo giró para guiarlo hasta la cama y de repente se estaban desvistiendo el uno al otro con desesperación. Y cuando se quisieron dar cuenta, estaban los dos en la cama, acostados completamente desnudos después de haber alcanzado un orgasmo que los dejó completamente secos y exhaustos./span/p
p class="p1"span class="s1"Eames encendió un cigarrillo que compartió con Arthur aunque el otro no fumara realmente. Pero era algo que les gustaba hacer: compartir un cigarro después de tener sexo./span/p
p class="p1"span class="s1"—Mira tu nuevo corte ¿eh? —Eames le sonríe, acariciando su pelo —El look del ejército no te sienta nada mal…/span/p
p class="p1"span class="s1"—Qué bueno que te guste…Porque tú también tendrás que usarlo. —le sonrió también antes de besarlo una vez más./span/p
p class="p2" /p
p class="p2" /p
p class="p3"span class="s1"strongoOoOoOo/strong/span/p
p class="p2" /p
p class="p1"span class="s1"Eames se sorprendió cuando encontró a Cobb en aquel bar, especialmente porque hacía cinco años que no oía de él, lo que significaba que hacía cinco años que tampoco oía de Arthur. No le sorprendió realmente que siguieran trabajando juntos, y aunque lo recriminó al respecto, aunque le dijo "aún sigues trabajando con ese aburrido", en el fondo se alegró de ello. Bien sabía que se moría de ganas de volverlo a ver aunque su orgullo no se lo permitiera. Las cosas con él no habían terminado precisamente de una linda manera y en parte se culpaba por ello. Mirando en retrospectiva, se dio cuenta de que Arthur pudo haber tenido algo de razón./span/p
p class="p2" /p
p class="p2" /p
p class="p3"span class="s1"strongoOoOoOo/strong/span/p
p class="p2" /p
p class="p1"span class="s1"Al comienzo trabajar con Arthur y Dom le pareció fascinante. Cobb era una especie de jefe y era uno de los mejores extractores que jamás había visto. Sabía tanto de sueños y de cómo navegar la mente de alas personas que siempre tenía algo nuevo que aprender. Hacían tareas fascinantes que le permitían crecer un montón, aprendían nuevas técnicas e iban más allá de los límites posibles. Pero con el tiempo, se comenzó a aburrir de todo eso. La monotonía no le divertía en lo absoluto y sentía que el ejército estaba trabando su potencial. Casi no podía ejercer su rol de falsificador y los que estaban a la cabeza lo obligaban a concentrarse más que nada en el robo de ideas./span/p
p class="p1"span class="s1"Cobb, que en ese entonces no era tan importante como para hacer algo al respecto, pensaba que aquello era una pena. Sabía que no explotar sus falsificadoras era un desperdicio total./span/p
p class="p1"span class="s1"Las cosas con Arthur iban bastante bien. Tenían peleas, sí como todas las parejas…pero acaso ¿no las tenían todas las parejas? Realmente estaban bien. Se reían, se escondían en los baños para besarsespan class="Apple-converted-space" /spana escondidas como lo hacían en la academia, y follaban. Y mierda, su vida sexual era increíble./span/p
p class="p1"span class="s1"De pronto, la rutina se le volvió demasiado difícil de sobrellevar. La rutina hizo que todo se volviera tedioso. Dos años y medio de trabajar exactamente en lo mismo hicieron que se comenzara a sentir fastidiado todo el tiempo. Arthur intentaba animarlo diciéndole que ya se irían de allí, pero a Eames eso no le bastaba: necesitaba cambiar de aire./span/p
p class="p1"span class="s1"Un día, harto de todo, un día en que claramente no pensó bien en las cosas, se acercó a Arthur y le pidió que se fuera a vivir con él a Mombasa- Y ahí fue cuando todo se empezó ir a la mierda./span/p
p class="p1"span class="s1"—¿A Mombasa? ¿Estás loco?/span/p
p class="p1"span class="s1"—Piénsalo, Artie…haríamos lo que se nos dé la gana. Sin ataduras, sin reglas, sin nada…solo nosotros dos contra el mundo. —quiso convencerlo./span/p
p class="p1"span class="s1"—¿Que haríamos ahí?/span/p
p class="p2" /p
p class="p1"span class="s1"—Lo resolveríamosspan class="Apple-converted-space" /span/span/p
p class="p1"span class="s1"—Eames…es una locura. Es una locura y lo sabes./span/p
p class="p1"span class="s1"—Oh, ¡vamos! Es una locura mayor quedarnos aquí haciendo todo el tiempo lo mismo./span/p
p class="p1"span class="s1"—A mí me gusta el ejército, Eames. A mí me gusta lo organizado y la rutina. —replicó./span/p
p class="p1"span class="s1"—No te creo./span/p
p class="p1"span class="s1"—Entonces no me conoces. —Arthur respondió./span/p
p class="p1"span class="s1"Eames lo observó dolido, como si le hubieran pegado una cachetada. span class="Apple-converted-space" /span/span/p
p class="p1"span class="s1"—¿Por qué? ¿Por qué no quieres venir conmigo? —Eames dijo con voz ahogada./span/p
p class="p1"span class="s1"—¡Porque tengo un trabajo aquí, demonios! Porque me siento muy cómodo trabajando con Cobb y su mujer, porque soy útil en lo que hago, porque no quiero ir a un lugar sin tener un plan./span/p
p class="p1"span class="s1"—Tendrías que aprender a ser más libre, tendrías que aprender a soñar a lo grande —le recriminó./span/p
p class="p1"span class="s1"—Y tú tendrías que madurar. No todo en la vida es una fiesta, Eames, apréndelo. —le respondió, tajante. Se arrepintió de sus palabras cuando vio el dolor en la cara de Eames, pero el inglés había logrado hacerlo enojar. Después de casi cinco años, lo había vuelto a sacar de las casillas./span/p
p class="p1"span class="s1"—Entonces supongo que aquí nos despedimos. —dijo, finalmente, con una voz seca y fría./span/p
p class="p1"span class="s1"—¿Eso es todo? ¿Te irás a Mombassa de vuelta?—preguntó Arthur. Eames asintió con la mandíbula tensa y las fosas de sus narices bien abiertas. Y Arthur sintió como si alguien le hubiera golpeado el esternón y lo hubiera dejado sin aire. Se las ingenió como pudo para no llorar. —Entonces sí, supongo que es la despedida./span/p
p class="p2" /p
p class="p3"span class="s1"strongoOoOoOo/strong/span/p
p class="p2" /p
p class="p1"span class="s1"A Eames le dolía en el alma ver a Arthur y no poder tenerlo, no poder tocarlo le lastimaba el corazón. Odiaba que estuviera tan cerca y lejos a la vez, odiaba no poder estar con él como antes, porque la realidad es que extrañaba todo sobre él: su aroma, su piel, sus labios…Por eso, había resuelto que la mejor manera de apaciguar ese dolor era fastidiarlo un poco. Al principio, mientras trabajaron en la misión de Fischer, se pudo controlar bastante bien, pero cuando se volvieron el equipo exclusivo de Saito la indiferencia de Arthur comenzó a ponerlo loco. Fue entonces que se volvió incluso más sarcástico y molesto de lo usual. Aprovechaba cada situación que podía para gastarle una broma pesada y para contestarle de mala gana. Hacía lo que estaba a su alcance para llamar su atención y sacarlo de las casillas o para llamar su atención. Y un día lo logró. Posiblemente haya sido porque le tiñó de púrpura una de sus corbatas, pero le había hecho tantas bromas que ya no sabía realmente./span/p
p class="p1"span class="s1"—¿Se puede saber qué demonios te pasa? —masculló./span/p
p class="p1"span class="s1"—No sé de qué me hablas, cariño. —le contestó, sonriendo./span/p
p class="p1"span class="s1"—Primero y principal, no me llames cariño. Y segundo, no te hagas el idiota— dijo. El inglés ensanchó aún más su sonrisa. —¡Demonios, Eames, para ya!/span/p
p class="p1"span class="s1"—Pararía si supiera de qué me hablas./span/p
p class="p1"span class="s1"—Oh, vamos, ¡no te hagas el desentendido! Desde que volviste lo único que haces es comportarte como un cretino y…/span/p
p class="p1"span class="s1"Lo interrumpió, tomándole el rostro con ambas manos, para estampar su boca sobre la de él. Fue un beso corto pero duro e intenso, un beso que desahogó sentimientos que permanecieron enterrados cinco años./span/p
p class="p1"span class="s1"Se separó y, observó a Arthur. Se veía confundido, como si no entendiera lo que acaba de pasar. Eames exhaló, incómodo con el silencio que había inundado el aire y desapareció por el pasillo para esconderse en su habitación./span/p
p class="p1"span class="s1"Arthur se llevó los dedos hacia su boca, sintiendo el fantasma del beso de Eames sobre sus labios. Pestañeó y se quedo quieto por un momento, con el corazón lamiéndole fuertemente dentro del pecho. Luego, volvió al living para seguir hablando con class="Apple-converted-space" /span/span/p
p class="p2" /p
p class="p2" /p
p class="p3"span class="s1"strongoOoOoOo/strong/span/p
p class="p2" /p
p class="p1"span class="s1"Eames de despidió de casi todos con un abrazo, peor a Arthur sólo le tendió la mano. El joven sabía lo enfadado que el inglés estaba con él, y aunque no podía culparlo del todo, se dijo que había hecho bien en rechazar su propuesta./span/p
p class="p1"span class="s1"Eames pensaba que era un error, por class="Apple-converted-space" /span/span/p
p class="p1"span class="s1"Nunca olvidaría los ojos fríos con los que lo miró al decirle adiós, nunca olvidaría el enojo en su mirada./span/p
p class="p1"span class="s1"Se apoyó sobre el marco del portón y lo observó subirse al auto del ejército. El vehículo arrancó y entonces Eames giró su cabeza para mirarlo una última vez. En ese momento se dio cuenta de que siempre se arrepentiría de no haberlo despedido correctamente./span/p
p class="p1"span class="s1"Arthur sólo se marchó cuando el jeep desapreció de su vista, perdiéndose en el horizonte./span/p
p class="p2" /p
p class="p2" /p
p class="p3"span class="s1"strongoOoOoOo/strong/span/p
p class="p2" /p
p class="p1"span class="s1"Eames sabía que no deber haber hecho eso. Sabía que no lo debería haber besado. Pero trató de contenerse por meses y ahora no podía olvidar la sensación de los labios de Arthur contra los suyos./span/p
p class="p1"span class="s1"Cuando Eames entró al bar, vio a Arthur sentado en uno de los bancos al lado de la barra, sosteniendo un vaso de whiskey en su mano. Su pelo se estaba desprolijo y parecía que llevaba un buen rato bebiendo ya. Eames no se movió de su lugar. Simplemente se quedó en su lugar, en silencio, observando cómo un hombre, mayor y más alto que él, se sentó al lado suyo y le comenzó a hablar. No le gustó en lo más mínimo. Pudo ver al hombre inclinarse hacia Arthur para susurrarle algo al oído, y de repente sintió un mal estar quemarle el estómago. Pero Arthur lo apartó y dijo algo que no alcanzó a escuchar. Sin embargo, a juzgar por la expresión del otro hombre y a juzgar por el hecho de que Arthur ni estaba ni siquiera mirándolo, se dio cuenta de que lo había rechazado. El extraño, sin embargo, a pesar de eso, apoyó su mano en el muslo de Arthur y se volvió a inclinar hacia él, esta vez más insistente que la anterior. Y Eames no iba a dejar que eso pase./span/p
p class="p1"span class="s1"—Creo que eres lo suficientemente grande para entender que un no es no, amigo —le dijo, dándole una palmada en el hombre, probablemente más fuerte de lo que debería./span/p
p class="p1"span class="s1"—¿Y tú eres? —preguntó./span/p
p class="p1"span class="s1"—Eso no es de tu incumbencia ¿no es cierto? —sonrió, sarcásticamentespan class="Apple-converted-space" /span/span/p
p class="p1"span class="s1"—Eames. —Arthur dijo. Y wow, realmente estaba borracho./span/p
p class="p1"span class="s1"—¿Es tu novio?—.el extraño le preguntó, desafiándolo./span/p
p class="p1"span class="s1"Sí, le hubiera gustado decir. Pero habría sido una mentira, una mentira muy grande. Ya llevaban cinco años sin ser nada./span/p
p class="p1"span class="s1"—De nuevo: no es de tu incumbencia. —repitió.span class="Apple-converted-space" /span/span/p
p class="p1"span class="s1"—Bueno, entonces vete. Estoy tratando de hacer algo aquí. —dijo, inclinándose para besar la mandíbula de Arthur. Y antes de que su ex novio pudiera reaccionar, Eames simplemente perdió la paciencia. Tomó al sujeto de la camisa, lo apartó de Arthur y lo estampó contra la pared, bruscamente./span/p
p class="p1"span class="s1"—Ahora vas a escucharme, maldito imbécil. No creo que lo hayas entendido la primera vez: no es no. Así que déjalo en paz o te juro que sino te voy a golpear la cara, ¿me has entendido? —dijo, antes de soltarlo./span/p
p class="p1"span class="s1"—Eames. —escuchó a Arthur decir de nuevo./span/p
p class="p1"span class="s1"—Vámonos./span/p
p class="p1"span class="s1"No dijeron una sola palabra, ni cuando fueron al auto, ni cuando Arthur se sentó en el asiento del co-piloto, ni cuando solo faltaban unos minutos para llegar./span/p
p class="p1"span class="s1"—Gracias. —Arthur finalmente dijo./span/p
p class="p1"span class="s1"Eames pudo sentir a su corazón latir violentamente contra su pecho./span/p
p class="p1"span class="s1"—No hay problema. —respondió el inglés con la boca class="Apple-converted-space" /span/span/p
p class="p1"span class="s1"Arthur rozó la mano de Eames con las yemas de sus dedos, y él no se atrevió a moverla del lugar. De hecho, no se movió en lo absoluto. Hizo una fuerza sobrehumana para no reaccionar, lo que fue casi imposible porque la piel de Arthur ardía contra al suya./span/p
p class="p2" /p
p class="p1"span class="s1"Cuando llegaron, Eames apagó el auto. De repente, Arthur habló y él alzó la cabeza rápidamente para observarlo./span/p
p class="p1"span class="s1"—Me besaste la otra noche. —observó, con una voz muy serena./span/p
p class="p1"span class="s1"—Sí, lo siento. No debería haber hecho eso. — se disculpó./span/p
p class="p1"span class="s1"—Yo no lo siento. —Arthur replicó, riendo entre dientes, y Eames tuvo que fingir que casi no se ahoga al oír eso. —¿Sabes? Pienso en follarte todo el tiempo./span/p
p class="p1"span class="s1"El corazón de Eames casi se detiene por un instante. Quería que se lo traga la tierra. Realmente quería morirse, desaparecer, porque maldita sea su suerte, Arthur le estaba confesando todo esto en un estado de ebriedad total./span/p
p class="p1"span class="s1"—No creo que lo digas en serio, Artie —respondió, esbozando una sonrisa triste, pero Arthur simplemente se encogió de hombros. —Vamos, entremos a la casa./span/p
p class="p1"span class="s1"Eames acompañó a Arthur hasta su habitación para asegurarse de que no se perdiera en el camino. Cuando estaba por despedirse de él, Arthur se inclinó hacía arriba y lo besó tiernamente, pero el momento en que quiso envolverle el cuello con sus brazos, Eames lo detuvo./span/p
p class="p1"span class="s1"—Cariño…/span/p
p class="p1"span class="s1"Arthur intentó besarlo de nuevo, confundido./span/p
p class="p1"span class="s1"—Arthur, detente/span/p
p class="p1"span class="s1"—¿Qué sucede? ¿No quieres estar conmigo?/span/p
p class="p1"span class="s1"—Mierda, Arthur. Sí, por supuesto que quiero estar contigo, más que nada en el mundo. —suspiró, frotándose la cara. —Lo deseo desde la primera vez que te vi, después de todo este tiempo. Demonios, ni siquiera te puedo sacar de mi mente, no importa cuánto lo intente. —cerró los ojos y tragó fuerza el nudo que se le había formado en la garganta —Pero estás jodidamente borracho, Arthur. Y no me aprovecharé de eso. Si haces esto…te arrepentirás luego./span/p
p class="p1"span class="s1"—Eames…-quiso decir Arthur/span/p
p class="p1"span class="s1"—Créeme, Arthur. Me lo agradecerás mañana. —y antes de que pudiera decir algo, le besó dulcemente la comisura de sus labios. Luego, desapareció de su vista cuando giró hacia la izquierda al final del pasillo./span/p
p class="p2" /p
p class="p3"span class="s1"strongoOoOoOo/strong/span/p
p class="p4" /p
p class="p2" /p
p class="p1"span class="s1"Dom le estaba explicando algo a Ariadne, que escuchaba fascinada a todo lo que él decía. Arthur los observaba, sonriendo. La pasión de Ariadne le recordaba a sus inicios, aquella época en la que todo le resultaba maravilloso./span/p
p class="p1"span class="s1"Cuando se dio vuelta pudo ver a Eames mirándolo fijamente, con sus ojos bien abiertos, casi sin respirar. Pero ni bien se fijo en él, ni bien le devolvió la mirada, alzando levante sus cejas, el inglés desvió la suya, evitándolo. Arthur sacudió su cabeza de una manera tan leve que casi ni se notó antes de posar sus ojos sobre su mentor de nuevo. Lo que no supo es que ni bien volvió su atención a Dom, los ojos de Eames se posaron de nuevo sobre él. Lo que no sabía es que la razón por la que Eames lo evitaba no era porque le guardara rencor, sino porque no sabía cómo hablarle y eso lo estaba volviendo class="Apple-converted-space" /span/span/p
p class="p2" /p
p class="p3"span class="s1"strongoOoOoOo/strong/span/p
p class="p2" /p
p class="p1"span class="s1"Arthur se dejó caer de espaldas sobre su cama y cubrió su rostro con un almohadón. Había estado intentando borrar de su mente el beso que Eames le había dado el otro día pero, por mucho que lo intentara, no lograba sacarse aquella imagen, sensación, lo que sea de la class="Apple-converted-space" /spanMenos aún después de lo que pasó la noche anterior, cuando él lo besó borracho. Arthur tuvo por mucho tiempo la certeza de que Eames lo detestaba…estuvo convencido de eso hasta que pasó lo que pasó. Y ahora ya no tenía idea./span/p
p class="p1"span class="s1"Le había costado años olvidar lo bien que se sentía tener la boca del inglés sobre la suya, pero después de lo sucedido, había vuelto a recordar lo perfectos que eran sus labios. Retuvo un gruñido en su garganta y volvió, bruscamente, el almohadón a su lugar./span/p
p class="p1"span class="s1"Tensó la mandíbula, observando el cielo raso. Odiaba no poder mantener en control de sus emociones, odiaba que estas osaran rebelarse contra él. Se quedó unos minutos en la posición que estaba, meditando qué hacer. Finalmente, se impulsó hacia adelante para dar un salto y aterrizó con ambos pies sobre el suelo. Salió al pasillo, caminó unos metros, dobló hacia la derecha y siguió avanzando hasta llegar a la tercera class="Apple-converted-space" /span/span/p
p class="p1"span class="s1"Tocó la puerta una…dos…tres veces pero nadie respondió. Aguardó un instante antes de decidirse a entrar: como era de esperarse, el orden no primaba allí./span/p
p class="p1"span class="s1"Escuchó el sonido de la ducha que provenía desde el baño. Apretó sus dientes, respiró hondo y se armó de valor para entrar en él. Eames se hallaba bajo la ducha de techo con el cuerpo reclinado y la frente apoyada sobre la pared. Lo observó con detenimiento y se percató de que nuevos tatuajes decoraban su cuerpo, como uno que se había hecho en el costado de su tronco, bajo su brazo derecho./span/p
p class="p1"span class="s1"El inglés pareció no haberse dado cuenta de que estaba allí. Con mucho cuidado de no hacer ruido, fue acercándose hacia a él. No le importó estar semidesnudo, no le importó mojarse: lo único importante en ese momento era llegar a Eames. Se paró detrás de él y comenzó a besarle la unión de su cuello y su hombro, respirando sobre su piel. Entonces, lo tomó de los brazos, le hizo dar media vuelta sobre su eje y, antes de que pudiera decir algo, selló sus labios sobre los de él. Arthur le entreabrió la boca con la suya y Eames, en respuesta, llevó una de las manos a su nuca para intensificar el beso. Sintió a la lengua de Arthur explorar su boca y acariciar su lengua y todo era demasiado. Llevó la mano que tenía libre atrás para girar el grifo y apagar el agua. Tomó a Arthur con ambos brazos y lo atrajo más hacia sí, sintiendo su sexo cubierto contra su propia erección. Arthur gimió y el sonido fue directamente hacia la entrepierna de Eames, haciendo que se pusiera incluso más duro de lo que ya estaba. A los besos, avanzaron a los tambaleos hasta el cuarto. A Eames le costó deshacerse de los pantalones de de Arthur que, por estar empapados, se adherían insistentemente a su piel. Chocaron con un par de muebles antes de caer desesperadamente en la cama./span/p
p class="p1"span class="s1"Eames lo miró a Arthur con los ojos completamente oscuros. Sus pupilas también estaban completamente dilatadas. Arthur respiró y luego lo atrajo a Eames hacia sí del cuello pera poder besarlo de nuevo, y gruñó de placer cuando Eames deslizó su boca hacia mandíbula y luego su cuello./span/p
p class="p1"span class="s1"—Demonios —jadeó, cerrando —Eames, por favor, te necesito ahora./span/p
p class="p1"span class="s1"—Mierda. Sí, de acuerdo. Maldita sea, Artie…me tienes completamente loco —le dijo. Arthur sintió a su estómago encogerse cuando Eames lo llamó de nuevo de esa manera./span/p
p class="p1"span class="s1"Eames dejó un camino de besos a través del pecho de Arthur y se detuvo cuando llegó hacia su viente. Se deshizo, con dificultad, de los pantalones empapados de Arthur que se adherían insistentemente a su piel y luego, sin aviso alguno, se metió su sexo en la boca. Arthur gimió y se retorció contra el colchón, y Eames detuvo un instante lo que estaba haciendo para explorarlo por dentro con sus dedos fríos, ya lubricados. Se tomó su tiempo para prepararlo, arrancándole gritos de placer, asegurándose de que estuviera disfrutándolo. Y la respiración de Arthur lo incentivo a ir más hondo y más rápido./span/p
p class="p1"span class="s1"—¡Tu tercer dedo, ya! ¡Vamos, Eames!/span/p
p class="p1"span class="s1"—Mm…¿En serio lo quieres? —lo provocó, mordisqueando la piel de sus caderas./span/p
p class="p1"span class="s1"—¡Ahora!/span/p
p class="p1"span class="s1"—Goloso -ronroneó. —Eres tan goloso, Artie. —pero lo obedeció porque quería que Arthur siguiera gritando de placer./span/p
p class="p1"span class="s1"—Carajo. —dijo, jadeando —Eames, por favor./span/p
p class="p1"span class="s1"—¿Por favor, qué? —Eames sabía lo que Arthur quería, pero quería que él lo dijera./span/p
p class="p1"span class="s1"—Ya fóllame. —Eames se arrastró hasta estar encima suyo y llevó su boca hacia su oído. —Quiero que me montes, Arthur ¿Piensas que puedes hacer eso por mi, cariño? ¿Puedes hacerlo?/span/p
p class="p1"span class="s1"—Mierda. Sí, sí, Eames. Sí puedo./span/p
p class="p1"span class="s1"Eames sonrió de medió lado y se sentó, apoyando su espalda contra el respaldo de class="Apple-converted-space" /span/span/p
p class="p1"span class="s1"—Ven aquí, Artie. —le dijo, sonriendo./span/p
p class="p1"span class="s1"Arthur obedeció, y se ajusto sobre el pene de Eames antes de hundirse hacia abajo, haciéndolo gruñir. Eames llevó sus brazos hacia el cuello de Eames y los envolvió a su alrededor para encontrar un poco estabilidad antes de comenzar a moverse arriba y abajo, gimiendo mientras le mordía el cuello. span class="Apple-converted-space" /span/span/p
p class="p1"span class="s1"—Bésame. —dijo Eames y Arthur le hizo caso. O al menos lo intentó porque más que un beso fue rozar sus labios contra los de él de la manera que pudo. Eames empujó sus caderas hacia arriba y se tragó el gemido de Arthur, mientas volvía a empujar una y otra vez las caderas hacia arriba. Y de repente los dos se estaban moviendo con furia contra el otro, mientas Arthur hundía sus uñas en la espalda de Eames./span/p
p class="p1"span class="s1"—Estoy demasiado cerca, Eames. —jadeó/span/p
p class="p1"span class="s1"—Yo también. No tienes una idea de lo bien que te sientes ¿verdad? De lo increíble que te sientes alrededor mío.—le susurró mientras deslizaba su mano entre medio de los dos cuerpos para darle todavía más placer a Arthur. Solo necesito tocarlo una vez antes de que Arthur explotara de placer. Eames le besó el mentón y explotó también, llenándolo aún más de lo que ya estaba./span/p
p class="p1"span class="s1"Arthur colapsó contra el cuerpo de Eames, respirando de manera desordenada, y una vez que recuperó el aliento buscó una toalla mojada en el baño para limpiarse a él y para limpiarlo al inglés./span/p
p class="p1"span class="s1"Eames extendió la mano para prender el velador. Arthur se encontraba bajo su otro brazo, con la nuca apoyada en su pecho. El inglés encendió un cigarrillo y, tras darle una calada, se lo tendió a su compañero. Las únicas veces que Arthur había fumado habían sido tras acostarse con Eames: volver a repetir aquello después de cinco años le resultó algo nostálgico./span/p
p class="p1"span class="s1"—Extrañaba estar así contigo. —dijo Arthur./span/p
p class="p1"span class="s1"—Yo también. —respondió el otro, acariciándole el bíceps –Recuérdame por qué no funcionó./span/p
p class="p1"span class="s1"—Porque tomamos distintos caminos… —suspiró.Eames lo observaba y Arthur no pudo evitar reparar en lo hermoso que se veía, con las mejillas sonrosadas, el pelo pegado a la frente y los labios aún más carnosos de lo habitual porque el acaba de morderlos./span/p
p class="p1"span class="s1"—Nunca entendí por qué razón no quisiste venir conmigo./span/p
p class="p1"span class="s1"—No lo sé, Eames…Era joven, estaba cómodo allí y tenía miedo./span/p
p class="p1"span class="s1"—¿Miedo? ¿De qué? —enarcó una ceja./span/p
p class="p1"span class="s1"—De lo que sentía por ti. Cada vez controlaba menos mis emociones, mis pensamientos…y tuve miedo. Tú sabes que a mí siempre me gustó tener el control, no sobre la situación, pero sí sobre lo que siento./span/p
p class="p1"span class="s1"—Sí, pero, Arthur: no puedes tener todo el tiempo el control de lo que te pasa, eso es imposible…serías un robot./span/p
p class="p1"span class="s1"Arthur se separó de él, rodó y apoyó los antebrazos sobre el colchón para poder mirarlo a los ojos./span/p
p class="p1"span class="s1"—Contigo es imposible…Tú te adueñaste de mí. —se humedeció los labios —Pero eso está bien, ahora lo sé./span/p
p class="p1"span class="s1"—Sí, bueno…Yo tampoco puedo controlarme cuando estoy contigo. Y, de todos modos, te debo una disculpa: fue egoísta de mi parte haberte pedido que vengas a Mombasa, lo siento./span/p
p class="p1"span class="s1"Arthur le sonrió, indicándole que todo estaba bien y luego, le rozó el tatuaje que había descubierto un rato atrás con las yemas de los dedos./span/p
p class="p1"span class="s1"—Este de aquí es nuevo. Está en Suajili ¿no es cierto? —el inglés asintió —¿Qué significa?/span/p
p class="p1"span class="s1"—No dejesspan class="Apple-converted-space" /spanir al amor. — Arthur sonrió. —Tengo otro que nunca has visto¿sabes?/span/p
p class="p1"span class="s1"—¿En serio? ¿Cuál? — Arthur preguntó/span/p
p class="p1"span class="s1"Eames levantó su brazo y le mostró el tatuaje que tenía en el interior del bicep./span/p
p class="p1"span class="s1"—Un dado. —Arthur observó. Eames asintió, con las fosas de su nariz abiertas. —¿Cuándo te lo hiciste?/span/p
p class="p1"span class="s1"Eames se quedó en silencio un instante, y entonces, con la voz temblorosa, respondió/span/p
p class="p1"span class="s1"—Hace cinco años./span/p
p class="p1"span class="s1"Y eso fue lo único que necesitó decir. Arthur se inclinó sobré él y estrelló su boca contra la suya antes de succionarle lentamente el labio inferior./span/p
p class="p1"span class="s1"—Nunca paré de amarte, Eames. Ni un solo día. No importa qué tanto lo intenté.span class="Apple-converted-space" /span/span/p
p class="p1"span class="s1"—Ni yo, Arthur. Sigo tan perdidamente enamorado de ti, y no creo que nunca deje de estarlo. —y, entonces, se besaron desesperadamente de nuevo./span/p
p class="p1"span class="s1"Eames y Arthur son tan distintos como lo son el sol y la luna…pero a pesar de eso, se aman con locura./span/p
p class="p2" /p
p class="p1"span class="s1"em¿Y? ¿Qué les pareció el fic? Es muy raro, lo sé (perdonen por eso)/em/span/p
p class="p2" /p
p class="p1"span class="s1"emLa verdad es que empecé hace mucho a escribirlo…pero por alguna razón o por otra no lo terminaba…/em/span/p
p class="p2" /p
p class="p1"span class="s1"em¿Qué piensan? ¿Flores o tomates?/em/span/p
p class="p2" /p
p class="p1"span class="s1"emDejen sus reviews/em/span/p
p class="p5" /p
p class="p6"span class="s1"emEditado: bueno, esto lo escribí originalmente hace más de cuatro años. El año pasado, le agregué varias cosas, como el smut -o lemmon como se conoce acá- y arreglé otras con las que no estaba tan class="Apple-converted-space" /span/em/span/p