Hoy es el cumpleaños de la personita más maravillosa que he conocido en este mundo del Fanfic y no se me ocurre mejor forma de celebrar su día con un pequeño OS de su pareja favorita.
Sabes que el mundo mágico y de fantasía es mi talón de Aquiles, pero en esta vida una tiene que enfrentarse a sus miedos y qué mejor modo de hacerlo que teniendo un objetivo: hacerlo por una AMIGA.
He cambiado los nombres de nuestros personajes, la mayoría por nombres en Euskera y usado también referentes de la mitología vasca, de mi tierra, creo que te gustarán!
Espero que lo disfrutes. Te loveo un montonazo Sumi-chan
P.D.: La imagen de la portada no me pertenece, los créditos a su autora. Por supuesto, no tengo inconveniente si no está de acuerdo con su uso para este fic.
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PERSONAJES:
Kirito/Kazuto: El Duende Negro o rey de los hadas.
Asuna: Usune (nombre en Euskera, significa muchacha afortunada y de gran belleza)
Alice: Alaia (nombre en Euskera, significa Alegría)
Shino: Hada del Norte (North)
Suguha: Hada del Sur (South)
Silica: Hada del Oeste (West)
Rika: Hada del Este (East)
Yui:El hada Blanca (White)
Yuuki: Ama-lur (diosa madre tierra en la mitología vasca), la Dama de los seres de la Luz o dama Blanca.
Klein (Ryoutarou): El Duende Rojo (Red)
Agil (Andrew): El Duende de Azul (Blue)
Eugeo: Hodei (nombre en euskera que significa nube)
Akihiko Kayaba: Tartalo (ser mitológico vasco), el Señor de los seres de las Sombras.
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PRÓLOGO
"Erase una vez un reino en el que la fantasía no era sólo cosa de cuentos, en el que la magia y los seres extraordinarios existían y en el que los humanos convivían y respetaban esa realidad.
En aquel reino había tres tipos de especies: los más poderosos eran conocidos como los seres de la luz, siendo sus antagonistas los seres de las sombras; hadas, duendes, genios, brujas, hechiceros y un sinfín de seres mágicos que según sus pensamientos estuvieran o no dominados por la pureza o la oscuridad se erigían en uno u otro bando. Estos seres jugaban cada uno un importante rol en el mundo, pues el equilibrio de las fuerzas del bien y el mal permitía salvaguardar la armonía de la vida.
Los terceros en discordia eran los humanos, seres simples a sus ojos, la raza inferior, pero cuya fuerza de voluntad era capaz incluso de doblegar el más oscuro poder.
En esa época y en ese mundo existió un rey sabio y justo, incluso los seres de luz y sombras lo reconocían como tal.
Este rey tuvo un único hijo, su mayor tesoro, Hodei.
Hodei, fue fruto del verdadero amor, aquél que te atrapa con una mirada y por el que un hombre puede igualar en fuerza a un Dios. Años antes, el rey se había enamorado locamente de una joven pastora que llevaba a su rebaño a refrescarse al río que cruzaba su reino. Su amor fue correspondido con idéntica intensidad por la pastora, de modo que el rey la desposó sin preocuparse de su falta de alcurnia, ello dio lugar a que tuviera que enfrentar se con nobles y reyes de otros reinos, pero esa...es otra historia.
Así Hodei nació fruto de aquel amor y rodeado de un aura de luz mágica, con cabellos del color del sol y ojos del color del mar, pronto llamó la atención de todos los seres del reino. Pero como todo lo excepcional, su nacimiento trajo envidias, sobre todo entre los seres mágicos, los cuales no podían concebir que un humano, aun con sangre real, hubiera sido bendecido de aquel modo.
Por ello los reyes procuraron mantenerlo oculto al menos durante su primer año, cuando era más vulnerable pero, trascurrido ese año, el rey celebró una gran fiesta para presentarlo oficialmente al reino. Fueron muchos los que, sumidos por una gran curiosidad, no quisieron perderse el festejo. La mayoría de los congregados eran gentes del pueblo, ansiosos por celebrar junto a los reyes su dicha, otros eran seres de luz que querían agasajar con sus dones al futuro rey, pero también acudieron seres de sombras, cuyas intenciones no eran del todo buenas.
La gran sorpresa llegó cuando la fiesta se acercaba a su cenit. Los grandes ventanales del salón principal se abrieron de golpe por un fuerte viento que barrió el lugar, haciendo que todos los invitados tuvieran que proteger sus rostros ante su fuerza. En medio de la confusión Tartalo irrumpió en la fiesta.
Tartalo era el Señor de los seres de las sombras, mago y genio de infinito poder temido en todos los reinos, su presencia nunca iba acompañada de buenos auspicios, por lo que al verlo aparecer los reyes protegieron la cuna del pequeño príncipe, colocándose al frente de ella, para evitar que fuera visto por el ser mágico.
Tartalo se sintió ofendido por aquel gesto así como por el hecho de que los reyes no le habían mandado una invitación personal para la fiesta. Los seres mágicos y, sobre todo, sus señores, siempre se mostraban muy orgullosos, siendo además temible su carácter impulsivo, por lo que la presencia de Tartalo hizo encogerse de miedo incluso a los más valientes.
"¿Son esas formas de recibir a vuestro Señor? Vine aquí a honrar a vuestro hijo y lo que recibo no es más que la deshonra de la desconfianza que me mostráis." - Les recriminó el genio con una profunda voz que retumbó por toda la estancia.
El Señor de las sombras, obligó a los reyes a mostrarle a su primogénito y una vez lo tuvo en brazos pronunció las siguientes palabras:
"Humanos y seres mágicos que os encontráis aquí reunidos, quiero que seáis testigos de las palabras de vuestro Señor Tartalo, amo de los seres de las sombras y protector del equilibrio.
El nacimiento de este niño es un mal presagio.
Este niño es un desafío a los seres mágicos que cuidamos de los humanos. Así que, escuchad con atención mis palabras, para salvar la armonía de la vida este niño no podrá crecer con los dones de luz que le fueron otorgados por naturaleza, cuando llegue a la mayoría de edad, el poder de las sombras nacerá en él, sólo así el equilibrio será restaurado.
Sólo así vuestra ofensa a vuestro señor será restaurada."
Al concluir sus palabras Tartalo desapareció, esfumándose bajo la forma de un humo negro.
La reina acudió sumida en un profundo llanto a abrazar a su esposo y a su hijo. Su hijo, el tesoro más preciado de su reino acababa de ser maldecido por el ser más poderoso y temible. Murmullos y llantos de los aldeanos allí reunidos se sumaron a la tristeza de los reyes.
Mientras la escena una presencia que hasta el momento se había mantenido oculta bajo una capucha se hizo presente: Ama-lur, la Dama de los seres de la luz y esposa del Señor de las sombras.
La Dama de la tierra, la bondad y el amor incondicional, se apiadó del cruel destino que el arranque de ira de su esposo había profetizado para el pequeño y hermoso niño. Así que, con voz tranquila y melodiosa, pronunció las siguientes palabras:
"Mis queridos reyes. Lamento de corazón que vuestro hijo se haya visto inmiscuido en esta guerra entre seres de luz y sombras que dura desde el inicio de los tiempos. De hecho es una guerra que incluso ha logrado separarnos a mi esposo y a mí. Sin embargo, la injusticia cometida por mi esposo no tiene parangón, no puedo permitir que un ser bajo mi protección tenga semejante sino. Por lo que, igual que el Señor de las Sombras ha hecho su profecía, yo debo hacer la mía."
La señora se acercó al niño, que permanecía ajeno a lo que estaba ocurriendo y se limitaba a sonreír a la invitada.
"Mi pequeño Hodei, igual que tú naciste en el mundo humano con los dones de la luz, otro niño nacerá en el mi mundo, el mundo de la luz con los dones de las sombras. Su vida y la tuya estarán unidas por el mismo presagio. Cuando las sombras acudan a enturbiar tu pureza, un héroe humano deberá equilibrar la balanza atrayendo a la luz a aquel que nació como tu binomio con los dones de las sombras. Sólo así, las tres fuerzas que dominan el mundo, la luz, la sombra y la humanidad, recuperaran su armonía original."
La Dama abandonó el palacio, dejando así la promesa de una salvación para el hijo de los reyes y para el reino.
Y así, Hodei creció rodeado de bondad, querido por su pueblo y adorado por sus padres; sin embargo, el presagió del mal augurio acechaba en las sombras, aquellas sombras que estaban destinadas a corromper su alma."
- Bueno pequeña Usune, creo que ya es hora de dormir ¿no crees? – La niña de cabellos color mandarina y brillantes orbes se desperezaba en la cama intentando no ceder ante el sueño que desde hacía rato le pesaba.
- No mamá, otro poquito más. ¡Me encanta la historia del príncipe Hodei! ¡De mayor yo seré el héroe del reino y le salvaré de su destino!
- Estoy segura de que de mayor serás una heroína fantástica y salvarás a nuestro reino de mil y un monstruos cariño, pero para eso debes crecer. – La mujer acariciaba la cabeza de la impetuosa niña mientras la arropaba en su cama. - ¿Y sabes cómo se crece más rápido? – la pequeña movió la cabeza con rapidez de derecha a izquierda. – Durmiendo mucho.
Obediente la pequeña Usune cerró los ojos con fuerza. Esa noche soñaría con el príncipe Hodei y le salvaría.
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