Nota de Autora: ¿Qué puedo decir? Me encanta la historia de Emmett y como quería mas sobre el tuve que sentarme a escribir. Ojala les guste.
Disclaimer: Los personajes y lugares pertenecen a Stephenie Meyer y a otros. No pretendo ninguna ganancia y lo único que invierto es mi tiempo.
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El oso y el ángel
Trabajos de todo tipo, desde plomería hasta pintar casas, cuidar animales, arar campos, cambiar focos, sacar borrachos de la taberna por un trago o dos, incluso aquella gloriosa ocasión en la que trafique whiskey desde Mephis con un sujeto del que no recuerdo el nombre. Emmett McCarty hacía todo tipo de trabajos, si me pagaban bien, definitivamente yo era su hombre.
Hacía ya algún tiempo desde que mi ritmo de trabajo había bajado, ahora me enfocaba en mi empleo como remachador para una empresa constructora del centro de la ciudad, pagaban bien por subir a las alturas con metal hirviendo en una pequeña taza para unir las trabes. Bueno tal vez no era el trabajo mejor pagado, pero era mejor que tener que esperar a que alguien se acerque a seleccionarte de entre todos los desempleados que hacían línea como ganado, a las afueras del Parque Centenario. Aun con mi salario de remachador, era difícil sostener mi propia manutención, por eso y porque me encantaba salir de Nashville, seguir por las orillas del Cumberland y llegar a las montañas de los Apalache bien al oeste, al menos una vez al mes le rentaba la viejo Franklin un caballo, que era definitivamente más conveniente para mi economía que un automóvil y salía cargado con mi equipo en busca de un par de ciervos para vender al peletero de la calle principal.
Si los trabajos los hacía por necesidad, cazar era por lejos la cosa que más disfrutaba hacer con mi tiempo, incluso si regresaba a la ciudad sin atrapar al menos a un conejo y muriendo de hambre. La sensación de recorrer el bosque en busca de una presa, la adrenalina que tensaba mis músculos cuando me acercaba al incauto animal que sería mi cena o mi próxima fuente de ingresos, el silencio absoluto antes de disparar, el estruendo de la escopeta en mis oídos y sobre todo mis ojos fijos en el animal desde el principio hasta el final, no había nada que pudiera ponerme de tan buen humos como todo lo que había hecho aquella tarde.
Daba gracias que mi padre hubiera sido enviado a la gran guerra y supiera manejar también un rifle, nunca fue el mejor maestro, pero al menos me enseño a cazar. Era una lástima que el viejo se perdiera en el alcohol tan a menudo que era cosa de buscarlo diario en la taberna. Mi madre sostenía a toda la familia, era realmente un milagro como alimentaba a cinco niños con los tres huevos que daban las gallinas y sin jamás quejarse. Me pareció que agradeció a los cielos cundo decidí seguir los pasos de Elliot, mi hermano mayor y buscar mi suerte en la ciudad cuando cumplí 15 años. Ya habían pasado 5 años desde entonces y nunca había tenido ni la más mínima intención de regresar a casa a ver como se encontraban o de buscar a mi hermano. Tenía que afrontarlo, era el hijo mas desobligado del estado y no planeaba cambiar.
Aquella tarde había cabalgado despacio por un par de valles y el sol ya descendía cuando me tope con el rastro de un ciervo que parecía ser de buen tamaño. El animal se había enfilado hacia el norte y yo lo seguí, deje al caballo pastando en la hondonada de un arrollo y seguí a pie. Una hora más tarde, con el sol apenas por sobre la montañas, me pareció ver al ciervo echado a la orilla de un claro dándome la espalda, apunte la escopeta y dispare. El animal no se movió ni un centímetro. "¡Diablos! Qué bueno soy." pensé. Me eche la escopeta al hombro y me acerque.
Cuando estuve suficientemente cerca note que no había sido mi disparo lo que había matado al ciervo, la parte del cuerpo que podía ver desde los arboles estaba completa, pero el flanco que solo pude ver hasta estar junto al ciervo estaba devorado, al parecer le acababa de disparar a un animal que ya había sido presa de un depredador.
Note que algo no marchaba bien, había un silencio ensordecedor sobre aquel claro, un silencio que reconocí como aquel que escuchaba cada que yo asechaba a algún animal, la diferencia era que yo no estaba asechando. De pronto el bosque exploto a mi derecha, un enorme oso corría hacia mí a toda velocidad y comprendí que acababa de cometer la estupidez mas grande de mi vida y probablemente la ultima, el oso había cazado al ciervo y aquí estaba este humano idiota parado junto a su cena, estaba a punto de convertirme en el postre. Antes de que pudiera descolgarme la escopeta del hombro el oso cayó sobre mí con una fuerza tan brutal como la de una locomotora. Me cubrí con los brazos y el oso me sujeto el ante brazo izquierdo, pude sentir un chasquido cuando mis huesos se rompieron y una ira que nunca en mi vida había sentido salió desde mis entrañas. No iba a morir de una forma tan miserable y estúpida sin pelear y mientras el oso me sacudía el brazo con furia cerré el puño derecho y comencé a golpearlo con todas mis fuerzas en el hocico. Definitivamente fue muy mala idea, el oso se enardeció con cada golpe y para el tercer puñetazo levantó su enorme garra y me acertó un golpe en el costado que además de sacarme el aire me lanzo rodando por el suelo. Las costillas me ardían y cuando intente incorpórame el oso cayó de nuevo sobre mí. Su enorme peso sobre mi espalda aumento el ardor en mis costillas, pero no fue lo peor, sentí las fauces del oso alrededor de mi cabeza y una terrible presión que aumentaba a cada momento. El oso quería masticarme la cabeza y lo hubiera logrado si no me estuviera moviendo como una lombriz en sal. El oso arremetió de nuevo y me sujeto por el hombro derecho, su colmillos llegaban hasta mi pecho, y sin ningún esfuerzo me arrojo de nuevo por los aires, aterrice con un golpe seco sobre mi cara, en ese momento todas mis fuerzas desaparecieron y las remplazo un dolor punzante en cada parte de mi cuerpo, la boca se me lleno de sangre y lo único en lo que pude pensar fue que quería que terminara, que fuera rápido, que ya no me doliera. Otro zarpazo, más dolor y las ganas de defenderme se esfumaron. Deje de notar lo que el oso me hacía, en lo que me pareció una eternidad, solo notaba que rodaba por el suelo con cada golpe que el oso me daba, el desgraciado ya solo jugaba conmigo.
Un terrible rugido, algo que jamás había escuchado resonó en mis oídos, sin duda otro oso había olido mi sangre y quería un bocado de Emmett. Roge por que el nuevo oso fuera más piadoso y terminara con mi vida antes de que me comiera. Escuche una lucha, golpes y gruñidos guturales que sucedían a mis espaldas. De nuevo silencio, pensé que uno de los dos osos había ahuyentado al otro y que este se había acercado a comer el cadáver del ciervo antes de tener la delicadeza de acabar con mi sufrimiento. Algo me toco la mejilla y me tomo por sorpresa, era frio y delicado, muy diferente al húmedo hocico del osos que esperaba sentir. Me costó trabajo abrir los ojos, tenía mucha sangre sobre mis parpados y apenas podía enfocar, pero lo que vi me dejo atónito, definitivamente había muerto y no lo había notado por que sobre mi cara estaba el rostro más hermoso que había visto jamás.
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Nota de Autora:Listo esta es la primera parte de esta historia, se que esta muuuy basada en "Emmett y el osos" el extra que hay en la página de Meyer (si no lo han leído aun, no esperen mas y háganlo) pero me encanta basarme en cosas ya existentes y luego extenderlas. Espero que les haya gustado.
Los reviews son mi alimento, no sean malitos y denme de comer jejeje.
Saludos.
