Adaptacion del libro "A Dance With a Duke" de Tessa Dare con los personajes de Candy Candy propiedad de Mizuki & Igarashi.

CAPITULO 1

Londres, Junio 1817

Mordiendose el interior de su mejilla, Candice Andrew suprimió un pequeño grito de alegria. Incluso en un evento como este, un grito abrupto de alegria de una dama bien educada atraeria la atención, y Candy no queria dar ninguna explicación a las mujeres que la rodeaban. Especialmente cuando la razón de su alegria no era el triunfo en el juego de cartas o una propuesta de matrimonio, sino era la terminación de un menu para la cena.

Ella se lo podia imaginar. "-¡Oh Lady Candy!," una de esas jovenes que la acompañaban diria, "-¡solo tu podrias pensar en comida en un momento como este!."

Bueno, no era como si Candy huviera planeado estar en un salón de baile, soñando con menus para sus vacaciones familiares de verano. Pero venia pensando por semanas en una nueva salsa para su carne estofada. Algo agri-dulce, sorprendente pero familiar; ingeniosa pero frugal. Por fin, la respuesta havia venido a ella. ¡Salsa de moras!. Colada por supuesto. Oooh, quizá calentada con clavos.

Decidida a ponerla en su libro de recetas despues, borró de su mente el nuevo platillo imaginario y puso una media sonrisa. Ahora el verano en Briarbank seria oficialmente perfecto.

La señora Bunscombe pasó casi volando envuelta en seda escarlata. "-¡Son las once y media!" dijo la anfitriona. '-¡Casi media noche!" Casi media noche. Ese era un pensamiento para suprimir su exuberancia.

Una joven con cara de angel envuelta en tul agarró a Candy por el brazo. "-¡En cualquier momento vendrá! ¿Como puedes estar tan calmada? ¡Si él me elige esta noche seguro que me desmayo!"

Candice suspiró.

Y asi comenzó. Como en cada baile, cuando daban las once y media de la noche.

"-No nesecitas preocuparte en hacer conversación" dijo una joven vestida de satin azul. "-Él rara vez pronuncia una palabra."

"-Ni siquiera estamos seguros que habla ingles. ¿No creció en Abisinia o ..."

"-No, no. Creció en Canada. Porsupuesto que habla ingles. Mi hermano juega cartas con él." La segunda joven vajó la voz y dijo "-Pero hay algo muy primitivo en él, ¿no crees? Creo que es la manera en que se mueve."

"-Creo que son los chismes que escuchas," dijo Candy.

"-¡Baila como un sueño!," dijo otra chica. "-Cuando yo bailé con él, mis pies apenas rozaron el suelo. ¡Y es tan guapo!"

Candy sonrió pacientemente. "-¿De verdad?"

Al comenzar de la temporada, el solitario y obscenamente rico Duque de Grandchester finalmente entró en sociedad. Unas semanas despues, él tenia a todo Londres bailando a su ritmo. El duque llegaba a cada baile a las doce en punto. Seleccionaba a una sola pareja entre las jovenes solteras. Al termino de un set de baile, escoltaba a la dama a cenar, y despues ... desaparecia.

Antes que dos semanas terminaran, los periodicos ya lo habian bautisado "El Duque de la Media noche" y cada anfitriona en Londres se desvibava por invitar al Duque a un baile. Las solteras ni siquiera pensaban en comprometerse a cenar con ningun otro, por miedo de perder la oportunidad de estar con el duque. Para amplificar el efecto dramatico, las anfitrionas ponian relojes en plena vista e instruian a la orquesta a empezar un set de musica a las doce de la noche en punto. Y ni siquiera debian de decirlo pero el set debia terminar con un vals romantico.

El espectaculo nocturno tenia presa a toda la alta sociedad en una deliciosa tronadera de nudillos. En cada baile, la atmosfera se engrosaba con perfume y especulación al acercarce las doce de la noche. Era como estar viendo caballeros medievales tratando de sacar la espada Excalibur de la piedra. De seguro una de esas noches, el chisme decia, alguna ingenua agarraria muy bien al soltero impedernido y entonces ... una leyenda naceria.

Leyenda de seguro. No habia fin a las historias acerca de él. Cuando a un hombre de su rango y fortuna se referia, siempre habian historias.

"-Escuche que lo criaron descalzo y salvaje en las afueras de Canada." dijo la primera chica.

"-Yo escuche que apenas si estaba civilizado cuando su tio lo recogió," dijo la segunda. "-Y que su comportamiento salvaje le provocó al viejo duque una apoplegia."

La mujer de morado murmuró, "-Mi hermano me dijo que hubo un incidente, en la prestigiosa escuela Eton. Un golpe o algo asi ...no se precisamente. Pero un chico casi muere y Grandchester fué expulsado por eso. Si sacaron al heredero de un duque, de seguro tuvo que ser grave."

"-¡Ustedes no creeran lo que escuché!," dijo Candy abriendo los ojos. Las muchachas acercandose a ella prestaron atención de inmediato. "-Yo escuché," susurró, "-¡que cuando hay luna llena, el gran duque se transforma en un salvaje erizo!"

Cuando sus amigas terminaron de reirse, Candy dijo, "-De verdad, no puedo creer que él sea tan interesante como para merecer tanta atención."

-"No dirias eso si ya hubieras bailado con él."

Candy sacudió su cabeza. Ella havia visto esta escena desarollarse una y otra vez en las ultimas semanas, sin duda con diversión. Pero ella nunca esperaria -o desearia- ser el centro de todo eso. Lo que las otras chicas miravan como intrigante y romantico, ella lo tomaba como un melodrama autoindulgente.

De verdad, un soltero millonario, guapo, duque, que tiene la necesidad de demandar aún más atención femenina? Debe de ser el hombre más vanidoso e insufrible!

Y las mujeres que elije -todas materialistas e insipidas. Todas petite y bonitas. Ninguna de ellas como Candice. Bueno, talvez habia un toque de amargura en ella por ese detalle, despues de todo.

De verdad, cuando una mujer colgaba en la cúspide exterior de eligibilidad para matrimonio, como lo hacia ella, la sociedad deberia permitirle un retiro silencioso a la solteria. Pero en cambio la irritaba, el sentir varios años de rechazo revisitado noche tras noche, en las que el infame duque entraba a la media noche, y a las doce con un minuto sus ojos azules, la descartaban e iban directo a alguna mujercita con mas belleza que cerebro.

No era que él tubiera alguna razón para notarla. Su dote apenas raspaba el piso de lo "respetable" y aún cuando estaba mas jovencita, nunca fué una gran belleza. Sus ojos verdes, no eran la gran cosa, y se sonrojaba facilmente. Y finalmente a sus 26 años vino a aceptar que siempre seria un poquito llenita.

Las muchachas de repente se esparcieron, un profundo susurro se oyó detras de ella. "-Te ves hermosa, Candy."

Suspirando, se volteó para encarar al que le habló. "-Neil. ¿Que es lo que quieres ahora?"

Poniendo una mano en su pecho, puso cara de indignación. "-¿Debo querer algo? No puede un muchacho decirle a su más querida hermana un cumplido sin caer en sospechas?

"-No, cuando el muchacho en cuestion eres tú. Y no es un cumplido llamar a tu hermana la mas querida cuando yo soy tu unica hermana. Si estas tras de mi bolso, debes de venir con algo mucho mejor que eso." Le dijo en tono de broma, esperando que a pesar de su costumbre esta ves él dijera: No, Candy. Esta ves no estoy tras tu dinero. He parado de jugar y beber, y he dejado esos "amigos" buenos para nada. Voy a regresar a la universidad. Iré a la iglesia y tomaré los votos, asi como le prometi a nuestra madre antes de morir. Y tú de verdad te miras hermosa hoy.

Con sus ojos puestos en la multitud, él bajo su voz y dijo: "-unos cuantos centavos. Es todo lo que nesecito"

El pecho de Candy se desinfló. Ni siquiera era media noche y ya sus ojos tenian esa mirada salvaje y hebria que indicaba que él estaba a punto de cometer algo malo.

Empujandolo por el brazo, dejo a sus amigas que siguieran riendose y hablando entre ellas y guió a su hermano atraves de las puertas más cercanas. Entraron en la luz amarilla que brillaba atraves de la ventana. El aire nocturno, empalagozo y humedo los rodeó.

"-No tengo nada," mintió.

"-Unos cuantos chelines, Candy" Él agarró el bolso que colgaba de la muñeca de su hermana. "-Voy a ir al teatro con unos amigos."

Al teatro ¡sus calzones! ¡A jugar iban! Ella le arrebató su su bolso y dijo "-¿Y como me iré yo a casa entonces?

"-Pues Grandchester te llevará" dijo guiñando un ojo. "-De seguro despues del baile. Aposté dos libras de plata por ti."

¡Maravilloso! Otras dos libras que ella tendria que sacar de su bolso. "-Definitivamente muy riesgosa la apuesta, estoy segura que la perderas"

"-No hables asi." Le dijo con un roze en el brazo, la expreción de Neil era repentina e inesperadamente sincera.

"-Él seria afortunado en tenerte Candy. No hay mujer en ese salón que se compare contigo."

Lagrimas amenazaron con salir de los ojos de ella. Desde la muerte de su hermano Anthony en Waterloo, Neil habia cambiado, y no para bien. Pero en raras ocaciones, ese querido y sensible hermano que ella amaba tanto aparecia. Queria desesperadamente abrazarlo fuerte por dias, semanas, meses ...Lo que se nesecitara para forzarlo a salir de ese caparazón en el que se habia encerrado.

"-Vamos Candy, se dulce y prestame dinero. Yo enviaré a alguien con Archibald, y él enviara a ese nuevo cochero por ti. Seras llevada en el más fino coche que su querida heredera puede pagar."

"-Su nombre es Annie. Y ahora es la condesa de Beauvale asi que debes de hablar con respeto de ella. Es su fortuna la que compró la comisión de William y la que mantiene a Stear en la escuela ahora. Es gracias a ella y a Archie que yo tengo donde vivir."

"-Y yo soy el ingrato que trae nada más que verguenza y desgracia a la familia. Lo sé, lo sé." Su mirada dura contrasto con una sonrisa forzada. "-Vale la pena unas cuantas monedas para librarte de mi, ¿que no?"

"-¿No puedes entenderlo Neil? Yo no me quiero librar de ti. Te amo, ¡tonto!" le dijo al mismo tiempo que trataba de componerle un rizo rebelde en su sien izquierda.

"-¿Me dejaras ayudarte Neil?"

"-¡Claro! Si empiezas con uno o dos chelines."

Con dedos torpes, ella empezó a aflojar las cuerdas de su bolso. "-Te daré todo lo que tengo, con una condición."

"-¿Cual?"

"-Debes prometerme que iras con nosotros este verano a Briarbank."

Los Andrew siempre veraneaban en Briarbank -en una hermosa cabaña de piedra con vista al rio Wye, bajo el camino que daba a las ruinas del castillo Beauvale. Candy habia estado planeando estas vacaciones de verano por meses, hasta el más pequeño detalle. Briarbank era la respuesta a todo, ella lo sabia. Tenia que serlo.

La muerte de Anthony habia debastado a toda la familia pero más a Neil. De todos sus hermanos ellos dos habian sido los más cercanos. Anthony era nada más un año mayor que Neil, pero era mucho mas sabio, y su seriedad siempre habia balanciado la personalidad más alocada de Neil. Sin esa influencia en su naturaleza impulsiva, Candy temia que el dolor y locura de Neil, conspiraran para provocar un desastre. Lo que él nesecitaba era amor, y tiempo para sanar. Tiempo lejos de la ciudad y cerca de su familia. Aqui en Londres, Neil estaba rodeado de tentaciones, constantemente presionado a seguirle el paso a sus compañeros derrochadores. En Briarbank, de seguro regresaria a ser el mismo de antes. Stear vendria en sus vacaciones de la escuela. William estaria en el ejercito por supuesto, pero Archie y Annie los acompañarian, por lo menos unas dos semanas. Y Candy seria la anfitriona perfecta. De igual manera que su mamá siempre fué. Llenaria cada cuarto con flores, arreglaria juegos de sala, serviria carne estofada con salsa de moras. Haria a todos feliz a pura fuerza de voluntad. O a puro soborno si era necesario.

"-Tengo una corona y tres chelines aqui." le dijo, sacando de su bolso el dinero, "-y seis libras en casa." Ahorrado centavo por centavo. "-Es todo tuyo, pero debes prometerme que iras en agosto a Briarbank."

Neil le preguntó: "-¿Él no te dijo?"

"-¿Quien? ¿Quien no me dijo que?"

"Archi. No vamos abrir la cabaña este verano. Se decidió esta semana. La vamos a rentar."

"-¡¿Rentarla?" Candy sintió como si toda su sangre se habia escapado de sus venas. Mareada de repente, se agarró del brazo de su hermano. "-¿Briarbank, rentada? ¿A extraños?"

"-Bueno, no a extraños. Corrimos la voz en los clubs y estamos esperando averiguaciones de buenas familias. Es una buena cabaña para veranear, tu sabes."

"-Si" dijo entre los dientes. "-Si, yo sé. Es ideal. La familia Andrew a veraniado ayi por siglos. ¡Siglos Neil! ¿Porque la rentariamos ahora?"

"-¿Que no estamos ya algo mayorcitos como para andar comiendo panecitos y tomando te? Es aburridisimo ayi. Ademas ¡es medio camino a Irlanda por Dios!"

"-¿Aburrido? ¿A que te refieres? Si te morias por pasar los veranos ayá, nadando en el rio y..."

La realidad le cayó de sopetón entumenciendola de pies a cabeza. "-¡Oooh, no!" Enterró sus dedos en los brazos de su hermano. "-¡¿Cuanto perdiste? ¡¿Cuanto debes?"

Sus ojos le dijeron que ya no tenia que pretender. "-Cuatrocientas libras."

"-¡¿Cuatrocientas? ¿A quien?"

"-A Grandchester."

"-El duque de media-..." Candy mordió el absurdo apodo. Se negaba a llevar la fama del susodicho más lejos aún.

"-¡Pero ni siquiera ha llegado! ¿Como le puedes deber cuatrocientas libras si ni siquiera esta aqui?"

"-No fué hoy. Fué hace unos dias. Por eso me tengo que ir. Él llegara en cualquier momento, y no lo puedo enfrentar hasta que le haya pagado"

Candy solo podia mirarlo.

"-No me mires asi, no lo soporto. Yo tenia buena mano hasta que Faraday puso su moneda en juego. Eso fué lo que atrajo a Grandchester a la mesa y subió la apuesta. Va tras las diez monedas, ¿sabes?."

"-¿Las diez que? ¿Que diez monedas?"

Neil hizo un gesto de curiosidad. "-¡Vamos!, no puedes estar tan fuera de circulación. Es nada más y nada menos que el Club más exclusivo de todo Londres."

Cuando vio que Candy nada más parpadeó, él agregó, "-Harcliffe. Osiris. Un caballo semental, pura sangre. Diez monedas de cobre. Has oido del club, estoy seguro."

"-Lo siento. No tengo ni idea de que estas hablando. Parece que me estas diciendo que arriesgaste la casa de nuestros ancestros por una moneda de cobre. Y perdiste."

"-Ya estaba metido por cientos de libras; ya no podia retractarme. Y mis cartas... Candy, te lo juro, mis cartas eran imbatibles."

"-Excepto que no lo eran."

Neil le dio una mueca fatalista. "-Lo que esta hecho, hecho esta. Si tubiera otra forma de conseguir ese dinero, lo haria. Siento mucho que estes descepcionada, pero siempre hay otro verano."

"-Si, pero..." Pero el proximo verano seria en un año entero. Solo Dios sabia en que problemas se podia menter Neil mientras tanto. "-Debe haber otra manera, pidele a Archie el dinero."

"-Tu sabes que él no me lo puede dar."

Neil estaba en lo correcto. Su hermano Archie se habia casado casi como sacrificio. La familia habia estado desesperada por dinero, y Annie habia venido con bolsas de dinero gracias a su padre, un magnate dedicado a las minas.

El problema era que las bolsas de dinero habian venido con ataduras, y solo el suegro de Archie podia desatarlas. El viejo nunca autorizaria el uso de cuatrocientas libras para pagar deudas de juego.

"-Me tengo que ir antes que Grandchester llegue," dijo Neil. "-Tu me entiendes."

Neil abrió la bolsa de Candy, ella ni siquiera puso resistencia cuando él sacó el dinero. Si, ella si lo entendió. Aunque ya no tuvieran nada, los Andrew se aferrarian a su orgullo.

"-¿Por lo menos aprendiste la lección ahora Neil?" le preguntó calladamente.

Saltando el balcón y adentrandose en el jardin Neil le respondió: "-Tu me conoces Candy. Nunca he sido bueno en aprender lecciones."

Mientras Candy miraba desaparecer a Neil entre las sombras, lo unico que pudo hacer fue abrazarse a si misma.

¿Que eventos tan crueles eran estos? ¡Briarbank, rentado por todo el verano! Toda la felicidad que esa cabaña guardaba, desperdiciada en extraños. Todos sus planes habian sido para nada. Sin esa cabaña, la familia Andrew no tenia un verdadero centro. Su hermano no tendria ningun lugar donde recuperarse de su dolor. Y de alguna manera aún más humillante, ella no tendria un lugar propio. Candy acostumbraba a decirse, mientras tuviera el verano en esa cabaña, el resto del año se le haria mas tolerable.

Dios, ¡la ironia! Ella no era tan diferente a su hermano Neil despues de todo. Impulsivamente ella havia apostado todos sus sueños en esa cabaña. Y ahora habia perdido.

Sola en la terraza, empezó a temblar. El destino se havia ensañado con sus esperanzas y las habia destruido una por una.

En algun lugar adentro del salón, un reloj estaba marcando la media noche.

"-Su excelencia, el Duque de Grandchester."

El anuncio del mayordomo coincidio con la ultima campanada de las doce.

Desde lo alto de las escaleras, Terrence observaba a todos los invitados dividirse a los lados al mismo tiempo. Y ayi, en el centro todas las mujeres solteras juntas -quietas como piedras y marchitandose vajo su mirada.

En general, a Terrence le disgustaban las multitudes. Particularmente el gentio presumido de la "alta."

Y esta escena cada ves era más absurda. La crema y nata de la alta sociedad de Londres, mirandolo con fascinacion y al mismo tiempo con desconfiansa.

"No sabemos que pensar de ti", decian esas miradas.

Muy bien, el no poder ser descifrado era util y lucrativo. Él pasó años tratando de perfeccionar esa habilidad.

"No confiamos en ti." Esto lo oia en los murmullos y lo leia en la manera en que los caballeros se resguardaban y las damas llevaban sus manos instintivamente a sus joyas en el cuello. No importaba. Eso era algo util, y aveces, temido.

Pero eso no era lo ultimo que lo hacia reir en silencio, sino la callada suplica que solo sonaba más recio cuando él entraba a un salón de baile:

"Por favor, tome a una de nuestras hijas."

¡Por Dios! ¿Deberia?

Mientras descendia por las escaleras, Terrence se preparaba para otra desagradable media hora. Dadas sus preferencias, él se retiraria al campo y nunca asistiria a otro baile en su vida. Pero mientras que residia temporalmente en la ciudad, no podia negarse a todas las invitaciones. Si queria ver a su pequeña protegida, Karen, bien casada en unos años, él deberia abrir camino para ella ante la sociedad. Asi que él hacia su aparición, pero extrictamente en sus propios terminos. Un set de baile, no más. Lo menos posible de conversación. Y si la gente estaba determinada en arrojar a sus hijas virgenes a sus pies ... Él escogeria.

Él queria a una callada hoy. Por lo general las preferia jovenes e insipidas. Más interesadas en hacerse notar por la multitud que en llamar su atención. Entonces en el baile de Pry y Foster, tuvo el desatino en elegir a la señorita Daniele Dummé. Muy bonita, con un arco coqueto en sus cejas y labios carnosos y rosados. La cosa fué que esos labios perdieron toda su atracción cuando ella descidio ponerlos en movimiento el set de baile entero. Y lo peor era que ¡ella esperaba respuestas!. Mientras que casi todas las muchachas suplian los dos lados de la conversación, la señorita Dummé no estaba satisfecha con su repertorio de afirmaciones con la cabeza ni con sus inarticulados aclaramientos de garganta. Estuvo forzado a hablarle por lo menos una docena de palabras. Esa fue su recompensa por complacer a su sensibilidad estetica.

¡Suficiente con las bonitas!. Esta noche su compañera de baile tenia que ser callada y mansa. No nesecitaba ser bonita, ni siquiera pasable. Lo unico que nesecitaba era ser tranquila y callada.

Mientras que se acercaba a la bola de solteras, sus ojos cayeron en una chica flacucha parada atras del grupo, se mirava casi enferma en su vestido de satin color melón. Cuando él avansó hacia ella, ella se refujio en la sombra de otra chica. Se negaba siquiera a verlo a los ojos. ¡Era perfecta!.

Justo cuando extendió su mano para invitarla, fué sorprendido por una serie de sonidos inexplicables. El traqueteo de paneles de vidrio, el golpazo de una puerta. Tacones chasqueando contra el piso de madera. Terrence se dio la vuelta instintivamente. Una mujer joven vestida de verde salio disparada como bola de villar, parando casi violentamente frente a él. Su mano seguia extendida por la fallida invitacion a la flacucha vestida de color melón, y esta nueva jovencita recien llegada tomó su mano firmemente. Haciendo una pequeña reverencia, ella dijo, "Gracias, su excelencia, sera un placer."

Despues de un doloroso y vergonsoso silencio, la musica comenzó. La bola de solteras desepcionadas se disparcio en busca de nuevos compañeros, gruñendo mientras se iban. Y por primera ves en toda la temporada, Terrence se vió acompañado por una joven que él no havia elegido. Ella lo eligió a él.

Muy sorprendente.

Muy desagradable.

Sin embargo, no habia nada que hacer. La mujer impertinente se puso frente a él para el baile country. ¿Acaso ya conocia a esta mujer?

Mientras que las otras personas se colocaban en su lugar al rededor de ellos, él tomó la oportunidad para observarla detenidamente. Encontró poco que admirar. Cualquier pose digna a la que ella quisiera aspirar habia caido victima por la falta de elegancia que havia tenido al correr por todo el salón de baile. Mechones de cabellos rizados caian en su cara. Su respiración era dificultosa gracias al esfuerzo que habia hecho. Ese estado de agitación no le hacia ningun favor a su semblante, lo que si hacia era mejorar el movimiento de su amplio pecho. Ella estaba dotada con creces en todas partes. Curvas generosas tiraban contra el vestido de seda color verde.

"-Perdoneme" dijo él mientras se acercaban. "-¿Nos han presentado antes?"

"-Una ves, años atras. No espero que se acuerde. Soy Lady Candice Andrew."

El patron de la musica los apartó, y Terrence tuvo algunos momentos para absorver ese nombre: Lady Candice Andrew. Su padre ya muerto habia sido el septimo Varon de Andrew. Y su hermano menor Neil era un picaro canalla que le debia cuatrocientas libras.

Candy debió haber presentido el momento de epifania en él, asi que en la proxima oportunidad que tuvo, le dijo, "-No nesecitamos hablar de eso ahora. Puede esperar para el vals."

Él en silencio gruñó. Este iba a ser un set muuuuy largo. Si tan solo se huviera movido más rapido y huviera asegurado la mano de la flacucha. Ahora que la maniobra de Candice habia sido exitosa, solo Dios sabia que cosas se inventarian las otras chicas -o mas bien, sus madres. Tal vez él nesecitaba empezar hacer citas con anticipación. Pero eso requeria hacer visitas sociales y eso Terrence no lo hacia. ¿Talvez tendria que decirle a su secretario que enviara tarjetas? Arrgh! Toda esta situación era agotante.

El baile country terminó. El vals comenzó. Y él estuvo obligado a tomar en sus brazos a esa mujer que le habia hecho la vida más complicada.

Para su favor, ella no desperdició el tiempo en tonterias. "-Su excelencia, dejeme ir al punto. Mi hermano le debe una gran cantidad de dinero."

"-Él me debe cuatrocientas libras."

"-¿No mira eso usted como una gran cantidad de dinero?"

"-Lo veo como una deuda que se me debe. La cantidad precisa me es inconsecuente."

"-No es inconsecuente para mi. No puedo imaginar que usted este inconsiente de eso, pero el nombre Andrew es sinonimo de pobresa noble. Para nosotros, cuatrocientas libras es una gran cantidad de dinero. Simplemente no podemos costearla."

"-¿Y que es lo que propone? ¿Quiere ofrecerme sus "favores" en modo de pago?"

Ella tiró una mirada de shock, y Él le devolvió un comentario frio: "-No estoy interesado."

Era una pequeña mentira. Él era hombre. Y ella era una mujer bien dotada, metida en un vestido que lo delataba. Partes de él estaban encontrando partes de ella casi interesantes.

Sus ojos, por ejemplo, seguian llendo directo a su escote, tan bien enmarcado por la seda verde y encaje color marfil. Desde su ventajoso punto de vista, él podia espiar un lunar en el interior de su pecho izquierdo, una y otra vez, se dió cuenta que su mirada insistia en ver esa pequeña "imperfección".

"-¡Que desagradable sugerencia!" le dijo ella. "-¿Es acaso su costumbre hacer semejantes ofertas a las familiares angustiadas de sus deudores?"

Él le hizo una mueca despreocupada. No, él no hacia eso, pero ella era libre de pensar lo que quisiera. Terrence no tenia el habito de querer engraciarse con nadie.

"-¡Como si yo fuera a ofrecer mis favores nada más por cuatrocientas libras!."

"-Pense que la concideraba una gran cantidad de dinero." Está muy por encima del precio actual de esos servicios, se abstuvo de decir.

"-Hay algunas cosas a las que no se les pueden poner precio."

Él considero dar una respuesta inteligente para demostrar lo contrario, pero decidió callar. Claramente a la mujer le faltaba el sentido de seguir la logica. Y eso fué más evidente gracias al siguiente comentario que hizo.

"-Le pido que perdone la deuda de Neil."

"-Me niego."

"-¡No se puede negar!"

"-Lo acabo de hacer."

"-Cuatrocientas libras no es nada para usted. Vamos, usted no estaba ni siquiera tras el dinero de Neil. Él nada más quedó enredado en el medio de todo eso cuando usted dobló la apuesta. Usted queria la moneda de bronce del señor Faraday, y ahora la tiene. Perdonele la deuda a mi hermano."

"-No."

Ella sopló con impaciencia y de todo su cuerpo parecia salir exasperación. La frustración exudaba de cada uno de sus poros, y con ella flotaba su propio y unico aroma femenino. Ella olia bien, muy bien en realidad. No a un perfume empalagoso. Él supuso que ella no podia pagar por un perfume caro. Solo eran los olores comunes de jabon y piel limpia, y la minima sugestion que metia ramitos de lavanda en los cajones de sus prendas intimas.

Sus ojos verdes se clavaron en los azules de él. "-¿Por que no?"

Terrence controló su propia desesperación. Él podia explicarle que perdonarle la deuda le haria no solo a su familia sino a su hermano un gran daño. Ellos deberian una gran deuda de gratitud más duradera y pesada que cualquier deuda monetaria, imposible de pagar. Peor aún, Neil no tendria ningun incentivo para evitar repetir su error. En cuestion de semanas Neil pararia en una deuda mas profunda, talvez llegaria a miles. Terrence no tenia duda que cuatrocientas libras era una gran cantidad de dinero para la familia Andrew, pero no seria una deuda devastadora. Y si cuatrocientas libras le compraban sentido comun y responsabilidad a Neil, entonces seria un dinero bien gastado.

Todo esto lo pudo haber explicado. Pero él era el Duque de Grandchester. Por mucho que pudiera perder en aras de ese titulo, mucho tenia que ganar tambien. Él no deberia tener que explicarse en lo absoluto. A nadie.

"-Porque no." dijo simplemente.

Ella apretó los dientes. "-Ya veo. ¿Y no hay nada que yo pueda hacer para persuadirlo?"

"-No."

Lady Candice se estremeció. Él sintió el pequeño temblor bajo la palma de su mano ya que la tenia puesta en la pequeña cintura de ella. Temiendo que se soltara a llorar, Terrence la atrajo con fuerza hacia él y la llevó en una serie de vueltas.

A pesar de sus esfuerzos, ella solo tembló aún más. Pequeños sonidos, algo parecido a un hipo y un quejido emanaban de su garganta. En contra de su buen juicio, se hizo hacia atras para verle la cara.

Candy estaba riendo.

El corazon de él empezó a latir un poco más rapido. Tranquilo hombre, se dijo asi mismo.

"-Es verdad lo que las demas dicen. Usted baila como ensueño." Los ojos de ella recorrieron el rostro de él. Viendo sus cejas, su quijada y finalmente observando sus labios con gran interes. "-Y es usted sin lugar a dudas muy guapo."

"-¿Espera usted que me conmueva con su adulacion? No funcionara."

"-No, no." dijo ella sonriendo, y en su mejilla derecha se hizo un hoyuelo, pero no en la izquierda.

"-Ya sé ahora que usted es un caballero positivamente inmutable, una roca autentica de determinación, y todo intento que yo hiciera para conmoverlo seria en vano."

"-¿Por que la risa entonces?" ¿Porque la pregunta? se regañó asi mismo. ¿Porque no dejar morir la conversación? y ¿porque se encontraba a si mismo preguntandose si a la mejilla izquierda de Lady Candice alguna vez se le hacia el hoyuelo cuando se reia? ¿o era otra de sus "imperfecciones" como el solitario lunar en su pecho?

"-Porque" ella respondió, "-la anciedad y penumbra son agotadoras. Usted ya dejó claro que no perdonaria la deuda. Puedo pasar el resto del baile lloriqueando por eso, o puedo disfrutarlo."

"-¿Disfrutarlo?"

"-Ya veo que la sola idea lo sorprende. Yo sé que hay algunos" aqui ella le soltó una fuerte mirada acusadora "-que creen que es una forma de superioridad el parecer siempre insatisfechos con la compañia que se les brinda. Incluso antes de que entren a una reunion ya se han hecho a la idea que no les agradará. ¿Es acaso tan impensable que yo pueda elegir lo contrario? ¿Optar por felicidad, incluso en la cara de una gran descepción y de una completa ruina financiera?

"-¡Apesta a falsedad!"

"-¿Falsedad?" se rió otra vez. "-Perdoneme, pero ¿que no es usted el Duque de Grandchester? ¿El autor de este pequeño melodrama de media noche que se ha estado presentando en bailes llenos por semanas? Toda la escena se presenta bajo la presunción de que todas las mujeres solteras estamos desesperadas por llamar su atención. Que un baile en los brazos del Duque de Media Noche es el sueño y fantasia mas querida de todas nosotras. Y ahora usted me tacha de mentirosa, ¿cuando lo unico que pretendo es disfrutar mi turno?"

Ella alzó la barbilla y miró hacia el salón de baile. "-No me hago ilusiones de mi misma. Soy una pobre dama, llegando a solteria definitiva, no tengo una gran belleza, ni siquiera la tuve en mi juventud. Casi nunca soy el centro de atención, su excelencia. Cuando este baile termine, no se cuando -si es que alguna otra vez- pueda disfrutar de esta emoción de nuevo. Asi que estoy decidida a disfrutarlo mientras dure." Ella sonrió desafiante y agregó. "-Y usted no me puede detener."

Terrence llegó a la conclusión de que este set era el mas largo en la historia del baile. Volvió su cabeza y obedientemente la llevo a lo largo del salón, tratando de ignorar como cada par de ojos seguian el progreso de los dos.

Cuando se arriesgaba a ver a Candy, ella seguia viendo su rostro detenidamente.

"-¿Puedo convencerla de que deje de mirarme?

La sonrisa de Candy nunca vaciló. "-Oh, no. Vera usted," susurró en un tono ronco, que en otra mujer él huviera interpretado como un sensual coqueteo, "-No es a menudo que una solterona como yo tiene la oportunidad de disfrutar de un tremendo espécimen de virilidad y vigor en tal proximidad. Esos penetrantes ojos azules, y todo ese cabello oscuro... ¡Que lucha es no tocarlo!"

Él la calló y le dijo "-¡Shhh! Está usted haciendo una escena."

"-Oh, usted creó la escena," murmuró timidamente. "-yo simplemente la estoy robando."

"-¿Sera que este vals nunca terminara?"

"-¿Quisiera cambiar de tema?" preguntó Candy. "-podriamos hablar de teatro"

"-Yo no voy al teatro."

"-Libros, entonces. ¿Que tal de libros?"

"-En otra ocasión" contestó. E instantaneamente se preguntó ¡que fue lo que lo habia poseido para decir eso! Lo raro de la situación era que a pesar de sus muchas, muchas desagradables cualidades, Lady Candice claramente poseia inteligencia e ingenio. No pudo evitar pensar que en otro tiempo, en otro lugar, él seguramente hubiera disfrutado hablar de libros con ella. Pero era imposible hacerlo ayi, en un salón de baile lleno de gente, con su concentración puesta en cada vuelta que daban.

Su control sobre la escena cada ves se evaporaba mas, Y eso lo hacia enojar.

"-Oh, esa es una mirada peligrosa," le dijo ella " -y su cara se esta poniendo de un color rojo impresionante. Es suficiente para hacerme creer todos esos rumores que se dicen de usted. En realidad esta haciendo que los vellos de mi cuello se levanten."

"-¡Oh, ya deje eso!"

"-¡Estoy siendo honesta!" protestó. "-Mire por usted mismo" Se estiró y echó la cabeza hacia un lado. Alargando su palido y suave cuello. No pecas ni lunares alli. Solo una tentadora curva cremosa, suave y perfumada de piel femenina.

Ahora el corazón de Terrence se pegó a sus costillas. No sabia que queria hacer más, ¡si retorcerle el cuello o lamerselo!. Morderselo pudiera ser un compromiso justo. Una acción que mezcla el placer con el castigo. ¡Porque merecia ser castigada!, ¡muchacha impertinente!

Aceptando la inutilidad de su primer argumento, ella habia elegido librar una batalla diferente. Una rebelion de gozo. Ella podria no sacarle ni un centavo, pero iba a sacarle jugo y sacar cada gota de placer a su costa.

Esa era la misma actitud responsable de la deuda de su hermano. Neil no dejaria la mesa de juego, ni siquiera cuando ya no tenia ninguna esperanza de recuperar sus perdidas. Se quedó y arriesgó cientos de libras que no tenia, porque queria ganar una ultima mano. Era precisamente el temperamento que uno podia esperar de una familia como los Andrew -un rico linaje con siglos de orgullo y valor, perpetuamente atado por el oro.

Lady Candice queria ser mejor que él en algo. Queria verlo humillado. Y a traves de ninguna habilidad o percepción en particular, estaba peligrosamente cerca de lograrlo.

Terrence paró abruptamente. Increiblemente la sala de baile siguió girando a su alrededor. ¡Maldita sea! esto no podia estarle pasando. No aqui. No ahora. Pero todas las señales eran inequivocas. Su pulso latia en sus oidos. Una ola de calor inundó su cuerpo. El aire repentinamente se tornó espeso como melaza y sabia igual de vil.

¡Diablos! ¡demonios! Tenia que salir de ese lugar inmediatamente.

"-¿Por que paramos?" preguntó Candy. "-El vals no se ha terminado." Su voz sonaba como si viniera de una gran distancia y se filtrara a traves de lana de algodón.

"-Se acabó para mi." Terrence volvió su mirada alrededor de la habitación. Un par de puertas abiertas a su izquierda le dió esperanzas. Intentó dejarla, pero ella se aferró a sus hombros rapidamente.

"-Por el amor de Dios," dijo Terrence, "-dejeme...-"

"-Dejarlo ¿que?" ella murmuró "-¿dejarlo ir? Dejarlo abandonarme aqui en la pista de baile, ¿para mi completa y total humillacion? De todas las canalladas, groserias e imperdonables..." Cuando se le acabaron las descripciones, le dió una mirada acusatoria que implicó una y mil mas. "-¡No se lo voy a permitir!"

"-Muy bien entonces. No lo haga." Él deslizó sus manos hacia la cintura de ella, la agarró duro con las dos manos y levantó a Lady Candice Andrew -dos, cuatro... seis pulgadas del piso. Hasta que podian verse ojo a ojo, y sus zapatillas quedaron colgando en el aire.

Él esperó un momento para saborear la manera indignada en que esos ojos verdes lo miraban. Y luego la llevo afuera hacia la oscuridad de la noche.

Antes de que Candy pudiera recuperar el aliento, el duque la habia sacado directamente atraves de las puertas. Emergieron exactamente en la misma terraza en donde habia discutido con Neil no hacia ni media hora antes. Sin duda los jardines estaban recibiendo un buen uso esa noche.

Dejandola en el suelo con cuidado, Grandchester paró el reclamo con la palma de su mano y le dijo: "-Usted se lo buscó."

Entonces él se hundio cerca de una columna de marmol, tirando de su corbata. "-¡Maldita sea!, hace calor ahi dentro."

Candy calladamente se tambaleó sobre sus pies, enfurecida y a la vez emocionada por la forma en que la habia levantado con tanta facilidad y llevado fuera del salón. Ella no era precisamente una delgaducha. Pero asi como era ella de bien formada, él definitivamente lo era más. Mientras que él la levantaba, ella habia sentido sus musculosos hombros moviendose debajo de sus manos. Oh si, definitivamente él estaba muy bien hecho.

Bueno ¿Y ahora que? Ella sabia que estaba pisando terrenos desconocidos con su burla descarada. Pero entonces, ella habia estado con ganas de tomar riesgos. Ya habia perdido Briarbank, a Neil, probablemente perdió cualquier prospecto matrimonial que quedara despues de la escena que armó al entrar y reclamar la mano del duque. No le quedava reputacion o ninguna fortuna que proteger; entonces, ¿por que no divertirse un poco?