Antes de empezar, me gustaría hacer una pequeña aclaración: Los personajes de Hetalia no me pertenecen a mi, sino a Hidekazu Himaruya. Yo simplemente he querido hacer esta historia sin ánimo de lucro y con el único fin de entretener.
Los nombres usados son los siguientes: Turquía: Sadiq / Ucrania: Yekaterina
Nota importante de la autora: Algunos de vosotros os sentiréis confusos ante la actitud de Ucrania, pero he de decir que este fic está ambientado en la mitad del Siglo XVII, es decir, Ucrania era cosaca. Los cosacos eran pueblos bárbaros, salvajes y sanguinarios. En ese momento estaban en guerra con el Imperio Otomano. Así que, pensé que Yekaterina debía tener un carácter más fuerte del que tiene en la actualidad, así que la hice mucho más brusca de lo que es ahora.
Nada más que decir, que disfruten del fic.
Capítulo 1: Rapto
Yekaterina se encontraba en el suelo de una sala decorada por varios cojines de vivos colores ornamentados con flecos de un amarillo pálido y de tacto muy suave. Las paredes de la habitación estaban pintadas de tonos anaranjados, era un color acogedor y daba sensación de calidez, algo que no soportaba la ucraniana, en aquel lugar ya hacía demasiado calor. El mobiliario del cuarto era muy curioso, a opinión de la rubia. La cama era grande y algo baja, telas de seda fina y blanca, casi transparente cubrían ésta a modo de dosel. Las sábanas eran de tonos oscuros tales como el rojo o el negro y varios cojines en color verde esmeralda hacían a modo de almohada. Había poco más en la habitación, una pequeña mesita baja redonda de madera y un armario que parecía no haber sido abierto nunca.
La rubia se levantó del suelo un momento y miró por un hueco en forma de arco trilobulado que hacía las veces de ventana. Estaba cautiva. Cautiva en la casa del Imperio Otomano.
Sadiq acababa de capturar a la chica, ésta se encontraba en la frontera de una de sus ciudades masacrando a su pueblo. Ya se estaba hartando de que la rubia exterminara a su gente, así que decidió raptarla y llevársela a su palacete. El turco estaba contento de tenerla en casa, no solo porque así la chica dejaría de matar y de destruir sus ciudades, sino también porque la ucraniana era una auténtica belleza y tenía carácter, cosa que le gustaba de sobremanera en las mujeres. La añadiría a su harem. Caminó hasta los aposentos de la chica y tras llamar un par de veces a la puerta entró.
_ ¿Cómo está mi princesa? ¿A gusto en mi casa? _Preguntó Sadiq mientras se acercaba a la chica, eso sí, con cautela. Sabía el mal genio que tenía.
_ ¿Cómo quieres que esté a gusto en tu casa si me tienes presa? ¡Me has capturado al igual que un lobo caza sin compasión a una liebre! _Exclamó Yekaterina aún asomada por la ventana sin mirarle a la cara, no le quería ni ver.
_ La guerra es así, cariño. _Dijo tranquilamente mientras se ponía a su lado y le cogía el rostro obligándola a mirarle. Acercó su rostro al de ella._ Tú hubieras hecho lo mismo
Yekaterina no tuvo otra opción más que mirarle, frunció el ceño al escuchar sus palabras y le escupió.
_Yo te hubiera cortado la cabeza. _El turco la soltó y se limpió la cara mientras la dedicaba una mirada mortal.
_ Ya veremos cuánto te dura esa actitud.
_ No creas que voy a serte sumisa ni por un momento. No soy como esas fulanas que añades a tu harem.
_ Eso es lo que me gusta de ti. _Dijo mientras reía levemente. Tras esto se separó de la chica y caminó hasta la puerta de su cuarto. _Te quedarás aquí hasta que te calmes un poco.
_ Pues entonces estaré aquí hasta el día de mi muerte, porque el cabreo que tengo es monumental. Si pudiera te mataría.
Al oírla decir aquello, Sadiq sonrió con cierta maldad y se acercó a ella de nuevo, tendría que domar un poco a esa fierecilla.
_ Entonces tendré que hacer que se te pase el cabreo. _Dicho esto la agarró fuertemente por las muñecas y acercó su cuerpo al suyo.
_ Suéltame _Dijo la rubia entre dientes e intentando zafarse del agarre, pero él era más fuerte que ella.
_ No me das órdenes. _Sadiq la obligó a tumbarse en el suelo haciendo fuerza hasta dejarla de espaldas al suelo. Tras esto se posicionó sobre ella de tal manera que no podía moverse.
_ ¡Suéltame te digo, salvaje! _Yekaterina se empezó a asustar un poco, estaba bajo su poder y no podía hacer nada para remediarlo.
_ ¿A caso no me prefieres a mí antes que al polaco ese que mi gente confundió con una mujer?
El turco acercó sus labios a los de ella, pero Yekaterina giró su rostro ya que no quería que la besara.
_Yo no prefiero a nadie, lo único que quiero es ser libre.
_ Créeme, conmigo estarás mejor, Yekaterina. Yo te trataré como lo que eres.
_ ¿Encerrarme aquí es estar mejor? ¿Se puede saber qué soy según tú?
_ Tú eres una princesita que puede salvarse sola, y no estarás aquí encerrada siempre, esto solo es hasta que se te pase el cabreo. _Tras decir esto comenzó a besar su cuello. La ucraniana no se creía ni media palabra. Intentó resistirse al turco, pero éste no la dejaba moverse ni un centímetro.
_ ¡No te atrevas a besarme!
Sadiq no detuvo sus muestras de afecto, aún besaba el cuello de la rubia, esperaba a ver cómo respondía Yekaterina. La rubia decidió dejarse para que se confiara y así después poder quitársele de encima. Así pues se relajó un poco. El turco se separó un poco de ella al ver que se relajaba, creía que estaba cayendo ante sus encantos.
_ Definitivamente eres distinta a las demás, Yekat…
El turco dejó la frase a la mitad ya que, en cuanto se separó de ella un poco, recibió un golpe en su zona masculina. Yekaterina había conseguido golpearle ahí con una de sus rodillas y logró escapar del turco así. Éste se encogió de dolor alejándose de ella como pudo, pero se rió a carcajadas.
_ ¡Bien! ¡Muy bien!
_ ¿Bien? ¿Cómo que bien? _Preguntó Yekaterina cogiendo una figurita de decoración que adornaba sobre una estantería del cuarto. La usaría para defenderse si era preciso, creía que el turco estaría enfadado por lo que le había hecho.
_ Me gustan las chicas con carácter _Dijo el chico mientras se levantaba a duras penas. Se colocó la máscara, ésta se había torcido un poco.
_ Qué raro eres. _Dijo simplemente pero aún sin dejar la figurita.
_ No soy raro, solo soy turco. _Al final logró ponerse de pie, le dolía mucho donde le había golpeado, pero era un hombre, no mostraría su dolor_ Bien, no te haré nada porque me gusta tu carácter y prefiero conquistarte. Tampoco te lo pondré fácil para irte, que te quede claro.
_ Eso ya lo veremos. En cuanto te despistes me largo.
_ No bajaré la guardia, cariño.
Sadiq se fue de la habitación y la dejó allí, caminó hasta su propio dormitorio con pasos rápidos, cuando entró se agarró la zona afectada por el golpe y se quejó todo lo que quiso y más. Yekaterina suspiró al ver que la dejaba allí y puso la figurita en su sitio de nuevo.
_ Dios me ha maldecido… parezco una esclava yendo de mano en mano…
Las horas pasaron y la Luna ya estaba muy alta en el cielo, Sadiq pensó que era hora de cenar, así que llevó a la ucraniana una bandeja con bastantes platos, era una cena generosa, como era tradición entre los turcos. Entre los platos se encontraban algunos compuestos por carne de cordero y de pollo bañado en varias salsas, arroz con especias para darle sabor, sopa de tomate picado, algunas verduras que servían como acompañamiento para las carnes y varios postres. Entró en su dormitorio y dejó la bandeja en la mesa baja.
_ ¿Tienes hambre? _Preguntó el turco. El estómago de Yekaterina gruñó un poco a modo de "respuesta", esto la hizo sonrojar.
_ Quizás.
_ Venga, no te cortes, debes comer hasta que no puedas más. Son costumbres turcas.
_ Mmm… ¿Qué es esto y cómo se come? _Preguntó la rubia señalando la bandeja con los platos.
_ Se come con las manos. Esto es Kuzu Güveç, Haşlama, Pastırma, Baklava, Sütlaç y Cezerye.
Yekaterina se había quedado como estaba al principio, no había entendido ninguno de los nombres de los platos, pero poco la importó. Estaba emocionada con la sola idea de que aquello se pudiera comer con las manos, eso significaba no tener que comportarse como una señorita en la mesa. Cogió un poco de uno de los platos de cordero y se llevó la carne a la boca. Rápidamente su mirada se iluminó, era exquisito.
_¡Está muy bueno! _Exclamó Yekaterina mientras comía más carne.
_ ¡Pues claro que está bueno! Nuestra gastronomía es deliciosa _El turco picoteó un poco de la cena de la chica_ Yo soy agradable con aquellos que forman parte de mi Imperio, soy muy generoso, por eso, en mi casa, siempre comerás bien.
_ No soy parte de tu Imperio, pero en fin, si me das de comer bien no se estará tan mal aquí.
_ De momento no eres parte de mi Imperio. Come cuanto quieras _Dijo tranquilamente mientras le servía un poco de té.
_ Si como cuanto quiera te arruinaré la despensa muy pronto. Soy una guerrera, y los guerreros comemos mucho.
_ ¿Bromeas? ¡Mi despensa es inagotable! _Exclamó Sadiq riendo.
_ ¿No tienes crisis de subsistencia o algo así?
_ No, mi Imperio es rico y próspero. Asia es mucho más rica que Europa, así que no tenemos grandes crisis como las vuestras.
_ Ya veo, pues tienes mucha suerte. En mi caso ha habido épocas en las que tenía que contar cada grano de arroz que comía por si no tenía para el día siguiente.
_ Aquí eso no pasa. ¡Perfumes, sedas, productos de lujo! Eso sí, nada de alcohol. _Ante esto que dijo la ucraniana solo pudo responder con una carcajada.
_ ¡Qué buen chiste!
_ Es en serio, Yekaterina. _Dijo mirándola con seriedad, aunque no se le notaba ya que llevaba la máscara.
_ ¿¡No podré tomar vodka!?
_ No en mi presencia.
Yekaterina se volvió a calmar, podría tomar alcohol a sus espaldas, así que todo estaba bien entonces.
_ No te relajes tanto, te tengo bien vigilada.
_ ¿Me vas a acosar todo el día?
_ Yo no, pero tengo muchos ojos _Dijo sonriendo de forma siniestra.
Yekaterina sintió recorrer un escalofrío por su espalda, no fue una sensación nada agradable. No la había gustado nada la sonrisa del chico, había sentido incluso un poco de miedo. En esto, Sadiq se levantó, abrió el armario de la habitación de la chica y sacó un narguile. Los narguiles eran pipas de agua en la que se fumaba un producto especial compuesto por hojas de tabaco bastante finas lavadas muchas veces y mezcladas con miel.
_ ¿Quieres? _Ofreció a la ucraniana mientras preparaba todo para poder fumar tranquilo.
_ ¿Qué es eso?
_ ¿No sabes lo que es? Es un narguile, una pipa de agua.
_ ¿Fumas tabaco? _preguntó la chica adquiriendo una expresión de repulsión en su rostro.
_ No exactamente, es más como vapor de agua.
_ ¿Y qué hace? ¿Colocar? … ¿¡Me quieres drogar!?
_ ¡No coloca! Simplemente deja un sabor agradable. _Dijo Sadiq mientras se tumbaba sobre unos grandes cojines y comenzaba a fumar tranquilamente.
_ Está bien, entonces probaré un poco. Pero como me empiece a marear y luego descubra que me has drogado te enteras.
_ Como quieras, princesa.
Sadiq le pasó la manguera del narguile y Yekaterina, no muy segura aún de todo aquello, aspiró un poco por la boquilla. Enseguida comenzó a toser, no estaba acostumbrada a fumar. El turco solo pudo reír al verla y le ofreció un poco de té para que se le pasara.
_ Es falta de costumbre, prueba solo a aspirar un poco, no des grandes bocanadas.
_ ¡Esto ahoga! _Dijo negando con la cabeza_ ¿Cómo puedes aguantar esa… sensación de quemazón en la garganta?
_ Solo es un poco al principio, luego se pasa.
Yekaterina lo hizo como la dijo y aspiró un poco, esta vez no se ahogó como antes, pero aún se sentía extraño, no es que la entusiasmara demasiado. Le devolvió la boquilla.
_No creo que esto sea para mí…
_ Como quieras _Sadiq cogió la boquilla y fumó de nuevo- ¿Estás ya más tranquila?
_ Algo, pero no bajaré la guardia. _Dijo la ucraniana mientras se cruzaba de brazos.
_ No esperaba menos _Comentó riendo un poco mientras inclinaba la cabeza hacia atrás y echaba el humo lentamente.
_ Tengo curiosidad por algo… _Dijo mientras se acercaba un poco al turco_ ¿Por qué has tardado tanto en raptarme? Tu ejército era poderoso, podías haberlo hecho en cualquier momento.
_ Porque por una vez tengo un rival digno. Me divierte pelear contigo.
_ Entonces en eso coincidimos, en cuanto mi pueblo se recupere te declararé la guerra y entonces seré libre de nuevo. _Sadiq solo pudo reír ante el brillo y determinación que podía verse en los preciosos ojos de la chica.
_ ¡Claro! Lucharemos de nuevo, pero mientras tanto te quedas aquí.
_ Qué remedio. ¿Y me vas a dejar salir alguna vez?
_ Conmigo, podemos ir a montar a caballo. _Comentó bostezando un poco, ya era muy de noche.
_ ¿En serio? _Preguntó más contenta y con una sonrisa amable en su rostro, así no parecía tan agresiva_ ¿Podemos pasear ahora?
_ Mmm… ¿Me das tu palabra de que no me harás perseguirte?
_ Claro, no me escaparé. _En realidad pensaba hacer exactamente eso.
_ No sé, tal vez mañana, si te portas bien. _Dijo el turco con una sonrisa pícara en el rostro.
Yekaterina suspiró, se tumbó en el suelo y colocó sus manos a modo de almohada. De verdad que tenía muchas ganas de montar a caballo. No había nada que la gustara más que sentir el viento acariciando sus cabellos mientras admiraba el paisaje de los bosques ucranianos, aunque se podía acostumbrar al paisaje turco, el caso era cabalgar a lomos de su tan querido animal.
_ Pero estoy aburrida, no tengo sueño, quiero hacer algo divertido, no quiero dormir.
_ Yo puedo enseñarte algo divertido… _Sadiq se acercó a Yekaterina y se arrodilló a su lado.
_ ¿Qué cosa? _Preguntó mirándole de reojo.
_ Algo que el idiota de tu esposo no te ha enseñado.
Sadiq se acercó más a ella, aún no la tocaba, pero sus labios se aproximaban a los de ella y la miraba a los ojos con hambre, con lujuria contenida. Yekaterina se veía venir las intenciones del chico, así que se sentó de nuevo en el suelo separándose de él.
_ Vaya, qué sueño me ha entrado de repente. Vete, vete. Quiero dormir. _Dijo Yekaterina rápidamente, quizás así se fuera.
_ ¿Alguna vez te has sentido querida, Yekaterina?
_ Claro, mi padre me quiso mucho, mi hermano, mi hermana…
_ No ese tipo de amor. Me refiero a si te han querido como mujer.
_ ¡E-eso a ti no te importa! _Exclamó la chica sonrojándose un poco y apartando la mirada.
_ ¿No quiere probarlo? _Sadiq se volvió a acercar a la rubia y la rodeó la cintura con sus brazos. _ Yo puedo enseñarte.
_ ¡Eh! ¡Las manitas quietas, no cojas confianzas!
_ Shh… _Siseó el turco mandándola callar_ Verás que es relajante.
_ ¡Que no quiero!
Yekaterina intentaba apartarse del turco, pero todos sus esfuerzos eran en vano, la tenía bien sujeta.
_ ¿Por qué te da tanto miedo? No solo es meter y sacar, ¿sabes?
_ ¿Ah no? ¿No solo es eso? _Al ver lo que había preguntado sacudió un par de veces la cabeza quitándose esas ideas_ No quiero y punto.
_ Claro que no lo es, es mucho más complejo. La seducción es un juego.
_ No soy muy aficionada a los juegos y menos con personas que me han capturado contra mi voluntad.
_ ¿De verdad estás tan molesta? Ya te dije que volvería a luchar contigo cuando estuvieras lista. Soy un hombre de palabra.
_ Sí, claro. Eres como todos los demás, si no mírate, para lo único que me quieres es para sentirte más hombre, para violarme y añadirme a tu harem.
_ ¿Qué? _Preguntó en medio de una sonora carcajada_ ¿De verdad crees eso? No te haré nada que no quieras.
_ Sí, eso ya lo veremos. Ahora me tratas bien para ganar mi confianza y así conseguir que baje la guardia, pero eso no pasará.
_ Yo no te haría eso. ¿A caso te crees que soy…no sé, griego? _Sadiq odiaba a Heracles, así que aprovechaba cualquier ocasión para meterse con él.
_ No lo sé, a saber de qué eres capaz. Pero tendré cuidado, ahora déjame sola. Ya que no me llevarás a cabalgar dormiré.
_ Te llevaré cuando te portes bien. _ En esto la agarró del mentón y la dio un beso en la mejilla_ Que descanses princesa.
Sadiq recogió los platos y se marchó de su habitación. Yekaterina le miró un poco mal cuando la dio el beso, pero no pudo evitar sonrojarse un poco, tenía que reconocer que el turco tenía su encanto. Cuando se marchó se tiró sobre la cama y suspiró. Aquel día había sido muy raro, un día horrible a decir verdad. Decidió dormir un rato, mañana pensaría la forma de escapar de aquella prisión...
