01. Introducción
Martes 13 de octubre de 2020. 1900 horas. Hollywood, Los Ángeles.
Una joven morena caminaba por los pasillos del estudio de grabación ubicado en las cercanías de Hollywood, estudio donde esperaba que pronto fuera su lugar de trabajo. Llevaba varios días en Los Ángeles, casi una semana y ese día había asistido pasado el mediodía, más precisamente eso de las tres de la tarde, a aquel sitio para presentarse a una audición donde buscaban a una actriz para una nueva serie de televisión.
Había abandonado la comodidad y bienestar que le proporcionaba su conocida y amada Nueva York y sus teatros para trasladarse a la desconcertante Los Ángeles donde probaría suerte por primera vez porque su representante, el joven y apuesto Neil Hoobs, le había insistido en que debía volver a la actuación. Había decidió tomarse un año de descanso después de haber protagonizado tres obras de teatro seguidas en Broadway. Durante ese año de descanso había ejercido como profesora de teatro infantil y adolescente debido a su talento y su experiencia a pesar de solo contar con veintisiete años de edad. Era eso o alejarse de las tablas durante ese tiempo, por lo que eligió la primera opción.
Había demasiados jóvenes con talentos en Nueva York y ella, lejos de sentir envidia, amaba explotar esos talentos, ser parte del crecimiento de esos futuros actores y, ¿por qué no?, algún que otro cantante también. Por eso mismo cuando les dijo que no podría seguir con las clases la tristeza que invadió a sus alumnos también la invadió a ella. Para su tranquilidad su amigo y ex novio Jesse St. James se había hecho cargo de sus clases.
Estaba llegando al final de su recorrido hacia el estacionamiento cuando su teléfono móvil comenzó a sonar bajo el nombre de "Niel H. llamando". Su representante seguro quería saber cómo le había ido en la audición. Sonrió porque era justo lo que esperaba y se asombraba de que la llamada hubiese tardado tanto en llegar. Neil a veces podía ser igual o más intenso que ella.
-Hola, pesado, ¿Como estas?- pregunto. Neil antes que nada era su amigo por lo que había cierta confianza entre ellos. Llevaban siendo representante y representada prácticamente desde que se graduó de NYADA.
-Bien, ¿Y tú? ¿Qué tal te fue en la audición?- cuestiono Neil del otro lado con ansiedad. -Dime que te eligieron, Rachel. No pueden no hacerlo. ¿Le has enseñado tu curriculum? Eres la gran Rachel Berry, la niña prodigio de Broadway, la nueva...
-Neil, respira, ¿Quieres?- se rió la morena subiéndose a su auto y dejando su bolso en el asiento de copiloto. -Sí, les mostré mi curriculum y dijeron que lo tendrán en cuenta a la hora de decidir. Por el momento elegirán a los personajes secundarios y luego irán llamando a los principales por que quieren concentrarse muy bien en eso. No te desesperes. Todo estará bien.
-Siempre tan optimista, mi enana- indico Neil riéndose mientras Rachel fruncía el ceño.
-Odio cuando me dices 'enana'. No soy enana, solo soy de... estatura medida y poco convencional- replico Rachel con la misma defensa que siempre utilizaba. Estaba por agregar algo más cuando a lo lejos vio a unos tipos de traje y, en su opinión, cara de malos acercándose mientras miraban hacia todos los lados del lugar arrastrando algo que ella no llego a ver bien que era. -Neil, te llamo luego, ¿Te parece? Estoy por conducir y no es aconsejable hablar por teléfono mientras lo haces.
-Sí, tienes razón. Llámame cuando llegues a tu casa, Berry- ordeno el chico mientras Rachel entornaba los ojos para ver hacia donde estaban los tipos en el estacionamiento. -Cuídate y no busques problemas en el camino, ¿Está bien? Hablamos luego, adiós.
La morena corto la llamada sin despedirse de su representante. Encontraba más entretenido o llamativo ver como un tipo con aspecto mafioso hablaba con su acompañante que miraba en los alrededores en busca de algo o alguien antes de mirar al otro tipo que hasta en ese momento Rachel no había reparado. El hombre en cuestión estaba todo ensangrentado y casi moribundo. Se llevo las manos a la boca cuando uno de los tipos con traje saco un arma de fuego y apunto al que estaba de rodillas frente a él. ¿Justo en ese momento tenía que pasar aquello? ¿Por qué no había nada o nadie más que autos completamente vacíos en aquel estacionamiento?
-Hiciste mal... muy mal. No debiste querer delatarnos y mucho menos salirte del negocio- escucho que decía y fue en ese entonces que empezó a comprender la situación. Un frío le recorrió por todo el cuerpo al darse cuenta del final de aquello. -¿Sabes lo que le hacemos a los soplones como tú?
Pero antes de que el tipo arrodillado pudiera contestar, él que tenía el arma en la mano presiono el gatillo y el resto fue historia. Rachel soltó un grito agudo cuando vio eso y en su garganta se formo un nudo cuando producto del temor los dos tipos de traje se giraron para mirarla. Se congelo cuando su mirada se concentro en el que tenía el arma en la mano. Unos ojos negros azabache la traspasaron completamente y en conjunto con las cicatrices que tenía en su rostro la hicieron temblar de pies a cabeza. No supo como llego a reaccionar a tiempo pero cuando se dio cuenta ya estaba presionando el acelerador de su automóvil, que hasta ese entonces estaba apagado y a lo oscuro, escapando de aquel lugar.
Poco le importo los semáforos en rojo o las señales de alto que paso de largo, lo único que quería era escapar de aquel lugar y borrar aquella imagen de su mente. Imagen que se repetía como si de una película se tratase. Hombres de trajes con aspecto mafioso, hombre ensangrentado, arma de fuego, disparo y muerte. Esa era la secuencia que se repetía en su mente una y otra vez.
No sabía qué hacer para eliminar las lágrimas que no sabía si eran de impotencia, rabia, adrenalina del momento o temor, o quizás era un conjunto de todo lo anterior. No sabía que sentir en ese momento. Lo que si sabía era que debía alejarse lo máximo posible porque los tipos venían siguiéndola a toda velocidad.
De repente sin darse cuenta choco contra un poste de luz y su auto quedo completamente inservible, intento ponerlo en marcha pero éste no arrancaba. Desistió de su intento cuando sintió algo caliente deslizarse por su lado derecho, cerca de su ojo. Se toco con los dedos temblorosos y descubrió sangre pero no tenía tiempo de preocuparse por eso, no cuando a lo lejos vio, o le pareció ver, el auto de los mafiosos acercándose, o quizás solo era su mente imaginando la proximidad de su final. Con todo el temor del mundo agarro su bolso y salió corriendo del automóvil sin un rumbo fijo. No estuvo segura de cuánto tiempo corrió ni de cuantas calles recorrió antes de quedar atrapada en aquel callejón sin salida, lo que si supo fue como toda la sangre y el aire se escapaba de su cuerpo al pensar que ese sería su final y ni siquiera había logrado saber si la habían elegido o no como protagonista de la serie a la que se presento esa tarde.
Se escondió detrás de un contenedor de basuras y fue en ese entonces que agradeció ser pequeña. Se cuerpo se congelo cuando escucho los pasos de los tipos acercándose, acerco apenas su rostro para ver más o menos donde estaban y hubiese soltado un grito de terror cuando alguien la tiro para atrás si no hubiese sido porque ese mismo alguien le tapo la boca.
-Tranquila. No te hare nada- le susurro una voz masculina mientras se ocultaban en la oscuridad de uno de los pasillos del lugar. -No grites que no te hare daño. Soy de los buenos.
Rachel intento forcejear con aquel desconocido pero se detuvo cuando uno de los asesinos paso cerca de allí con un arma en la mano. No le quedo otra que guardar silencio y, al menos en ese momento, confiar en el desconocido que la sujetaba por detrás.
-Vámonos, esa idiota se nos escapo- comento uno de los tipos desde la oscuridad mientras el otro enfocaba su mirada hacia donde estaba Rachel y el desconocido.
La morena tembló al mirarle el rostro, una cicatriz sobre su ojo izquierdo y otra cruzando su mejilla fue lo que más destacaban del tipo. A pesar a la poca luz pudo distinguir el color de sus ojos y fue en ese entonces que estuvo segura de que aquel negro azabache la perseguiría durante mucho tiempo. Era el mismo tipo que la había visto en el estacionamiento.
-Vámonos. Debemos decirle al jefe lo que paso y poner en marcha una búsqueda- comento el mismo tipo que había hablado con anterioridad y Rachel tembló de solo pensar que la buscarían a ella. -Si esa infeliz habla con la policía iremos todos a las sombras. Matamos a un político corrupto, ¿Qué esperabas?
-Cierra tu apestosa boca, idiota- grito el que seguía mirando hacia donde estaba Rachel. -Nadie irá a prisión. Buscaremos a esa tipa y la borraremos del mapa antes de que pueda decir 'Hola' frente a un policía. Es lo que hacemos siempre con algún testigo, ¿No? Ahora vámonos de una maldita vez.
Escucho los pasos de los tipos alejándose pero el desconocido que estaba detrás de ella no la soltó en ningún momento y eso comenzó a preocuparla.
-Escúchame, te iré soltando de a poco y te pido por favor que no grites- susurro el desconocido en su oído aflojando suavemente la mano que tenía en la boca de Rachel. -¿Tenemos un trato?- la morena asintió y de repente dejo de sentir presión en su boca. -Vayamos hacia la luz así puedo verte mejor.
Rachel se dejo hacer por aquel desconocido que pudo ver cuando la poca luz del pasillo le dio de lleno en el rostro. Un chico, aparentemente, uno o dos años mayor que ella le sonreía de lado mientras se pasaba una mano por su corte de cabello mohawk al mismo tiempo que miraba todo a su alrededor en busca de algo que Rachel no llego a descifrar. Aun podía sentir los espasmos en su cuerpo y supo que estaba entrando en shock cuando dejo de pensar en lo que había pasado.
-Vámonos- ordeno el chico tomando a la morena del brazo pero ésta se soltó. -Escucha, morena. No te pongas difícil, ¿Está bien? Escuchaste a esos tipos. Te buscaran, te encontraran y te mataran. Si vienes conmigo eso no pasara.
-¿Como sé que puedo confiar en ti?- pregunto Rachel con voz temblorosa y sabiendo que en cualquier momento llegaría el llanto. -¿Como sé que no eres uno de ellos? ¿Cómo sé que no me entregaras o me mataras? Dime, eh... ¡Dime!
-Shh, baja la voz o volverán y ni a ti ni a mí nos conviene eso- susurro el chico mirando seriamente a Rachel. -Escúchame, ya te lo dije antes. Soy de los buenos, ¿Ves?- Rachel observo como sacaba del interior de su chaqueta lo que parecía ser una placa de policía o algo parecido a eso. -¿Lo ves? ¿Qué dice ahí?
-Dice...- la morena se acerco un poco más a lo que le enseñaba el chico que resulto no ser una placa de policía sino más bien una cédula o una tarjeta de presentación. No estaba muy segura por que jamás fue buena para esas cosas. -Dice Noah Puckerman, especialista en... ¿Seducción?
-Oh, lo siento. Esa no era- se disculpo el chico guardando esa tarjeta y sacando la correcta. Primero la miro bien antes de mostrársela a la morena. -Es esta.
-Noah Puckerman, oficial de policía- leyó Rachel en voz alta antes de mirar de nuevo al chico que se pasó una mano por la nuca con nerviosismo. -¿Eres policía? No tienes aspecto de ser policía... Noah Puckerman- termino la morena mirando nuevamente el nombre del chico.
-Puedes decirme 'Puck'. Noah me dice mi madre y ya no soy un niño- protesto el chico cruzándose de brazos y frunciendo el ceño. -Sí, soy policía. Bueno, al menos antes lo era, ahora soy más que eso pero te lo cuento al llegar al cuartel. Este lugar no es seguro.
-¿Cuartel? ¿Qué cuartel?- pregunto Rachel con el ceño fruncido mientras Puckerman la tomaba de la mano sin preguntarle y tirándola suavemente. -Espera, ¿Qué haces? No iré a ningún lado contigo. No confío en desconocidos, ¿No lo entiendes?
-Eres tú la que no entiende, morena- replico Puck mirándola seriamente. -Por si no te has dado cuenta estuvieron a punto de matarte y créeme cuando te digo que te buscaran y lo harán. Tú misma lo has escuchado- Rachel de repente palideció y tembló al recordar ese detalle. -Por eso mismo debes venir conmigo. Confía en mí. Nosotros te protegeremos, lo prometo.
-¿Nosotros? ¿Quiénes son 'nosotros'?- indago Rachel siendo tirada suavemente por Puck nuevamente que miraba en cada rincón del lugar hasta llegar a la calle y dirigirse hacia un lugar oscuro que Rachel desconocía. -¿Puedes contestarme lo que te pregunte? Y por favor, ¿Podrías decirme hacia dónde vamos?
-Te lo contare todo al llegar al cuartel, lo prometo- aseguro Puckerman sin soltar la mano de Rachel que comenzaba a estar nerviosa de nuevo.
Caminaron una o dos cuadras, no estaba muy segura de eso. De hecho, desde lo que paso esa tarde no estaba muy segura de nada, solo de una cosa: Iba a morir. Se choco contra la espalda de su "salvador" cuando éste se detuvo frente a una montaña de basura o eso le pareció hasta que descubrió debajo de todas esas bolsas una motocicleta Honda CB Twister 110 de color azul completamente brillante.
-Te presento a mi hija... Bueno, a mi segunda hija- comento Puck con una sonrisa de oreja a oreja que sorprendió a Rachel. Señalo a la motocicleta y continuó: -Morena, te presento a Betty. Betty, te presento a la morena. No se pongan celosa ninguna, tengo amor suficiente para todas mis chicas- Se acerco a la motocicleta y le dio un beso a la parte delantera, donde la imagen de Betty Boop estaba estampada, antes de subirse y mirar nuevamente a Rachel. -Vamos, morena. Súbete que debemos irnos.
Rachel analizo sus opciones, aunque no tenía muchas de las cuales elegir. Era seguir a ese desconocido que era un poco egocéntrico rayando el narcisismo o quedarse allí esperando a que los mafiosos volvieran por ella y la asesinaran. Aunque no tenía ni idea de adonde la llevaría ese chico con corte mohawk decidió elegir la opción numero uno.
-Buena elección, morena- indico Puck con una sonrisa de lado cuando Rachel se subió a la motocicleta detrás de él y le tendió el casco para que se lo colocara. -Pero antes debo hacer una llamada, luego seré todo tuyo.
-No quiero que seas mío- replico Rachel con una ceja en alto siendo ignorada por Puck que ya estaba con su teléfono en la mano marcando un numero que no llevo a ver.
-Señor, habla Puckerman- escucho que decía y no pudo evitar sacar a relucir su lado curioso, por lo que se acerco más al chico para escuchar. -Sí, lamento la hora. Sabe que no lo llamaría si no fuera importante... Si, lo sé... No, aun no la llame. Está bien... tengo una NN de aproximadamente veinticinco años de edad, bajita, morena y un poco escéptica... No, creo que vio algo por que la estaban siguiendo y justo paso por mi pasillo, donde me tocaba estar hoy. La sentenciaron... Sí, señor... Nos vemos allí. Adiós... No sé preocupe, conozco el protocolo.
-¿Escéptica?- cuestiono Rachel con una ceja en alto mirando a Puck que ya había cortado la llamada y ponía la moto en marcha. -¿Adonde me llevas?
-Ya te lo dije, al cuartel, pero antes debo hacer algo- respondió Puck bajándose de la moto y sacando un pañuelo del bolsillo. -Debes confiar en mí, ¿Si? Realmente necesito taparte los ojos. Lo siento pero es el protocolo.
Por mucho que Rachel protesto al final nuevamente gano Puckerman, por lo que ahora viajaba en una motocicleta abrazada a la cintura de un desconocido que le había tapado los ojos para llevarla a un lugar que desconocía por completo pero que extrañamente sabía que era su única salvación en ese momento.
No se había detenido a pensar hasta ese instante en el cual el viento le hubiese golpeado en el rostro si no hubiese sido por el casco que tenia puesto pero que aun así sabía que estaba allí por como la golpeaba en partes de su cuerpo, aquellos lugares que no estaban cubiertos por el cuerpo de Noah Puckerman. Hasta hace unas horas atrás estaba audicionando en un lugar del que poco sabía y conocía. Si no hubiese ido a Los Ángeles, esto no estaría pasando. Estaría en la comodidad de su casa de Nueva York, durmiendo quizás o discutiendo con Santana Lopez, su mejor amiga, o también podría estar hablando con Kurt Hummel, su otro mejor amigo, sobre el último grito en la moda. Cualquier opción le venía bien en este momento en el cual sentía que su final estaba cerca.
Las palabras del matón volvieron a su mente causándole una opresión en el pecho y un temblor en todo su cuerpo. "Buscaremos a esa tipa y la borraremos del mapa", resonaba en su mente una y otra vez haciéndola estremecer. No podía estar sentenciada a muerte, no siendo tan joven. A lo mejor, quizás, era que estaba pautado por el destino que pasara a formar parte del 'Club de los 27', quizás compartiría lista con Jimi Hendrix, Jim Morrison, Kurt Cobain, Amy Winehouse, Rodrigo Bueno, entre otros. Quizás este extraño conocido, como había decidido llamar a Puckerman para sus adentros, solo sería su salvación por un momento, ¿Cuánto tiempo? ¿Una hora, dos? ¿Un día, dos, tres, cuatro? ¿Una semana? ¿Un mes? ¿Y después qué? Probablemente encontrarían su cuerpo abandonado en algún riachuelo del lugar o en algún lugar un poco más sofisticado como la playa. No le molestaría que la encontrasen muerta en alguna playa de Santa Mónica, allí estará lleno de personas que probablemente llamarían a las cámaras de televisión, luego todo el mundo se enteraría de su muerte y lloraría como lo hizo por Eva Perón, hasta quizás hagan una película o un musical con su nombre. "Rachel, el musical", eso sí estaría bien. Por lo menos su muerte dejaría algo bueno.
-Llegamos- escucho que le decía Puckerman deteniendo la motocicleta. Se quito el casco e hizo un ademan de quitarse la venda de los ojos pero el chico se lo impidió. -No, aun no. Déjatelo puesto. Yo te guiare y juro que el hecho de que tengas la venda puesta no es porque estoy cumpliendo una fantasía sexual, eh.
-¿Siempre eres así?- cuestiono sintiendo como la mano de Puck se aferraba a la de ella. Pudo jurar que el chico estaba cuestionándola con la mirada y por eso continuó: -Así tan... ¿Sexual y egocéntrico? No sé cómo explicarlo. Desde el tiempo que llevamos juntos por culpa de esta locura lo único que pude... apreciar de ti es que eres un idiota narcisista, inmaduro y amante del sexo.
-Wow, morena solo cruzamos dos palabras y, ¿ya sacas esta conclusión de mi persona? Es la primera vez que me dicen "narcisista, inmaduro y amante del sexo" todo en una misma oración- comento Puck con diversión mientras subían a lo que Rachel sospechaba que sería el ascensor. -Las mayorías de las veces remarcan esas tres... ¿Podríamos llamarlas virtudes? Si, virtudes, por separado. Eres la primera que me etiqueta de esa manera e increíblemente me parece hot.
-¿Ves de lo que te hablo?- susurro Rachel haciendo reír al chico. -¿Falta mucho para que pueda quitarme esta cosa de los ojos? Empiezo a cansarme de no ver.
-Tranquila, un piso más y ya está- respondió Puck guardando silencio después de eso. Rachel contó en su interior casi dos minutos de silencio. -Llegamos, morena.
Rachel resoplo aliviada cuando Puckerman le quito la venda de los ojos dejando frente a ella un impecable pasillo blanco que logro cegarla por unos segundos. Puck esbozo una sonrisa triunfante cuando la chica se aferro a su brazo fuertemente acercándose más a él mientras avanzaban por aquel pasillo, doblando varias veces a izquierda y derecha hasta dar con lo que parecía ser una puerta.
-Es aquí. No debes preocuparte. Nada va a pasarte mientras estés aquí- aseguro Puck quitando la mano de la morena que estaba en su brazo para terminar entrelazando sus dedos con los de ella. -Debes conocer al sargento.
Rachel miro con preocupación a Puckerman antes de que el chico le regalara una sonrisa tranquilizadora y abriera la puerta con lentitud, o eso le pareció a ella. Apretó más fuerte la mano de Puck que realizo una mueca de dolor cuando las uñas de la morena se clavaron en su brazo, allí donde tenía su otra mano.
Frente a ellos se encontraba un hombre alto que les daba la espalda, un poco ancha cabe destacar. La parte trasera de su cabeza indicaba el color de su cabello. Un rubio arena con algunas que otras canas contrastando con el color habitual. Su rostro serio cuando se giro para mirarlos de frente hizo temblar a la morena y el rostro de Puckerman, que hasta ese momento esta sonriente rozando la arrogancia, ahora se había vuelto completamente serio. Unos ojos grises con un resquicio de verde oscuro taladraron con lentitud a Rachel de pies a cabeza, como si estuviera analizándola.
-Es la chica de la que le hable por teléfono, señor- Rompió el silencio Puck después de haber carraspeado por lo bajo.
-¿La NN escéptica?- cuestiono el hombre con una ceja en alto y dejando al descubierto una voz grave y profunda que cautivo a Rachel mientras se escondía detrás de Puckerman. –Y algo asustadiza debo decir. ¿Su nombre?
-Aun no lo sé, señor. Yo solo le he dicho 'morena'- respondió Puck apretando ligeramente la mano de Rachel.
-Deme el informe- ordeno el hombre caminando de nuevo hacia su escritorio y sentándose allí pero sin dejar de mirar a la morena que bajo la mirada. –Antes de realizar alguno movimiento debo saber cómo fueron las cosas. Sabe como trabajo, agente Puckerman.
-Lo sé, señor- afirmo Puck asintiendo. –Próximo a las 1930 horas estaba haciendo mi guardia como se me ordeno. Todo estaba en orden hasta que la NN aquí presente apareció corriendo completamente asustada siendo perseguida por dos… sospechosos- relato Noah deteniéndose un segundo para mirar significativamente al hombre frente a él que lo observo una milésima de segundo y luego asintió. Como si silenciosamente hubiese recibido algún tipo de mensaje encriptado que la morena no llego a descifrar. –Arrastre a la NN conmigo hacia la oscuridad antes de que los sospechosos lo notaran. Uno de ellos observo unos minutos nuestra posición pero sin reparar en eso hasta que…
-¿Hasta que, qué?- cuestiono el hombre rubio mirando seriamente a Puckerman que resoplo inaudiblemente antes de responder. –Hable, agente.
-La sentenciaron, señor- informo Puck tensando la mandíbula.
-Palabras textuales, Puckerman.
-"Buscaremos a esa tipa y la borraremos del mapa antes de que pueda decir 'Hola' frente a un policía"- recordó Noah apretando con firmeza la mano de la morena. –Señor…
-¿Su nombre, señorita?- indago el hombre mirando a Rachel que miro primero a Puck antes de responder. –No se preocupe. Aquí la protegeremos.
-Soy-soy Rachel Berry- respondió la morena. -¿Usted como se llama?
-Soy el sargento Russel Fabray- se presento el hombre sonriendo apenas mientras le ofrecía su mano a Rachel que volvió a mirar a Puck antes de realizar algún movimiento. –Este hombre que te acaba de traer aquí es mi agente especial Noah Puckerman… pero supongo que eso lo sabrás ya.
-Le comente que era escéptica, señor. Tuve que presentarme para poder traerla aquí- intervino Puck mientras el sargento Fabray lo miraba directamente a los ojos antes de que Puckerman se acercara lentamente hasta su oído para solo ser oído por el sargento. –Señor… era uno de los secuaces de Weston padre. Era Jay, su hombre de confianza.
-¿Está seguro, agente?- cuestiono Fabray mirándolo nuevamente a los ojos, donde Rachel creyó ver una pizca de preocupación aunque ella no logro escuchar lo que Noah le había susurrado al hombre.
-Completamente, señor- afirmo Puck devolviendo la mirada segundos antes de que el sargento desviara la vista. –Al parecer, o salió de la cárcel o se escapo, señor.
-Eso ya lo averiguaremos. Por el momento reúne al equipo Beta después de haber puesto a resguardo en una de las instalaciones a esta señorita. Montaremos un operativo secreto. Si vuelven por ella lo sabremos. Reúne toda la información que puedas obtener sobre el objetivo y también sobre el enemigo- el sargento Fabray se acerco a la morena y volvió a tenderle su mano. –No se preocupe, señorita Berry. Aquí estará a salvo. Nos caracterizamos por disminuir la violencia y el crimen, no por propagarla… y créame, hemos tenido miles de casos como el suyo y todos con buenos resultados.
-Señor- intervino Puckerman adelantándose a la respuesta de la morena. -¿Usted cree que deberíamos llamar a…?
-Sí, pero primero encárguese de que la señorita Berry se instale en una de las habitaciones, agente Puckerman- interrumpió el sargento Fabray mostrando la primera sonrisa desde que Rachel puso un pie en aquel lugar.
Miércoles 14 de octubre de 2020. 0300 horas. Manhattan, Nueva York.
Dormir después de mucho tiempo sin haberlo hecho era algo que quería disfrutar en un momento como ese y que lo haría a lo largo de los próximos cinco minutos. Debido a su trabajo siempre debía estar en alerta a tal punto de que hacía bastante tiempo que no disfrutaba el hecho de dormir ocho horas seguidas como lo haría cualquier otro mortal sobre la tierra.
En medio del sueño paseo su mano por la cama y sonrió para sus adentros cuando la descubrió vacía. Por suerte, esta vez su amorío de turno había sido sensato y se había marchado una vez terminado el sexo. No es que cambiara de amantes cada día, porque no era así. De hecho, desde hacía poco más de ocho semanas la única persona con la que mantenía sexo era un compañero de trabajo. Sin promesas a futuro, sin palabras cariñosas, sin un beso al partir, nada de nada, solo sexo.
El amor y ella jamás fueron de la mano, a pesar de haberlo intentando de todas las maneras posibles, tanto con hombres como con mujeres, pero no, el amor no le llegaba o quizás solo le llego una vez, aunque no estaba muy segura de eso y si lo hizo al menos no lo había hecho de la manera que ella esperaba. A sus veintisiete años ya se había resignado a no encontrar o sentir eso que el resto decía sentir cuando hablaba del amor. Con sus antiguas parejas no había sentido las famosas mariposas en el estomago, ese vuelco cuando alguien te dice algo lindo, la piel erizada al mínimo roce, los estados de ánimos cambiantes dependiendo de las noticias que puedas llegar a tener de esa persona, el hecho de soñar despierta, las sonrisas tontas que aparecen de la nada. No, ella no sintió jamás eso y ya se había resignado a no sentirlo, aun siendo tan joven.
Ya no esperaba que el amor golpeara a su puerta por que se canso de esperarlo, por eso ahora solo tenía sexo casual. Su compañero de trabajo tampoco es que esperase algo más por parte de ella y lo agradecía. Eso era lo que habían acordado desde el primer momento y así llevaban ya poco más de dos meses teniendo sexo. La ingenua idea de pensar que si tenía sexo con él se podría enamorar cual película romántica de Hollywood, fue lo que en primer instancia la llevo a intimar con su compañero, pero eso jamás paso y esa idea se esfumo por completo dejando en su lugar la necesidad de saciar solamente sus deseos carnales.
Su teléfono móvil sonando fue lo que la despertó de su sueño, aquel que jamás podía disfrutar y ese día no sería la excepción a la regla.
-Quinn Fabray habla- gruño una vez que atendió la llamada sin mirar de parte de quien venía. -¿Quien habla ahí?
-Quinn, soy Finn... Finn Hudson- respondió la voz del otro lado alertando a la rubia. -Adivina quien está de nuevo visitándome en la comisaria.
-No me digas que es Alyson de nuevo- resoplo la rubia colocando el altavoz en el teléfono mientras abandonaba la cama y comenzaba a vestirse.
-Sí, otra vez es por lo mismo. Debes venir a buscarla ya porque mi turno termina en media hora, después viene el comisario y ya no podre hacer nada más- indico Hudson con esa voz de disculpas que era imposible de hacer enojar a la rubia. -Nos vemos dentro de un rato, agente Fabray.
-Gracias por avisar, Finn. Nos vemos en un rato- se despidió la rubia cortando la llamada.
Alyson Gallagher, su hermana menor. A pesar de llevar el mismo apellido y la misma sangre su hermana se empeñaba en adoptar el apellido de su madre, Gallagher. Una discusión con su padre, Russel Fabray, cuando les dijo que quería estudiar danza y no seguir con la tradición familiar fue el hecho puntual, o el golpe final, para que Alyson desterrara el apellido Fabray de ella y adoptara el Gallagher a sus apenas diecinueve años recién cumplidos.
Tomo las llaves de su Toyota GT 86, junto con su pistola, su placa y su teléfono móvil antes de salir de su departamento. Era la tercera vez en una semana que la llamaban desde la comisaria para que fuera en búsqueda de su hermana menor y siempre por la misma razón. Por suerte su amigo y colega, Finn Hudson, siempre la llamaba a ella antes que a cualquier otra persona. Llamar a su padre equivaldría a otra discusión entre él y Alyson, y llamar a su madre significaría ocasionarle preocupación y eso era lo último que quería.
No hacía falta que colocara el GPS porque conocía de memoria el camino hasta el departamento policial de Nueva York, mayormente debido a su trabajo y por otra parte gracias a su hermana. Habitualmente no vivía allí, vivía en el centro de Los Ángeles, pero por insistencia de Alyson por arribar en La Gran Manzana, ahora estaban allí, ella yendo rumbo hacia la comisaria y su hermana en el interior de un calabozo.
-Agente Fabray- saludo un chico alto con una sonrisa de lado una vez que entro al departamento policial.
-Agente Hudson. ¿Dónde está?- pregunto sin darle tiempo de conversación al joven que tenía en frente. -Por cierto, gracias por llamarme. Eres un buen amigo, Finn.
-Me salvaste el culo una vez, Quinn- recordó el chico encogiéndose de hombros. -Estaré eternamente agradecido por eso pero vamos, debemos sacarla de aquí antes de que llegue el comisario de turno y se complique un poco las cosas. Es la segunda detención en una semana.
-La tercera- corrigió Quinn con el ceño fruncido mientras seguía a Hudson por los pasillos que daban a los calabozos donde una cruzada de brazos y enojada Alyson estaba sentada mirando a la nada. -Hola, Fabray.
Su hermana menor la miraba desde un rincón con su indumentaria de bailarina de break dance callejera, con su gorra de visera plana que ocultaba su cabellera rubia, pantalones anchos que le llegaban hasta las rodillas y sus clásicas Nike con caña. Quinn se preguntaba qué tan costoso podía ser agacharse y ajustarse las zapatillas como correspondía. No creía que llevara más de veinte segundos llevar a cabo tal acción pero no, su hermana menor se empeñaba en andar con los cordones desatados por que era su "estilo".
-Gracias de nuevo, Hudson- ironizo Alyson ignorando a su hermana que rodó los ojos. -Te dije que no llamaras a nadie. Que me haría cargo de esto.
-Agente Hudson, Alyson- la corrigió Quinn cruzada de brazos también mientras Finn ocultaba una sonrisa al tiempo que abría la puerta del calabozo dejando libre a la rubia pequeña. -Vámonos. Hoy mismo volvemos a Los Ángeles. Te guste o no.
-No eres mamá- replico Alyson enojada saliendo de su encierro y chocando su hombro con el de Finn en el proceso.
-Pero soy tu hermana mayor, te guste o no- sentencio Quinn con una mirada fría pasando por al lado de su hermana e ignorándola por completo para prestarle atención a Finn que parecía encontrar divertida la disputa de las hermanas Fabray-Gallagher. -¿Donde firmo, agente Hudson?
-Aquí y aquí- respondió Finn entregándole una carpeta con los correspondientes papeles. -Alyson, también debes firmar- Muy a regañadientes la rubia más pequeña le hizo caso y siguiendo los pasos de su hermana firmo lo que garantizaba su libertad. -Perfecto. Ya eres libre, Gallagher. Espero no verte de nuevo por aquí, ¿De acuerdo?
-No cuentes con eso, seguramente te estaré visitando dentro de poco- fue la respuesta de Alyson con una sonrisa diabólica solo para hacer enojar a su hermana. -¿Nos vamos, agente Fabray?
-Adiós y gracias de nuevo, agente Hudson- se despidió Quinn abrazando rápidamente a su amigo que le sonrió. -Ya sabes. Tendré en cuenta esto la próxima vez que necesite gente para un operativo, ¿Ok?- Finn asintió antes de que Fabray tomara a su hermana por la nuca y la arrastrara fuera del establecimiento.
-La tercera vez en una semana, Alyson... ¡La tercera!- exploto la rubia en el interior de su auto mientras se dirigían hacia su departamento. -La tercera vez que te arrestan por disturbio en la vía pública. No te digo que no bailes pero, ¿Es necesario que te agarres a puñetazos cada vez que lo haces?
-Los del otro grupo empezaron. Ese idiota de Luis parece que no puede tener la boca cerrada, yo solo defendí a Marco- fue la defensa de Alyson cruzándose de brazos pero sin mirar a su hermana.
-¿Luis? ¿Marco? ¿Ahora hay un barrio latino en Nueva York?- replico Quinn con ironía. -¿Te das cuenta de las cosas, Alyson? Tú no eras así. Esos chicos te llevan por mal camino. Te lo repito, sabes que tanto mamá como yo te apoyamos en esto del baile pero no que lo hagas de este modo, buscando problemas por defender a tus "amigos" que por cierto, ¿Donde estaban la vez pasada cuando te encerraron por correr una carrera clandestina? ¿O cuando te descubrieron con un paquete que no era tuyo? ¿Donde están ahora, eh? ¡Dime!
-¡Ya basta, Quinn!- grito Alyson con lágrimas en los ojos. -Basta, por favor. ¿Te piensas que no me doy cuenta de eso? Claro que me doy cuenta pero no puedo hacer nada al respecto por que solo quiero pertenecer a un lugar, quiero sentir que me necesitan, que me idolatran por mi talento y el grupo de Marco lo hace.
-El grupo de Marco es un descontrol y solo será cuestión de tiempo para que eso te afecte a ti también. Alyson, ¿Sabes cuantos antecedentes tienen esos chicos por droga, daños físicos y robo? Muchos- se auto respondió la rubia mientras su hermana bajaba la mirada sabiendo que tenía razón. -Aly, no quiero que termines mal. Eres mi hermana y te amo pero también sabes que si tengo que decirte las cosas de frente lo hare. Sabes que no necesitas estar en el grupo de Marco o Luis para demostrar que tienes talento.
-Papá piensa lo contrario- susurro Alyson con tristeza mientras perdía su mirada en la ventanilla.
Quinn iba a replicar aquello. A negar lo obvio aun sabiendo que su hermana menor tenía razón, pero si no lo hizo fue porque su teléfono móvil comenzó a sonar. Era su teléfono blanco, aquel que era exclusivo para su trabajo. Con molestia lo tomo y acepto la llamada en altavoz.
-Agente Puckerman. Espero que tengo una buena excusa para interrumpir mi fiesta- ironizo Quinn mientras escuchaba una sonora carcajada del otro lado. -Lo digo en serio, espero que me tenga buenas noticias porque son las tres de la mañana y yo acabo de hacer una agradable visita a una hermosa comisaria. Es comodísima, no sabes. Con lo mucho que me gustan.
-Ya, agente Fabray. Deje su sarcasmo de lado que lo tengo que decir es importante- indico Puckerman dejando de lado toda diversión para hablar seriamente. -Weston padre está de regreso.
Aquello logro paralizar por completo a Quinn. Weston padre era uno de los mafiosos más importante y escurridizo del país. Despiadado y calculador, sin una pizca de compasión, todo lo contrario a su hijo. El joven Brody Weston era gentil, quizás un poco arrogante por momentos, también egocéntrico a veces y con aires de misterios y secretismos. Cuando Quinn llego a la academia él ya llevaba allí cerca de un año. Por lo que le había dicho, se había enlistado en las filas militares con el fin de hacer todo lo contrario a su padre que lo abandono a él y a su madre después de uno o dos meses de recién nacido. Quinn lo comprendía como nadie más lo hacía por lo que se había formado algún lazo de amistad entre ambos. El chico era ahora un agente del FBI respetado aunque debía vivir a diario con el estigma de cargar el apellido de su padre sobre sus hombros.
Cuando Quinn le pregunto por qué no se cambiaba el apellido, Brody respondió que era porque quería demostrar que no todos los Weston eran iguales, que había uno ajeno a la regla y que por sobre todas las cosas cuando atrapara a su padre quería disfrutar la ironía de ser su propio hijo quien lo sentenciara a las sombras.
Varias veces Quinn junto con su equipo y Brody con el suyo estuvieron a punto de atrapar a Weston padre. Primero no lo lograron y dos miembros del equipo de la rubia sufrieron las consecuencias, uno falleció y el otro quedo en sillas de ruedas. Este último ahora trabajaba en la parte de informática y tecnología de la academia. También le servía a Quinn como un recordatorio del por qué aun seguía ejerciendo esa profesión y no se dedicaba a otra cosa. Recién en el séptimo intento lograron atraparlo pero al parecer estaba libre de nuevo o se había escapado.
-El informe, agente Puckerman- ordeno Quinn con autoridad recibiendo la mirada atenta de su hermana.
-Una testigo vio a gente de él asesinando a un político, se trata de uno de los secuaces del congresista Clearwater, Park se llama. Era el loco que hablaba sobre que desterraría el narcotráfico si le dábamos nuestro voto. Yo se lo di y resulta que el hijo de perra en lugar de eliminarla, la propagaba. Que se pudra en el infierno- se indigno Puckerman y Quinn dejo que el chico se descargara completamente.
Era de conocimiento público la aborrecía que Noah Puckerman mantenía respecto a la política y a Quinn siempre le gustaba escucharlo. Fue cuando Alyson carraspeo rodando los ojos que se dio cuenta de que habían llegado a su departamento y que era hora de cortar el monologo de su amigo.
-A lo importante, agente Puckerman- repuso la rubia con una sonrisa de lado.
-Ah, sí. Bueno, al parecer el idiota se quiso retirar del negocio y terminaron asesinándolo. La testigo vio todo pero a ella también la vieron y la marcaron- Explico Puck mientras Quinn presionaba la mandíbula. -Lo más típico en estos casos seria un cambio de identidad y protección a testigo pero hablamos de Weston padre por lo que eso sería inútil.
-¿Entonces?- pregunto Quinn sabiendo ya por donde venia la cosa. -¿Cual fue la orden de mi padre?
-Tendremos que hacernos cargo de Weston padre. Atraparlo y enviarlo a prisión o, en el mejor de los casos, asesinarlo. A tu amigo Weston hijo no creo que le importe mucho perder a su papito- se burlo Puck robándose una rápida sonrisa de Quinn. -Tu padre lo quiere vivo o muerto, le da igual. Es por eso que quiere que regreses lo antes posible a Los Ángeles... y que traigas a Alyson contigo.
-No me digas que ya se entero- resoplo la rubia mientras su hermana menor fruncía el ceño. -¿Tan rápido? Hace menos de media hora que salimos de la comisaria. ¿Finn se lo dijo?
-No, mi gigante negó todo pero es de tu padre de quien hablamos. Sabes que no se le escapa nada- afirmo Puckerman. -Como sea, te quiere lo antes posible a ti y a tu hermana en Los Ángeles. Avísame cuando despiertes y te envió el informe, ¿Está bien?
-Envíamelo ahora. No creo que pueda conciliar el sueño de nuevo, mucho menos si tengo un equipaje que preparar- dejo caer la rubia viendo como su hermana abandonaba el automóvil golpeando la puerta con toda la furia. -Hablamos luego, agente Puckerman. Reúne al equipo, por favor.
-Como ordene, agente Fabray- fue lo último que escucho la rubia por parte del chico.
Dejo caer la cabeza hacia atrás mientras soltaba un suspiro. Por la noche estaba teniendo sexo con un chico muy sexy, luego cuando por fin lograba conciliar el sueño la llamaron de una comisaria de Nueva York por que su hermana menor estaba detenida, después recibió la llamada de su amigo informándole que Weston padre estaba de regreso, su peor pesadilla, su dolor de cabeza, su mosca en la sopa, su piedra en el zapato o como quieran llamarlo.
-No quiero escuchar nada de lo que me tengas que decir, Fabray- le advirtió su hermana pequeña cuando entro al departamento dejando sus cosas en un rincón. -No quiero escuchar la defensa que tendrás a favor de papá.
-No pienso defenderlo, Alyson- replico Quinn tratando de controlar su humor. -Pero sabes que si nos quiere allí, debemos irnos ya mismo de aquí. Nos necesita.
-No, no digas 'nos' porque solamente te necesita a ti- remarco Gallagher señalándola con el dedo mientras seguía a su hermana a la cocina. -Yo quiero bailar, no ser una caza recompensas.
-¿Y qué te crees tú? ¿Que a mí me gusta esto? ¿Que disfruto asesinar personas por muy hijas de puta que sea?- exploto Quinn arrojando todo lo que tenía a su paso. -Esto no es lo que esperaba para mi vida, Alyson. Tú sabes bien porque estoy aquí, porque soy la agente Quinn Fabray y no soy cualquier otra cosa, por ejemplo, fotógrafa, doctora, manicura, pediatra, maestra o simplemente me disfrazo de payaso y hago malabares en los semáforos para que me den monedas a cambio- Respiro profundo antes de continuar hablando pero antes le ofreció su mano a su hermana menor y con un movimiento de cabeza le indico que se acercara. -Ven aquí. Iremos hasta Los Ángeles, haremos el trabajo que papá quiere que hagamos y cambio le pediremos tu libertad, ¿Te parece bien?
-¿De qué hablas?- cuestiono Alyson con desconcierto.
-Ya tienes diecinueve años por lo que ya pasaste la mayoría de edad pero ambas sabemos que a papá mucho eso no le importa- resoplo Quinn mientras Alyson rodaba los ojos. -Tener tu edad tiene sus beneficios y sus desventajas. Papá sabe que amas bailar y tú sabes que él ama las pistolas y dar órdenes.
-¿Puedes darte prisa, Quinn? Aun tengo un equipaje que empacar- apuro Alyson pellizcando la cintura de su hermana.
-Haremos un intercambio con papá. Haremos lo que nos pide y a cambio le pediremos tu libertad- Respondió la rubia con una sonrisa de oreja a oreja. -Si el trabajo tiene el resultado esperado deberá dejar que tú te dediques a lo quieres sin poner peros y apoyándote.
-¿Crees que lo acepte?- pregunto Alyson sin demostrar demasiado su emoción. -Digo, es papá después de todo.
-Es cierto, pero también es un nombre de palabra y de negocios. Lo aceptara, tú déjame todo a mí. Yo hablare con él- afirmo la rubia soltándose de su hermana antes de dirigirse a su habitación a preparar el equipaje.
-Otra no me queda, ¿Cierto?- grito Alyson con resignación mientras su hermana negaba. -Ya que... Bienvenida a la jungla, Alyson Gallagher.
-Bienvenida a la carretera al infierno- agrego Quinn sonriendo mientras estiraba su brazo para que su hermana se uniera a ella antes de ir hacia la habitación cantando en el camino y haciendo reír a su hermana menor. -Living easy, living free. Season ticket on a one-way ride. Asking nothing, leave me be...
Hola!
De nuevo yo... Espero que les haya gustado! =)
Primer capitulo dedicado a alguien especial para mi. Sé que te cuesta elegir tu premio por haber adivinado lo que adivinaste pero... no sé... esta es mi manera de 'premiarte'... al menos por ahora jaja
También me lo auto dedico a mi. Es algo que quería hacer... Un auto regalo especial en un día especial =)
Las actualizaciones serán los días lunes, miércoles y viernes de ser posible por la simple razón de que esta historia es algo que no quiero dejar ir tan rápidamente =)
Agradezco a los que me la lean de nuevo y los que lo hacen por primera vez. Siempre lo hago y lo saben =)
Hasta la próxima...
