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Zoro se encontraba en cubierta observando la Luna. Apenas quedaban dos horas para el amanecer.

-Casi resulta tan hipnótica como los ojos de esa mujer.- murmuró pensando que se encontraba solo.

-¿De qué mujer se trata, Zoro-san?- preguntó alguien a sus espaldas

Zoro se giró para averiguar de quién se trataba. Abrió la boca para lanzar un grito. Rápidamente Brook se la tapó con sus huesudas manos.

-Shhhh. No deberías gritar ahora que todo el mundo duerme.

Brook ya llevaba un tiempo con los Mugiwara pero era la primera vez que Zoro se encontraba con él en la oscura noche. Ver repentinamente la cara de su esquelético nakama en esas circunstancias le había resultado un tanto violento.

-Ah, eras tu, Brook, que susto me habías dado.- dijo Zoro -¿qué haces aquí?

-Buscaba inspiración para componer una nueva canción.- respondió el músico

-Ya veo.

-¿Acaso hay una mujer que te atormenta?- volvió a preguntar el esqueleto.

Zoro pensó si debería o no hablar de sus sentimientos con Brook.

-Se trata de Robin. Últimamente no dejo de pensar en ella. No se como confesarle lo que siento. Ni si quiera estoy seguro de si debería confesárselo o no.

-¿Y por qué no le preguntas si te dejaría ver su braguitas?- sugirió.

-No sé casi nada de mujeres, pero estoy seguro de que las cosas no funcionan así.

-Ah, ya veo, ¿podría ser por eso que todas las mujeres me abofetean cuando se lo pregunto?- preguntó el esqueleto sin esperar respuesta.

Tras un breve silencio Zoro dijo: -Bueno, Brook, voy a darme un baño. Este calor es horrible.