Buenas, antes de empezar avisar que en este Fanfic prácticamente ninguno de los personajes de la serie va a hacer aparición (aunque voy a usar el espectacular trasfondo histórico de las gemas para hilar la historia), va a estar centrado en el pasado del OC Zircón y de todo lo que pasa en su vida hasta llegar finalmente a Beach city. Esto me permitirá utilizar un tono más maduro en la historia así como presentar situaciones más… mmm , crudas. Al mismo tiempo que voy a publicar poco a poco la secuela de humanidad de cristal así que tranquilidad, no lo dejaré aparcado hasta que termine este xD. Ante todo el mundillo de SU pertenece a Cartoon network y a la creadora del show , Rebecca sugar. Cuidaos y disfrutad de la lectura.
Llevaba días caminando por el desierto, la herida de su pierna se había infectado hace tiempo y la fiebre, sumado al sol abrasador y a la deshidratación presagiaban que la muerte no tardaría en alcanzarle. Que mala broma, ser el único superviviente de la batalla e intentando volver a casa, morir asesinado por la inclemente naturaleza. Finalmente cedió, cayó al suelo y su visión se empezó a nublar.
Toda una vida dedicada a obedecer ciegamente las órdenes de un estúpido que creía ser un dios, un niño con demasiado poder que finalmente los había conducido a la muerte a todos los que les importaba. Recordó a sus padres y el poblado… lo que hubiera dado en ese momento por morir allí rodeado de sus hijos. Habría llorado pero no le quedaban lágrimas…Finalmente aquel joven soldado perdió la conciencia. Lo que parecía el fin de ese pobre desgraciado sería en realidad el inicio de algo que cambiaría su vida para siempre. Alguien lo salvaría de la muerte
Pasarían varias semanas hasta que finalmente aquel muchacho abriera los ojos de nuevo. Cuando sucedió lo primero que vio fue el rostro de una preciosa mujer sonriéndole. Su piel era tersa y del color del cielo más despejado que nunca hubiera visto, una larga melena roja como el fruto de las granadas que tomaba de niño se extendía sobre sus hermosos pechos hasta casi su cintura, todo cubierto por lo que parecía ser una túnica de seda color crema que reflejaba la luz de los rayos de sol que se colaban por la ventana de la habitación. Era un ser divino, debía serlo, al menos eso pensaba aquel soldado caído.
-Buenas, joven guerrero-.
La voz de aquella mujer hizo que el muchacho se sonrojara y le devolviera la sonrisa de manera instintiva. – No esperaba que los habitantes del inframundo me recibieran con una sonrisa tan bonita-.
-¡¿Y entonces que te dijo ella?!-. Sefu miró a su hijo con una sonrisa cálida.
– Ella no dijo nada, simplemente siguió sonriendo-. Shu y Tuyi se miraron confundidos.
El padre de Tuyi se asomó por la ventana y saludó a Sefu inclinando levemente la cabeza. - –Gracias por el favor Sefu-.
- Ya sabes que no es problema, es una buena chica-. Sefu le dedicó una sonrisa a la niña y le acarició el pelo enmarañado. – Vamos, tu padre te espera…te prometo que terminaremos la historia otro día-. Esta aceptó a regañadientes y tras despedirse de Shu con un efusivo abrazo salió corriendo hacia su casa.
Sefu miró a su hijo, este miraba ensimismado la gema de su brazo.
-Padre, puedo preguntarte algo…-.
Este asintió sin decir nada.
-¿Madre era realmente un ser divino?-. Sefu guardó silencio durante un instante y entonces dejó escapar una leve risa. Shu respondió ofendido. – ¡Ey! , ¡lo digo en serio!-. Sefu agitó las manos en señal de disculpa sin dejar de reír. Entonces asintió y cerró los ojos esbozando una sonirsa. – Al menos para mí cada parte de ella lo era…-
Parte 1 : "Joven e inocente humano"
La baja época de Egipto fue para Shu mucho más tranquila de lo que la mayoría de los niños de ese tiempo podrían llegar a soñar.
Vivía en un pequeño poblado muy alejado de cualquier núcleo urbano y situado junto a un enorme y fértil oasis. Fundado en su momento por antiguos soldados y sus familias que, cansados de la guerra, habían decidido convertir aquel bello y tranquilo lugar en un hogar donde pasar el resto de sus días. El humilde poblado, compuesto prácticamente por un puñado de casas de adobe y un pequeño mercado, sobrevivía casi en su totalidad gracias a las bendiciones del oasis. Aquel lugar era solamente perturbado ocasionalmente por viajeros y comerciantes que buscaban obtener agua, refugio y descanso entre las palmeras datileras. Cuando esto sucedía los curiosos niños del lugar salían al encuentro de los viajeros, deseosos de escuchar historias de tierras lejanas y desconocidas.
Con 11 años que tenía, se podría decir Shu podía permitirse el lujo de disfrutar de su infancia… Por las mañanas ayudaba a su padre con el ganado y los cultivos y por las tardes jugaba con Tuyi y los demás niños o era entrenado por su padre en el manejo de la espada… una vida normal y tranquila.
Pero hablemos del chico en cuestión ya que era lo único que parecía fuera de lugar en aquel lugar. Con 11 años ya era mucho más alto y más fuerte que el resto de los niños, su piel era clara, sus rasgos sus rasgos faciales afilados y sus ojos grandes y azules, atributos muy extraños por aquellos lares. Pero su rasgo más distintivo estaba en su antebrazo derecho… una gema, una bella gema de matices azules que le acompañaba desde el momento en el que su madre le dio a luz y desapareció sin dejar rastro.
Para ninguno de los habitantes que shu fuera diferente parecía ser un problema, no había motivos ya que aparte de su aspecto físico, era un chico como cualquier otro, que jamás había causado problemas a nadie. Un joven inocente, amable y vivaz que le gustaba hacer lo mismo que el resto de los jóvenes: jugar y divertirse... quien iba a esperar que su vida y el mismo cambiarían para siempre cinco años después… pero eso es apresurarse demasiado, antes de llegar a ese punto quiero que conozcáis un poco más a nuestro héroe.
