Disclaimer: La saga y todo lo referente a Percy Jackson no son de mi autoría, le pertenecen al Tio Rick.

Este fic participa en el reto "Nico di Angelo" del foro El Monte Olimpo.


Nico di Angelo intentaba hacer todo el silencio posible que se puede hacer siendo un niño de cinco años que intenta esconderse de su hermana mayor.

De vez en cuando soltaba alguna que otra risa queda, pero el sonido de su voz era acallado por el ruido que provenía de afuera de su casa, las personas y los animales que eran parte de su vida diaria.

Escuchó los pasos de Bianca y se tapó la boca con ambas manos para no decir nada. Detrás de él la pared le hacía cosquillas en la espalda y a través de la misma oía el tenue sonido que le indicaba que María di Angelo estaba cocinando algún postre para sus hijos.

Se apretujó más entre la cortina y la pared, cerrando los ojos con fuerza intentando mezclarse con las sombras.

Por la intensidad de los pasos de Bianca podía deducir que estaba mirando primero la cama, revisando abajo de ella, donde era su escondite usual.

Pero en ese momento el niño había decidido ocultarse tras la cortina que cubría la ventana, del lado que su madre solia dejar la mecedora, por lo que se sentía bien oculto.

Abrió uno de sus ojos y contuvo la respiración.

Bianca se estaba acercando lentamente.

Nico estornudó y Bianca rió, estiró la cortina sonriendo.

El di Angelo frunció el ceño.

— Te encontré.— La muchacha se sentó en el piso frente a él desordenando su oscuro cabello.

Nico miró con ojos brillantes a su hermana, el gorro del que nunca se separaba estaba un tanto torcido sobre su cabello color chocolate, su afable sonrisa hicieron que no pudiera evitar tirarse encima de ella en un apretado abrazo, escondiendo su rostro en la curva que formaba el cuello descubierto de ella.

— No se vale, fue el estornudo.— Farfulló un tanto molesto.

Bianca puso una mano en el cabello de Nico, pasando su otro brazo por su espalda.

— ¿Dos de tres?— preguntó sonriente.

Nico rió y salió corriendo.

— No puedes salir antes de decir 30.— se oyó su voz por el pasillo.

— Sí, il mio angelo.— Susurró ella.— Te quiero, Nico.


Palabras: 351